Cronología de Dr. Político

De un calendario español

 

En fase de luna llena del mes de diciembre de 1984—el domingo 9—expresé por primera vez a otros mi convicción de que la Política debía ser entendida como un oficio de carácter médico; hace de eso casi 33 años, y mi madre habría dicho: «¡La edad de Cristo!» El episodio está narrado en Krisis – Memorias prematuras (1986):

La noche de la víspera, el domingo, pedí a Diego Urbaneja y Gerardo Cabañas que pasaran por la casa a conversar… (…) En esa reunión en mi casa expuse por primera vez mi noción de la ruta que estaba marcada para nuestra legitimación en tanto políticos como un camino “médico”. La llamé “la metáfora médica”. El acto político es un acto médico, dije, pues en el fondo se trata de proponer, seleccionar y aplicar tratamientos a los problemas. (…) A comienzos del año siguiente, 1985, recibí copia de unos trabajos de Yehezkel Dror, enviados a mí por intermedio de Suhail Khan, gerente de planificación de CORPOVEN. En uno de ellos Dror, amigo y maestro desde el año de 1972, decía lo siguiente: “…policy sciences are, in part, a clinical profession and craft”. (Las ciencias de las políticas son, en parte, una profesión y un arte clínicos). Esto fue para mí una confirmación de que andaba por el camino correcto. Yehezkel Dror es uno de los hombres que más experiencia tienen con los problemas y los sistemas concretos de la política. Su posición era sólo ligeramente menos radical que la mía, puesto que lo que a mí me interesaba era el territorio conceptual que se define, justamente, por esa parte que es una profesión y un arte “clínicos”.

No fue sino hasta 2004 cuando un egregio médico venezolano me ofreciera un dato que desconocía: «La voz amable del Dr. Francisco Kerdel Vegas me ha enseñado más de una cosa. Por ejemplo, que el ilustre fundador de la Patología, el alemán Rudolf Virchow, que también fue político en la época de Bismarck y uno de sus más fieros oponentes, entendía su actuación pública como un acto de carácter médico». (Historia emocional, 4 de julio de 2006). Y once años después sería Yehezkel Dror quien me diera una noticia más antigua, al escribir en la reseña de un libro de Henry Marsh—Do no harm, una exposición acerca de la política como arte médico cuyo título viene de la fórmula hipocrática latinizada: Primum non nocere—, en la que generosamente me nombra: In imperial Portuguese statecraft rulers and their advisors often viewed themselves as medical healers of the body politic. Some contemporary thinkers impressively continue this tradition, such as “Dr. Politico” (Dr. Luis Enrique Alcala) in Venezuela. Si bien desconocía los antecedentes alemán y portugués no me sorprendieron, puesto que la analogía entre Política y Medicina siempre me ha parecido evidente y el propio profesor Dror había sembrado en mí la semilla:

La imagen o metáfora médica de la política no me es enteramente original. Recibí el trabajo mencionado de Yehezkel Dror unos meses después de la exposición que hice a los amigos nombrados, como también es cierto que el foco de mi proposición está desplazado respecto de la admisión parcial de Yehezkel. Sin embargo, en mi memoria inconsciente ha debido quedar algo de la lectura de uno de sus libros: Design for Policy Sciences (Diseño para las ciencias de las políticas). Allí dice, en 1971: “…the analogue between policy sciences and medicine is nevertheless a very suggestive one, because of strong similarities in some of the main paradigms and secondary characteristics”. (“La analogía entre las ciencias de la políticas y la medicina es, no obstante, una muy sugestiva, en razón de fuertes similitudes en algunos de los paradigmas principales y algunas características secundarias”). En el mismo punto cita a René Dubois, quien, en Man, Medicine and Environment, dice lo siguiente: “…la medicina parece mejor adaptada para presidir en una forma arquitectónica sobre el desarrollo de una nueva ciencia de la vida humana”. (“…Medicine seems best suited to preside in an architectonic way over the development of a new science of human life”). Mi aporte consiste, tal vez, en poner el énfasis en la profesión, en el arte, más que en las ciencias o disciplinas que le dan basamento a esa actividad. Pero me siento muy orgulloso de mi raíz droriana. El día que recibí el texto que Yehezkel Dror me envió en 1985 sentí una profunda alegría. Era bueno constatar nuestra sintonía una vez más y la oportunidad de su envío me pareció cuasimágica. (Krisis).

Un poco antes había dejado esta constancia:

Al día siguiente de mi conversación dominical con Gerardo y Diego intenté explicar el concepto del acto político como actividad “médica” a una reunión de muy irregular puntualidad. Andrés Sosa llegó tardísimo, Alberto Krygier se despegó de otra reunión para asistir y Tulio Rodríguez vino un pequeño rato para irse antes de que se concluyera. No se pudo discutir, en consecuencia, el enfoque con suficiente profundidad. En esa reunión Diego dijo que eso eran “mis” ideas.

