Para empezar…

Así se dice próxima apertura en catalán

Así se dice próxima apertura en catalán

Hay piezas musicales que son portaestandartes. Abren una colección de piezas, una ópera, un ballet u otra clase de obras. He aquí unas cuantas instancias.

Prekudio al Te deum: parte de violín

Prekudio al Te Deum: parte de violín

Comencemos por la Introducción al Te Deum en Re mayor, H. 146, de Marc-Antoine Charpentier (1643-1704). Tal como es de esperar, es una música alegre: un Te Deum es un himno de acción de gracias, propio de celebraciones. (En Tosca, de Puccini, el Primer Acto cierra con uno equivocado; el oficialismo italiano de la época—el barón Scarpia incluido—celebra lo que creyó una victoria contra Napoleón, pero la cosa resultó al revés, y esto último se revela en el Acto Segundo). Charpentier descolló en el Barroco por la calidad de sus composiciones; para muestra, este botón que no por nada fue escogido por la Unión Radiofónica Europea como su tema insignia. Aquí lo interpreta la Orquesta de Cámara Inglesa conducida por Raymond Leppard.
Te Deum

El Rey del Barroco musical, tal vez de toda la música occidental, es el grandísimo Johann Sebastian Bach (1685-1750). Cuatro fueron las suites orquestales que compuso, y a ellas se las llama en alemán Ouvertüren, pues todas tienen como número inicial una obertura, que ya no preludiaba una ópera sino una suite de danzas u otras piezas. Ese término se emplearía más adelante para designar obras independientes que presagiaban la forma que se conocería como poema sinfónico. (Por ejemplo, la pieza perfecta de Tchaikovsky: la Obertura-Fantasía Romeo y Julieta). Aun así, se suponía que debían iniciar un concierto, delante del resto de las piezas que lo compusieran. De la Suite Orquestal#3 en Re mayor (BWV 1.068) de Bach, escuchemos su grandiosa Obertura por la Akademie für Alte Musik de Berlín con la dirección de Bernhard Forck.
Suite Orquestal #3

El tercer gran líder—Mozart fue el segundo—de la música noble de Occidente, Ludwig van Beethoven (1770-1827), compuso varias oberturas: Egmont, Coriolano, Leonora I, II y III, Las ruinas de Atenas, La consagración de la casa… Su ópera principal es Fidelio, para la que compuso una obertura que aquí escucharemos en versión de Riccardo Muti al frente de la Orquesta de Filadelfia.
Fidelio

Caricatura de Berlioz en el Wiener Theaterzeitung (1846)

Caricatura de Berlioz en el Wiener Theaterzeitung (1846)

Poco después del paso de Beethoven por la tierra emergería la música de Héctor Berlioz (1803-1869), un compositor adelantado a su época. Esto es más evidente en su sinfonía dramática Roméo et Juliette (1839), una obra sinfónico-coral de gran escala. Berlioz fue un gran orquestador—escribió el Grand traité d’instrumentation et d’orchestration modernes (1844), anticipador de los Principios de orquestación (1891) de Nikolai Andreievitch Rimsky-Korsakoff— y un director de orquesta que exigía conjuntos de enormes dimensiones, los que no se verían en Europa sino hasta la época de Gustav Mahler (1860-1911). Por ese rasgo fue caricaturizado más de una vez, al punto de que nadie menos que Gustave Doré se ocupó de él en una caricatura publicada en el Journal pour rire en 1850. Ahora nos ofrece la Introduction de Romeo y Julieta la Orquesta Sinfónica de Londres que dirige Colin Davis.

Roméo et Juliette

Otro poderoso compositor, esta vez el ruso Aleksandr Borodín (1833-1887), es el autor de la ópera El Príncipe Igor, de la que son especialmente populares sus Danzas Polovtsianas, o Danzas de los pólovtsy (cumanos), una tribu nómada que habitó a lo largo del Volga al norte del Mar Negro. El segundo tema de su Introducción es el de la canción Stranger in paradise, un número del musical de Robert Wright y George Forrest, Kismet, cuya música es enteramente de Borodín. El mítico Herbert von Karajan dirige la Orquesta Filarmónica de Berlín.

