por Luis Enrique Alcalá | Dic 25, 2011 | Música |
La fiesta familiar del Cascanueces
En esta época del año, provoca la sensación de un misterio más alto y el sentido espiritual de la buena voluntad. Sin el Cascanueces, todos seríamos más pobres.
David Bintley, Director del Ballet Real de Birmingham
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Oiremos el estampido de un cañón de juguete que señala el comienzo de la batalla entre el Cascanueces y el Rey de los Ratones, sin duda, pero eso es todo el ruido—y el de los platillos, bombo y redoblantes—de este ballet maravilloso y navideño. Todo lo demás es música hermosa.
Tchaikovsky por Kuznetsov
En su estreno de 1892—el 18 de diciembre, en doble tanda con su ópera Yolanta—, escenificado en el Teatro Imperial Mariinsky de San Petersburgo, el tercero y último ballet de Pyotr Ilyich Tchaikovsky tuvo más éxito en tanto música que como espectáculo de danza, y luego la Suite No. 1 (op. 71a) popularizó los números que nos son más familiares. Hoy en día, por supuesto, y por este tiempo, es visto por millones en todo el mundo, especialmente en los Estados Unidos. En 1940, Walt Disney presentó su aclamada película Fantasía, y la Suite era el segundo de los números animados, tras la Tocata y Fuga en Re menor de J. S. Bach. Cosas como éstas han hecho de la música del Cascanueces una de las obras más conocidas por los grandes públicos de todas partes.
Première en San Petersburgo
Cascanueces es el más corto de los ballets de Tchaikovsky, pero aun así contiene bastante más música que la Suite No. 1. El propio compositor hizo una segunda selección (Suite No. 2, op. 71b) que es menos frecuentemente ejecutada. Ella agrupa siete otros números de la obra, todos los cuales están incluidos en la selección que aquí se trae junto con material adicional, interpretados por la Orquesta Sinfónica de Londres que dirige André Previn, su titular entre 1968 y 1979.
El primer número aquí ofrecido es Comienzo del hechizo, del Acto I. El abuelo de Clara le ha regalado un cascanueces que es un muñeco soldado, y éste cobrará vida en el escenario una vez que los invitados se hayan ido y Clara vaya a dormir.
Comienzo del hechizo
David y Nicholas Schultz danzan la pelea
Este hecho mágico conviene mucho a Clara, quien recibe o sueña el ataque de numerosos ratones mandados por su monarca. El Cascanueces la defiende con fiera oposición de los soldados de jengibre que dirige a los roedores, mientras él se encarga personalmente del Rey de los Ratones.
Batalla del Cascanueces con el Rey de los Ratones
Como era de esperar, luego de su triunfo el cascanueces en forma de soldado se transforma en príncipe, y emprende viaje con Clara en un bote de nuez halado por delfines hacia el Reino de Confituremburgo, donde serán recibidos por el rey y la reina. La música que los acompaña corresponde a la partida en la Escena en el bosque de pinos.
Viaje por la nieve
La nieve también baila
Todavía en el bosque, son agasajados por los copos de nieve que bailan un vals en su honor, en el que suena un coro de voces infantiles.
Copos de nieve
Recibidos por la pareja real, Clara y el Príncipe verán varias danzas protagonizadas por diferentes golosinas o bebidas, como celebración del valor de nuestros héroes en la batalla que han dejado atrás y él ha referido al Hada de Ciruela Azucarada, quien organiza el baile. En la Suite No. 1, nos hemos acostumbrado a escuchar la danza rusa (Trepak, con bastones de caramelo), la danza china (Té) y la fascinante danza árabe (Café). Aquí tenemos al Chocolate o Danza española.
Chocolate – Danza española
Y bajo la falda de Mamá Liebre se esconden sus polichinelas, que salen de ella a bailar alborozados.
