Seguramente fue Winston Churchill el líder más famoso del siglo XX.Wikipedia en Español inicia de este modo su entrada acerca del gran personaje:
Sir Winston Leonard Spencer-Churchill (Woodstock, 30 de noviembre de 1874-Londres, 24 de enero de 1965), conocido como Winston Churchill, fue un político, militar, escritor y estadista británico que se desempeñó como primer ministro del Reino Unido de 1940 a 1945, durante la Segunda Guerra Mundial, y nuevamente de 1951 a 1955 por parte del Partido Conservador. Aunque más conocido por su liderazgo en tiempos de guerra como primer ministro, Churchill también sirvió como soldado tras haber estudiado en Sandhurst, fue un escritor e historiador ganador del Premio Nobel de Literatura, un pintor prolífico* y uno de los políticos con más años de servicio en la historia británica. Salvo dos años, entre 1922 y 1924, fue Miembro del Parlamento (MP) de 1900 a 1964 y representó un total de cinco distritos electorales. Ideológicamente liberal y capitalista desde el punto de vista económico, durante la mayor parte de su carrera militó en el Partido Conservador, que dirigió de 1940 a 1955, aunque también estuvo en el Partido Liberal de 1904 a 1924.
Se están cumpliendo setenta años de que Churchill recibiera el Nobel de Literatura. Hay quien sostiene que el galardonado esperaba el Nobel de la Paz, pero tal cosa habría resultado difícil de tragar luego de su actuación militar desde que ingresara al ejército a los veintiún años de edad, la que va desde la Guerra de los Bóers, pasando por acciones en India, la Guerra Anglo-Sudanesa y la Primera y Segunda Guerra Mundiales.
Entre 1900 y 1964, salvo dos años, sirvió en el Parlamento británico, mayormente con los conservadores. (Con el Partido Liberal de 1922 a 1924). También dedicó tiempo considerable a pintar, y fue conocido por su wit (ingenio). Para muestra este intercambio con Lady Astor, la primera mujer inglesa en el Parlamento. Ella le dijo: «Si yo fuera su esposa le pondría veneno en el café». Churchill ripostó de bote pronto: «Nancy, si yo fuera su esposo me lo tomaría».
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Clemente Cohen, ya fallecido, fue un gentil amigo que conocí a principios de los años setenta, cuando asesoraba a Diego Arria, ya Gobernador de Caracas e importador de los autobuses British Leyland, de dudosa fama. Una vez me contó que fue hasta la Abadía de Westminster para ver el monumento que se había dedicado a Churchill. Buscó a un guía del recinto y le preguntó por el reconocimiento a su héroe. El guía lo llevó hasta una sencilla lápida en el piso cuya inscripción decía: «A Sir Winston Churchill, la nación agradecida». A Clem le pareció insuficiente e increpó al guía: «¿Esto es todo? Él salvó a Inglaterra». A lo que el guía contestó, con el índice levantado que señalaba a muchos otros héroes ingleses en amplio círculo: «And so did they».
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La Segunda Guerra Mundial, en la que Churchill jugaría un papel crucial. comienza por el ataque alemán a Polonia.
El Concierto de Varsovia es un concierto de piano escrito por el compositor inglés Richard Addinsell en 1941 para la película Dangerous Moonlight. Addinsell se encargó de componer la melodía, mientras que Roy Douglas contribuyó con la orquestación. La trama de esta película de amor romántico gira en torno al compositor de la pieza musical, un virtuoso del piano que es piloto de guerra, y se encuentra refugiado en Inglaterra por la ocupación de Polonia en la Segunda Guerra Mundial, y considera el regresar de nuevo a Polonia y unirse de nuevo a la guerra. (…) Los creadores de la película querían producir algo del estilo de los conciertos de piano de Sergei Rachmaninoff, pero no fueron capaces de persuadir al afamado pianista para que compusiera una nueva pieza o para que interpretara alguna de las existentes. (Wikipedia en Español).
Es una hermosa obra breve que inició el concepto de «concierto tabloide». Hela acá, como homenaje a Winston Churchill, interpretada por Misha Dichter con el acompañamiento de la Orquesta Philharmonia que dirige Neville Marriner.
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* Hace dos años, un cuadro pintado por Churchill (Torre de la Mezquita de Koutoubia) que poseía Angelina Jolie, fue vendido por 11,5 millones de dólares.
