María Corina Machado, en Caracas el pasado 31 de enero. Andrea Hernández Briceño (Bloomberg)
Tomado de
de España
La oportunidad de María Corina Machado, la “dama de hierro” de la oposición venezolana
Después de años al margen de la estrategia de la oposición, la política del ala más radical de la derecha encabeza los primeros sondeos de las primarias
María Corina Machado llevaba un tiempo al margen de la estrategia de la oposición venezolana. La política del ala más radical de la derecha se había convertido en una de las voces más críticas contra los movimientos de las fuerzas democráticas en los últimos años. Esa posición a la contra podría beneficiarle ahora. La crisis en la que se encuentra la oposición, aún más desnortada tras el fin del llamado gobierno interino en diciembre, ha colocado a Machado en cabeza de las encuestas para las primarias que se celebrarán en octubre. Una cita clave de la que saldrá el candidato que se enfrentará a Nicolás Maduro en las presidenciales de 2024.
La fundadora del partido Vente Venezuela ha sido en estos años la cabeza más visible del sector más intransigente del antichavismo. Se ha negado a entablar negociaciones políticas con la plana dirigente bolivariana; no ha querido formalizar alianzas con sectores específicos de la oposición argumentando reservas éticas; y ha mantenido un irreductible discurso en defensa de la propiedad privada. Suele llamar delincuentes a los miembros de la clase política oficialista y parece convencida de que será imposible concretar un regreso a la legalidad democrática sin que en algún momento haya que recurrir a la fuerza.
El chavismo, como es de suponer, la detesta con especial encono (le ha levantado varios expedientes legales y le impuso la prohibición de salir del país), si bien Nicolás Maduro ha decidido ignorarla en los últimos años. Para el militante chavista de base, Machado es la embajadora de los intereses estadounidenses y las clases altas. También colecciona antagonismos en los sectores más blandos de la oposición, en su mayoría proclives a negociar algunas demandas con Maduro a cambio de ciertas mejoras y estabilidad. Sin embargo, un discurso coherente en el tiempo se ha ganado ahora la simpatía de muchas personas.
María Corina Machado (Caracas, 1967) es ingeniero industrial y tiene una especialización en Finanzas en el Instituto de Estudios Superiores de Administración, IESA, la escuela de negocios más importante del país. La mayor de cuatro hermanas, está divorciada y tiene tres hijos, que viven en el exterior. Mantiene una relación sentimental con el abogado Gerardo Fernández. Pertenece a una familia de mucho abolengo local. Su padre, Henrique Machado Zuloaga, que acaba de fallecer, fue un importante empresario del sector metalúrgico, y su familia fue fundadora de la antigua Electricidad de Caracas, una de las grandes corporaciones de capital nacional del siglo XX. Las empresas de la familia Machado, particularmente las siderúrgicas Sivensa y Sidetur, han sido expropiadas y destruidas por la administración chavista. Su madre, Corina Parisca, conocida y apreciada en la sociedad civil, es psicóloga.
Machado ha sido una de las políticas venezolanas que ha cultivado con mayor método un discurso abiertamente anticomunista. Eso le ha permitido captar muchos seguidores de la diáspora venezolana. En las redes sociales, sus posturas son defendidas por las expresiones asilvestradas de la derecha nacional, los llamados Magazolanos. En 2012 fundó un partido, Vente Venezuela, e intentó darle fundamentos programáticos: economía de mercado, Estado mínimo, garantías sociales, privatización, protagonismo empresarial, con un discurso nacionalista que está muy arraigado en las clases altas de tradición en el país.
Caracterizada en ocasiones como la expresión de la ultraderecha venezolana, el discurso de Machado no tiene sesgo religioso, ni fomenta prejuicios, ni estigmatiza minorías o levanta argumentos conservadores en el terreno social. Aunque sea verdad que algunos de sus seguidores sí lo hacen. No le gusta mucho que le lleven la contraria, afirma una fuente que la trató de cerca. Tiene mucho magnetismo y encantos personales en la conversación. Es muy disciplinada, exigente, pero respetuosa. Está rodeada de un grupo de activistas que la admira mucho. Dirigentes jóvenes que han consumido íntegros sus postulados.
En los últimos tiempos ha ido desprendiéndose de su elegante vestir para andar casi permanentemente en vaqueros y tenis, con una camiseta con el logotipo de su partido, visitando pueblos y barriadas populares. Tiene una sonrisa muy amplia, habitual en sus conversaciones privadas. Detrás de sus modales educados hay un epicentro férreo, una especie de licuado de acero: una persona con un carácter muy fuerte, rígida en sus interpretaciones, con una visión predestinada de sí misma, que privilegia el valor personal como un atributo. Una persona a la que le cuesta mucho ceder en sus posiciones y negociar.
Machado tiene unas relaciones deterioradas con la mayoría de los dirigentes importantes de la oposición venezolana actual. Sus críticos la acusan de enredar los acuerdos unitarios haciendo planteamientos imposibles de ejecutar y de minar la confianza popular en el voto en provecho propio. En 2010, fue electa diputada con una alta votación.
En 2004, fundó Súmate, una instancia que significó su ingreso a la vida pública y que se convirtió en una conocida ONG vinculada a la oposición, famosa por su posición contralora en los primeros años de Hugo Chávez. Durante mucho tiempo, ha tenido cerca a Germán Carrera Damas, historiador y prominente intelectual, como uno de sus mentores. Atiende también los consejos de Carlos Blanco, economista y político opositor, exministro en los años 90.
