por Luis Enrique Alcalá | Abr 22, 2013 | Notas, Política |

¿Quién llamó a Roberta Jacobson?
Para su Encuesta Nacional Ómnibus de hace un año (29 de febrero al 7 de marzo de 2012), la encuestadora Datanálisis encontraba que el Consejo Nacional Electoral recibía 73,9% de aprobación de su gestión por la ciudadanía, representada en una muestra de 1.300 entrevistados. Así se ubicaba en el quinto lugar en una lista de veinticuatro instituciones y personalidades propuestas en su cuestionario. (Detrás de la Iglesia Católica, los bancos, los estudiantes y los comerciantes, y justo delante de los medios privados de comunicación. Más abajo, aparecían los empresarios, Mercal, el presidente Chávez—con 62,5% en el puesto 12—, el Tribunal Supremo de Justicia y Henrique Capriles Radonski, en el vigésimo lugar, con 50,2%). En cambio, ahora registra en 657 entrevistas telefónicas (18 y 19 de abril de 2013) que 48,7% encuentra que los resultados electorales del 14 de abril «No reportan adecuadamente la votación del pueblo venezolano y están alterados para beneficiar una parcialidad política»; 51,3% cree lo contrario, según la publicación de esta medición en El Universal. (Un clic sobre ellas amplía las imágenes).

Aprobación de actores nacionales (marzo 2012)

Confianza en 1er. boletín del 14 de abril
Este último dato ha debido ser lo que fundamenta las innecesarias declaraciones de Roberta Jacobson, Secretaria de Estado para América Latina de los EEUU: «la mitad de los venezolanos no tiene confianza en el resultado”. La secretaria Jacobson ha optado por descreer 98,12% de las actas de escrutinio del 14 de abril, auditadas en un nivel de 54% por muestras aleatorias y contentivas de 14.814.497 voluntades ciudadanas, para creer en 657 entrevistas tomadas, del mismo modo, aleatoriamente.
La secretaria Jacobson se ha preocupado mucho con la celeridad del proceso electoral venezolano: primero en la entrevista que concedió a El País de Madrid el 15 de marzo, cuando opinó que la elección había sido convocada apresuradamente, en aparente desconocimiento de lo que pauta nuestra Constitución; ahora al destacar que Nicolás Maduro fue proclamado al día siguiente de la votación. (En verdad, a Hugo Chávez se le proclamó tres días después del 7 de octubre).
Pero es igualmente veloz la nueva y entrometida declaración de Jacobson, que se produce, análogamente, al tercer día de que cerrara el levantamiento de campo de la encuestadora y sólo dos desde la emisión de sus datos. Claro que Datanálisis logró mejorar el valor predictivo de sus registros: mientras un mes antes de la elección tenía a Maduro ganando a Capriles por 14,4 puntos, Barclays dejó colar que la misma firma pudo medir un cerramiento de la brecha hasta un promedio de 7,2% entre el 4 y el 11 de abril, y su última toma de información midió 3% de diferencia. (Ver en este blog Final cerrado).
En general, respeto las encuestas de Datanálisis, como respeto la información de un sistema electoral que, si bien vulnerado gravemente por el ventajismo oficialista, nunca ha sido válidamente mostrado como fraudulento. Pero es muy grave que un ente vital a la democracia, en el que una marcada mayoría de venezolanos confiaba, sea cuestionado por casi la mitad de la población. Según el CNE, Capriles obtuvo el 49% de los votos, y ahora parece que 48% de la población (con potencial error de ±3,81%) no cree que la primera cifra es confiable. La oposición habría tenido un éxito inusitado en erosionar muy rápida e importantemente la confianza en el Poder Electoral.
Habrá que ver si esa labor es útil a la patria (y a posteriores participaciones electorales de la oposición), pero lo que está claro es que la secretaria Jacobson se está entrometiendo en lo que no le incumbe. No le compete hacer indicaciones al sistema electoral del país, y creo que la oposición no necesita su ayuda para lo que se propone; la Mesa de la Unidad Democrática se basta a sí misma muy suficientemente. Con su entrometimiento, Jacobson permite que la sospecha de juego coordinado recaiga sobre la MUD y su candidato. Si yo fuera Ramón Guillermo Aveledo, le diría (parafraseando a Cantinflas): «¡No me defienda, comadre!» LEA
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por Luis Enrique Alcalá | Abr 13, 2013 | Notas, Política |