Retrato oficial de la coronación de Isabel II de Inglaterra
Mi padre compró innumerables libros que nutrieron la juventud de sus hijos: novelas de escritores que ganaron el Premio Nobel de Literatura, las obras completas de William Shakespeare y Oscar Wilde, las Memorias de un venezolano de la decadencia (José Rafael Pocaterra), todo Rómulo Gallegos, varios atlas geográficos… También compraba y traía a la casa revistas y periódicos, como las infaltables Selecciones del Reader’s Digest de frecuencia mensual. Los domingos, para multiplicarnos la diversión con suplementos, cuatro eran los periódicos que llegaban a la quinta Alcalareña: El Nacional, El Universal, La Esfera, El Heraldo. Fue, por supuesto, el Niño Jesús que me dejara al lado de la cama, a mis doce años, casi todos los libros de la argentina Biblioteca Billiken, y más tarde nos regaló una caja repleta de centenares de Cuentos de Calleja. Para comienzos de los años cincuenta, había incorporado la revista LIFE, en la que vimos el mismo año de 1953 las fotos del Everest conquistado por Tenzing Norgay y Edmund Hillary y la coronación de Isabel II de Inglaterra. Es natural que mis recuerdos hayan ido a ese año; cuando yo había cumplido diez años de edad supe por primera vez de la gran dama que falleciera hoy en el castillo de Balmoral, en Escocia. (Conjeturo que sabía que moriría pronto y fue a despedirse desde su residencia favorita).
De ella se han ocupado la prensa, el cine y la televisión. La película The Queen, por caso, que le valiera a Helen Mirren el Premio Oscar a la Mejor Actriz Principal en 2007, por su inolvidable encarnación de Isabel, o la serie de Netflix The Crown.
Olivia Colman como Isabel II en The Crown
Isabel II sobrepasó a la gran Reina Victoria en longevidad reinante; el año que viene habría cumplido setenta años como monarca de los ingleses, escoceses e irlandeses. Toda su parábola fue trazada con valor e invariable honestidad.
Nació en Londres, siendo la hija mayor de los duques de York (más tarde, los reyes Jorge VI e Isabel) y fue educada en su casa a cargo de preceptores privados. Su padre ascendió al trono en 1936 tras la abdicación de su hermano Eduardo VIII. Comenzó a llevar a cabo funciones públicas durante la Segunda Guerra Mundial, al servir en el Servicio Territorial Auxiliar, la rama femenina del Ejército Británico de la época. Cuando su padre falleció en 1952, se convirtió en jefa de la Mancomunidad de Naciones y reina de los siete países independientes pertenecientes a la misma: Reino Unido, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Pakistán y Ceilán. La celebración de su coronación en 1953 fue la primera en ser televisada. Entre 1956 y 2021, la mitad de sus reinos, entre ellos Sudáfrica, Pakistán, Ceilán (posteriormente llamado Sri Lanka) y Barbados, obtuvieron su independencia y se convirtieron en repúblicas. (…) En 2007 se convirtió en la monarca más longeva en la historia británica al superar a su tatarabuela, la reina Victoria (Wikipedia en Español).
Adoptó el nombre de Isabel II para honrar a su madre, la reina consorte Isabel. Creo que cabe acá, en honor de su prolífica, digna y benéfica vida, escuchar la Marcha para el funeral de la Reina María*, del gran compositor del barroco inglés Henry Purcell. La interpreta el Equale Metal Ensemble que dirige John Eliot Gardiner:
Paz a sus restos. LEA
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* Los nombres de Isabel y María han estado navieramente hermanados en los transatlánticos Queen Elizabeth y Queen Mary, buques de importante historia. (Ver Wikipedia en Español).
El más merecido Premio Nobel de la Paz ha sido probablemente el concedido en 1990 a Mijaíl Gorbachov, fallecido ayer. Sin él, todavía estaríamos en la Guerra Fría y ante la Unión Soviética. Él permitió (auspició) en 1989 la unión de las dos Alemanias y la disolución de la antigua Unión Soviética.
Cuando eso comenzaba me encontraba con mi familia en Maracaibo, empeñado en dirigir la resurrección del periódico zuliano La Columna, que emergiera de nuevo el 8 de septiembre de 1989. El recién salido tabloide pudo enviar en noviembre de ese mismo año a Carlos Caridad Montero, joven periodista* de la sección de Economía, a cubrir los acontecimientos en Berlín. De allí me trajo, como souvenir, un estuche con unos pocos cascotes del infame Muro de Berlín que comenzaba a ser derruido por ciudadanos alemanes.
Gorbachov fue el artífice de la perestroika, la reforma del estado soviético, y la política del glasnost, o transparencia de la gestión pública. Sólo un gigante pudo concebir y hacer eso en el territorio del absolutismo zarista y comunista.