Mamá Liebre y los payasos
El Pas de deux de Maria Kochetkova y Davit Karapetyan
Por último, la propia Hada de Ciruela Azucarada concluye el baile en el hermoso Pas de deux acompañada por su Cavalier. El estrépito del tutti orquestal es incapaz de ahogar la aguda voz del flautín. (Se dice que Tchaikovsky recibió el reto de hacer una melodía con las notas sucesivas de una escala musical. Las notas del hermosísimo tema del Pas de deux son, por cierto, las de una escala descendente).
Pas de deux
Entonces una Coda prepara el terreno para el Vals Final y Apoteosis del Cascanueces. Una vez más, el flautín, que es el instrumento más pequeño en una orquesta sinfónica, no puede ser opacado por todo el resto de los instrumentos tocando forte. Su timbre es único, penetrante, inconfundible. (Parábola política: discutiendo, en septiembre de 1987, los rasgos de la campaña indicada para un outsider que pretendiera la Presidencia de la República, en Sobre la posibilidad de una sorpresa política en Venezuela, escribí: «Por el mismo hecho de plantearse una campaña de estilo diferente es como se daría la posibilidad de distinguir el mensaje en un mar de ruido electoral, en la cacofonía de las abrumantes campañas tradicionales, como un minúsculo flautín clarísimo lo hace dentro de un tutti orquestal»).
Coda
Vals final y Apoteosis
Las sorpresas llegan en punta de pie
De manera que el Cascanueces da para todo, aun para modelar subrepticiamente las sorpresas en política, de las que una pudiéramos ver en 2012. Claro, su significado fundamental es la alegría de la Navidad, que deseo plena a los amables visitantes de este blog. LEA
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por Luis Enrique Alcalá | May 22, 2011 | Música, Otros temas |
Fiori dal Rinascimento per il Secondo Risorgimento d'Italia
Así como todos los ciudadanos del planeta debemos estar agradecidos de la lucha de los egipcios, los tunecinos, los libios, los sirios, y de las protestas en la madrileña Puerta del Sol y de la justicia de Nueva York sobre Dominique Strauss-Kahn, debemos también estarlo de Riccardo Muti. Si ya le debíamos homenaje por sus opulentas interpretaciones musicales, su reciente gesto en el Teatro de la Ópera de Roma, al convocar al público para que cantara junto al coro Va pensiero—del Nabucco de Giuseppe Verdi—en protesta por la obscenidad de la Presidencia de Italia y en presencia del mismísimo Silvio Berlusconi, añade una dimensión ulterior a nuestra admiración por el gran director de orquesta. Como tributo insuficiente a su grandeza de hombre íntegro, coloco acá algunos ejemplos de su vigorosa dirección orquestal, precedidos todos de la misma pieza o fragmento tal como los interpretan otros directores de gran calidad.
Salvo el encore final, toda la música de esta entrada fue compuesta por el gran compositor ruso Pyotr Illich Tchaikovsky, cuya riqueza orquestal se aviene al fogoso temperamento del italiano. Pero, para manifestar claramente el punto que quiero hacer, para saber de qué hablamos, el primer ejemplo no será de él sino de uno de sus más ilustres predecesores, el húngaro Antal Doráti (1906-1988), de conducción parecida a la de Muti en su claridad, en su apego a la intención del compositor y la esencia de la música, en su electrizante energía.
Un vals es una pieza compuesta en el compás de 3 por 4, y es música que se baila. Las reglas rítmicas exigen que un compás ternario lleve normalmente acentuado el primero de sus tiempos. Para percibir una cosa tan elemental como se debe, hay que escuchar dirigiendo a gente como Doráti o Muti, lo que puede comprobarse con el ejemplo que sigue: el conocidísimo Vals de las Flores del ballet Cascanueces. André Previn es, ciertamente, un magnífico director de orquesta; no en balde fue Director Titular de la Orquesta Sinfónica de Londres, una de las mejores agrupaciones del mundo, que aquí dirige. Pero luego hace sonar Doráti la misma orquesta, y notaremos cómo la hace marcar con decisión, especialmente en las cuerdas bajas, el primer tiempo de cada compás. Así se toca un vals en serio.