Agentes pendientes
Gracias a los buenos oficios del Chamán del Guaraira Repano, este blog ha podido ponerse en parte de un informe de Barclays, que se afinca sobre datos levantados por Datanálisis para alertar sobre una elección cerrada. No es imposible un triunfo de Capriles. Abajo está una traducción del texto inglés, con cuatro gráficos que no pudo reproducirse a mejor calidad. Associated Press publicó antes una nota de Alexandra Olson con información parecida pero no idéntica: «Una encuesta por la firma local Datanálisis dijo que cerca de 55 por ciento de los entrevistados favoreció la candidatura de Maduro, comparado con 45 por ciento de quienes dijeron que votarían por Capriles. Es una ventaja cómoda, pero menor que la ventaja de 14 puntos que Maduro obtuvo en una encuesta de Datanálisis justo después de la muerte de Chávez. La encuesta, hecha para Credit Suisse y otras firmas privadas, fue conducida entre el 1º y el 5 de abril y liberada el jueves». Con fecha de hoy, Olson escribió una segunda nota en la que de nuevo registra la disminución de la ventaja de Maduro. LEA
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VENEZUELA: LA AFLUENCIA SERÁ LA CLAVE
A medida que nos acercamos a la elección del domingo, las encuestas (o sea, Datanálisis, IVAD) han venido reportando un rápido y marcado cierre de la brecha entre el candidato del chavismo, Nicolás Maduro, y el candidato de oposición Henrique Capriles Radonski. Después de tener una gran ventaja hace menos de dos semanas, el último resultado medido (del 4 al 11 de abril) saca a Maduro de su cómoda ventaja. Si la tendencia se mantiene, ésta pudiera ser una elección muy cerrada, cuyo resultado final dependería de la asistencia efectiva de los votantes de cada lado. El mercado ya ha estado actuando sobre una victoria de Maduro; por tanto, reiteramos nuestro llamado a posición larga sobre Venezuela puesto que creemos que ofrece una interesante oportunidad asimétrica de comercio.
Según el último sondeo de Datanálisis, la brecha se ha cerrado a 7,22 puntos, con Maduro alcanzando 44,4% de apoyo y Capriles 37,2%. Esto es menos de la mitad de lo que era hace menos de dos semanas (15 puntos). Las encuestas han estado mostrando consistentemente una pérdida de terreno de Maduro y una mejoría progresiva para Capriles, mientras ha habido un incremento en el número de votantes indecisos. Es importante que la proporción de votantes indecisos (18%) es más del doble de la brecha que separa los candidatos, lo que podría obviamente afectar el resultado final.

Maduro pierde terreno

Brecha volátil estrechándose
En las muestras diarias tomadas por Datanálisis, la brecha ha sido muy volátil, oscilando entre 1,3 y 13,1 puntos , pero con una clara tendencia a declinar, fluctuando con las noticias diarias y los eventos de campaña. Por tanto, el resultado de esta campaña atípicamente breve e intensa es incierto. La brecha de 7,2 puntos de la última encuesta es el promedio de brechas en el período de levantamiento, sin embargo, tiene que decirse que el último resultado de un día es de alrededor de 3 puntos. Esta rápida inversión del resultado muestra la debilidad del liderazgo de Maduro, que sigue dependiendo de la conexión emocional que Chávez tenía con una porción importante de la población. A medida que pasa el tiempo, el efecto del aval de Chávez está disminuyendo, haciendo a Maduro más vulnerable. No obstante, la aprobación del presidente Chávez está a un nivel mucho más alto (69%), y dado su apoyo a Maduro antes de su muerte, todavía pudiera ofrecer soporte adicional. A pesar de todo, esto saca claramente a Maduro de su cómoda ventaja. En el pasado, Datanálisis ha declarado que el mejor predictor del voto ha sido la tasa de aprobación del candidato (en octubre de 2012, Chávez tenía una tasa de aprobación de 58% y obtuvo 55% del voto, en 2006, tenía 63% de aprobación y obtuvo 63% del voto). En la actualidad, Capriles se coloca en ligera ventaja sobre Maduro, 47,4% a 46,9%, en términos de aprobación, lo que pudiera hacer a esta elección mucho más cerrada que lo que el mercado ha estado esperando.
La asistencia será la clave. Hasta ahora, las encuestas han apuntado a un nivel muy alto de participación que parece difícil de alcanzar. Aun sin la participación de Chávez, Datanálisis está estimando una afluencia de 83%, ligeramente sobre la afluencia de octubre pasado (82%), que significó un récord para los últimos 25 años. Por consiguiente, si la afluencia es menor, dependiendo de cuál lado se abstenga más pudiera cambiar el resultado de la elección.
El mercado ha estado calculando una victoria de Maduro. Por tanto, reiteramos nuestra advertencia de que un sobrepeso de activos venezolanos pudiera ser rentable en la eventualidad de un cisne negro (p. ej. un triunfo de la oposición). Los inversionistas usualmente asignan una alta probabilidad a su escenario básico, aun cuando las «sorpresas» son más comunes de lo que perciben. Esto redunda en oportunidades comerciales asimétricas interesantes (recuérdese el triunfo sorpresivo de Ollanta Humala en la elección presidencial de 2011 en Perú, cuando los mercados tenían una percepción negativa del actual presidente). Por estas razones, mantenemos recomendación larga en activos venezolanos. Barclays

Capriles sobre Maduro en aprobación

La abrobación ha sido el mejor predictor del voto
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por Luis Enrique Alcalá | Dic 12, 2012 | Argumentos, Política |