La caída del régimen del Shah de Irán fue la primera «sorpresa» de cierta magnitud, la que inicia la serie de acontecimientos «impensables» que incluye cataclismos tales como el derrumbamiento del Muro de Berlín y la desmembración de la Unión Soviética como secuela de la perestroika de Gorbachov. (La miopía tiene cura, 15 de mayo de 2013).
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La primera vez que me topé con el nombre ruso Mijaíl venía seguido del apellido Glinka, y esa conjunción onomástica designaba al padre del nacionalismo musical ruso. Es de él la pieza para piano que se pone a continuación, La alondra. Ahora que el alma de Gorbachov ha volado al encuentro de su adorada esposa Raisa (fallecida en 1999), que vuele con él la música de su compatriota.
Hoy se cumplen doscientos seis años de la muerte en prisión de Francisco de Miranda. Estas cosas pone Wikipedia en Español en el artículo que dedica a ese hombre grandísimo:
Sebastián Francisco de Miranda y Rodríguez Espinoza (Caracas, 28 de marzo de 1750-San Fernando, 14 de julio de 1816), conocido como Francisco de Miranda, fue un político, militar, diplomático, escritor, humanista e ideólogo venezolano, considerado como el precursor de la emancipación americana contra el imperio español. Conocido como el primer venezolano universal y el americano más universal, participó en la independencia de los Estados Unidos y en la Revolución francesa, acontecimiento del cual fue protagonista destacado por lo que le fue otorgado el título de héroe de la revolución. Posteriormente fue líder del bando patriota en la independencia de Venezuela, y gobernante de la Primera República de Venezuela en calidad de Dictador Plenipotenciario y Jefe Supremo de los Estados de Venezuela.
Destacó en la política como un firme defensor de la independencia y la soberanía de las naciones en el ámbito internacional. Militó con los girondinos en Francia, fue firmante del Acta de la Declaración de Independencia de Venezuela e impulsor y líder de la Sociedad Patriótica. También fue el creador del proyecto geopolítico conocido como Gran Colombia, que Simón Bolívar trataría de llevar a cabo en 1826 tras la liberación de los territorios que hoy conforman Colombia, Panamá, Ecuador y Venezuela; aspirando a unificarlos en una sola nación.
Al militar en las filas de los ejércitos español y francés alcanzó los rangos de coronel y mariscal, respectivamente. Además, obtuvo el grado de coronel en el ejército ruso, concedido por Catalina II la Grande, y fue el primer comandante en jefe de los ejércitos venezolanos, ostentando el título de generalísimo. Su carrera militar contempla su participación en cuatro contiendas: el sitio de Melilla (1774-1775) y la invasión española de Argel de 1775 en el norte de África, la guerra de independencia estadounidense, las guerras revolucionarias francesas y la guerra de independencia de Venezuela. Entre sus gestas militares destacan su actuación en el sitio de Melilla, la batalla de Pensacola en Estados Unidos y la batalla de Valmy en Francia. Miranda fue combatiente destacado en tres continentes: África, América y Europa.
Miranda en el Arco de Triunfo en París, en la columna al lado de la que anota el nombre de Lafayette
A pesar de haber formado parte de tantos procesos revolucionarios y gubernamentales en el ámbito internacional, fracasó a la hora de poner en práctica sus proyectos en su propio país, Venezuela. No obstante, su ideal político perduró en el tiempo y sirvió de base para la fundación de la Gran Colombia, mientras que sus ideas independentistas influyeron en destacados líderes de la emancipación americana como Simón Bolívar en Venezuela y Bernardo O’Higgins en Chile.
Su nombre está grabado en el Arco del Triunfo de París, su retrato forma parte de la Galería de los Personajes en el Palacio de Versalles y su estatua se encuentra frente a la del general Kellerman en el Campo de Valmy, Francia. (…) Fue el único hombre que tuvo contacto personal y directo con figuras de la talla de Napoleón Bonaparte, Catalina la Grande, Federico II de Prusia, el Duque de Wellington, Robert Peel, La Fayette, Estanislao II Poniatowski, William Pitt, Grigori Alexandrovich Potemkin, Samuel Adams y Johann Caspar Lavater.
En Francia:
En 1791, Miranda tomó parte activa en la Revolución francesa. En París, hizo amistad con los girondinos Jacques Pierre Brissot y Jérôme Pétion de Villeneuve. Sirvió brevemente como general en una sección del Ejército revolucionario francés (llamado entonces «La Convención») que luchó en la campaña de 1792 para detener el avance del ejército prusiano, dirigido por el duque de Brunswick-Luneburgo, cuyo objetivo era invadir Francia desde los Países Bajos. Miranda alcanzó el grado de mariscal de Francia bajo el mando de Charles François Dumouriez. Durante la campaña participó en las batallas de Argonne, Wargemoulin, Amberes, Lieja, Tongres, Paliemberg y Valmy, donde llegó a ser segundo jefe del ejército del norte, del cual se separaría por grandes diferencias con Dumouriez tras haber replegado sus tropas en Maastricht.
