De frente… ¡March!

 

Efectivos de la Fuerza Aérea India marchan en Nueva Delhi (2009)

Los compases musicales binarios son unidades de composición rítmica que, como su nombre indica, están divididos en dos tiempos: Un, dos; Un, dos… y es usualmente el primero el que se acentúa, ejecutándose más fuertemente que el segundo. Son los compases de 2/2 (dos notas blancas por compás) o 2/4 (dos negras), pero también 6/4 o 6/8, en los que un trío de negras o de corcheas es ejecutado en un solo tiempo del compás. La composición típica con ese ritmo es la marcha—a fin de cuentas usamos dos piernas para marchar—pero también son de tiempo binario los pasodobles y las polcas. (En la próxima oportunidad, pida a su pareja bailar un pasodoble como si marcharan y verá que tal cosa es cierta. O hágalo de una vez, solo o acompañado, con España cañí, es decir, gitana; es pasodoble de Pascual Marquina Narro a cargo de la orquesta de André Rieu).

España cañí

Del mismo modo, una polca pudiera ser marchada en lugar de danzada, puesto que se escribe y ejecuta en 2/4. La Polca de Ana, compuesta por Johann Strauss hijo para conmemorar (en 1852) el día de Santa Ana, una festividad importante para los vieneses, es tocada aquí por la Orquesta Filarmónica de Viena, dirigida en esta ocasión por Daniel Barenboim.

Polca de Ana

En los circos son frecuentes los compases binarios, e Igor Feodorovich Stravinsky compuso la Polca de circo para un joven elefante (1942) a petición del coreógrafo George Balanchine, que había acordado con el circo de los hermanos Ringling y el de Barnum & Bailey aportarles un número de ballet. Sólo al final la pieza adquiere el carácter de una polca, cuando Stravinsky emplea el tema de la Marcha militar #1 de Franz Schubert. Ballanchine produjo una coreografía que se estrenó con gran éxito en el Madison Square Garden, donde danzaron cincuenta elefantes ataviados con tutús rosados de ballet y cincuenta bailarines humanos. Marc Soustrout conduce la Orquesta Filarmónica del País de Loire.

Polca de circo

Todavía en contexto circense, entremos de lleno a las marchas con una clase de este tipo de composición que es característica del mundo del circo: la marcha rápida y alegre que en inglés se conoce con el nombre de screamer (gritón). Una típica es La abeja del circo, compuesta por Henry Fillmore e interpretada por la Banda de la Marina de los EEUU.

La abeja de circo

Portada original de la marcha del Washington Post (1889)

No hay duda de que el más famoso y prolífico compositor de marchas de ese país fue John Philip Sousa. Su Stars and stripes forever es la marcha oficial de los Estados Unidos, y Semper fidelis sonaba en las películas estadounidenses de la II Guerra Mundial en las que intervinieran sus Infantes de Marina. Compuso también marchas no militares, y la más conocida es la que hizo para el periódico The Washington Post. A pesar de su carácter civil, la toca aquí la Banda del Ejército de los EEUU.

Washington Post

Un largo camino

Naturalmente, las marchas son mayormente piezas para el uso militar. Su espacio natural es el de avenidas y plazas por las que desfilan los soldados de regimientos militares, en exhibición de su poderío con vistosos uniformes. Algunas, en cambio, ofrecen consuelo a gente que pelea en las guerras y, en ciertos casos, caen prisioneros. Una famosa en la Gran Guerra, It’s a long way to Tipperary, hace soñar a las tropas de Su Majestad Británica con el regreso a la patria. Jack Judge, su compositor, era de padres irlandeses y sus abuelos eran oriundos de Tipperary. El Coro del Ejército Rojo de Rusia la interpreta acá. Luego, la Marcha del Coronel Bogey, hecha famosa en la película El puente sobre el río Kwai (1957) como símbolo de resistencia de prisioneros de los japoneses en la II Guerra Mundial; es tocada y silbada por la Orquesta Boston Pops y dirigida por Arthur Fiedler, su longevo conductor. Fue compuesta por el teniente Frederick Joseph Ricketts, sobre el silbido de un golfista militar que sonaba las dos notas de un intervalo descendente de tercera cuando se aprestaba a golpear la pelota, a modo de aviso en lugar del acostumbrado grito.

It’s a long way to Tipperary

Coronel Bogey

Rusos con uniformes de la II Guerra Mundial en 2008

Grandes compositores, no sólo los especialistas, han escrito en el género que nos ocupa. El ruso Sergei Prokofiev, por ejemplo, es el autor de la Marcha para banda militar en Si bemol mayor, su op. 99. La Banda de Concierto de Estocolmo, bajo la batuta de Gennady Rozhdestvensky, nos ofrece la versión que sigue.