Tuvo claro desde muy temprano cuál es la verdadera cara del régimen chavista, como se evidenció después, en la crisis de 2017, eso hay que reconocérselo, afirma un conocido analista financiero que ahora simpatiza con sus postulados. Tendíamos a verla como una persona que saboteaba la unidad de la oposición. Y no, ella sabía en qué andaban algunos políticos opositores, las componendas con el chavismo, la corrupción. No lo aprobaba. Ahí tiene todo un punto a favor. ¶
Alonso Moleiro – El País de España
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Addendum
Escena en el amplio gabinete de campaña de María Corina Machado. “María Corina—le dice su consejera de confianza, una dama profesional que no para de hablar—, no tienes idea de cómo ha pegado el eslogan Viene María. Yo te lo había dicho: Viene María Corina habría sido demasiado largo, y se habría desaprovechado la conexión religiosa. Tú sabes, por la asociación con Cristo viene. No es nada malo que te identifique la gente con la Virgen María, la mamá de Cristo, que de que viene viene. Y tenemos que repartir a nuestra lista de correos el artículo de Axel Capriles; ése donde dice que los Indignados son capitalistas. Se ve que le encanta tu lema de Capitalismo Popular. A él no le importa que exista Alianza Popular, de Álvarez Paz; Voluntad Popular, de Leopoldito; o que COPEI se haya llamado hasta hace poco—ya se dejó de eso—Partido Popular. Hay también una Vanguardia Popular ¿no? Pero eso no importa; nadie ha tenido los ovarios de hablar de Capitalismo Popular, de enfrentar ideología socialista con ideología capitalista. A nadie se le había ocurrido hablar de Capitalismo Popular. ¡Genial! ¡Ah, mira! La canción María, María, que hace la rima con mayoría, ha pegado también. Gusta mucho, porque de verdad somos mayoría. Por eso es que el gafo de Henrique está bien equivocado cuando dice que es mejor no meterse mucho con Chávez. ¡Qué riñones! Si somos mayoría, con él es con quien tenemos que meternos. Y dígame esa gente que dice que pobrecito, que se está muriendo de cáncer. ¡Ojalá se muera hoy, no juegue! Pero óyeme, el viernes fui a una fiesta en Los Chorros y un chamo tenía tu canción en el iPod y la puso y la bailamos todos: ¡María, María! ¡Una nota! Me acordé de West Side Story; ¡que maravilla de película! Tú no habías nacido cuando la estrenaron en el cine Broadway. Y también…” En este punto, la candidata, algo mareada, interrumpió la entusiasta catarata y dijo: “Perdona, pero tengo que ir al baño”.
Rafael Tomás Caldera Pietri lleva el nombre y el apellido de su padre, pero también el de Santo Tomás de Aquino, el «Doctor Angélico», canonizado en 1323. Hoy se acercó por mi casa a obsequiarme—debo decirle que su obra ya no cabe en mis estantes—dos libros de su autoría: Educar en Venezuela y El poder y la justicia—Para jóvenes políticos. Es de este último, cuya primera edición es de este año recién nacido, que reproduzco la décima sección de su primer capítulo, pues su lectura me hizo reflexionar sobre mi propia lucha política, lo que agradezco profundamente aunque ya yo no sea joven.
No puede haber acción política buena sin sabiduría práctica, sin rectitud en la búsqueda de la justicia, sin conocimiento de las circunstancias en las cuales nos toca actuar. Sin embargo, para conservar la sabiduría práctica debemos tener una cualidad imprescindible, de la que se habla poco: la fortaleza.
Necesitamos fortaleza para soportar los golpes adversos de la Fortuna y no dejarnos vencer por ellos. Fortaleza para luchar contra la corriente y abrir camino a los ideales que guían nuestra acción. Necesitamos fortaleza, también, bajo forma de constancia, sin la cual los mejores proyectos no llegan nunca a ser realizados.
Sólo Dios gobierna el destino, no los hombres. Puede uno tener un plan de gobierno bien pensado, que se vea frustrado por una catástrofe natural. Un terremoto, cuya intensidad y capacidad de daño pueden sobrepasar todas las estimaciones razonables dentro de un plan de contingencia. O una guerra entre diversas naciones, que de algún modo nos afecta. O una pandemia. Cualquier cambio grave en las circunstancias exige en el político mucho temple para no perder el rumbo.
Debe ser capaz de luchar contra la opinión adversa. Unas veces serán prejuicios ancestrales, otras una matriz divulgada por los grupos que han controlado los medios de comunicación o el poder del Estado. Hemos conocido la lucha de Gandhi, la de Martin Luther King, la de Vaclav Havel o Nelson Mandela. Resulta fácil, y grato, evocar tales luchas cuando han culminado con 1éxito. Pero no puede minimizarse el esfuerzo que les ha costado. Sufrimientos, fatiga, cárcel, contradicción, muerte violenta. Quien quiera estar siempre tranquilo, será mejor que se dedique a ver televisión y olvide su ideal y su compromiso de mejorar las cosas en este mundo.
Pero requiere también constancia, que no es sino otro nombre de la fortaleza. Mantener en el tiempo el empeño para alcanzar los objetivos. Quizá los venezolanos somos más inclinados a soñar que a llevar a la realidad nuestros sueños. A lo mejor es consecuencia de haber tenido, por el petróleo, una ilusión de riqueza. O acaso la costumbre de buscar la ayuda del Estado para toda actividad que queremos emprender. O quizás—sería más grave—una falta de responsabilidad personal, de asumir de verdad el proyecto de vida como algo propio.
No puede dejar de preocuparnos ver, todos los días, cómo se enfocan los problemas que padecemos como algo a lo que basta con dar soluciones técnicas. Éste se equivocó, o lo hizo mal: vamos a cambiarlo por otro que lo haga mejor. ¿No será, sin embargo, que muchos de de esos problemas, buena parte de ellos, derivan de nuestra falta de responsabilidad personal?
Antes mencioné la corrupción que, sin duda, es un problema ético. Pero mencioné también la indiferencia. Porque cuando procuramos hacer nuestra vida sin preocuparnos verdaderamente por los problemas de los demás—ocurre en los estratos más ricos de la población y ocurre también en los estratos más pobres—¿cómo podemos pretender que mejore la vida del país, que Venezuela alcance el desarrollo que debería tener.