En Venezuela:
El 19 de abril de 1810, Venezuela inició su proceso independentista, por lo que Simón Bolívar y Andrés Bello persuadieron a Miranda, en misión diplomática en Londres, para que volviera a su tierra natal. Cuando lo hizo, Miranda fue recibido con honores en el Puerto de La Guaira. En Caracas se le confiere el grado de general del ejército y funda la Sociedad Patriótica, que se convertirá en la principal promotora del rompimiento con España. Posteriormente es elegido diputado por El Baúl, en la provincia de Caracas, al congreso constituyente de 1811. El 5 de julio de 1811, tuvo el honor de firmar el Acta de la Declaración de Independencia de Venezuela. Más tarde, ante el avance de las tropas españolas al mando de Domingo Monteverde en 1812, asumió la presidencia con poderes discrecionales, tras ser nombrado el 23 de abril dictador por el Triunvirato ejecutivo con el rango de generalísimo.
Las fuerzas realistas contraatacaron, pero Miranda era incapaz de pasar a la ofensiva por las constantes deserciones que se daban en sus tropas, situación agravada por el Terremoto de Venezuela de 1812 (26 de marzo) que afectó en su mayoría a centros poblados bajo control de los patriotas, además de la impopularidad de la causa de la independencia en la sociedad venezolana. Miranda intentó resistir el ataque realista pero la caída de la plaza de Puerto Cabello (bajo el comando de Simón Bolívar), la rebelión de los esclavos de Barlovento, así como el creciente número de los ejércitos españoles que le atacaban (Monteverde desde Valencia y Yáñez desde Calabozo), le hicieron imposible resistir.
Temiendo una derrota brutal y desesperado, en correspondencia con las facultades otorgadas por el Triunvirato ejecutivo, que en el Decreto del 23 de abril de 1812, le había otorgado el cargo de dictador plenipotenciario y jefe supremo, con rango de generalísimo, Miranda firma la capitulación del ejército patriota, el 25 de julio de 1812, en la ciudad de San Mateo.
La firma de la capitulación generaría confusión y se interpretaría como una traición, por lo que antes de embarcarse en el puerto de La Guaira y salir rumbo al exterior para proseguir la lucha, un grupo de oficiales dirigidos por Bolívar apresaron a Miranda, y el coronel José Mires lo encerró en el fuerte San Carlos el día 31 de julio. Al parecer, la intención de Bolívar habría sido fusilarlo por considerar que el pacto de San Mateo era un acto de traición, pero finalmente, atendiendo diversos consejos, Miranda fue encarcelado bajo el coronel Manuel María de las Casas, comandante militar del puerto, quien en secreto se pasó al bando español, entregando a Miranda a Domingo de Monteverde, junto con los demás refugiados que no habían conseguido zarpar (Simón Bolívar desconocía la traición de Manuel María de las Casas, y se dirigió entonces a Caracas, ya en manos de los realistas, donde gracias a la intercesión de algunas amistades en el bando enemigo, obtuvo un pasaporte de Domingo de Monteverde, de quien se dice que expresó textualmente «Debe satisfacerse el pedido del coronel Bolívar, como recompensa al servicio prestado al rey de España con la entrega de Miranda», tiempo después de salir de Venezuela, Bolívar regresaría a reiniciar la guerra).
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Antes de tales pasajes, la gran enciclopedia de la red de redes había notado acerca de su formación intelectual:
Es en el Madrid de esta época donde Miranda tiene sus primeras impresiones fuera de Venezuela y también comienza a crear su biblioteca personal, en la que empezó a tener incluso libros que estaban prohibidos por la Inquisición y de la que mantuvo una lista detallada en su archivo personal.
La naturaleza y el número de libros adquiridos en Madrid son una indicación precisa de que existía en la ciudad un ambiente intelectual muy amplio. Libros de matemáticas, arte militar, historia, religión, filosofía y literatura formaron parte de sus lecturas.
Muchos de esos libros constituyeron para Miranda enseñanzas definitivas, que mantuvo cerca de él durante el resto de su vida, entre los que destacan las obras de Maquiavelo; La destrucción de las Indias, de Fray Bartolomé de Las Casas; obras de lord Bolingbroke, Burke y Locke; Los principios del arte militar, de Federico de Suecia; La historia filosófica, del Abate Reynal; Los principios de política natural, de Burlamaqui; los Comentarios, de Julio César; El arte de la guerra, de Puyssegur; la Táctica, de Guibert; así como obras de Pope y Virgilio.