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Mi libro primero

Dos años antes había renunciado a mi empleo en PDVSA, y la razón que me di a mí mismo para hacerlo era que no quería seguir negando mi verdadera vocación: la política. También en Krisis – Memorias prematuras: «La cena fue programada para el 23 de agosto [de 1984]. Pocas horas antes de la reunión, y presa de una fuerte excitación, fui a hablar con Corina hasta su casa. Allí le dije que había decidido transparentar mi inquietud de fondo ante los invitados, pues no sentía sincero hablarles de un producto comercial de una empresa (el Informe Krisis), cuando lo que verdaderamente me movía era una vocación hacia una carrera pública. (La declaración de que esto era mi dirección la había confiado por primera vez a Francisco y Thaís Aguerrevere en 1983, durante la campaña electoral de ese año)». El Informe Krisis fue una publicación que producía mensualmente para sobrevivir una vez desempleado; logré colocar unas cuantas suscripciones que representaron un módico ingreso para mi casa. Luego emplearía la misma palabra para titular mis primeras memorias, en cuya introducción expliqué: «Esto es la historia de una decisión personal de quien escribe. (…) La palabra crisis es de origen griego y en ese idioma significa decisión. Nada parecería más apropiado, pues, que llamar a esta historia de una decisión con el nombre de mi antigua publicación. Ha sido una larga crisis, una difícil pero pacificante decisión». Consta en esa misma fuente lo siguiente:

Esta lectura de los hechos [de la campaña de 1983] fue discutida con algunos de los miembros del “Grupo de Análisis y Predicción” del Informe Krisis y publicada en diciembre de 1983. Yo había querido apuntalar lo limitado de mis posibilidades analíticas con el aporte de personas cuyo juicio respetaba. Así constituí ese grupo, siguiendo el modelo del “Grupo de Predicción e Interpretación” que organicé para la Corporación Industrial Montana en 1974. Asistieron a algunas de sus reuniones Enrique Brucker, Thaís Valero de Aguerrevere, Pedro Mario Burelli, Diego Bautista Urbaneja, Manuel Felipe Sierra, Eduardo Capiello, Franklin Whaite Valery y Moisés Naím. De uno o dos meses antes de la invención del informe y la constitución del grupo es mi primera conversación con Diego Urbaneja sobre la posibilidad de alguna nueva asociación política en Venezuela…

En febrero de 1985 di a conocer a unos pocos centenares de personas el diseño de esa nueva organización—Congreso para la Formación de una Nueva Asociación Política – Documento Base—que, como explicaría bastantes años más tarde, portaba un código genético distinto del común a los partidos tradicionales. Después de un año de intentos por establecerla, el proyecto nunca se concretó; como experimentaría luego muchas veces, nadie atinó a refutar ninguno de mis planteamientos—»todavía hay AD y COPEI para mucho rato», se me dijo—, pero tampoco nadie se entusiasmó suficientemente con el dibujo como para ofrecer el apoyo financiero requerido, y una división ulterior en el reducido grupo de los promotores metió la idea en el congelador. ¿Por qué se suscitó la división? Refiero en mis Memorias prematuras:

Era el día viernes 16 de agosto [de 1985]. Yo había trabajado por la mañana en las oficinas de La Florida y me había ido a almorzar a la casa. Reposando el almuerzo, me encontraba viendo el noticiero de televisión por el canal cuatro, cuando escuché una entrevista que se le hacía a un connotadísimo líder político, de quien uno podría esperar, por su relativa juventud, una postura más moderna respecto de los problemas nacionales. Las respuestas del entrevistado fueron deplorables y, en gran medida, irresponsables. Sentí un profundo malestar.

“La persona que cree que su propio juicio, aunque falible, es el mejor, y que se impacienta viendo a hombres de menos categoría manejar mal las riendas del poder, por fuerza tiene que ansiar, hasta dolorosamente, hacerse con esas riendas. Ver las chapuzas y los patinazos de otros puede resultar hasta físicamente atormentador para él”. Estas son palabras de Richard Nixon en el capítulo final de aquel libro que me había regalado Arturo Ramos Caldera. Describen cabalmente la sensación que me dominaba ese mediodía. Recuerdo que casi me indigesto de la furia ante la inanidad de las frases del entrevistado, ante su ceguera y falta de comprensión de lo que verdaderamente hervía en Venezuela. No sería la primera vez que lo sentía, no sería la primera vez que pensaba en el asunto, pero ese mediodía sentí como si fuese mi deber intentar una carrera hacia la Presidencia, así luciese imposible desde cualquier punto de vista.

Por la tarde estaban citados a las oficinas de La Florida tanto Gerardo Cabañas como Diego Urbaneja. Les confié la sensación que me dominaba. Las reacciones fueron muy diferentes. Gerardo dijo: “Yo lo veía venir. Sólo quiero decirte que te quedan treinta meses”. En cambio Diego declaró: “Espero que te des cuenta de que esto significa la muerte de la spV, de la ASOVAP y de Heuris”.

Yo no entendía bien sus razones. Por un lado, el diseño mismo de las normas de la “spV” estipulaba claramente que a la asociación no le estaría permitido postular candidatos. Si finalmente yo llegaba a decidirme por la búsqueda de mi postulación, esto ocurriría fuera del ámbito de la “spV”. Por otra parte, yo había confiado mi estado de ánimo a dos amigos, a quienes no quería ocultarles nada. Ni siquiera estaba solicitando su apoyo en ese momento. Diego me explicó: “Si yo estoy contigo en Heuris, si estoy contigo en la spV, si estoy contigo en la ASOVAP, nadie va a creer que no estoy contigo en lo de tu campaña”. Volví a recordarle que yo no quería cargos directivos en la “spV” o en la ASOVAP y que lo que les estaba confiando era una inclinación personal, no algo para lo que estuviese contando con las plataformas de las organizaciones implicadas.