Hay una vara para medir la responsabilidad personal que no falla: la capacidad de arrepentirse, de decir no sólo “me equivoqué”, sino “tuve la culpa”. ¿Somos capaces de reconocer la culpa que tenemos de muchos de los males que padece nuestra sociedad? ¡Qué fácil resulta decir la culpa es del Imperio, o de los partidos políticos, o de los corruptos! ¡Qué fácil es tomar la justicia no como guía sino como pretexto, como arma de lucha para una campaña! Pero si mido las acciones en términos de resultados, y los resultados en términos de conveniencia propia, la conclusión será la amargura, el fracaso, la frustración. Sólo el arrepentimiento—por lo que hemos hecho mal y por lo que hemos dejado de hacer—puede sanarnos, porque significa asumir, con la responsabilidad, la libertad de una vida verdaderamente personal. ¶
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Rafael Tomás produce como el Doctor de la Iglesia que anticipó su segundo nombre; no en balde es miembro de la Academia Pontificia Santo Tomás de Aquino, y siendo que asimismo es Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua, entenderá que al texto antecedente lo llame sermón.
sermón
Del lat. sermo, -ōnis ‘conversación’, ‘lenguaje coloquial’, ‘lengua, estilo’.
m. Discurso cristiano u oración evangélica que predica el sacerdote ante los fieles para la enseñanza de la buena doctrina. Diccionario de la Lengua Española.
La radical María Corina Machado o el comediante Rausseo lideran el comienzo de la carrera por las primarias opositoras en Venezuela
Los venezolanos expresan su rechazo a los políticos tradicionales en las primeras encuestas de la consulta para el 22 de octubre
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El descalabro que ha vivido la oposición venezolana en los últimos meses ha colocado a liderazgos menos tradicionales, incluso impensables hace un tiempo, al frente de la carrera por las primarias del 22 de octubre para escoger el candidato que enfrentará a Nicolás Maduro en las presidenciales de 2024. Una política del espectro más conservador y radical, María Corina Machado, y el comediante Benjamín Rausseo, mejor conocido por su personaje Er Conde del Guácharo, lideran las intenciones de votos entre opositores en distintos sondeos de opinión. Esto ocurre cuando el 66,2% de los encuestados en el mes de enero por More Consulting describen la situación del país como mala.
La oposición intenta recomponerse luego de haberle complicado al Gobierno la partida en los últimos tres años con el cerco internacional y las sanciones, un forcejo en el que la coalición terminó aún más fragmentada. El proceso de primarias parte, sin embargo, con 30% de disposición a participar entre opositores y no alineados, en un escenario en el que el Gobierno ha perdido la fortaleza que logró durante los primeros siete meses de 2022, cuando logró mantener la economía estable. Maduro todavía retiene entre un 26 y 30% de aprobación, lejos de sus peores años de popularidad.
La composición del país que define la encuesta de More Consulting dibuja un 43,4% de no alineados, 31,5% de opositores y 25,1% de seguidores del oficialismo. Entre todos, un 86% quiere un cambio político. Al comienzo de la carrera por las primarias, los venezolanos expresan su rechazo a los políticos tradicionales. Machado ha logrado figurar de primera entre opositores y no alineados, en opinión de Luis Vidal, director de More Consulting, porque la gente no le atribuye responsabilidades sobre los errores cometidos por la dirigencia opositora que estuvo al frente los últimos años. Ella es muy sólida en un grupo que comparte sus ideas, pero su techo de crecimiento es bajo, y no va a poder morder muchos votos de los no alineados, de quienes vienen decepcionados del chavismo o de los que están obstinados de la confrontación, añade.
El economista y analista político Luis Vicente León, socio director de la firma Datanálisis, asegura que por el momento hay una medición de pequeños candidatos, pero todavía es difícil señalar a uno que lidere realmente. La elección primaria la ganará quien pueda fundamentar alianzas, más que candidatos aquí hay bloques de opinión. Un sector político moderado, de diversas gradaciones, de enorme tamaño, que incluye a Manuel Rosales, a Capriles, a Acción Democrática. María Corina es la líder del grupo radical, y viene creciendo, sin dudas. También Juan Guaidó buscará alianzas en torno a su figura.
El actuario y especialista en estadísticas Félix Seijas, de la firma Delphos, y Jesús Seguías, director de la firma Datincorp, también reconocen que Machado se abre paso con inusitada claridad en los números. Machado tiene muchos atributos personales y ha crecido en nuestros sondeos, dice Seguías. Pero tiene un porcentaje modesto, todavía, unos 17 puntos. Está capitalizando un enorme descontento a partir del fracaso del gobierno interino. Su postura radical le coloca un techo a su candidatura. La gran mayoría del país quiere un desenlace natural, por la vía pacífica, que se deroguen las sanciones internacionales.
Para Seijas, Machado ha mantenido estratégicamente su postura estos años: estar al margen, en el sector radical. El fracaso del G4 le acerca una oportunidad y ella está suavizando su discurso para presentarse como una alternativa. Tiene posibilidades. En el electorado hay un ambiente parecido al de los años 90, cuando emergió la figura de Hugo Chávez. Hay desencanto, la sociedad parece estar buscando una cosa nueva. Aunque ella no es, en rigor, ninguna outsider.
Ese lugar de outsider podría ocuparlo Er Conde del Guácharo, un abogado, empresario del espectáculo, músico y comediante que ya coqueteó con la política como candidato presidencial en 2006, cuando Chávez estaba en su mejor momento, una contienda de la que se retiró finalmente y luego volvió a postularse para un cargo de gobernador y solo obtuvo 4% de los votos. León atribuye el vuelo que ha tomado Rausseo, a un sector irreverente, que necesita un castigo a la política formal, que busca un personaje para desahogar su rabia. Pero no es un estadista, no es Macron, sino un personaje extravagante, como la Cicciolina, el mismo Volodimir Zelensky. Pero ese segmento puede crecer, añade.
Este tablero de juego con el que inicia el ciclo hacia las primarias no es una expresión de antipolítica, dice Vidal. Los venezolanos están muy dispuestos a votar, no están despolitizados, pero ahora parece que son más selectivos en las peleas que va a dar.
Primarias amenazadas
Esta semana, el mismo día en que se anunció la fecha de las primarias, Nicolás Maduro tuvo una participación en el programa Con el mazo dando de Diosdado Cabello, desde donde el operador político del Partido Socialista Unido de Venezuela dicta lineamientos que suelen levantar el caos en la oposición. Las cabezas del chavismo no evitaron el tema de las primarias y se aventuraron a pronosticar que no se realizarían. Yo dije desde el primer momento que aquí no va a haber primarias. Esto es una forma de ganar tiempo. Mis pronósticos son sin truco ni maña, dijo Cabello. a lo que Maduro asintió.