Buscó ampliar sus conocimientos científicos y literarios con el estudio de la trigonometría, la geometría, el álgebra, la física, la óptica, la gramática, la poesía y la comedia. También complementó su cultura general con lecturas de religión e historia y mejoró sus conocimientos de los idiomas italiano, inglés y francés.
Por último adquirió una flauta para ejercitarse en el arte de la música, leyendo las Reflexiones sobre la música del Abate Dubos.
Asimismo, se ejercitó con la geografía mediante el uso de mapas y globos terráqueos y, como quería presentarse para obtener el grado de Capitán en el Ejército real, se empeñó en estudiar táctica, arte militar, arquitectura militar, ingeniería militar, artillería, fortificación y ataque de plazas.
Un verdadero coloso que aún no hemos merecido. LEA
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Sobre los libros de Miranda:
El 10 de octubre de 1810 Francisco de Miranda partió de Londres rumbo a Venezuela para nunca más volver. En su casa quedaron todavía por unos meses Bello y López Méndez, hasta que tuvieron que mudarse. Aunque es muy probable que Bello haya seguido frecuentando la biblioteca, está claro que sus días de esplendor habían terminado. Después de la muerte de Miranda en 1816, su viuda Sarah Andrews ofreció los libros en venta a los gobiernos de Colombia y Chile. En 1822 el Senado de Chile declaró la imposibilidad de hacer la compra, mientras que Bolívar, seguramente llevado por los recuerdos de 1812, ni siquiera contestó la propuesta, sino que la transmitió al mariscal Sucre ya siendo presidente de Bolivia, con lo que tácitamente manifestaba su desinterés. También José María Vargas, como rector de la Universidad caraqueña, hizo gestiones por traer todos los libros. Todo fue inútil. Así las cosas y ante las dificultades económicas, la familia tomó una decisión dolorosa: rematar la biblioteca en subasta pública, lo que ejecutó la Casa Evans de Londres en julio de 1828 y abril de 1833. Ello significó no solo su pérdida para Hispanoamérica, sino su dispersión física definitiva. Solo una parte de la colección se salvó: 142 volúmenes de textos griegos que Miranda quiso donar a la Universidad de Caracas. “A la Universidad de Caracas se enviarán en mi nombre los Libros Clásicos Griegos de mi Biblioteca (sic), en señal de agradecimiento y respeto”, dispuso en su testamento.
La efímera paz de Irène Némirovsky y Michel Epstein
Una de dos: o supimos del vocablo suite en contexto hotelero—una habitación de tres piezas: sala de estar, recámara y baño—o lo escuchamos por primera vez junto con la música de la Suite del Cascanueces. En este caso, es un conjunto de piezas musicales que han sido extractadas de una obra mayor, a modo de sinopsis o muestrario. Pero antes se llamaba suite a un grupo de danzas; la suite clásica estaba formada por cuatro con nombres franceses: allemande, courante, sarabande y gigue, pues en ese orden fueron establecidas en Francia en el siglo XVII, y el nombre mismo—suytte—fue empleado por vez primera en ese país a fines del XVI. Decir, por tanto, Suite francesa es algo redundante, pues son franceses los inventores de esa forma musical. Luego aumentaría el número de partes, especialmente en las benignas manos alemanas de Juan Sebastián Bach.
La Suite francesa de Irène Némirovski se llama así porque estaba planeada como una suite musical. Irène hizo una lista de los títulos que pensaba escribir: 1. Tempestad, 2. Dolce, 3. Cautividad, 4. ¿Batallas?, 5. ¿La paz? Nunca pudo escribir los tres últimos libros, aunque dejó notas y el planteamiento de ellos en su manuscrito.
Esta suite inconclusa fue el libro que leímos las Hormigas, mi club de lectura, en septiembre [de 2011]. Lo más impresionante es la historia real tras la novela: la que la autora escribe, en vivo y directo, en letra minúscula en un cuaderno, lo suficientemente pequeño como para llevarlo siempre con ella, mientras su mundo conocido se desplomaba. Dejó en él su testimonio de los horrores de la guerra, de la huida enloquecida de los parisinos ante la amenaza de la destrucción de París por los alemanes. Tuvo esta escritora presencia de ánimo como para observar los pequeños eventos cotidianos, la atracción siempre latente entre los sexos, la envidia, la fatuidad, la cobardía, la honradez y la crueldad; en resumen, todas las características buenas y malas del ser humano, ampliadas por el miedo, el hambre y la incertidumbre. Las comparaba con la absurda continuidad de la naturaleza, con su indetenible y hermoso cambio de estaciones, con su belleza, impertérrita ante el desastre provocado por los seres pensantes.