El delta primario de las posibilidades (clic para ampliar)
El formalismo matemático (fractales) sobre el que se asienta la teoría de la complejidad, en cambio, permite describir el futuro como una estructura arborificada o ramificada, como una arquitectura discontinua en la que unos pocos futuros posibles actúan como cauces o “atractrices” por los que puede discurrir la evolución del presente. (…) Es así como aun en condiciones de extrema complejidad es posible tanto predecir el futuro como seleccionarlo. Por el lado de la predicción social, el problema es ahora un asunto de identificación de las atractrices actuantes en un momento dado. Por el lado de la acción, se trata de evitar ciertas atractrices indeseables y de seleccionar alguna atractriz conveniente o, más allá, de crear una nueva atractriz altamente deseable.
Los rasgos del próximo paradigma político
La forma seria y responsable de considerar el futuro político es (…) imaginarlo como el delta de un río. Está formado por brazos o caños diversos, los que no llevan todos el mismo caudal. Los más caudalosos son los más probables.
Futuro en ramas
Un río que desemboca en año bisiesto.
Las élites culposas (Portada)
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La atención del país es unifocal: se clava sobre la sucesión presidencial. Al haber alertado Hugo Chávez Frías sobre su falta absoluta como Presidente de la República, una natural explosión de especulaciones ha caído sobre la psiquis nacional. Sabedor de que sería así, el presidente Chávez vino expresamente a amarrar el indócil futuro político inmediato. Por eso dijo—como el Padre, por el pico del Espíritu Santo, sobre Jesús de Nazaret en el Jordán—de Nicolás Maduro: «Este es mi hijo bien amado en quien he puesto todas mis complacencias».
Hugo Chávez sabe que de no actuar con decisión, inequívocamente, pudiera desatarse una lucha por el poder entre Maduro y Diosdado Cabello, para empezar. Elías Jaua pensaría cosas, como Adán Chávez, Jorge Rodríguez y José Vicente Rangel. Su alocución de la noche del sábado congela estas tensiones y asegura, al menos a corto plazo, que una guerra intestina no dé al traste con su revolución. Pero el testamento anunciado establece ya la premisa mayor de todo el análisis del asunto: Chávez Frías no llegará a 2019 en funciones presidenciales, y esto obliga a la realización de una nueva elección de Presidente.
La Constitución ha excavado los cauces de los tres caños que desaguan desde la desembocadura de la falta absoluta; fija el mapa del delta primario.
Artículo 233. Serán faltas absolutas del Presidente o Presidenta de la República: la muerte, su renuncia, la destitución decretada por sentencia del Tribunal Supremo de Justicia, la incapacidad física o mental permanente certificada por una junta médica designada por el Tribunal Supremo de Justicia y con aprobación de la Asamblea Nacional, el abandono del cargo, declarado éste por la Asamblea Nacional, así como la revocatoria popular de su mandato.
Cuando se produzca la falta absoluta del Presidente electo o Presidenta electa antes de tomar posesión, se procederá a una nueva elección universal, directa y secreta dentro de los treinta días consecutivos siguientes. Mientras se elige y toma posesión el nuevo Presidente o Presidenta, se encargará de la Presidencia de la República el Presidente o Presidenta de la Asamblea Nacional.
Cuando se produzca la falta absoluta del Presidente o Presidenta de la República durante los primeros cuatro años del período constitucional, se procederá a una nueva elección universal y directa dentro de los treinta días consecutivos siguientes. Mientras se elige y toma posesión el nuevo Presidente o Presidenta, se encargará de la Presidencia de la República el Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva.
En los casos anteriores, el nuevo Presidente o Presidenta completará el período constitucional correspondiente.
Si la falta absoluta se produce durante los últimos dos años del período constitucional, el Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva asumirá la Presidencia de la República hasta completar el mismo.
Es sobre este mapa deltano que el Presidente ha trazado su preferencia: que sea Nicolás Maduro quien lo suceda como líder de su proyecto político.
Para que esto tenga alta probabilidad de asentarse como realidad, el factor tiempo es esencial. A corto plazo, nadie dentro del chavismo, ninguno de los líderes alternos, tiene posibilidad real de contradecir la voluntad expresada por el épico jefe. Nadie podría conspirar para serruchar las patas de la silla de Maduro con una narrativa necesaria que fuera convincente o, al menos, suficientemente persuasiva. Tampoco podría la Mesa de la Unidad Democrática reabrir el juego candidatural celebrando nuevas elecciones primarias; a plazo breve (no mayor de año y medio), la MUD tendría que morir con Capriles Radonski, a pesar de las insinuaciones de Antonio Ledezma y las apetencias de María Corina Machado y otros muchos pretendientes. Cualquier otra cosa causaría un considerable desconcierto en el mercado natural de la oposición, al que se le aseguró hasta el 6 de octubre que Capriles era el político que podría con Chávez y enrumbaría al país hacia un futuro mejor, que había un camino.
Esto se sabía desde hace tiempo; este blog lo anticipó el 12 de abril (hace ocho meses) en La segunda elección:
En consecuencia, vendría una segunda elección presidencial después de que Capriles haya sido derrotado. Él querrá presentarse a esa elección y la Mesa de la Unidad Democrática tendrá, como se dice, que morir con él. No va a organizar otras primarias, y Datanálisis vendría en su auxilio con mediciones—del 29 de febrero al 7 de marzo—que lo visualizan ganador ante los previsibles sustitutos de Chávez: Capriles 33,4%-Jaua 29,5%; Capriles 33,7%-Maduro 23,3%; Capriles 34,4%-Cabello 20,4%. A pesar de esto, las ganas de otros candidatos diferidos renacerán con fuerza y argumentarán que Capriles ya tuvo su oportunidad y fue vencido. Él dirá que su vencedor ya no existe.
La medición de Datanálisis ha quedado invalidada, no tanto por la derrota de Capriles (habrá que ver qué destino le espera el domingo de esta semana en Miranda) como porque ya el propio Chávez ha sacado a Cabello y Jaua del juego; ya no tendría la encuestadora que preguntar por tres teóricos cotejos, sólo por uno: Capriles vs. Maduro. Y lo más probable es que, a corto plazo, Maduro le ganara la elección a Capriles.
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Estando en el interés del gobierno moverse en el fast track, y no pareciendo posible que haya magníficas noticias médicas, tal vez su plan sea que Chávez tome posesión (anulando cualquier interinato de Cabello) para renunciar en pocos días o semanas y forzar el tránsito electoral según el tercer párrafo del Artículo 233, el más caudaloso de los caños del delta político. Los esfuerzos que le fueren posibles serían dedicados a buscar el voto por Maduro. (El Chamán del Guaraira Repano apunta que pudiera hasta tomar posesión en La Habana: un traslado de Luisa Estella Morales y unas cuantas firmas electrónicas bastarían, de acuerdo con los precedentes establecidos). La figura de Chávez se equipararía a la de Fidel Castro: un enfermo que se resiste a morir y se reserva meter la cuchara cuando lo estime imprescindible.
En suma, aun cuando los pronósticos médicos dieran a Chávez uno o dos años más de vida—el gobierno de los Estados Unidos estima (según dato que me aporta el agente de negocios del Arcángel San Gabriel) que durará hasta septiembre u octubre de 2013—dejaría la Presidencia; humanamente se habría ganado el reposo conveniente a la preparación de su muerte, y continuar al frente del gobierno lo sumergería en un pozo de decisiones impostergables, varias de ellas muy económicamente desagradables. Por la misma razón, sería políticamente de la mayor conveniencia que Maduro las tomara después de haber sido electo, es decir, pronto.
Entretanto, ya figuras de oposición pintan a Maduro con colores casi tan apetecibles como los que adornarían a Capriles. Eduardo Fernández ha propuesto que se conceda al Vicepresidente «el beneficio de la duda»; según él, ha demostrado ser «proclive al diálogo».
Él río está revuelto y sobran pescadores. LEA
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Nota. En el gráfico, las probabilidades adjudicadas son ilustrativas y no, naturalmente, mediciones precisas. Por ejemplo, se considera muy poco probable que el presidente Chávez no llegue a tomar posesión, menos que la probabilidad de que supere cuatro años del período. También, que se cree más probable que Maduro derrote a Capriles si la nueva elección se produce a breve plazo, y que a plazo mediano (después de año y medio), ni la candidatura de Maduro ni la de Capriles son seguras. En el muy improbable caso de que la falta absoluta ocurra luego de cumplidos cuatro años del período, una probabilidad menor de 100% (se ha colocado 70%) quiere decir que no es seguro que Maduro concluya el período aunque legalmente llegue a ser investido como Presidente.
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por Luis Enrique Alcalá | Oct 15, 2012 | Argumentos, Política |