………

Ya en soledad, me propuse actuar seriamente como médico-político, y compuse en junio de 1986 mi primer acto explícito en ese papel: Dictamen, en el que desarrollé el diagnóstico ya esbozado en el proyecto de asociación: que la observable insuficiencia política nacional no se explicaba a partir de una maldad de los actores políticos tradicionales sino por su «esclerosis paradigmática»:

…no es que descalifiquemos a los actores políticos tradicionales porque supongamos que en ellos se encuentre una mayor cantidad de malicia que lo que sería dado esperar en agrupaciones humanas normales. Los descalificamos porque nos hemos convencido de su incapacidad de comprender los procesos políticos de un modo que no sea a través de conceptos y significados altamente inexactos.

Esta vez puse en la introducción de Dictamen:

Un paciente se encuentra sobre la cama. No parece padecer una indisposición común y leve. Demasiados signos del malestar, demasiada intensidad y duración de las dolencias indican a las claras que se trata de una enfermedad que se halla en fase crítica. Por esto es preciso acordar con prontitud un tratamiento. No es que el enfermo se recuperará por sus propias fuerzas y a corto plazo. Tampoco puede decirse que las recetas habituales funcionarán esta vez. El cuerpo del paciente lucha y busca adaptarse, y su reacción, la que muchas veces sigue cauces nuevos, revela que debe buscarse tratamientos distintos a los conocidos. Debe inventarse un nuevo tratamiento. La junta médica que pueda opinar debe hacerlo pronto, y debe también descartar, responsable y claramente, las proposiciones terapéuticas que no conduzcan a nada, las que no sean más que pseudotratamientos, las que sean insuficientes, las que agravarían el cuadro clínico, de por sí extraordinariamente complicado, sobrecargado, grave. Así, se vuelve asunto de la primera importancia establecer las reglas que determinarán la escogencia del tratamiento a aplicar. Fuera de consideración deben quedar  aquellas reglas propuestas por algunos pretendidos médicos, que quieren hacer prevalecer sus tratamientos porque son los que más gritan, o los que hayan tenido éxito en descalificar a algún colega, o los que sostengan que a ese paciente “lo vieron primero”. La situación no permite tolerar tal irresponsabilidad. No se califica un médico porque haya logrado descalificar a otro. No se convierten en eficaces sus tratamientos porque los vocifere, como no es garantía de eficacia el que algunos sean los más antiguos médicos de la familia. El paciente requiere el mejor tratamiento que sea posible combinar, así que lo indicado es contrastar los tratamientos que se propongan. Debe compararse lo que realmente curan y lo que realmente dañan, pues todo tratamiento tiene un costo. Es así como debe seleccionarse la terapéutica. Será preferible, por ejemplo, un tratamiento que incida sobre una causa patológica a uno que tan sólo modere un síntoma; será preferible un tratamiento que resuelva la crisis por mayor tiempo a uno que se limite a producir una mejora transitoria. Y por esto es importante la comparación rigurosa e implacable de los tratamientos que se proponen. Solamente así daremos al paciente su mejor oportunidad.

Esta prescripción, este modo de seleccionar la terapéutica, con la que seguramente estaríamos de acuerdo si un familiar nuestro estuviese gravemente enfermo, debiera ser la misma que aplicásemos a los problemas de nuestra sociedad.

Venezuela es el paciente. Es obvio que sus males no son pequeños. Ya casi se ha borrado de la memoria aquella época en la que nuestros medios de comunicación difundían una mayoría de buenas noticias, cuando en la psiquis nacional predominaba el optimismo y la sensación de progreso. La política se hace entonces exigible como un acto médico. En las condiciones actuales, en las que el sufrimiento es intenso y creciente, ya no basta que los tratamientos políticos sean lo que han venido siendo. Por esta razón este dictamen se ofrece en la justa dimensión indicada por su nombre. Es lo que yo propondría en la junta política que tuviera que atender la salud de la Nación en la presente circunstancia. Lo ofrezco en el espíritu con el que deben emitirse los dictámenes: a la vez con la fuerza del mejor tratamiento que uno sabe proponer y con la conciencia de su imperfección, deliberadamente abierto y vulnerable ante la refutación. A fin de cuentas aún lo que propone el hombre más seguro no pasa de ser una mera conjetura.

Dror: How to spring surprises on history

Faltaban seis años para la reaparición del golpismo militar en el país, y al año siguiente publiqué otro estudio (Sobre la posibilidad de una sorpresa política en Venezuela, septiembre de 1987), que consideró dos sorpresas (ocurrencias de eventos de baja probabilidad): un golpe militar y un outsider en la Presidencia de la República. Para más de un lector del trabajo debió ser obvio que yo pretendía ser ese outsider, y en una sección del estudio (Rasgos necesarios de la campaña) llegué a prescribir:

Por diversas ra­zones el tiempo de lanzamiento de la candidatura con posibilidades debe ser lo más tardío posible. Por un lado está el problema de los recursos: es improbable que un verdadero outsider pueda conseguir los fondos necesa­rios a una campaña prolongada. Por otra parte, el intento debe ser hecho contraviniendo los intentos de actores muy poderosos. En tales condiciones una guerra de atrición no es sostenible. No puede un outsider trenzarse en una larga «guerra de trincheras» contra Acción Democrática y COPEI, pues caería en el asedio. Nuestro outsider se encuentra en la situación de Israel, país pequeño y rodeado de enemigos mucho más numerosos y de mayor poder. Así, su estrategia indica un golpe sorpresivo y contundente y definitivo. Por último, el tiempo debe ser tardío porque lo que es necesario producir corresponde a lo que los psicólogos de la percepción llaman un gestalt switch. Es un cambio súbito en la manera de percibir una misma cosa. De este modo, o el cambio de percepción se produce o no se produce, o se entiende o no se entiende, y para esto no es necesaria o correcta una campaña de convencimiento gradual, sino una argumentación suficiente que tienda a producir una respuesta más instantánea.