El Gobierno pondrá obstáculos a cualquier cosa que ayude a la oposición a consolidar una plataforma que pueda lucir convincente, apunta Seijas. La elección de un líder fortalece claramente las opciones de la oposición, y el chavismo necesita la dispersión del liderazgo. Unas primarias exitosas significarían eso, y eso es lo que el chavismo quiere evitar. La oposición tiene que jugar inteligentemente. En el discurso, al menos, Maduro parece haber replegado sus gestos de amplitud y durante la misma conversación con Cabello esta semana aseguró que no había razones para volver a la mesa de negociaciones en México, donde la oposición está pujando por mejores condiciones para competir electoralmente.
La incorporación del Consejo Nacional Electoral a la realización de las primarias será un factor decisivo en la carrera y en la evolución del liderazgo de María Corina Machado, que se opone a que la institución sea parte del proceso interno. El Gobierno podría dar el respaldo logístico a las primarias con el CNE y esto descalabraría a Machado en la delantera, una opción que ha empezado a sonar fuerte en sectores populares. Unos comicios autogestionados por la oposición implican un esfuerzo logístico grande y complejo, que comprometer la participación. Y ahí la oposición se pone ante un nuevo dilema. Aunque el Gobierno sigue teniendo un rechazo mayoritario, de cara a un posible cambio político en Venezuela las posibilidades de que la oposición se quede atascada en sus fragmentaciones están en todos lados. ¶
En esta fecha se cumplen treinta y un años de la asonada golpista dirigida en Caracas por Hugo Chávez Frías y en Maracaibo por Francisco Arias Cárdenas, que empañara el Quinto Centenario del Descubrimiento de América.* Para una conmemoración reflexiva, se pone acá un fragmento de El grado cero de la escritura, de Roland Barthes. (Siglo XXI Editores S. A., Buenos Aires, 1973).
No hay duda de que cada régimen posee su escritura, cuya historia está todavía por hacerse. La escritura, siendo la forma espectacularmente comprometida de la palabra, contiene a la vez, por una preciosa ambigüedad, el ser y el parecer del poder, lo que es y lo que quisiera que se crea de él; una historia de las escrituras políticas constituiría por lo tanto la mejor de las fenomenologías sociales. Por ejemplo, la Restauración elaboró una escritura de clase, gracias a la cual la represión se daba inmediatamente como una condena surgida espontáneamente de la “Naturaleza” clásica: los obreros reivindicadores eran siempre “individuos”, los rompehuelgas, “obreros tranquilos” y la servilidad de los jueces se transformaba en la “vigilancia paterna de los magistrados” (en nuestros días el “golismo”** llama “separatistas” a los comunistas). Vemos aquí que la escritura funciona como una buena conciencia y que tiene por misión el hacer coincidir fraudulentamente el origen del hecho y su avatar más lejano, dando a la justificación del acto la caución de su realidad. Este hecho de escritura es por otra parte propia de todos los regímenes autoritarios; es lo que se podría llamar la escritura policial; se conoce, por ejemplo, el contenido eternamente represivo de la palabra “Orden”.
La expansión de los hechos políticos y sociales en el campo de la conciencia de las Letras produjo un nuevo tipo de escribiente, situado a mitad de camino entre el militante y el escritor, extrayendo del primero una imagen ideal del hombre comprometido, y del segundo una escritura militante enteramente liberada del estilo y que es como un lenguaje profesional de la “presencia”. En esa escritura abundan las sutilezas. Nadie negará que existe, por ejemplo, una escritura “Esprit” o una escritura “Temps Modernes”. El carácter común de esas escrituras intelectuales, es que aquí el lenguaje, de lugar privilegiado, tiende a devenir el signo autosuficiente del compromiso. Alcanzar una palabra cerrada por el empuje de todos aquellos que no la hablan, es afirmar el movimiento de una elección, sostener esa elección; la escritura se transforma aquí en la firma que se pone debajo de una proclama colectiva (que por lo demás uno no redactó). Adoptar así una escritura—se podría decir mejor asumir una escritura—, es economizar todas las premisas de la elección, manifestar como adquiridas todas las razones de esa elección. Toda escritura intelectual es por lo tanto el primero de los “saltos del intelecto”. En vez de un lenguaje idealmente libre que no podría señalar mi persona y dejaría ignorar totalmente mi historia y mi libertad, la escritura a la que me confío es ya institución; descubre mi pasado y mi elección, me da una historia, muestra mi situación, me compromete sin que tenga que decirlo. La forma se hace así más que nunca un objeto autónomo, destinado a significar una propiedad colectiva prohibida, y ese objeto tiene valor de ahorro, funciona como una señal económica gracias a la cual el escribiente impone sin cesar su conversión sin trazar nunca la historia de ella.
Esta duplicidad de las escrituras intelectuales de hoy, está acentuada por el hecho de que, a pesar de los esfuerzos de la época, la Literatura nunca pudo ser enteramente liquidada: forma un horizonte verbal siempre prestigioso. El intelectual no es más que un escritor mal transformado y, a menos de sumergirse y de hacerse para siempre un militante que ya no escribe (alguna vez lo hicieron, por definición olvidados), no puede sino volver a la fascinación de escrituras anteriores, transmitidas a partir de la Literatura como un instrumento intacto y pasado de moda. Por lo tanto, estas escrituras intelectuales son inestables, siguen siendo literarias en la medida en que son impotentes y sólo son políticas por su obsesión de compromiso. En suma, se trata todavía de escrituras éticas, done la conciencia del escribiente (no nos atrevemos a decir, del escritor), encuentra la imagen apaciguante de la salvación colectiva.