Es sorprendente que, siendo Irène judía de nacimiento y conocida por la crítica constante que hacía a las costumbres de sus iguales, ninguno de los personajes de su historia es judío. Puede ser que temiera que su manuscrito cayera en malignas manos alemanas para servirles de confesión involuntaria.
Es intrigante que en ningún momento relate la historia política de la guerra, la que muchos narrarían después de ella. La usa, sin describirla, no más que en trazos, como telón de fondo para pintar la belleza y la mezquindad de la historia humana.
Como cuenta la nieta de la autora, este manuscrito no pudo ser terminado. Las dos secciones que podemos leer tal vez hubiesen sido pulidas, mejoradas por la autora, de no habérsele presentado la muerte a manos de aquellos alemanes que ella describió con benevolencia. La primera, Tempestad, es el relato del loco éxodo de los franceses ante la amenaza de la destrucción de París por las bombas y la inminente ocupación germana de la ciudad luz. La autora, al final, pone de manifiesto la ironía de aquel esfuerzo, pues París no fue tocada y, cuando volvieron, los habitantes encontraron la ciudad intacta. La novela es una crítica aguda de las costumbres burguesas de los franceses de esa época. Se puede encontrar en ella similitudes con nuestro particular presente histórico: con los que emigran por miedo, con los que no se percatan del peligro real, con los que son indiferentes ante los acontecimientos.
La segunda parte, Dolce, cuenta la historia de un pueblo francés ocupado por los invasores, las relaciones humanas plagadas del temor por el enemigo, de la incertidumbre ante la vida o la muerte del pueblo ocupado, de la incontenible atracción sexual entre los jóvenes que logra vencer el odio y sobreponerse a la guerra. Describe a los alemanes, menos como enemigos que como hombres, con asombrosa objetividad, como terminaron viéndolos las francesas jóvenes luego de una convivencia de años; a fin de cuentas, los hombres jóvenes franceses estaban fuera de su alcance, en el frente de batalla.
A pesar de los trágicos acontecimientos del momento, Suite francesa puede ser considerada una novela liviana, por sus descripciones exhaustivas del paisaje, por el fino sentido del humor con que narra y da cuenta de los acontecimientos más sencillos de la vida cotidiana de aquellas personas. María Isabel Ruán, nuestra hormiga psicóloga, encontró una explicación lógica ante esta aparente inconciencia o evasión de la realidad. Ella dice que la autora—quien escribía la novela mientras se desarrollaban los acontecimientos—tal vez encontraba en la escritura de la novela el escape necesario para no volverse loca con el horror y el miedo que estaba viviendo. Para Irène Némirovski, judía de nacimiento y convertida al catolicismo por temor, escribir era terapéutico y le permitía sobrellevar el desquiciante paralelismo entre la cotidianeidad y la guerra. Convirtió su oficio en una catarsis.
El texto es inteligente, sus descripciones son detalladas y hermosas, retratan perfectamente la capacidad de abstracción de la autora ante aquel desastre. El discreto humor subyacente, el fiel retrato de las emociones humanas, sus precisas descripciones de la naturaleza nos dejaron entrever la fina sensibilidad de esta escritora joven, víctima de la Segunda Guerra Mundial, antes que la alcanzaran la tortura y la muerte enferma de tifus, en Auschwitz.
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Irène Némirovsky nació en Kiev en 1903 y murió en 1942. De su matrimonio con Michel Epstein tuvo dos hijas. Fue detenida el 13 de septiembre de 1942. Cuando la llevaban, dijo a sus hijas: “Ahora salgo de viaje”.
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En 2015, la segunda parte de la novela de Némirovsky fue la base de una película con guión y dirección de Saul Dibb, Suite Française. He aquí, de la música compuesta por Rael Jones para el filme, el Tema de Bruno:
¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y no hay nada nuevo bajo el sol.
Eclesiastés – Capítulo 1, versículo 9
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El siguiente video apareció en YouTube siete meses antes del conflicto ruso-ucraniano que mantiene al mundo en vilo. (Dedique 14 minutos a verlo antes de seguir leyendo; le garantizo que se sorprenderá y aprenderá, como el suscrito. Como siempre, puede verlo a pantalla completa presionando el cuadrado de la esquina inferior derecha de la imagen).