Danzas polovtsianas

Del mismo modo, lo primero que suena en la obra de Igor Stravinsky (1882-1971) Le Sacre du Printemps (La Consagración—o Rito—de la Primavera) es la Introduction de su Primera Parte (L’adoration de la Terre), cuyo tema es inicialmente expuesto por el fagote. La obra causó un escándalo durante su estreno en París (1913) con los Ballets Ruses de Sergei Dhiagilev y tal vez esa introducción haya sido inspirada en el comienzo de Prelude a l’aprés midi d’un faune (1894), obra de Claude Debussy sobre un poema de Stéphane Mallarmé. Para facilitar el cotejo, primeramente suena el número de Stravinsky (Pierre Boulez con la Orquesta de Cleveland) seguido del tema de Debussy.

Le Sacre du Printemps
L’après-midi d’un faune

Montaje del Ballet de San José, California

Montaje del Ballet de San José, California

Carl Orff regaló a los melómanos una obra extraordinaria: su cantata escénica Carmina Burana (Canciones del Beuern). Aunque la música (1935-36) está orquestada con la riqueza instrumental del siglo XX, Orff logró una ambientación melódica y rítmica que sugiere su origen medieval. (Las letras de los distintos números están tomadas de una colección de poemas de los siglos XI, XII y XIII, descubierta en 1803 en la Abadía Benedictina del Beuern, en Baviera. Orff compuso también Catulli Carmina y Trionfo di Afrodite para completar la trilogía Trionfi). La impar obra fue estrenada en Francfort en 1937, en su versión completa con danza. Desde entonces, el mundo no ha dejado de disfrutarla y admirarla; nada más apropiado: Orff sigue en ella su concepto de escena total, su Theatrum Mundi. Aquí nos entregan su número introductorio—O Fortuna, que se repite, como en el Magnificat de J. S. Bach, al final—, de la breve sección inicial de la obra (Fortuna Imperatrix Mundi), la Orquesta Sinfónica de Londres y su Coro bajo la dirección de André Previn.

O Fortuna

De la precedente riqueza musical pasemos a la simplicidad de la Entrada de las Waldszenen (Escenas del bosque. op. 82) de Robert Schumann (1810-1856), en ejecución de Rudolf Serkin.

Entrada

El inicio de un tema con variaciones es la exposición del tema mismo. (Una excepción es la Rapsodia sobre un tema de Paganini de Sergei Rachamninoff, que comienza por la primera variación precedida por una introducción). Está aquí el tema de las Variaciones para orquesta sobre un tema original (Enigma), del compositor inglés Edward Elgar (1857-1934), compuestas entre 1868 y 1869. Leonard Bernstein se encarga de dirigir a la Orquesta Sinfónica de la BBC para ofrecérnoslo.

Tema

La esposa de Weill estrenó el pael de Anna I

La esposa de Weill estrenó el papel de Anna I

Nadie discutirá que un prólogo es lo que viene antes de otro texto más largo, y hay obras cantadas que lo tienen. Uno famosísimo es el de la ópera Los Payasos, de Ruggiero Leoncavallo (1857-1919), la más famosa de sus obras. El gran barítono y bajo Ettore Bastianini se encarga de certificar que los artistas son gente de carne y hueso. De seguidas, Gisela May, acompañada por la Orquesta Sinfónica de la Radio de Leipzig que conduce Herbert Kegel, nos trae el Prólogo de Los siete pecados capitales (en alemán, Die sieben Todsünden), un ballet chanté que surgió de la colaboración en 1933 (el año de la llegada de Adolf Hitler al poder en Alemania) del dramaturgo Bertolt Brecht, el músico Kurt Weill y el coreógrafo George Ballanchine. La ocasión trajo el alejamiento de Brecht y Weill; el primero quiso que esta historia de una esquizofrénica (Anna), ambientada en los Estados Unidos, siguiera un tratamiento marxista y Weill impuso un enfoque psicoanalítico. (La composición de Weill trae su habitual reminiscencia de la música de cabaret).

I Pagliacci

Los siete pecados capitales

Arriba se mencionó de pasada el concepto de poema sinfónico, una obra que sigue un poema, una narración o algún elemento pictórico en su desarrollo. Quien primero empleara el término fue el compositor y virtuoso húngaro Franz Liszt (1811-1886). Él mismo compuso trece obras de esa clase, y Les Préludes (d’aprés Lamartine), la tercera de ellas, se ocupa de representar musicalmente una oda del poeta francés en sus Nouvelles méditations poétiques. Es el poema sinfónico más popular de Liszt; el informe radial del ejército alemán (Wehrmachtbericht) en la Segunda Guerra Mundial, así como el noticiero Die Deutsche Wochenschau, emplearon la marcha final como su tema musical. La fina Orquesta Filarmónica de Viena es dirigida acá por Giuseppe Sinopoli.

