Bonjour tristesse
Me deja—agrega el médico—perplejo/vuestro mal, y no debe acobardaros;/tomad hoy por receta este consejo/“Sólo viendo a Garrick podréis curaros”./—¿A Garrick? —Sí, a Garrick… La más remisa/y austera sociedad le busca ansiosa;/todo aquel que lo ve muere de risa;/¡Tiene una gracia artística asombrosa!/—¿Y a mí me hará reír? —¡Ah! sí, os lo juro;/Él sí; nada más él; mas… ¿qué os inquieta?/—Así—dijo el enfermo—, no me curo:/¡Yo soy Garrick!… Cambiadme la receta.
Juan de Dios Peza
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¿Para qué negar una tristeza? Eso me ha dejado el 23 de enero, el día de ayer, y me ha durado hasta hoy. La inconsistencia implícita en una «celebración» oficialista de un nuevo aniversario del 23 de enero de 1958, cuando cayera el régimen de un dictador calificado por Hugo Chávez (el 25 de abril de 2010) como «el mejor presidente que tuvo Venezuela por mucho tiempo… Lo odiaban porque era militar». Al comenzar el año aciago de 2002, el mismo Chávez decía que no había nada que celebrar el 23 de enero. Pero ahora su propio gobierno conmemora la fecha para arrebatarle la efeméride a la oposición, que había anunciado una marcha de manifestación política. Para desatar una «marea roja» no hubo oficinas públicas abiertas al servicio del ciudadano. Así lo advirtió una funcionaria a mi esposa, cuando solicitaba la solución de un simple trámite que ya lleva más de tres años. (La atendería el próximo lunes, porque el miércoles de esta semana debía asistir a una manifestación). El propio Chávez recordaba contradictoriamente, el 23 de enero de 2011, a Fabricio Ojeda, líder de la resistencia civil contra el tirano tachirense.
La tristeza había comenzado un día antes, cuando leí en El Universal: «…un grupo de sujetos encapuchados usando armas de varios calibres, ingresó al edificio 32 de la urbanización 23 de Enero y sacó de sus hogares a tres hombres (Ángel Rodríguez, César Torres y Elías Benjamín Laya), el resto de integrantes del colectivo armado enfrentaba a una comisión de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) que patrullaba la zona y que trató de impedir que se cometiera el triple homicidio, relataron vecinos del sector. La GNB no pudo evitar la muerte de las tres víctimas, porque el colectivo que los enfrentaba estaba mucho mejor armado que los militares y lograron repelerlos y luego huyeron. (…) A Elías lo mataron dentro de su casa, a Ángel lo maniataron y lo bajaron arrastrado por las escaleras del edificio hasta tirarlo en la entrada y acribillarlo, y a César lo lanzaron desde una de las ventanas de su apartamento en el piso 11».
En la fecha conmemorativa, ciudadanos ataviados de rojo se reunieron en la urbanización de los horribles homicidios de la víspera, allí donde ni siquiera gente de la Guardia Nacional «Bolivariana» es capaz de resguardar la vida de sus habitantes. En esa urbanización creada por Pérez Jiménez funciona un Estado dentro del Estado, y es intocable. Está bien que Néstor Reverol, Ministro del Interior y Justicia, ruja contra presuntos atentados fraguados contra Nicolás Maduro y Diosdado Cabello; así ha dicho: «No vamos a permitir ni un milímetro de desestabilización de parte de la ultraderecha». Debiera notar, sin embargo, que a los colectivos armados de la Parroquia 23 de Enero les ha permitido varias leguas.
Chávez dijo que Pérez Jiménez había sido mejor gobernante que todos los presidentes demócratas que lo sucedieron y le precedieron a él pero, en materia de seguridad personal, el gobierno claramente deficitario es el suyo. LEA
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