Vals de las flores de Cascanueces – Previn
Vals de las flores de Cascanueces – Doráti
Ahora, más valses, más Tchaikovsky. Uno de sus más famosos 3/4 es el Vals Final de La bella durmiente, archiconocido gracias a la película de Walt Disney. Primero suena con la misma Sinfónica de Londres, bajo la impecable dirección de uno de mis directores favoritos: Anatole Fistoulari. A continuación, il signore Muti dirige a la Orquesta de Filadelfia, de la que fue su Director Musical y luego su Conductor Laureate, antes de mudarse a Chicago. (Muti transformó el famoso sonido de una privilegiada sección de cuerdas, la renombrada textura sedosa que puliera Eugene Ormandy, para lograr una orquesta de secciones equilibradas, con el beneplácito de los ingenieros de sonido que la grabaron por él dirigida. Ya la Orquesta de Filadelfia ha adquirido una elocuente sección de metales, capaz de pronunciarse con la aspereza que a veces se le exige). La versión de Muti, nos percataremos, tiene una fogosa urgencia que falta en la de Fistoulari.
Vals final de La bella durmiente – Fistoulari
Vals final de La bella durmiente – Muti
Un altro valse. Cuando, a comienzos de los años sesenta, el ilustre precursor de Muti al frente de la Orquesta de Filadelfia, Eugene Ormandy—la dirigió por 44 años—, grabó para el sello Columbia un álbum de dos discos con música del ballet El lago de los cisnes, se tuvo a esa ejecución por la versión definitiva de la obra. Pero esa cumbre fue superada después, con la misma orquesta, por Riccardo Muti. Oigamos dos versiones del Vals del Acto I; primero por el húngaro, luego por el italiano. Es digno de notar en la segunda rendición el trabajo de los metales.
Vals del Acto I de El lago de los cisnes – Ormandy
Vals del Acto I de El lago de los cisnes – Muti
Riccardo Cuore di Leone
El programa cierra con una comparación extraordinariamente difícil, pues acá tiene Muti que medirse con la que es habitualmente considerada la mejor orquesta del mundo: la Orquesta Real del Concertgebouw de Ámsterdam, dirigida por Bernard Haitink. He aquí el fragmento de cierre del primer movimiento de la Sinfonía Manfredo; es música potente, con el despliegue orquestal pleno del noble tema de Manfredo. Muti dirige acá a la Orquesta Philharmonia, una de las grandes agrupaciones londinenses. De la comparación se obtiene un claro veredicto: es Riccardo Muti el director más poderoso.
Tema de Manfredo – Haitink
Haitink: más uniforme espectro sonoro (clic para ampliar)
Tema de Manfredo – Muti
Muti: espectro sonoro de mayor contraste dinámico (clic para ampliar)
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Prometí un encore. Aunque es de Romeo y Julieta, no es música de Tchaikovsky, sino de su compatriota, Sergei Prokofiev. De este ballet, el número Montescos y Capuletos; primero, en una clara versión de la Orquesta Sinfónica de Londres dirigida, de nuevo, por André Previn y, de seguidas, por Muti al frente de la Orquesta de Filadelfia. Un detalle para la comparación: el trabajo incisivo de las cuerdas a los 1′ 25″ de la versión de Previn vs. que el que logra Muti a los 1′ 21″ en la suya. Los cuatro segundos que al momento adelanta Muti atestiguan la acostumbrada urgencia musical del brioso director italiano.
Montescos y Capuletos – Previn
Montescos y Capuletos – Muti
Bravo, maestro. Como dice mi señora, será Muti, pero de muto no tiene nada. Por su música, por su postura política, grazie mille. LEA
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