Pero, del mismo modo en que, en el estado presente de la Historia, toda escritura política sólo puede confirmar un estado policial, toda escritura intelectual puede instituir únicamente una para-literatura, que no se atreve a decir su nombre. Están en un callejón sin salida, sólo pueden remitir a una complicidad o a una impotencia, es decir, de todos modos, a una aberración.¶
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* En 1984, la segunda revista en llamarse Válvula en Venezuela publicó el texto de una conferencia de Arturo Úslar Pietri en la Casa de Venezuela en Tenerife. Ella llevó por títuloLa Comunidad Hispánica en el mundo de hoy. Éstas son sus palabras de cierre:
Faltan pocos años para 1992. Ese año celebraremos el Quinto Centenario del Descubrimiento de América. ¿Cómo lo vamos a celebrar? ¿Con los discursos tradicionales, con los desfiles que hemos hecho siempre, con un gran jolgorio, llenándonos la boca con las glorias pasadas? ¿O lo vamos a celebrar quietamente, sólidamente, orgullosamente diciendo: a los quinientos años del Descubrimiento hemos creado realmente una nueva circunstancia mundial, nos hemos puesto de acuerdo y desde ahora, en las grandes familias de pueblos, al mismo nivel de la familia anglosajona, de la eslava o de la asiática, está la familia de los pueblos ibéricos y está desempeñando un papel de primer orden?
Esa sería la celebración digna del Quinto Centenario del Descubrimiento que nos aguarda dentro de escasos años. Es una invitación a que trabajemos para ello, a que desde hoy nos quitemos las telarañas de los ojos, a que pensemos menos en la dimensión nacional y regional y más en la global. Yo vengo aquí a estas Islas que son puente natural entre América y Europa y que están como una lección viva de lo que puede hacerse y debe hacerse para estar en las dos orillas, a recordarles estos hechos que conocemos pero que tal vez por familiares olvidamos. Y a invitarlos a esta gran empresa que es la más grande ofrecida y abierta a esta familia de los pueblos poseedores de la cultura ibérica.
La “hipótesis de Sapir-Whorf” en el campo lingüístico sugiere que los lenguajes imponen, por decirlo así, una metafísica sobre sus parlantes. Es decir, por el mero hecho de hablar español—más propiamente, castellano—pensamos en alguna forma diferente de cómo piensa el inglés o el bantú. Por ejemplo, en castellano diferenciamos con facilidad entre las nociones de “ser” y de “estar”. Los pobres angloparlantes están impedidos de ese pensamiento, pues con “to be” están condenados a decir ambas cosas de una vez, de modo indisoluble. Uno no piensa “en chino”, sino que “piensa chino”.
Esto es: incluso para decir barrabasadas Evo Morales y Hugo Chávez emplean el español, piensan en español, piensan español. Si fuesen lógicamente consistentes, Morales debiera amenazar en quechua y Chávez despotricar en pemón. Debieran negar sus nombres, pues Morales no es apellido inca ni Chávez es caribe. Debieran resistir los micrófonos y las cámaras, puesto que son de marca Sennheiser o Ikegami, en lugar de modelos Paramaconi XC o Atahualpa Special Edition.
Si al encuentro de la civilización occidental con una miríada de tribus por su mayor parte dispersas y enemistadas entre sí, éstas “aportaron” un continente físico que de todos modos les quedaba grande, los españoles en Hispanoamérica contribuyeron precisamente con eso, con civilización. No hay manera de que Chávez siquiera formule una sola idea si no es a partir de los hechos de Losada o Garci González de Silva.
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** Barthes hace referencia al movimiento político que apoyara al general Charles De Gaulle, quien visitara nuestro país en 1964, el primer año de la presidencia de Raúl Leoni. Cada vez que viene De Gaulle a mi cerebro recuerdo esta anécdota apócrifa (¿chiste?):
Se cuenta que la Iglesia Católica francesa estaba preocupada por la evidente soberbia del general De Gaulle, y solicitó al Arzobispo de París que tomara cartas en el asunto. Éste llamó al Presidente de Francia para que se confesara con él, y al señalarle que su principal pecado era la inmodestia le puso por penitencia que asistiera el siguiente domingo a la misa de las 11 a. m. en Notre Dame, la más concurrida, y se acercara sin escolta y sin condecoraciones a depositar un ramillete de flores a los pies del Santísimo. De Gaulle obedeció, y fue a dejar su ofrenda floral con una tarjeta manuscrita. Concluida la misa, el Arzobispo fue a ver y leyó la tarjeta, que decía: «De la Primera Persona de Francia a la Segunda Persona de la Santísima Trinidad».
La familia Sucre Eduardo. Al centro sus procreadores, Alicia Eduardo Durán y Andrés Sucre Sucre.
La nobleza, la solidaridad, la discreción, la alegría, el sentido de realidad, la noción del deber ineludible, la paciencia, el respeto del prójimo y lo ajeno, el espíritu de cuerpo, la seriedad, la pasión deportiva, el tino para conseguir consortes, la falta de pretensión y una orientación práctica y desenredada hacia la vida, son rasgos comunes a los Sucre Eduardo, y esa múltiple conjunción, reiterada doce veces, sólo puede explicarse en la labor paternal y maternal de Andrés y Alicia.
Reseña en el diario El Nacional del libro de mi esposa por Roberto José Lovera De Sola
TALLER CRITICO
Por: R. J. LOVERA DE-SOLA
Junio 22, 2009
No pudimos parar, estábamos como amarrados a nuestra butaca de leer, gracias al libro que Nacha Sucre (1950) ha escrito sobre sus abuelos Sucre Eduardo, en el conmovedor volumen Alicia Eduardo una parte de la vida, (prólogo: Luis Enrique Alcalá. Caracas: Fundación Polar, 2009. 247 p.), concebido con tanto afecto que era imposible abandonarlo hasta llegar a su última línea. Es obra enternecedora, sobre todo para los caraqueños que nacimos y crecimos en casas como la suya, con aquellos sentimientos y tales afectos. Estos recuerdos son los que nos salvan de la atmósfera de tupido resentimiento social que se vive hoy, en estos días trágicos que vive el país. División y prejuicios que nunca existieron. Siempre le ha bastado a un venezolano encontrarse con otro para abrazarlo y conversar: no lo que vemos hoy. Nacha Sucre, por ello, nos ilumina hasta el más hondo recodo de nuestra alma con la serie de recuerdos con nos ofrece en su tan bello libro: ¡bienvenida Nacha Sucre!