Marcha para banda militar

Y militar es, por supuesto, la Marcha Radetzky, de Johann Strauss padre (no confundir con la Marcha Rakoczy de Héctor Berlioz), a cargo de Alfred Scholz y la Orquesta Vienesa de Conciertos. Su hijo homónimo le superó con creces como compositor. El propio Brahms lo envidiaba; cuando la hijastra de Johann hijo, Alice von Meyszner-Strauss, le pidió al maestro alemán que firmara su abanico de autógrafos (usanza de la época), éste escribió en él los tres primeros compases de El Danubio Azul, añadiendo: Leider nicht von Johannes Brahms («Lamentablemente, no de Johannes Brahms»). De él es la estupenda Marcha egipcia, op. 335 (mucho más egipcia que la Marcha triunfal de la ópera Aída). Ejecutantes de lujo, el gran maestro Nikolaus Harnoncourt y la mejor orquesta del mundo, la Orquesta Real del Concertgebouw de Ámsterdam, la interpretan con coro.

Radetzky

Egipcia

Más al norte, en Rusia, además de Prokofiev, Pyotr Illich Tchaikovsky compuso más de una marcha. Nos es muy familiar, claro, la Marcha del primer acto de Cascanueces, pero también el comienzo de La bella durmiente, justamente después del número de Introducción, trae una marcha. En el primer caso, André Previn dirige la Orquesta Sinfónica de Londres; en el segundo, Anatole Fistulari está al frente del mismo conjunto musical.

Cascanueces

> La bella durmiente

Yendo un poco al oeste, la música del finlandés Jan Sibelius domina nuestros oídos desde territorio liberado de los rusos. Es una de sus obras de juventud la Suite Karelia que canta a una región que amaba, entre otras cosas, porque allá llevó a su esposa en luna de miel. El primero de los tres movimientos es una marcha, aunque lleve el extraño nombre de Intermezzo (no es intermedio entre dos piezas, sino entre la que lo sigue y el silencio que lo precede). Paavo Berglund dirige la Orquesta Sinfónica de Bournemouth.

Intermezzo

El socio de Gounod

No se ha comentado acá que un subgénero de marchas es el de carácter fúnebre. La marcha fúnebre por antonomasia es, sin duda, el segundo movimiento de la Sonata #2 para piano de Federico Chopin, pero es igualmente famoso el tercer movimiento de la Primera Sinfonía (Titán) de Gustav Mahler. También es magnífica la marcha fúnebre de la Música para el funeral de la Reina María, de Henry Purcell, que puede escucharse en este blog en Música elegíaca y fúnebre. Ahora sonará la pieza que musicalizaba el programa de TV de Alfred Hitchcock, Marcha fúnebre para una marioneta, del gran melodista francés Charles Gounod. La oiremos por los músicos de la finísima Orquesta de Filadelfia bajo la dirección de Eugene Ormandy, quien la puliera hasta la perfección. La misma gente interpretará la sabrosa Marcha de los juguetes, de Babes in Toyland, opereta del norteamericano Victor Herbert. Y para aprovechar esta múltiple y opulenta presencia, se cierra esta entrada con la Marcha (cuarto movimiento) de las Metamorfosis Sinfónicas de Paul Hindemith sobre temas de Carl Maria von Weber. (Guardo un grato recuerdo de la impecable ejecución de las Metamorfosis por la Orquesta Sinfónica de Maracaibo, el 19 de mayo de 1994, en el Centro de Arte de Maracaibo Lía Bermúdez).

Marcha fúnebre para una marioneta

Marcha de los juguetes

Metamorfosis IV

Buen provecho. LEA

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No hay navidad sin cascanueces

Edgar Degas: Bailarinas haciendo reverencias

 

El ballet es danza ejecutada por el alma humana

Alexander Pushkin

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Ocurren melodías de lo más memorables en la música compuesta para el ballet. Es natural; se trata de apoyar la estética de una experiencia visual, la coreográfica, con música bella.

Claro que la idea de lo que es hermoso varía de cultura a cultura y de época a época. El ballet es forma de arte relativamente reciente, originada en el siglo XV de la Italia renacentista como representación de la esgrima en obras para la escena. Es en 1661 cuando Luis XIV funda la Académie Royale de Danse, siendo que él mismo era un entusiasta bailarín, y ciertamente la estética occidental ha variado desde esta fundación del ballet clásico por el Rey Sol.

Del mismo modo, la música de ballet ha seguido la fluctuación del gusto con el tiempo, como lo atestigua la muestra seleccionada en esta nueva ocasión de compartir música cuya belleza aprecio. No hay duda de que la profundidad musical de estas piezas, con excepciones, es menor que la exigible en una misa de Mozart o una sinfonía de Brahms; estamos ante música cuya función es auxiliar de lo que se muestra en el teatro, una musicalización para el espectáculo de la danza, como lo son los sound tracks que apoyan la línea narrativa del cine. Es esto mismo, en todo caso, lo que pide música que no sea complicada—otra vez, con excepciones en el tratamiento más moderno—, que sea fácil y pegajosa, lo que no obsta para que alguna música de ballet sea de muy gran calidad.