Maurits Cornelis Escher – Noche y día
…el Dr. Ramón J. Velásquez dibujó con hábil pincel grueso el trayecto histórico que nos ha traído a este insólito momento. Con toda la intención trazó la rúbrica de cierre: “El resultado de todo esto es que el país está dividido”. ¿Unir a “la oposición”, cuando la mitad de la nación no le está afiliada, sería la estrategia adecuada? Tal vez, pero la tarea política profunda es la de unir a ese país dividido. Es imposible completarla con altanería.
Principal virtud. Carta Semanal #320 de doctorpolítico, 19 de febrero de 2009.
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Creo que después del 7 de octubre habrán mejorado las condiciones para una necesaria distensión. Hace rato que ya no oímos “¡Exprópiese!” Apartando la disminución de sus fuerzas físicas, el Presidente de la República ha comenzado a notar que no cuenta con gerentes capaces en número suficiente dentro de su gobierno, que cada estatización—después del millar que ha ordenado—es un nuevo escaparate en un lomo recargado, que hasta Cuba se abre tímidamente a la iniciativa privada, que su socialismo no puede funcionar y sólo le queda definirlo de otra manera menos marxista para preservar la etiqueta en la que tanta propaganda ha invertido.
Reporte climatológico parcial, 29 de septiembre de 2012
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La realidad viene en colores, o al menos como suele decir Yekezkel Dror: en muchas tonalidades de gris. Es incorrecto el intento de comprenderla en blanco y negro, como aves de colores opuestos que vuelan en direcciones contrarias en una noche y un día imposiblemente simultáneos. Hay en Venezuela un enjambre ciudadano de casi veinte millones de electores que pudieran volar todos hacia un mismo horizonte multicolor.
A las mentes simplistas conviene el maniqueísmo, la simple idea de que la vida es una lucha entre el principio del bien y el principio del mal. Yo estoy del lado del bien; el otro es malo y por tanto debo aniquilarlo. Pero el otro piensa recíprocamente, y ambas cosas no pueden ser verdaderas a un tiempo. La lógica y los hechos no soportan esa contradicción. Por eso se justificaría una lógica dialéctica o dinámica, una que no se agota en la agonía; de la oposición de contrarios—tesis y antítesis—surgiría una nueva síntesis que incorpore elementos de ambas posturas.
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Todos los factores políticos organizados del país son asociaciones que justifican su lucha por el poder en una ideología: el PSUV en una ideología socialista de cepa marxista, Un Nuevo Tiempo y Acción Democrática en una socialdemócrata, Primero Justicia y COPEI en la socialcristiana, y hasta el íngrimo Marco Polesel (Movimiento Demócrata Liberal) esgrime el liberalismo clásico. Cada uno de estos planteamientos es irremediablemente anacrónico, obsoleto.