Tal recomendación anticipó por tres años el fenómeno de Alberto Fujimori—»entonces desconocido en las esferas políticas…» (Wikipedia en Español)—quien hizo una exitosa campaña de sólo tres meses. Por lo que respecta a la sorpresa del golpe, el estudio de 1987 observaba:

Por otra vía, los golpistas podrían buscar apoyo, ya no en los sectores económicos, sino en los estratos de más bajos ingresos, planteando una orientación populista (al estilo de Perú en los años sesenta) nutrida ideoló­gicamente de fórmulas de izquierda, esto es, con dosis variables de mar­xismo. Los requisitos de un golpe de esta naturaleza son básicamente los mismos que los de cualquier intento militar. Principalmente, requiere un ni­vel muy acusado de descontento popular e incidentes reiterados de protesta social. Pero además requiere la presencia muy marcada de un liderazgo militar con ideología de izquierda. (…) …de ganar las elecciones de 1988 uno de los candidatos tradicionales (…) el próximo gobierno sería, por un lado, débil; por el otro, ineficaz, en razón de su tradicionalidad. Así, la probabilidad de un deterioro acusadísimo sería muy elevada y, en consecuencia, la probabi­lidad de un golpe militar hacia 1991, o aún antes, sería considerable.

En 1989 ocurriría el Caracazo, y el 4 de febrero de 1992 la intentona de Chávez y sus asociados; ésta (se supo más tarde) estuvo inicialmente planeada para el 16 de diciembre de 1991, pues los «bolivarianos» querían amanecer en Miraflores al día siguiente, en un nuevo aniversario de la muerte de Simón Bolívar. El 21 de julio de 1991 escribí para El Diario de Caracas (Salida de estadista): «El Presidente debiera considerar la renuncia. Con ella podría evitar, como gran estadista, el dolor histórico de un golpe de Estado, que gravaría pesadamente, al interrumpir el curso constitucional, la hostigada autoestima nacional». Parece ser que el ojo clínico, la comprensión de la política como medicina, permitía esas anticipaciones. (El Director del periódico, Diego Bautista Urbaneja, quien ha dicho recientemente que alguna de mis prescripciones «no forma parte de la dinámica de la política real», escribió tres días después de mi artículo comentándolo: “No creo que exista un peligro serio de golpe de Estado…”)

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Con la segunda rotativa

Naturalmente, no pude ser candidato a la Presidencia de la República en 1988, pero al año siguiente se abrió la oportunidad de hacer algo que nunca había hecho: dirigir un periódico desde su concepción hasta su lanzamiento. El 10 de marzo llegaba con mi familia a Maracaibo para encargarme del relanzamiento de La Columna, un periódico de la Arquidiócesis de Maracaibo que había cerrado operaciones en junio del año anterior. (Mi señora describió su estado a nuestra llegada: «Un edificio viejo con goteras, una rotativa echada a perder, un vigilante y un murciélago»). En De héroes y de sabios (junio de 1998) me referí a la feliz aventura sin mencionarme:

En mi escueta experiencia las personas responden con entusiasmo a un liderazgo que les respeta, que les estima, que piensa que son capaces de entender e interesarse por lo que la prédica convencional asegura que no les importa. En uno de los experimentos comunicacionales de éxito más rotundo que se hayan visto en Venezuela, la más crucial de las causas del mismo fue el concepto que de los lectores se formó un cierto periódico de provincia. Definió de antemano a su lector tipo como una persona inteligente, que preferiría que se le elevase a que se le mantuviese en un nivel de chabacanería. El periódico logró, en contra de cualquier pronóstico, el primer lugar de circulación en su ciudad en el lapso de seis meses desde su aparición, y tres meses después se hizo acreedor al Premio Nacional de Periodismo, en competencia con otros dos candidatos de gran peso. (…) Depende, por tanto, de la opinión que el líder tenga del grupo que aspira a conducir, el desempeño final de éste. Si el liderazgo venezolano continúa desconfiando del pueblo venezolano, si le desprecia, si le cree holgazán y elemental, no obtendrá otra cosa que respuestas pobres congruentes con esa despreciativa imagen. Si, por lo contrario, confía en él, si procura que tenga cada vez más oportunidades de ejercitar su inteligencia, si le reta con grandes cosas, grandes cosas serán posibles.

De regreso en Caracas, produje y conduje en Unión Radio el programa Argumento (1993-95), del que registré, de nuevo sin identificarme, justo antes de la cita anterior:

En un programa de radio dedicado al análisis político, hace pocos años, el conductor del mismo decidió explicar a sus oyentes en qué consistía una “caja de conversión”, cuando esta receta económica empezaba a ser propuesta en Venezuela. Al poco rato recibió la llamada telefónica de un oyente, quien dijo: “Lo que Ud. está explicando es muy interesante, pero ¿no cree que debería hablar Ud. más bien del precio del ajo y la cebolla en el mercado de Quinta Crespo, porque eso no lo entiende el pueblo-pueblo?” Mientras el conductor del programa contraargumentaba para oponerse a la postura del oyente telefónico, un segundo oyente llamó a la emisora. Y así dijo al conductor: “Mire, señor. Yo me llamo Fulano de Tal; yo vivo en la parroquia 23 de Enero; yo soy pueblo-pueblo; y yo le entiendo a Ud. muy claro todo lo que está explicando. No le haga caso a ese señor que acaba de llamar”.