Les Préludes

Pietro Mascagni

Pietro Mascagni

Un verdadero Preludio es el que introduce la ópera Cavalleria rusticana, la exitosa composición breve de Pietro Mascagni (1863-1945) que frecuentemente se graba junto con Los payasos. Aquí suena en los instrumentos de la Orquesta Filarmónica de Praga dirigidos por Friedemann Riehle. Daniel Barenboim queda a cargo de la Orquesta de París para interpretar otro muy importante, con el que cierra esta entrega de músicas introductorias: el Preludio a los Maestros Cantores de Nuremberg, la solemne composición de Richard Wagner (1813-1883). Es tan bueno, que a pesar de ser un preludio funciona perfectamente como epílogo.

Cavalleria Rusticana

Maestros Cantores

Bueno, ahora que quince magníficos músicos nos han preludiado quince veces, es hora de que nos pongamos a hacer algo muy importante. LEA

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13 piezas para el año 13 y una opinión

La Cruz de Rita

La Cruz de Rita (clic para ampliar)

 

Hace dos días que se cumplieran cuatro años del fallecimiento del Dr. Armando Sucre Eduardo, insigne médico venezolano, antiguo Director del Hospital de Niños J. M. De Los Ríos y la Maternidad Concepción Palacios, hombre de bien. «Una vez se me ocurrió felicitarle por sus setenta años en un programa de radio y la emisora se inundó con llamadas telefónicas que quisieron rendirle homenaje de veneración. No hace mucho, a raíz de un comentario casual, conocí a alguien a quien salvara la vida cuando todo un hospital lo había desahuciado. Nunca he sabido de nadie que le superase en el terco respeto que guardaba por la libertad de sus semejantes». (En el Prólogo a Alicia Eduardo: Una parte de la vida, de Nacha Sucre). El viernes 28 de diciembre, se celebró el segundo campeonato de dominó en su memoria, pues fue también un fino dominocista, como era jugador de pelota vasca y excursionista y futbolista de grandes dotes. Y hace dos días, también nos dejó la Dra. Rita-Levi Montalcini a sus 103 años de fructífera vida de científica y ciudadana, otra médica y ganadora del Premio Nobel de Medicina en 1986, Gran Cruz en grado de Caballero y Senadora Vitalicia de Italia desde 2001.

El siglo XXI comenzó el 1º de enero de ese 2001, el año uno del tercer milenio; hoy comienza su año décimo tercero. No es mal momento para revisar lo que hemos podido hacer en la primera docena de años y determinar si ha valido la pena, si ha trabajado la humanidad y hemos trabajado los venezolanos para hacer de estos tiempos el mejor siglo y el mejor milenio de la historia. Ya hemos consumido de esté último 1,2% de su duración, y 12% del siglo primero.

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12 uvas para 12 años

12 uvas para 12 años

Es con este espíritu de revisión que pongo acá 13 piezas musicales para comenzar el año y, al final, un fragmento de audio que contiene un mensaje que creo importante. Comencemos con música para levantarnos de la cama. André Previn y la Sinfónica de Londres interpretan el primero de los Interludios Marinos de Peter Grimes, ópera del magnífico compositor inglés Benjamin Britten. Su nombre: Amanecer. No deja de ser ácido ese interludio, premonitorio de tragedia; apropiado, pues, para nuestro momento político. También puede ser descriptivo si Ud. se ha excedido de alcohol en la Noche de Año Nuevo y ha despertado con resaca.

Amanecer

Es también de un inglés, en este caso Edward Elgar, un saludo más suave: Canción de mañana, su opus 15. Otra vez, la Sinfónica de Londres, dirigida por Sir Thomas Beecham, interpreta la pieza. (Para una versión en órgano por Carlo Curley, ver en este blog Música infrecuente).

Canción de mañana

Hablando de órgano, podemos escuchar de las manos de E. Power Biggs Despertar, de la Cantata BWV 645 de Juan Sebastián Bach y, a continuación, una vez despiertos, el Primer movimiento (Vivace) de su Concierto para dos violines, cuerdas y continuo en Re menor (BWV 104) a cargo de Trevor Pinnock al frente de The English Concert.