Las ideologías son cosa del pasado
En esencia, una ideología es la fe en una receta general para el logro de una sociedad perfecta o mejor, y usualmente echa la culpa a alguien de que la sociedad actual sea tan defectuosa. El polo liberal cree que los males de la sociedad se deben a la excesiva intromisión del Estado, especialmente en los mercados; el polo marxista sostiene lo contrario: que la insatisfacción social debe atribuirse al afán de lucro de los empresarios—»Ser rico es malo» o, como lo puso Proudhon: «La propiedad es un robo»—que excluirían intencionalmente a los pobres a quienes explotan. En el medio, la socialdemocracia y la democracia cristiana hacen malabarismos para ubicarse equidistantemente de estos extremos. («El paquete alternativo es una economía con rostro humano», sintetizaba gaseosamente Eduardo Fernández en el hotel Eurobuilding, a pocos días de la intentona del 4 de febrero de 1992. Un Nuevo Tiempo, de su lado, hablaba de “…la creación de una economía mixta que combine los mecanismos del mercado con una planificación y regulación democrática coordinada por el Estado, que oriente los esfuerzos y las expectativas del capital, del trabajo y de los consumidores hacia el logro de metas de desarrollo diversificado y sustentable de las fuerzas productivas internas, y de distribución equitativa del ingreso nacional”. Democracia Social, Bases Ideológicas del Partido Un Nuevo Tiempo).
UNT encargó a Demetrio Boersner la redacción del último documento nombrado, y este trabajo informaría a la postre la Declaración de Principios Ideológicos y Programáticos de Un Nuevo Tiempo, emitida el 7 de abril de 2008. (Boersner fue el Coordinador del Congreso Ideológico y Programático de este partido). COPEI, por supuesto, hizo su congreso ideológico en 1986 y, por su parte, Primero Justicia celebró el suyo hace cinco años (13 de octubre de 2007). En diciembre de 2006, Julio Borges anunciaba el evento como «fortalecimiento ideológico» de su partido «para dar la batalla por la defensa de la educación libre, de la descentralización y la distribución justa de la riqueza petrolera».
Ese mismo mes era un eco de su voz la diametralmente opuesta de Diosdado Cabello, que proponía—¡oh sorpresa!—un congreso ideológico como unificador de las organizaciones del chavismo. Vladimir Villegas, por esos días alineado con Cabello, escribía entonces: «…una definición ideológica es necesaria para dar coherencia a una organización política. Siendo el partido de los factores que promueven, estimulan y defienden la revolución bolivariana, el pensamiento político del Libertador Simón Bolívar es una de sus fuentes integrantes. Pero a la vez, es un partido que reivindica el socialismo como alternativa. Por ende, tendrá que definir las características del sistema socialista que propone para Venezuela. He allí otro punto que invita al debate. No es suficiente hablar de socialismo a secas. Ni siquiera de socialismo del siglo veintiuno. Hay que ir a definiciones específicas con respecto al rol del partido en la sociedad, al modelo político, a las formas de propiedad, al rol del mercado y del Estado». (Los retos del Partido de la Revolución, El Nacional, 12 de diciembre de 2006). Ya ese Villegas se dejó de eso, pero de allí saldría el PSUV o Partido Socialista Unido (se pretendió «Único») de Venezuela.
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Las ideologías no pueden ser plataformas para el lanzamiento de la reunión nacional. Son marcos mentales dentro de los que se piensa siempre en términos divisionistas. Y son medicina antigua, periclitada. (Ver en este blog Panaceas vencidas). A pesar de lo cual, Leopoldo López declara hoy en El Universal: «Creo que lo ideológico es fundamental», y que el objetivo no es reunir a los venezolanos, sino «construir una nueva mayoría». (Para desplazar a la actual, se entiende).
Las ideologías son esgrimidas de cuando en cuando por el liderazgo nacional, especialmente por el Jefe del Estado, cuyo proyecto político está grandemente ideologizado (y por eso mismo anclado en el pretérito pluscuamperfecto). Pero algo de ellas se ha filtrado en las conciencias del enjambre ciudadano. Es afortunado, no obstante, que la penetración ideológica no ha calado demasiado adentro. Cuando estamos en medio de un proceso electoral, la polarización hace crecer a los dos polos, izquierdista y derechista, de la contienda. Pero entre elección y elección, como entre la de gobernadores y alcaldes de 2008 y la de diputados nacionales en 2010, el cuerpo político venezolano se desinflama y recupera su normalidad proporcional, como midiera la Encuesta Nacional Ómnibus de Datanálisis entre el 23 de septiembre y el 8 de octubre de 2009:

La mayoría no está alineada con los discursos opuestos (clic para ampliar)

Los venezolanos queremos un país unido
Es por eso que la distensión y el diálogo puede venir no tanto de los dirigentes políticos—que se miran entre sí con suspicacia—como de la ciudadanía. El 20 de julio de 2011 presentaba Hinterlaces su Monitor País de aquel momento, y el estudio incluía una decidora lámina en la que mostraba la casi unanimidad de sus entrevistados—9 de cada diez—acerca de la necesidad de unir a Venezuela, de curar el mal que diagnosticaba Ramón J. Velásquez cinco meses antes de esa medición de la opinión nacional.
Aunque no es enteramente imposible que gobierno y oposición arriben a entendimientos fundamentales, no creo que deba esperarse la sanación de ellos; esto es, serán bienvenidos sus acercamientos, pero es el enjambre ciudadano el que puede comenzar la reunificación nacional sin esperar instrucciones partidistas. Él, como conjunto, sabe que no es verdad que el gobierno debe ser entendido como una «banda de delincuentes» comunistas (conceptos frecuentes en Facebook y en tuits de opositores irracionales) y tampoco que los empresarios venezolanos practican intencionalmente la exclusión social. (A todo empresario inteligente le interesa que la comunidad a la que sirve sea próspera). Es el Pueblo Soberano, el Poder Constituyente Originario, la Corona, quien puede acometer la tarea profunda de la reunificación, aunque los políticos no quieran. LEA
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por Luis Enrique Alcalá | Oct 11, 2012 | Argumentos, Política |

La torta de la oposición
Bote salvavidas: Lancha que sirve para que se ahoguen juntos los que se iban a ahogar por separado.
Enrique Jardiel Poncela – Para leer mientras sube el ascensor
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No hay democracia sin partidos, repetía Ramón Guillermo Aveledo el 6 de octubre para la web de El Nacional y su originalísima sentencia era rebotada, con entusiasmo, en el espacio virtual por frenéticos tuits de esa misma fecha. A juzgar por ese concepto, la Mesa de la Unidad Democrática hace honor a su nombre, pues son más o menos treinta partidos sus miembros; es mucha democracia.
Para la elección del 7 de octubre, no todos los partidos—algunos entran y salen, otros se fusionan o cambian el nombre—fueron con tarjeta propia. Los venerables AD y COPEI, por ejemplo, así como Proyecto Salas Gallo-Pollo (perdón, Proyecto Venezuela), optaron por no exponerse al conteo y decidieron «ir con» la tarjeta MUD Unidad. Otros han añadido la palabra o el concepto de unidad a sus denominaciones: Unidad para Venezuela, MIN Unidad, Unidos Visión Venezuela, Unidad DR, Unidad NOE. (En la lista oficial de la MUD aparece también el vetusto nombre de Unión Republicana Democrática). Muchos fueron los que quisieron montarse en el bote salvavidas, en el autobús del progreso.
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He aquí una tabla que registra el desempeño de las distintas tarjetas el pasado domingo:

Votación para Capriles Radonski por tarjetas
(Los votos reportados luego para Capriles Radonski fueron 6.499.575, vs. 8.136.637 para Chávez Frías. La proporción de las distintas tarjetas de la MUD no varía sustancialmente).
Resulta claro que Primero Justicia alcanzó su objetivo: siendo que el candidato de la MUD es miembro suyo, quiso ir con tarjeta propia para medirse y emerger, circunstancialmente, como el «primer partido de la oposición». Esa jugada era, obviamente, un tiro al piso. La gran mayoría de los votantes sabe que Capriles es un primojusticiero, y era natural que una buena cantidad de los votos a su favor desaguara por el canal de su partido. PJ—Primero Julio, al decir de Leopoldo López y Ramón José Medina—estuvo muy cerca de la votación por la tarjeta unitaria y diez puntos por encima de Un Nuevo Tiempo, que es porcentualmente la ventaja que Chávez obtuvo sobre su contendor. (Ahora se razona que esa diferencia es un gran progreso del autobús respecto de la elección de 2006—cuando Chávez superó a Rosales por 26 puntos—, y que la pérdida no fue por mucho; los estrategas zulianos pudieran aducir lo mismo en esto de determinar cuál es el principal partido de la oposición. Ya lo harán).
Las tres primeras tarjetas (MUD, PJ, UNT) representaron el 80% (79,8%) de la votación a favor de Capriles. Si se considera las cinco primeras, añadiendo el «popular» partido de Leopoldo López—ex Primero Justicia, ex Un Nuevo Tiempo—y Avanzada Progresista, refugio de los ex chavistas Ismael García, Henri Falcón, el «Gato» Briceño y algunos ex adecos y otros izquierdistas menores, se alcanza 90,9% de los votos de la oposición. Así se repartió la torta, y ya Moverse no puede moverse más, porque llegó en el último lugar.
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Las reacciones dignas en el mundo opositor llaman a no rendirse; así razonan los dirigentes de la MUD y el candidato mismo, tanto Julio Borges como Teodoro Petkoff: que Chávez tiene a «la mitad del país en contra», que el vaso está medio lleno. No alcanzan al obvio corolario: que Capriles tiene más de la mitad de la población en contra. Y ahora se escucha lo mismo que se decía tras la elección presidencial de 2006, cuando se creyó que Rosales era el líder que a la oposición le faltaba. (Ver la Lectura recomendada de esta semana en este blog: Medio líder). Ahora se cree haber encontrado esa figura en Capriles, sobre todo porque tuvo un desempeño mejor que el del zuliano. Si éste no ganó en ningún estado del país (sólo en el municipio Maracaibo), Capriles superó a Chávez en Mérida y Táchira, que eran los únicos estados—más Trujillo—donde COPEI, fundado en 1946, ganaba tradicionalmente con la afluencia del gomecismo (hegemonía andina) desplazado por la revolución protagonizada por militares y Acción Democrática en 1945. Son cosas que se han dicho antes: luego del revocatorio de 2004, la elección de gobernadores en 2008 y la minoría en la Asamblea Nacional en 2010. La MUD casi que celebra, como aquel entusiasmado argentino luego de la Guerra de las Malvinas: «¡Che, quedamos subcampeones!»