Tras haber leído Alicia Eduardo: una parte de la vida, con la mezcla del crítico literario que analiza y el caraqueño viejo que siente en su espíritu lo que se nos cuenta, de forma tan veraz y cierta, no podemos dejar de señalar que ante Nacha Sucre estamos ante una escritora, alguien que necesita la palabra escrita para expresarse. Debe proseguir en su tarea con la pluma o con los dedos sobre las teclas del computador.
Nacha Sucre es una mujer de letras porque su libro se lee de corrido por lo bien escrito que está y apasiona por las antiguas memorias que nos revela, en el caso de este crítico de forma muy intensa porque conoció y trató a los dos abuelos de la autora, protagonistas en muy buena medida de este recuento, y sabe que eran tal cual ella los retrata en su obra.
Aquí en el libro de Nacha Sucre está lo más entrañable de la Caracas de nuestros bisabuelos y abuelos; hasta aparece nuestro santo preferido, el doctor José Gregorio Hernández (1864-1919), de quien tantos relatos directos de gente que lo conoció hemos recibido; de personas comunes, de seres de pocos recursos a quienes atendió gratuitamente y de varios de sus alumnos en la universidad, como el doctor Pedro del Corral (1895-1986). Es un santo al que podemos tocar porque tenía la misma sensibilidad humana de nuestros abuelos y anduvo por estas mismas calles que nosotros hemos pisado.
Nacha Sucre traza aquí la vida de los Sucre Eduardo, una de cuyas descendientes es ella. Y todo ello contado siempre dentro del tejido de la historia venezolana. Brillan en su relato varios hechos, por ejemplo: la entrada de Cipriano Castro (1858-1924) a Caracas aquel 22 octubre de 1899 a tomar el poder, a la cabeza de sus andinos. Por cierto, el general Juan Vicente Gómez (1857-1935) no lo acompañaba aquel día en que llegó el Cabito a la estación del tren en Caño Amarillo. Es ésta de Nacha Sucre la descripción más vívida de aquel suceso que conocemos.
Este libro de Nacha Sucre constituye una singular contribución a la historia de la vida cotidiana venezolana, porque ésta no es para nada una historia de héroes ni de figuras egregias de la vida pública, pero sí de aquellos que conforman con su vivir la silueta de un país, los que hacen posible que éste exista, como lo hizo su abuelo don Andrés con sus negocios y su participación en nuestra vida municipal, junto a otros venezolanos que lo único que deseaban era servir a Caracas. Ellos, el 23 de enero de 1958, ni se escondieron, ni huyeron, ni se asilaron en ninguna embajada. Esperaron los nuevos nombramientos para entregar los cargos que ejercían, se sentaron a escribir sus declaraciones de bienes y a explicar a sus hijos, crecidos en los años cincuenta, qué era la democracia y por qué era el mejor sistema de vida.
Reconstruir todas estas peripecias de toda esta gente bella, hombres y mujeres del común, es añadir, como lo hace Nacha Sucre, datos a la historia del país, a lo hecho por la gente igual a otra gente.
Por ello nos muestra cómo eran aquellos seres al trazar la historia de sus abuelos Alicia Eduardo Durán y de Andrés Sucre Sucre. Historia entrañable para el corazón es toda ésta con la cual nos topamos en este volumen, historia que “tiene visos de novela” (p.17). Ella lo que quiere es “preservar la historia de quienes estuvieron antes, los episodios y los secretos de sus vidas que deben ser contados” (p.20), más cuando el país está invadido por la atmósfera de animadversiones sin sentido que vivimos, algo nunca sucedido, sobre todo en este país de pródiga democracia en la cual hasta los más pobres, los más ínfimos de la escala social, se han encumbrado por obra de su inteligencia y por la educación pública que siempre ha sido gratuita, incluso la universitaria. Por ello nuestros grandes líderes democráticos son todos hijos de la clase media. Y cuando decimos que nuestra democracia es generosa no nos referimos al sistema político sino a nuestro modo de ser.
Tiene razón Nacha Sucre cuando señala que “escribir este apasionante cuento me [dio] el impulso para continuar” (p.18). Porque al mostrarnos cómo y cuáles eran los sentimientos de aquella gente, cuál su modo de comportarse y los modelos de vida que trasmitieron a los que les siguieron, nos está dando lecciones de vida, de ésos que nuestros muchachos de hoy necesitan leer para mirarse en el espejo de lo que en realidad somos, y hemos sido, los venezolanos.
Nacha Sucre lo hace mostrándonos cómo era la vida familiar, lo que se hacía en las casas cuando nacía un nuevo bebé, el comportamiento ante la muerte, “parte de la vida” (p.240). En este sentido, el relato de la agonía de la madre de Alicia Eduardo es conmovedor, está contado con tanta belleza como cuando Teresa de la Parra (1889-1936) nos relata en Ifigenia (1924) el trance final del inolvidable tío Pancho, un pasaje por encima del cual siempre pasan los críticos literarios pero que es hondamente caraqueño, sentimentalmente hablando. Querer a nuestros muertos amados es una razón de vida. Por ello, dice la chilena Isabel Allende que nuestros muertos no fallecen sino el día que los olvidamos. Y como ello es imposible siempre están vivos.