Mucho después escribiría en El político virtuoso (octubre de 2007): «La segunda virtud a exigir de un político es la humildad. El mejor de los médicos, graduado en Boloña, con postgrados sucesivos en París y Boston y una longeva experiencia clínica, sabe que el cuerpo humano es mucho mejor médico que él. Sabe, por ejemplo, que nada en el arsenal terapéutico que domina es tan sabio, o tan refinado y preciso, como el sistema inmunológico natural del organismo humano. Del mismo modo, un político responsable debe entender que el cuerpo social le supera en entendederas, y que no debe jamás creerse autorizado a imponer al pueblo su criterio individual». Pero fue en Argumento (24 de septiembre de 1995) donde leí y juré cumplir el Código de Ética para la Política que había compuesto esos mismos mes y año, con el Juramento de Hipócrates por delante para imitarlo intencionalmente en sus nociones fundamentales y su orden de exposición. Éstas son sus cláusulas quinta y sexta:

Consideraré mis apreciaciones y dictámenes como susceptibles de mejora o superación, por lo que escucharé opiniones diferentes a las mías, someteré yo mismo a revisión tales apreciaciones y dictámenes y compensaré justamente los daños que mi intervención haya causado cuando éstos se debiesen a mi negligencia.

No dejaré de aprender lo que sea necesario para el mejor ejercicio del arte de la Política, y no pretenderé jamás que lo conozco completo y que no hay asuntos en los que otras opiniones sean más calificadas que las mías.

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Al cambio de nombre

Fue mi hijo mayor quien me animara en 2003 a publicar, para ser enviada por correo electrónico a suscriptores, lo que primero se llamó Carta de Política Venezolana. Al año siguiente me explicó el concepto de personal brand (marca personal). Me sentó en su casa frente a su computador, me mostró cómo profesionales diversos escogían una «marca» para designarse a sí mismos y me dijo dos cosas: «Te conviene usar una marca personal» y «Tu marca debe decir de algún modo quién eres tú». De inmediato reaccioné así: «Bueno, si mi aproximación a la política es en tanto arte o profesión de carácter médico, tal vez sea ‘doctor político’ la marca personal que me convenga, por aquello de ‘vengo del doctor’, ‘el doctor me recetó’. ¿Qué te parece?» El hijo mágico, Leopoldo Enrique Alcalá Manzanilla, ducho en tantas cosas, rediseñó poco después la presentación del newsletter y a partir de su número 86 del 13 de mayo de 2004 la publicación decía: doctorpolítico Carta Semanal. Sería publicada hasta el 17 de diciembre de 2009, cuando inicié el trabajo en este blog, de nuevo posible gracias a su invalorable ayuda. El último número evocaba el trabajo de 1986, al llamarse Dictamen 2010. A sus lectores advertía:

El presente estudio, ofrecido para esta fecha (17 de diciembre de 2009) a los suscritores de la Carta Semanal de doctorpolítico el pasado 11 de noviembre de 2009, es probablemente el ejercicio más clínico de los presentados en esa publicación. De este modo, hay más acercamiento a las tres primeras cláusulas del Código de Ética compuesto y jurado públicamente por el suscrito el 24 de septiembre de 1995. Se las reproduce a continuación:

*Recomendaré o aplicaré, según sea el caso, sólo las acciones y cambios que entienda sean beneficiosos a las personas y a sus asociaciones, a menos que este beneficio particular implique perjuicio a la sociedad general o daño innecesario a otras personas o sus asociaciones, y jamás recomendaré o aplicaré nada que yo sepa sería dañino a las personas o asociaciones que pidan mi consejo o asistencia.

*Procuraré comunicar interpretaciones correctas del estado y evolución de la sociedad general, de modo que contribuya a que los miembros de esa sociedad puedan tener una conciencia más objetiva de su estado y sus posibilidades, y contradiré aquellas interpretaciones que considere inexactas o lesivas a la propia estima de la sociedad general y a la justa evaluación de sus miembros.

*Pondré a la disposición pública mis prescripciones para la salud de la sociedad general cuando su aplicación requiera la aprobación de los Electores de esa sociedad, y daré a cualquier Elector que me la pida mi opinión acerca del estado y progreso de su sociedad general.

De modo que me mudé del correo electrónico a la web, y aquí llevo con ésta 1.799 entradas de tema político, pues cargué en sus fechas propias, además de todos los documentos mencionados acá, artículos y trabajos anteriores a 2009 (no todos políticos), que se remontan a 1970 (con una narración—Apocagénesis—que una dama conocedora me aseguró que no era un cuento y lleva piquete político).

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Diseño de mi hija Eugenia para una franela

Fue entonces cuando mi queridísimo y añorado amigo Luis Penzini Fleury me invitara a almorzar en diciembre de 2011. En nuestra conversación, le expuse algo que por primera vez adelantara en 1999, a los tres meses de la ascensión al poder de Hugo Chávez: que para superarlo no era lo indicado una oposición sino una superposición, que la tarea no era tanto acusarlo como refutar su discurso, en la cabeza de los Electores del país, con otro de nivel superior. También afirmé que yo me creía capaz de cumplir la misión así delineada.