El precursor en su carraca
Ahora bien, como Manuel Rosales, Capriles tendría que ejercer el tal liderazgo de la oposición en el tiempo que le dejaría el ejercicio de la Gobernación del Estado Miranda (¿medio tiempo?), si es que gana la elección decembrina en la que ha decidido participar 72 horas después de cesar como candidato presidencial. Tendrá por competidor a Elías Jaua, en un estado que se suponía suyo y en el que no pudo ganarle a Hugo Chávez, quien lo superó por unos siete mil votos. A comienzos de 2007, cuando una buena parte de opositores entendidos creía con fe de bretona que Rosales era ese líder que la oposición «tanto había buscado», el Dr. Ramón J. Velásquez mostró su molestia por la nueva candidatura del zuliano a la Alcaldía de Maracaibo. (El segundo parágrafo del Artículo 160 de la Constitución especificaba entonces que los gobernadores en ejercicio sólo podían presentarse una vez a la reelección, y Rosales ya había sido reelecto el 31 de octubre de 2004). El ex Presidente dijo a una reunión de una fracción de aquellos entendidos: «¿No y que era un líder nacional? ¿Cómo es eso de refugiarse en una alcaldía? ¡Jefe es jefe!» Capriles sigue los pasos de Rosales con su mismo justificativo: Más vale pájaro en mano que cien volando. (En realidad treinta, el número de partidos que componen la MUD). El franciscanismo de Capriles no llega hasta prescindir así como así del presupuesto del estado Miranda.
¿No es una de las críticas que se hace a Hugo Chávez que además de su cargo público ejerce muy activamente la jefatura del oficialismo como Presidente del PSUV?
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Un automatismo que no deja de ser conmovedor postula que «lo que hay que hacer», «lo que tenemos que hacer», es preservar el «capital político» obtenido el 7 de octubre. Esto es una ilusión de base lingüística: la mera conjunción del sustantivo capital y el adjetivo político. Ese capital fue gastado íntegramente el domingo pasado; Chávez no tiene un «capital» de ocho millones de votos ni Capriles uno de seis millones y medio. (Como no tenía siquiera el capital de 53,11% de electores mirandinos que lo eligieron en 2008; el domingo obtuvo el apoyo de 49,51%). En cada campaña hay que empezar de nuevo; la conciencia de la gente no es un mineral cristalizado para siempre. Y la primera persona del plural en «tenemos» se refiere, por supuesto, a quienes se definen como antichavistas. Esta gente alienada (fuera de sí, referida a algo externo y no a sí misma, sin sustancia propia) puede conformarse con el liderazgo del «Flaco»—como hay innumerables referencias en Twitter y Facebook a Capriles Radonski—por el mero hecho de que él no es Chávez, pero la cosa no será tan fácil en el seno de la central opositora. Dicho sea de paso, en una de sus ineficaces imitaciones de Chávez, Capriles adquirió la costumbre de referirse a él mismo en tercera persona, y hablaba en su mítines del «Flaco» y de «Capriles» o «Capriles Radonski». David Owen anotó como uno de los rasgos de lo que llamó enfermedad hibrística la «tendencia a hablar de sí mismos en tercera persona o con el plural mayestático». (In Sickness and in Power, 2008).
Tampoco se acerca la aprobación de la oposición organizada al volumen de votos obtenidos por Capriles el 7 de octubre. En la cuarta semana de septiembre, Datanálisis levantó los datos de su Tracking telefónico nacional; en el rubro de autodefinición política encontró un 42% de entrevistados que se identificaban con el oficialismo o chavismo—menos que el 54% que terminó sufragando por Chávez—y sólo 17,6% que lo hacían con la oposición o el antichavismo; 33,4% se denominó Ni-Ni y 7% no supo o no contestó. Claro que Datanálisis no es la encuestadora favorita de los opositores, aquella que habló primero de «empate técnico» y luego, para el 2 de octubre, de la victoria de Capriles por 4,6% de ventaja. («Alguien está mintiendo». Saúl Cabrera, Vicepresidente de Consultores 21). Los votos por Capriles no son de la Mesa de la Unidad Democrática.
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Una cosa es el liderazgo del capriloradonskismo y otra muy distinta el de los factores formales de oposición, reunidos en la Mesa de la Unidad Democrática. Esta organización de organizaciones o «movimiento de movimientos»—lo que se necesita es una organización de ciudadanos—dista mucho de ser un movimiento homogéneo. En famosa entrevista a Ciudad Ccs—un diario al que también han concedido sus declaraciones Julio Borges y Eduardo Fernández, entre otros opositores—dijo Henry Ramos Allup (9 de marzo de 2011): «Bueno, la política suele hacer extraños compañeros de cama. Hoy compartimos propósitos, no ideales ni visiones».