Otro momento en donde brilla Nacha Sucre es en la narración del terremoto de Caracas en el último año del siglo XIX: sucedió a las 4:42 de la madrugada del lunes 29 de octubre de 1900, duró 45 segundos y tuvo 250 réplicas, fue larguísimo. La familia de sus bisabuelos vivía en aquel momento en una casa situada entre las esquinas de Salas a Caja de Agua, en la parroquia Altagracia, en el centro de Caracas. Éste es el mejor relato que hemos leído sobre este cataclismo, del cual tanto se habló siempre en las tertulias caseras en el sucederse de los tiempos, comunicando siempre a los que no lo vivieron el miedo que sintieron los caraqueños aquel amanecer. Tanto, que hasta el presidente Cipriano Castro se lanzó desde uno de los balcones de la Casa Amarilla, residencia presidencial entonces, para salvarse. Se rompió una pierna. En la Plaza Bolívar lo atendieron. Fue entonces que decidió mudarse, junto con su esposa doña Zoila, a Miraflores, casa de habitación de la familia Crespo. Con el tiempo, ya bajo Gómez, el palacete fue comprado a los hijos y nietos del general Joaquín Crespo (1841-1898), quienes eran sus dueños. Fue desde entonces que se convirtió en la llamada “casa del odio”; no sabemos por qué, don y daño nos ha venido desde ella. Tal fue el temor sentido en 1900 que los ancianos que lo habían vivido se volvieron a asustar tanto con el terremoto caraqueño del 29 de julio de 1967 a las 8 de la noche. Recordamos aquella noche la reacción de nuestra abuela Isabelita Pelayo en aquellos instantes, mientras salíamos al jardín de nuestra casa en San Bernardino. No podía olvidar ella el suceso de 1900, pese a haber pasado sesenta y siete años.
Y, claro, además del recuento del fallecimiento de su bisabuelo, son también de honda sensibilidad los dolorosísimos pasajes finales con que cierra el libro: con el recuerdo del accidente de los alumnos del colegio en San José de Mérida en Monte Carmelo, estado Trujillo, el 15 de diciembre de 1950. Pocos caraqueños de aquellos días, así no haya muerto alguien de nuestra familia en el suceso, dejó de tener algún vívido recuerdo de lo sucedido en aquella hora aciaga en la cual murió uno de los tíos de Nacha Sucre.
La autora nos muestra los orígenes de su familia, estira sus raíces: por el lado Eduardo a los días finales del régimen colonial, en 1808 para ser precisos, año en que uno de ellos, Pedro Eduardo y Romero, apoyó la llamada “Conjura de los Mantuanos”, quienes pidieron la formación de una Junta de Gobierno en Caracas (noviembre 22, 1808) cuando el rey cayó en España, el torpe Fernando VII (1784-1833), en quien había abdicado su padre el abúlico Carlos IV (1748-1819). Fue la de 1808 la última conspiración a favor de la monarquía y la primera de la República, tanto que en aquel momento los dos hermanos Bolívar Palacios, Juan Vicente (1781-1811) y Simón (1783-1830) pedían la independencia absoluta de Madrid.
Y los Sucre vienen de Carlos Sucre y Pardo, fundador del apellido en Cumaná. De éste desciende el Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre Alcalá (1795-1830), asesinado el año treinta, para que no pudiera ser el sucesor del Libertador, a lo cual estaba llamado.
Bisabuelo de Nacha Sucre fue el maracucho Juan Pablo Eduardo Bustamante (1868-1901), descendiente de canarios (como Francisco de Miranda y Andrés Bello), a la vez descendientes de irlandeses, los Edwards, que al llegar a las islas Canarias, en el siglo XVIII, tradujeron su apellido al castellano, explicación del por qué de este apellido que aquí parece un nombre propio, así como lo debieron explicar tantas veces: “Eduardo no era su segundo nombre, sino un apellido” (p.23). Esposa de Juan Pablo Eduardo fue María Durán (1856-1908), llave de la historia que aquí se nos cuenta porque Alicia Eduardo Durán era hija de aquellos.
Por ello nos muestra Nacha Sucre, con deliciosa precisión, cómo era el Maracaibo de las últimas décadas del siglo XIX y cómo el París de la Belle Époque, el París de Marcel Proust (1871-1922), a donde marcharon los Eduardo Durán en 1894 y donde nació Alicia Eduardo Durán (junio 26, 1896), la segunda hija, la mayor había nacido en Maracaibo en 1888. Después les llegó Margot en 1898.
El bisabuelo murió en Caracas y tuvo en Francisco J. Mayz no sólo a un gran administrador de sus bienes sino a un amigo y protector incondicional de los suyos, a quienes ayudó a acrecentar la fortuna que Juan Pablo Eduardo dejó al fallecer. Este señor Mayz era un típico hombre de negocios y administrador de esa época; a más de uno como él llegamos a conocer. Eran hombres de honda ética.
Ya hemos señalado que la descripción de la agonía y amortajamiento de María Durán constituye uno de los pasajes destacados de este libro (p.83).
Así la vida familiar de las tres hijas que siguió, desde el matrimonio de la mayor, María Teresa (julio 17, 1908) con Pedro Larrazábal (1869-1924). Fueron los padres de María Teresa (1911), Josefina (1912) y Salvador (1913), estos dos muertos de enfermedades contagiosas. Más tarde nacieron Margarita (1915) y Salvador (1916), a quien llamaron, costumbre de la época, como el hermano muerto. En otro parto posterior murió María Teresa Eduardo y el hijo por nacer. Así Alicia Eduardo quedó cuidando a los sobrinos, el padre desconsolado no volvió a ser el mismo (p.105). Solo quedaron Margot, de veintiún años, y Alicia. Estos muchachos terminaron siendo los otros hijos de Alicia; crecieron con el tiempo, muerto su papá, en la casa caraqueña de los Sucre Eduardo en Altagracia.
Fueron aquellos años, antes de la muerte de María Teresa Eduardo, los que vivieron en París, en Lourdes, en Tarbes y en San Juan de Luz. Fue allí donde apareció un día Andrés Sucre Sucre (1899), comerciante, quien se casó allá con Alicia Eduardo (junio 9, 1921); fueron los fundadores del clan Sucre Eduardo. Por largos años vivieron en la casa con el número 50 de Caja de Agua a Truco, viviendo allí, en el día de la muerte del hijo desaparecido en el accidente de aviación de Monte Carmelo. Con este suceso se cierra el recuento que nos ofrece Nacha Sucre en su libro.