Luis se encontró al año siguiente, durante el asueto de Semana Santa, a Jaime Nestares, el Director General de Radio Caracas Radio. Le repitió mi argumento y sugirió que se me diera un espacio en la emisora. Nestares se mostró enteramente dispuesto, confiando a mi tocayo que «me seguía» desde la época de mi programa en Unión Radio. En efecto, Nestares fue uno de los suscritores de la carta de doctorpolítico.

Días después, Jaime Nestares me atendía en la sede de El Paraíso para abrirme las puertas de RCR (750 AM). En ese primer encuentro me dijo: «Tú di lo que te dé la gana, pero ojalá puedas contribuir desde tu espacio a la sanación de la psiquis venezolana, que bien maltrecha está». El 7 de julio de 2012 salía por primera vez al aire Dr. Político en RCR, el programa en el que digo lo que me da la gana y que conduzco para «comunicar interpretaciones correctas del estado y evolución de la sociedad general, de modo que contribuya a que los miembros de esa sociedad puedan tener una conciencia más objetiva de su estado y sus posibilidades», y para contradecir «aquellas interpretaciones que considere inexactas o lesivas a la propia estima de la sociedad general y a la justa evaluación de sus miembros». Desde entonces van 253 transmisiones de Dr. Político en RCR. El apoyo de Don Jaime es motivo de agradecido orgullo, pues sé que su permiso de usar los micrófonos de la noble emisora es un privilegio único. LEA

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Para descargar esta entrada como archivo de formato .pdf: Cronología de Dr. Político

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LEA #356

LEA

Quince días de intensa actividad, a partir del próximo 7 de diciembre, aguardan a la comunidad internacional, que se reunirá en Copenhague para decidir un instrumento de compromiso planetario que suceda al Protocolo de Kyoto, cuya vigencia expira en 2012. Se trata del COP 15, la décimo quinta Conferencia de las Partes (Conference Of the Parties) bajo la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Esta asamblea es la mayor autoridad creada por esa convención (Kyoto), y consiste en los ministros del ambiente de los países signatarios, que deben reunirse anualmente para el seguimiento y desarrollo del acuerdo.

A ella se llega con aprensión y un buen grado de escepticismo. Estas actitudes acaban de hacer erupción en Barcelona, España, después que 55 países africanos exigieran la suspensión de ulteriores negociaciones bajo el Protocolo de Kyoto hasta que los países ricos evidencien progreso sustancial en la reducción de sus emisiones de gases de invernadero. Todos los demás bloques de países en desarrollo ofrecieron su apoyo a África. Bruno Sekoli, quien preside el grupo LDC (Least Developed Countries), declaró: “En estos instantes, África y los africanos mueren mientras aquellos que son históricamente responsables no actúan”. Los países africanos manifestaron estar preparados para provocar una crisis de gran magnitud en las Naciones Unidas, si los Estados Unidos y otros países ricos no se comprometen a reducciones mayores y urgentes de sus emisiones.

Los Estados Unidos, desplazados al segundo lugar de culpabilidad actual por el nuevo líder contaminante, China, han expresado, por boca de su Presidente y su Secretaria de Estado, que hablan en serio cuando dicen que moderarán significativamente sus emisiones. Habrá que ver hasta donde hay seriedad en el asunto cuando se sienten en la mesa de Copenhague.

El tercer país contaminante del mundo, Rusia, no se ha mostrado, en cambio, muy convencido de la relación entre emisiones y calentamiento global. En junio de este año, Dmitri Medvedev anunció las metas de la emisión rusa a unos niveles que representarían un incremento de 30% sobre los niveles actuales para 2020. En las rondas preliminares de la reunión en Dinamarca, el jefe de la delegación rusa, Mikhail Zelikhanov, dijo muy campante que “círculos científicos en Rusia y otras partes no tienen una opinión unificada acerca de las causas del calentamiento global”. Sergei Mironov, Presidente de  la Cámara Baja del Parlamento de Rusia, sostuvo en 2007, en una conferencia en San Petersburgo sobre cambio climático, que más bien había ¡un enfriamiento global! La evidencia que aportó: las pinturas de los maestros holandeses del siglo XVI, que muestran paisajes de colores cálidos, lo que sugiere que las temperaturas eran entonces mayores.

Hace tiempo que Rusia, luego del deceso de la era soviética, no se interesa mucho en el destino de los países africanos o, en general, de los países menos desarrollados. Pero en momentos cuando los Estados Unidos, China, India y Brasil parecen alinearse con una acción más afirmativa en este asunto, Rusia pudiera quedar aislada como el malo de la película. Tendría a todo un continente en contra.

Una llamada de Hugo a su compinche Vladimir pudiera ayudar bastante.

LEA

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LEA #355

LEA

Todos recordaremos que un retraso de FUNVISIS (de origen onírico), en reportar el acaecimiento de un sismo de cierta consideración, llevó a investigaciones y amenazas contra Globovisión porque este canal sí reportó el hecho. Y aunque no puede hablarse todavía de una crisis sismológica, sí puede decirse que el estado de la seguridad personal en Venezuela, el de su sistema de suministro eléctrico, el de su sistema de suministro de agua, y el del sistema de salud pública—por ahora—están todos en punto crítico. (De esto último se percató el Presidente de la República; por eso declaró en emergencia al sistema nacional de salud).