Despertar

Vivace

Sergei Prokofiev trató el tema de Romeo y Julieta bajo la forma de música de ballet. De su obra, el número Montescos y Capuletos describe una enemistad aparentemente insalvable—como la de la polarización de la política venezolana—del que no está de un todo ausente la nobleza. Riccardo Muti dirige la opulenta Orquesta de Filadelfia. Después, Herbert Blomstedst conduce a la Orquesta Sinfónica de San Francisco en una obra menos ominosa del compositor danés Carl Nielsen: la Marcha festiva oriental de su Suite Aladino, op. 32.

Montescos y Capuletos

Marcha festiva oriental

Enver Torres: Danza de los espíritus benditos

Enver Torres: Danza de los espíritus benditos

Con otra suite—Mascarada—, compuesta por el armenio Aram Khachaturian, vivificamos radicalmente el primer día de 2013 con su Mazurca, a cargo del propio compositor y la Orquesta Filarmónica de Viena, una combinación de lujo. No conviene, sin embargo, exigir demasiado a nuestras fuerzas luego de una larga noche de condumio y festejo; por eso viene acá Cristoph Willibald Gluck con la Danza de los espíritus benditos, de su ópera Orfeo y Eurídice. Es música apacible que contiene melodías extraordinariamente bellas. Raymond Leppard dirige a la Orquesta de Cámara Inglesa.

Mazurca

Danza de los espíritus benditos

Es también una danza lo que precede al coro Chume, chum, geselle min, el número 9 de la Cantata Escénica Carmina Burana de Carl Orff. De nuevo, Previn y los músicos sinfónicos londinenses tocan para nosotros.

Reie-Chume, chum, geselle min

Una grande y melancólica dulzura contiene la Danza Eslava #2 en Mi menor, op. 46, de Antonín Dvořák, que suena por la Orquesta de Cleveland bajo la batuta de quien fuera su Director por muchos años: George Szell. Y supongo que no habrá que repetir que el ballet Cascanueces, de Pyotr Illych Tchaikovsky, es música de Navidad. Nada menos que la mejor orquesta del mundo, la Orquesta Real del Concertgebouw de Ámsterdam, conducida por el vigoroso Antal Doráti, nos complace con el bellísimo Pas de deux (Grand adage), el #21 de su Acto II.

Danza eslava

Grand adage

La imagen de campanas que tañen fiesta es la de Carillón, de la Suite #1 de La arlesiana, muestra elocuente de cuán grande melodista fue el francés George Bizet. Jean Martinon dirige a la Orquesta de la Sociedad de Conciertos del Conservatorio de París.

Carillón

Por último, la Orquesta Nacional de España acompaña a las prodigiosas castañuelas de Rosario Tena en una estimulante rendición de la alegre y chispeante, como buena champaña, obertura de La boda de Luis Alonso, del españolísimo maestro Gerónimo Giménez.

La boda de Luis Alonso

Concluida la música, le invito a escuchar el siguiente mensaje, correspondiente al cierre de la transmisión de Dr. Político por Radio Caracas Radio a la finalización de 2012. Contiene una tesis que estimo importante.

Fragmento de cierre

Y que el año décimo tercero del siglo XXI sea muy próspero para Ud. y su gente. LEA

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Música hertziana

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La primera radiodifusora privada de Venezuela

 

A Oscar de Jesús, que cumplirá años dentro de 36 días, a Jaime y a la 1ra. Promoción de La Colina

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Ésta es la quincuagésima entrada musical de este blog, y con ella quiero agradecer a la radiofonía y la televisión venezolanas, especialmente a las emisoras del Grupo 1BC, por haberme descubierto la buena música. Debo ayudarme de la memoria y la colección almacenada en los archivos de iTunes en mi computador, y la primera no es tan fiel.

Las piezas que he colocado aquí sonaron primero en mis oídos, principalmente, por la posición de 750 KHz en el dial AM y el Canal 2 de la banda VHF en televisión. No hubo televisión en Venezuela hasta 1952, cuando se estableciera el Canal 5 de la Televisora Nacional. Yo tenía entonces nueve años, y vi una tarde con mi padre su primera transmisión en el botiquín de Cartagena en la urbanización La Campiña, donde ahora se encuentra el edificio sede de PDVSA. Era un breve documental de escena en alguna selva africana, por la que poderosos leones se paseaban majestuosamente. Después vendrían chimpancés—el famoso mono Barrilete—y más tarde la más variada oferta de dos canales adicionales que incluyó deportes y los primeros enlatados.