La cosa está entre Ramones
Por otra parte, la MUD misma, su secretaría, es objeto de competencia. Ya se comenta que Ramón José Medina buscará postularse como sucesor de Ramón Guillermo Aveledo, y ésta sería sólo una de las luchas internas en su seno. No todos querrán admitir a Capriles como líder único de la oposición, y más de uno querrá ser candidato presidencial en 2018 o aun antes, si es que una incapacitación de Chávez da paso a una nueva elección según lo contemplado en el Artículo 233 de la Constitución: «Cuando se produzca la falta absoluta del Presidente electo o Presidenta electa antes de tomar posesión, se procederá a una nueva elección universal, directa y secreta dentro de los treinta días consecutivos siguientes. (…) Cuando se produzca la falta absoluta del Presidente o Presidenta de la República durante los primeros cuatro años del período constitucional, se procederá a una nueva elección universal y directa dentro de los treinta días consecutivos siguientes».
Pero peor aún es que la MUD no ha logrado desprenderse de su imagen de vieja política, por más que Capriles dijera en su campaña que la había superado. La MUD es hija de la extinta Coordinadora Democrática, a juzgar por su composición:

Mapas genéticos de madre e hija única y heredera
El 60% de las organizaciones que componían la Coordinadora Democrática forma ahora parte de la Mesa de la Unidad Democrática; en cualquier caso, sus miembros más importantes y vocales: Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo, Acción Democrática, COPEI, Movimiento al Socialismo, La Causa R, Proyecto Venezuela. Entre las que estaban y no están han desaparecido algunas; otras han cambiado de nombre o se han fundido, y entre las que están y no estaban hay un buen número que no existía cuando se despachaba los asuntos de la oposición desde la quinta Unidad en la popular y populosa barriada de Campo Alegre.
Cuatro días después del referendo revocatorio de 2004, la Carta Semanal #100 de doctorpolítico estableció un símil que precedía a una conclusión:
Si tuviéramos, Dios no lo permita, un pariente con tan grave dolencia que ameritara la atención de toda una junta médica; si este cuerpo de facultativos intentase primero una cierta terapéutica y con ella provoca a nuestro familiar un paro cardiaco; si a continuación prescribe un segundo tratamiento que le causa una crisis renal aguda; si, finalmente, aplica aún una tercera prescripción que desencadena en nuestro deudo un accidente cerebro-vascular, con toda seguridad no le querremos más como médicos.
Y ésta es la estructura del problema con la Coordinadora Democrática. La constelación que se formó alrededor de ella, no sin méritos que hemos reconocido, nos llevó primero a la tragedia de abril de 2002, luego a la sangría suicida del paro, finalmente a la enervante derrota del revocatorio. (Para no agregar al inventario una nutrida colección de derrotas menores). No hay vuelta de hoja. No podemos atender más nunca a esa dirigencia.
La hija y heredera de aquella otra organización de organizaciones, que no de ciudadanos, ha vuelto a fracasar. La misma dirigencia que entregó íntegra al gobierno la Asamblea Nacional en 2005 y fue incapaz de obtener una mayoría de curules en la de 2010—tampoco numérica: PSUV 48,13%, MUD 47,22%—, la organización que ni siquiera existía en 2007 cuando el gobierno perdió, fundamentalmente por abstención entre sus filas, el referendo sobre las reformas constitucionales de 2007, la que en el mejor de sus intentos hasta ahora logró cinco de veintitrés gobernaciones en 2008, ha aplicado un nuevo tratamiento que no cura al paciente de su chavoma.
Si la oposición tuvo su mejor desempeño desde 1998 es porque esta vez derrotar a Chávez era más fácil que nunca. Un artículo en TIME Magazine del día siguiente a la elección apuntaba:
Pero los venezolanos tenían más razones que nunca para votar en contra de Chávez en estas elecciones—delitos violentos y rampantes que han significado para el país la tasa más alta de homicidios de América del Sur, la mala gestión económica que ha producido una de las tasas de inflación más altas del mundo, la corrupción oficial que ha comenzado a recordar a los venezolanos la sordidez que Chávez condenara cuando llegó al poder—, y el hecho de que la mayoría no lo rechazara habla menos del duro ventajismo de Chávez que del persistente fracaso de la oposición en ofrecer una alternativa convincente.
Se trata de la misma gente. Es gente, hay que reconocerlo, muy consistente: volvió a poner la torta, aunque haya sido una torta más pequeña. LEA
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