Al menos FUNVISIS continúa informando, pero el Ministerio del Poder Popular para la Salud no ha cogido todavía la seña presidencial. En esta época de fiebres porcinas y reapariciones de un paludismo antaño desterrado, el ministerio ordenó, desde julio de 2007, la suspensión del Boletín Epidemiológico Semanal que publicaba en su página web,  según explicaciones de PROVEA, la organización que vela por el respeto a los derechos humanos. Dice PROVEA: “Desde entonces el país se encuentra en una situación de silencio epidemiológico”.

Es por esto que, aliada con Espacio Público, otra ONG del campo de derechos humanos, PROVEA introducirá hoy ante el Tribunal Supremo de Justicia un recurso de amparo constitucional, “contra la negativa del Ministerio del Poder Popular para la Salud de otorgar oportuna y adecuada respuesta a la solicitud realizada respecto a los boletines epidemiológicos correspondientes al año 2009”. A este fin, ambas organizaciones convocan a los medios de comunicación a la cobertura de ese acto, previsto para las 10:30 de la mañana.

Si lo acontecido con Globovisión en materia sísmica es un indicador, PROVEA y Espacio Público deben anticipar ataques oficialistas en razón de esa iniciativa. Al menos hay en www.aporrea.org un agresivo artículo de José Sant Roz contra la segunda de las ONG, a la que intenta descalificar diciendo que está financiada por el gobierno de los Estados Unidos. El artículo lleva fecha del 3 de mayo de 2007, y reaccionaba con virulencia porque a Espacio Público se le había ocurrido criticar la agresividad oficial contra periodistas y medios de comunicación, así como contabilizar sus incidentes.

No faltará, pues, algún articulista que sostenga que el ministerio que debiera ocuparse de la salud de los venezolanos ha decidido no informar, en materia de epidemiología, porque el gobierno presidido por Barack Obama reclama los datos, interviniendo la soberanía nacional, a través de los oficios de Espacio Público y PROVEA.

LEA

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LEA #354

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A pesar de una magra receptividad de su más reciente emisión de bonos en dólares—por 3.000 millones con vencimientos en 2014, 2015 y 2016—PDVSA ha anunciado que no rebajará el precio de 138% del valor nominal de los papeles emitidos. Los analistas explican el poco entusiasmo de los compradores en el hecho de que la tasa de cambio resultante—alrededor de 5 Bs. F. por dólar—está demasiado cerca del valor del llamado mercado paralelo, que ayer estuvo exactamente en Bs. F. 5 para la compra y 5,35 para la venta.

En verdad, la nueva emisión había sido predicada, justamente, como un esfuerzo adicional del gobierno para reducir la gran brecha entre el valor del dólar en ese mercado—en el que la propia PDVSA es el principal oferente—y la tasa de CADIVI: Bs. F. 2,15, en el esquema de control de cambios. La debilidad del bolívar fuerte en el mercado paralelo es un factor decisivo en la aceleración de la considerablemente alta inflación que el país ha experimentado en lo que va de año, especialmente en un lapso durante el que CADIVI no ha sido precisamente generoso en el otorgamiento de divisas, asunto que ahora busca el gobierno paliar. (El economista Pedro Palma ha estimado que la tasa de inflación cerrará en diciembre a 40%). Como el gobierno se muestra reacio a la devaluación, el camino posible era el de aumentar el endeudamiento fiscal con sus ofertas de bonos.

Pero hay en la oferta comentada un aspecto que no puede evaluarse sino positivamente: la honestidad exhibida por PDVSA en el prospecto de los bonos. Varias y francas fueron las advertencias pronunciadas.

Que “las operaciones de Pdvsa dependen principalmente de los precios internacionales del petróleo”.

Que “[e]n vista de que Petróleos de Venezuela se encuentra controlada por el Gobierno venezolano, no puede garantizar que éste no impondrá en el futuro compromisos adicionales sustanciales sobre Pdvsa o intervendrá su gestión comercial de una manera que afecte sus operaciones, flujo de caja y resultados financieros”.

Que “la República Bolivariana de Venezuela puede hacer que Pdvsa siga ciertos objetivos sociales y macroeconómicos que pueden tener efectos en los resultados operacionales y condiciones financieras”.

Que la empresa estatal “no puede garantizarle a los tenedores de bonos que en el futuro el Estado no requiera que Pdvsa adquiera otros activos en líneas de negocios que no se encuentran relacionadas con su negocio principal, lo cual puede tener efectos en su condición financiera y resultados operacionales”.

Incluso advirtió que está presente el riesgo de sentencias desfavorables en arbitrajes como los disputados por Exxon-Mobil y Conoco-Phillips.

A este respecto, pues, nadie puede decir que PDVSA miente. Ha descubierto ante los mercados financieros debilidades suyas y riesgosas como gente honrada y seria.

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LEA #353

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Probablemente sea el más controversial Premio Nóbel de la historia el de la Paz concedido hace días al Presidente de los Estados Unidos, Barack Hussein Obama. Principalmente sus enemigos políticos, los republicanos de allá—y los de aquí también—han hecho su agosto en octubre, criticando la decisión noruega, con escasas excepciones como la de John McCain.

La evaluación general de la asignación parece ser negativa. Se ha reportado que casi 70% de los usuarios de Twitter—no menos de tres millones de personas—no entiende el sentido de la premiación a un presidente que ni siquiera ha cumplido un año en el cargo, y cuyos logros en pro de la paz mundial se sitúan hasta ahora en el plano de la retórica.