Una observación final: si bien el relato se cierra en 1950, la autora debió añadir una nota a pie de página con un apretado recuento de la vida de sus queridos abuelos hasta el final de sus vidas, registrando a la vez las fechas de muerte de don Andrés y la señora Alicia.¶
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No estoy de acuerdo con el último párrafo de la reseña. El libro de mi esposa dice en el título: Una parte de la vida. LEA
Las elecciones primarias que había planificado la oposición venezolana como instrumento para dirimir sus diferencias y escoger un liderazgo unificado para enfrentar a Nicolás Maduro en las presidenciales de 2024 ha entrado en una zona de turbulencias. El final del gobierno interino de Juan Guaidó a finales de 2022 ha tensado aún más la relación entre los líderes opositores y si hace un mes se hablaba de celebrar las primarias en junio de este año ahora esa fecha se antoja difícil.
Hace unas semanas había consenso en todos los extremos las fuerzas democráticas en la idea de las primarias abiertas a la población, pero el retardo de sus gestiones, el silencio de los políticos y la lentitud en torno a la obtención de los recursos ha encendido las alarmas. Algunas fuentes vinculadas a la oposición ya confirman que es difícil que puedan celebrarse en junio.
En las propias corrientes opositoras hay diferencias muy claras sobre el proceso. Por ejemplo, sobre la pertinencia de solicitar o no la asistencia del Consejo Nacional Electoral, -instancia que domina el chavismo pero que tiene presencia opositora- y sobre la viabilidad del voto de la diáspora. La Plataforma Unitaria ya solicitó al CNE la habilitación de los 14.000 centros de votación del país, una demanda que aún no ha sido respondida. Vente Venezuela, el partido de María Corina Machado, ha insistido en organizar unos comicios con voto manual. Sobre este punto también abundan las divergencias.
“Hay quienes hablan de primarias de la boca para afuera, pero no quieren primarias”, ha declarado recientemente Leopoldo López, de Voluntad Popular, abriendo fuego contra sus críticos después de un prolongado silencio y ahora que ha quedado disuelto el gobierno interino. “Hay quienes quieren ser candidatos, pero no quieren primarias. Manuel Rosales es un caso. Henrique Capriles tampoco las quiere. Nosotros creemos que una candidatura acordada al margen de la gente está destinada a fracasar en este contexto y vamos a trabajar duro para empujar esas primarias. Aquí sólo se puede avanzar con la gente, en una consulta abierta.”
Para López, ni Primero Justicia, ni Acción Democrática, ni Un Nuevo Tiempo, “tienen mucho interés en que la diáspora participe en esa consulta” y en sus entrañas “hay sectores que están penetrados por los intereses de la dictadura”. Capriles, en una entrevista con EL PAÍS, desmintió que él no quiera primarias y dijo que las declaraciones de López buscan, precisamente, “dinamitar” ese proceso. “Estoy absolutamente a favor de las primarias, de un proceso de consulta abierto y lo más amplio posible”, aseguró.
“La organización de las primarias sigue avanzando, este es un proceso que le pertenece a la sociedad civil, no a los partidos”, ha declarado una fuente cercana a la organización de esta cita, que ha preferido mantener su nombre en la reserva. “Pero es cierto que hay retardos. Un tema importante es el de los recursos”*, afirma. “Además, hay decisiones cruciales que hay que tomar, que tienen costos, y el tiempo juega en contra. La participación o no del CNE en la organización de las primarias es un aspecto crucial, sobre el cual hay opiniones encontradas.”
La Comisión Electoral Para las Elecciones Primarias, presidida por José María Casal, decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica Andrés Bello, y un calificado equipo de académicos, juristas, y personal especializado trabaja con total autonomía en su encomienda y canaliza con Manuel Barboza, de Un Nuevo Tiempo, secretario ejecutivo de la Plataforma Unitaria, el ensamble de las decisiones con el sector político.
Sin embargo, y aunque algunos políticos lo niegan, sí parece estar ganando terreno la idea de acordar un candidato de consenso en sectores de los partidos hegemónicos de la oposición. Sobre todo, de acuerdo a las fuentes, ante los costos de la elección, la posibilidad de retrasos en el calendario e incluso la dificultad de acordar qué hacer con el Consejo Nacional Electoral.
En particular en Un Nuevo Tiempo, el partido de Manuel Rosales, actual gobernador del Estado Zulia —un político socialdemócrata de línea moderada—, crece el interés en allanar el camino para una fórmula alterna a una consulta para pactar un candidato. Rosales —que ya enfrentó a Hugo Chávez como candidato en 2006— tiene números aceptables en las encuestas, no tiene inhabilitaciones políticas del régimen, se ha declarado favorable al fin de las sanciones económicas contra el chavismo y ha reanudado relaciones institucionales con Miraflores.
Un acuerdo consensuado para escoger un abanderado opositor, al margen de una consulta, agravaría las fisuras con otros sectores. “Para Voluntad Popular la convocatoria a unas primarias para legitimar el liderazgo de las fuerzas democráticas es un punto de honor, y en esto no tenemos problema en estar en minoría. No vamos a participar en ninguna maniobra de este tipo, ni acompañar a un candidato negociado”. Una opinión muy similar, en sus propios términos, tiene María Corina Machado y muy probablemente otros precandidatos que se alistan para participar, como Delsa Solórzano y Andrés Velásquez.¶
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Es del 15 de septiembre de 2009 una mención de Alonso Moleiro en este blog:
Pudiera ofrecer numerosos ejemplos de mi reconocimiento a personas particulares cuando encuentro sus opiniones valiosas y originales; por caso, reconocí una opinión de Alonso Moleiro leída en Tal Cual en elprograma #94deDr. Político en RCR(10 de mayo de 2014): «una exposición de Alonso Moleiro que parece convencida de la necesidad de un referendo consultivo sobre el socialismo», aunque yo había propuesto exactamente eso—enParada de trote(23 de julio de 2009)—casi cinco años antes. (En La mezquindad en la política venezolana).
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Algunos de los actores mencionados por Moleiro en su artículo para El País lo fueron acá el pasado 14 de octubre en ¿Algo nuevo?¶
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* Mi esposa me recordó lo que sigue—a propósito de «Un tema importante es el de los recursos”—de una entrevista en el programa Y así nos va, conducido por Daniel Lara y Nehomar Hernández el 17 de marzo de 2015, próximo a cumplir ocho años. El fragmento recogido acá es de poco más de un minuto.
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