Rusia siempre fue expansionista; en el Océano Pacífico se disputaba territorios asiáticos con Japón a comienzos del siglo XX. La derrota de una flota rusa por buques de guerra japoneses en 1905 constituyó mundialmente una sorpresa mayúscula. Doce años después, durante el penúltimo año de la Primera Guerra Mundial, se desplomaba el régimen zarista, sucedido por el comunista que entraría en «Guerra Fría» con «Occidente», reunido en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN, 1949), organización que sería enfrentada por los países del Pacto de Varsovia (1955), liderados por los rusos. (La cruenta Guerra de Corea no llegó a mayores. Rusia y China apoyaron a Corea del Norte mientras los Estados Unidos pelearon por Corea del Sur, a la que los EEUU y la Unión Soviética acordaron separar de la norteña a partir del famoso Paralelo 38).
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Ahora se opone la mayor parte de Occidente a la infame invasión de Ucrania por los rusos. ¿Cuál es la autoridad moral de los países occidentales, específicamente la de los Estados Unidos? Ya en el siglo XIX hubo un conflicto coreano-estadounidense,* y tan temprano como en 1853 los Estados Unidos hicieron llegar una flota de guerra a la Bahía de Tokío, al mando del Comodoro Perry, con el fin de «invitar» a los japoneses a abrirse al comercio de Occidente. La nación a la que Donald Trump incitaba a recuperar su «grandeza» (MAGA: Make America** Great Again) arrancó a México buena parte de su territorio con la guerra, invadió a Cuba (aún preserva Guantánamo), se hizo dueña de la «Zona del Canal» en Panamá, se apoderó de Hawai y las Islas Fiilpinas, compró a Rusia en 1867el territorio de Alaska (que convirtió en su cuadragésimo noveno estado), y ha hecho de Puerto Rico un «Estado Libre Asociado». (Tales posesiones dejan de mencionar su constante intervención en favor de regímenes dictatoriales en nuestro continente).*** Esto sin tomar en cuenta a su «madre patria», Inglaterra, cuyo imperio «británico»—de Bretaña, región francesa—tomó la mayor parte de América del Norte, posesiones en la del Sur—Trinidad, Guayana Inglesa—buena parte de África, toda India (su virreinato), así como otros enclaves en Asia—Hong Kong, por ejemplo—y prácticamente todo el continente de Oceanía.
Pero no cejemos, ciudadanos del planeta. Para esto deberemos mandar, como corresponde a los pueblos más que a los gobernantes. Autoridad moral tenemos:
Quizás la causa de nuestro pesimismo contemporáneo es nuestra tendencia a ver la historia como una turbulenta corriente de conflictos—entre individuos en la vida económica, entre grupos en política, entre credos en la religión, entre estados en la guerra. Éste es el lado más dramático de la historia, que captura el ojo del historiador y el interés del lector. Pero si nos alejamos de ese Mississippi de lucha, caliente de odio y oscurecido con sangre, para ver hacia las riberas de la corriente, encontramos escenas más tranquilas pero más inspiradoras: mujeres que crían niños, hombres que construyen hogares, campesinos que extraen alimento del suelo, artesanos que hacen las comodidades de la vida, estadistas que a veces organizan la paz en lugar de la guerra, maestros que forman ciudadanos de salvajes, músicos que doman nuestros corazones con armonía y ritmo, científicos que acumulan conocimiento pacientemente, filósofos que buscan asir la verdad, santos que sugieren la sabiduría del amor. La historia ha sido demasiado frecuentemente una imagen de la sangrienta corriente. La historia de la civilización es un registro de lo que ha ocurrido en las riberas. (Will Durant, en Los placeres de la Filosofía).
Consideremos esto otro:
Es necesario un pacto federal que transfiera a una autoridad central planetaria ciertas atribuciones. ¿Cuáles serían? ¿Quiénes serían las autoridades de ese Estado global? ¿Cómo se les elegiría? Debe haber una legislatura planetaria, tal vez construible sobre una reforma de la Asamblea de las Naciones Unidas, pero probablemente haya que sustituir el Consejo de Seguridad por un Senado Planetario, compuesto por miembros elegidos por los bloques de la “geotectónica política”. Hay ya grandes bloques en el planeta bajo autoridad única: EEUU, Rusia, China, India, Europa, Australia. Hay protobloques en América del Sur y África, así como subbloques en Centroamérica. Hay entidades que tienen más bien base religiosa, como el Islam, que agrupa a más de 1.200 millones de almas. ¿Cómo sería y cómo pudiera establecerse un gobierno mundial viable y beneficioso? ¿Cómo se pagará?