Pero otros creen entender que el premio ofrecido a Obama—quien se sumó él mismo a los incrédulos—es un espaldarazo a su explícita agenda, la que ciertamente ha podido crear un clima de distensión y esperanza. Uno entre quienes aprueban la concesión es, interesantemente, Fidel Castro, que escribió: “Muchos opinarán que no se ha ganado todavía el derecho a recibir tal distinción. Deseamos ver en la decisión, más que un premio al presidente de Estados Unidos, una crítica a la política genocida que han seguido no pocos presidentes de ese país, los cuales condujeron al mundo a la encrucijada donde hoy se encuentra”. El anciano dictador cubano calificó la distinción conferida a Obama como “positiva”.

Su “hijo” putativo, en cambio, pareciera estar ardido con el asunto, a juzgar por los días que lleva hablando críticamente del tema. Ayer anunció al mundo, para que no se le tilde de envidioso, que él rechazaría el Premio Nóbel de la Paz si algún día el comité de Oslo se lo concediera. En lenguaje que los noruegos entenderían fácilmente comentó: “El Premio Nóbel para Obama es algo así como si llegase Diosdado y, como él es pitcher, convoca una rueda de prensa y dice este año voy a pichar y voy a ponchar a diez por juego y no me van a sacar ni una sola carrera. Efectividad cero-cero. Y resulta que al día siguiente le dan el Cy Young”.

Hugo Chávez no corre el más mínimo riesgo de recibir algún día el Premio Nóbel de la Paz, porque si Obama sólo habla de paz, él sólo habla de guerra. Al ya vetusto método de gerenciar por objetivos, él ha sabido sumar el de gerencia por rabietas. La última: la estatización del Hotel Margarita Hilton. También ayer justificó la intempestiva medida con el resentimiento, al decir que el Estado venezolano era un accionista minoritario del negocio, y que para alojar en el hotel la cumbre África-Sudamérica había tenido que pedir permiso.

Cuídese, pues, todo venezolano de exigir la petición presidencial de permiso, así sea para entrar a su casa.  El riesgo de semejante pretensión es ser expropiado. (“En Venezuela no hay tierras privadas. Así lo digo”, Hugo Chávez dixit). No hace falta otro justificativo que haber irritado el humor del Presidente.

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LEA #351

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Por acá hemos tenido nuestros sustos. Desde el temblor que sirvió para acosar a Globovisión y el pronóstico de Jesse Chacón sobre un ciclo sísmico milenario, nuevos sismos, como el de Tucacas, han puesto nerviosa a la población venezolana. Nada, sin embargo, como lo que está ocurriendo por los lados de Indonesia.

Luego de un tsunami cernido sobre la isla de Samoa, ya en el Pacífico abierto, un terremoto feroz de 7,6 grados en la escala de Richter, y otro no tan intenso al día siguiente, han azotado a Sumatra, una de las más grandes islas indonesias. Solamente en Padang, la ciudad del oeste de Sumatra bajo la que se desató la energía del terremoto, la cuenta de fallecidos va por quinientas personas y se tiene la seguridad de que esa cifra ascenderá significativamente. La mortal secuela ha afectado muy considerablemente a la isla que es el centro de las industrias petrolífera y gasífera de Indonesia, país miembro de la OPEP. En la Universidad Tecnológica de Nanyang en Singapur, el sismólogo Kerry Sieh cree que falta ver todavía un terremoto mucho peor.

Y es que la zona ha presentado una recrecida actividad sísmica desde el año 2000. Los expertos han registrado una historia de varias décadas de actividad sísmica intercaladas con épocas de tranquilidad: desde comienzos del siglo XIV van tres de estas fases de peligro, y todas terminan con un terremoto masivo. El último ocurrió en 1833.

La tierra, pues, parece estar revirando. Un recuento de terremotos, tsunamis y huracanes reflejará cómo es que nuestra época es particularmente nutrida en desastres naturales.

Jacquetta Hawkes escribió en 1953 una fábula ominosa: Una mujer tan grande como el mundo. (Fue recogida en Subversive Science: Essays Towards an Ecology of Man, libro editado por Daniel McKinley y Paul Shepard en 1969). Una mujer del tamaño de un planeta, «habitualmente de plácida disposición», es visitada de cuando en cuando por el viento, que tiene con ella tórridas sesiones de amor, luego de las cuales seres nuevos pululan por la piel de la hembra planetaria. Después de la sesión más apasionada de todas, nuevos seres bípedos surgen y la maltratan con perforaciones, cortes y polución.

La fábula concluye así:

Pronto, también, las nuevas criaturas se hicieron molestas. Atormentaban su piel y su carne de cien modos con su incansable actividad; dañaban su física belleza mientras destruían la milenaria quietud de su mente. Sus querellas con el viento y sus celos, su incomodidad corporal y mental, fueron al fin demasiado para la natural negligencia y el buen carácter de la Mujer. Su cuerpo era ella misma y suya la plenitud de ser. Se dio vueltas una y otra vez, se rascaba y se abofeteaba, y mientras se rascaba, se abofeteaba y se volteaba comenzó a reír. Rió mas fuerte, abandonándose totalmente a la risa. Cuando se calmó y las nubes pudieron de nuevo doblarse suavemente en su derredor, estuvo una vez más en paz, sabiéndolo todo y no importándole nada. Ni siquiera se preocupaba porque el Viento nunca regresara, incapaz de perdonarle su disoluta destrucción.

No hagamos caso. Sigamos molestándola.

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