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Ante el pino de Cascanueces

Seguramente es el rey y el sol de la música para ballet el ruso Pyotr Ilytch Tchaikovsky. Sus tres composiciones para danzar son extraordinarias obras en concepción dramática, orquestación, rítmica, variedad sinérgica y melodía. He aquí tres números tomados de cada uno de sus tres ballets, por orden de su composición: El lago de los cisnes, op. 20; La bella durmiente, op. 66; El cascanueces, op. 71. Del primero de ellos, su número 23, que es una mazurca, dirigida con potencia característica por Antal Doráti, al mando de la Orquesta de Minnesota. Del segundo, su famoso Vals final, que los niños aprenden a disfrutar con la película de Disney y aquí es interpretado por la Orquesta Sinfónica de Londres que dirige Anatole Fistoulari. Finalmente, del ballet navideño por excelencia, su Obertura miniatura por la orquesta anterior y, de nuevo, Doráti.

El lago de los cisnes
La bella durmiente
El cascanueces

Coppelia: la niña con ojos de esmalte

Mudados a Francia, la patria del ballet y tierra de maravillosos melodistas, escuchemos primeramente la Navarresa de la música de ballet en El Cid, ópera de Jules Massenet. (Sí, la ópera no tardó en valerse de la danza para enriquecer su concepto de espectáculo total). La interpreta aquí la Orquesta Juvenil Simón Bolívar, dirigida por el inevitable Gustavo Dudamel. A continuación, la Orquesta de Filadelfia bajo la familiar batuta de Eugene Ormandy toca, de la ópera Fausto de Charles Gounod, el hermoso Moderato con moto de su ballet. Luego dos piezas de Léo Delibes, de sus ballets más famosos, Sylvia y Coppelia. El Valse lente de Sylvia lo oímos con la Orquesta del Teatro Nacional de la Ópera de París, dirigida por Jean-Baptiste Mari, quienes nos ofrecen también la Mazurca de Coppelia, La fille aux yeux d’émail.

El Cid
Fausto
Sylvia
Coppelia

El ballet de un forajido

Un nuevo traslado nos lleva, en idéntico trayecto al que recorriera la Estatua de la Libertad, hasta los Estados Unidos a encontrarnos con música de Aaron Copland para su ballet Billy the Kid. Uno tras otro, el número correspondiente a la aprensión de Billy por una comisión de captura que dispara y la música divertida que le sigue. (Billy birla la llave al carcelero mientras juegan a las cartas y logrará escapar). Una vez más, Ormandy dirige a los músicos de Filadelfia.

Billy the Kid

Roberta Márquez, la llama que vuela

Ahora regresamos a Rusia, sólo que en el siglo XX, dado que acabamos de dejar a Copland. Para no abandonar de un todo a los estadounidenses, es la misma Orquesta de Filadelfia, liderada por quien fuera su titular después de Ormandy, el vigoroso Riccardo Muti, la que ejecuta el número Montescos y Capuletos, del Romeo y Julieta de Sergei Prokofiev. Después, del mismo compositor, el Vals de Cenicienta y Medianoche, por la Orquesta Filarmónica de San Petersburgo que conduce Yuri Temirkanov. Rusia, en tanto Unión Soviética, dominaba el país de Aram Khachaturian, Armenia. De su ballet Gayané, escucharemos la Canción de cuna en los instrumentos de la Orquesta Sinfónica de Londres comandada por—¿quién más?—Antal Doráti. En esa Rusia dominadora nació e hizo su primera música el emblemático Igor Stravinsky, que compuso para los Ballets Russes de Sergei Dhiagilev. La segunda de las obras comisionadas por este empresario radicado en París fue Petrushka (1911), y su número La bailarina y el moro (del Tercer Cuadro) lo interpreta también la Orquesta de Filadelfia dirigida por Muti. El tercer ballet de Stravinsky fue presentado en 1913 en medio del escándalo del público parisino, que motivó presencia policial a partir del intermedio luego de los abucheos y protestas que recibieron su primera parte. Hablo de la Consagración (o Rito) de la Primavera, dos de cuyos fragmentos contiguos—Evocation des ancétres, Action rituelle des ancétres—dirige Pierre Boulez y toca la Orquesta de Cleveland. Y del Segundo Cuadro de L’oiseau de feu (El pájaro de fuego, 1910), el mismo Boulez dirige ahora a la orquesta Filarmónica de Nueva York para la solemne conclusión de esta música ígnea: Disparition du Palais et des Sortilèges de Kastchei, Animation des Chevaliers Pétrifiés, Allégresse Générale.

Romeo y Julieta
Cenicienta
Gayané
Petrushka
La consagración de la primavera
El pájaro de fuego

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El fuego brilla también, y muy calurosamente, en Andalucía. El gaditano Manuel De Falla compuso la hermosa música de El amor brujo, cuyo número más famoso es la Danza ritual del fuego. El video que sigue cierra con esa pieza, seguida de inmediato por la Canción del fuego fatuo, esta ofrenda navideña. Gracias a Carlos Saura—a quien Carlos Fuentes llamó junto con Geraldine Chaplin «demiurgos del pastelón podrido de Madrid» en su dedicatoria de Terranostra (1975, el año cuando Francisco Franco moriría)—por la película en la que Antonio Gades y su gente, en la que resalta Cristina Hoyos, recrean como ningunos otros ese ballet con música española. Feliz Navidad. LEA

La música en esta entrada puede descargarse del canal en ivoox de Dr. Político.

Las fotos pequeñas se amplían con un clic.

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