En la base de todo tendría que estar la conciencia apuntada al principio: la de que en verdad somos, por encima de cualquier otra cosa, ciudadanos del planeta; la de que es una nueva soberanía planetaria, emanada del único pueblo del mundo, lo que dará base a un gobierno del mundo. (Ciudadanía mundial, 8 de mayo de 2008).
Por supuesto que hay mucho de nuevo bajo el sol. Las armas actuales, que los políticos y militares han desarrollado, no podían soñarse siquiera en la época de Boris Godunov (1598-1605). Pero los ciudadanos del planeta también tenemos recursos nuevos**** para la paz. LEA
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* La expedición estadounidense a Corea, la Shinmiyangyo (para los coreanos) o simplemente la Korean Expedition (para los estadounidenses) en 1871, fue la primera acción militar de Estados Unidos en Corea. Esta tuvo lugar sobre todo alrededor de la isla Ganghwa. La razón para la presencia de una fuerza naval estadounidense en Corea era dar apoyo a una delegación diplomática enviada para establecer relaciones comerciales y políticas con la nación coreana, además de investigarse el destino del navío mercante General Sherman y establecer un tratado que asegurase la asistencia mutua en caso de naufragio. Cuando las baterías coreanas del río Selee atacaron a los dos buques de guerra estadounidenses el 1 de junio de 1871 se le exigió a Corea una disculpa oficial. Al no recibirla, los estadounidenses decidieron mandar una expedición de castigo que alcanzó Corea 10 días después. La respuesta aislacionista de la Dinastía Joseon y la obstinación de los estadounidenses en malentender el conflicto convirtió una expedición diplomática pacífica en un conflicto armado. El 10 de junio, aproximadamente 650 estadounidenses desembarcaron y capturaron varios fuertes, matando a más de 200 soldados coreanos con sólo 3 bajas. Corea continuó rechazando negociar con Estados Unidos hasta 1882. (Expedición de Estados Unidos a Corea).
** El solo hecho de la costumbre estadounidense de hacerse llamar «América» es una apropiación indebida. Nuestro continente americano se extiende desde Canadá hasta la Patagonia, y deriva su nombre de Américo Vespucio, el navegante italiano (latino), que lo navegó de norte a sur.
*** La Operación Cóndor o Plan Cóndor es el nombre con que se conoce al plan de coordinación de acciones y mutuo apoyo entre las cúpulas de los regímenes dictatoriales del Cono Sur de América del Sur—Chile, Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Bolivia y esporádicamente, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela,—con participación de los Estados Unidos, siendo Henry Kissinger señalado como su ideólogo. Fue llevado a cabo entre las décadas de 1970 y 1980, con el fin de instalar en la región un plan económico neoliberal, con el desmantelamiento de los Estados como articuladores de la vida pública y el desarrollo económico, más un fuerte endeudamiento externo. Esta coordinación implicó, oficial y directamente, el seguimiento, vigilancia, detención, interrogatorios con tortura, traslados entre países, y desaparición o asesinato de personas consideradas por dichos regímenes como «subversivas del orden instaurado, o contrarias a su política o ideología». El Plan Cóndor se constituyó en una organización clandestina internacional para la estrategia del terrorismo de Estado que instrumentó el asesinato y desaparición de decenas de miles de opositores a las mencionadas dictaduras, la mayoría de ellos pertenecientes a movimientos de la izquierda política. Los llamados «Archivos del Terror» hallados en Paraguay en 1992 dan la cifra de 50.000 personas asesinadas, 30.000 «desaparecidas» y 400.000 encarceladas. (Plan Cóndor).
**** Yehezkel Dror transcribe otra enumeración de nuevos factores que toma del McKinsey Global Institute: la de tecnologías emergentes disruptivas. (…). Es decir, tecnologías que cambiarán la vida de los humanos en modo imprevisto, con efectos positivos y también perniciosos: 1. la Internet móvil; 2. la automatización del trabajo del conocimiento; 3. la Internet de las cosas; 4. la tecnología de nubes; 5. la robótica avanzada; 6. los vehículos autónomos y cuasi-autónomos; 7, la genómica de nueva generación; 8. el almacenamiento de energía; 9. la impresión 3D; 10. los nuevos materiales; 11. la exploración y recuperación avanzadas de petróleo y gas; 12. la energía renovable. A continuación añade: «Asimismo se menciona en el documento [de McKinsey], aunque no las discute en detalle, la fisión nuclear de próxima generación, la energía de fusión, lacaptura de carbono, la purificación avanzada del agua y la computación cuántica». (En Cuestión de época, 19 de junio de 2019).
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