…allí estarrá (sic) Tamakún

Pero fue antes, por la radio, cuando por primera vez me cautivara un tema de música culta. A la cesación de la mítica El derecho de nacer, que mi madre oía religiosamente por Radio Caracas, otra radionovela con libreto de Félix B. Caignet, Los ángeles de la calle, se presentaba con un tema hermoso. Claro que los chamos de entonces preferíamos a Tamakún y su carnal Alí Yabor (narrado, con divertida erre fuertemente afrancesada, por Aureliano Alfonzo Barrios: «Donde el dolor desgarre, donde la miserria oprrima, donde la maldad imperre, donde el peligrro amenace… allí estarrá Tamakún, el Vengador Errante»). Pero mis orejas quedaban absortas al comienzo de la segunda radionovela de Caignet—luego me iba a hacer otra cosa—para escuchar el fragmento noble de Júpiter, de la suite Los planetas de Gustav Holst (1874-1934). Alfonzo Barrios fue, por cierto, el narrador de Los ángeles de la calle. Aquí está el gigantesco planeta por la Orquesta Nacional de Francia bajo la batuta de Lorin Maazel. El tema de la radio se inicia a los 2 minutos y 55 segundos de esta grabación.

Júpiter

La marca Radio Caracas no existiría hasta 1935, a la muerte de J. V. Gómez; antes había sido Broadcasting Caracas, y sus siglas radiofónicas eran YV-1BC, que designaban a la primera emisora radial del país. De allí la denominación posterior del grupo que añadiría a Ondas Populares (950 KHz) y, en 1953, a Radio Caracas Televisión. Unos meses antes, el Canal 4 se había establecido como la primera televisora privada del país; su nombre era entonces Televisa, el que luego sería cambiado a Venevisión cuando su licencia fuese adquirida por Diego Cisneros en 1960. El gobierno de Pérez Jiménez eligió de primero, naturalmente, su ubicación en la banda VHF, y tomó el Canal 5 por encontrarse hacia el medio; la sintonización se aseguraba así en las antenas que cada hogar orientaba para captar la banda entera.* En ese tiempo, estudiaba en el Colegio La Salle de La Colina, y quienes teníamos prácticas de laboratorio vespertinas a partir de tercer año de bachillerato (1956) almorzábamos a veces en el comedor de Televisa por valor de dos bolívares; allí aprendimos, con los fibrosos pedazos de carne, el sentido del refrán comparativo: «Más nervioso que bisté de a bolívar». (El Canal 4 había instalado un ring para transmitir la lucha libre, y especulábamos que Dark Buffalo, el imbatible luchador de la estranguladora, era en verdad nuestro profesor, el competente catalán Arturo Mulet Oro, de fuerte contextura, pues la forma de su cabeza se asemejaba a la que el luchador escondía bajo una máscara). También fuimos testigos de la instalación de la enorme antena de RCTV, un poco más arriba de Televisa; antes de erigirse, la gran estructura fue acomodada a lo largo de un tramo de la calle Bella Vista, que desembocaba en la entrada sur del colegio.

 

Primeros bachilleres de La Salle La Colina (1959). Alcalá sentado a la derecha del Hno. Gastón, 1er. Director. (Clic amplía).

Primeros bachilleres de La Salle La Colina (1959). Alcalá sentado al lado del Hno. Gastón, 1er. Director. (Clic amplía).

 

Acá nos vemos mejor: de izq. a der. 1ª fila: Hail, Nouel, Chapellín, Áñez, Rojas, Guinand, Carrillo, Plaza, Arcia, Cardona, Weil; 2ª fila: Quintard, Yoris, Barreiro, Henao, Morandi, Díaz, Avella, Brucker, Stolk, Romero; 3ª fila: Leo, De Fries, Alcalá, Jugo, Sassano, Sarmiento, Gabor, Medina, Mijares, Daumen.

Acá nos vemos mejor: de izq. a der. 1ª fila: Hail, Nouel, Chapellín, Áñez, Rojas, Guinand, Carrillo, Plaza, Arcia, Cardona, Weil; 2ª fila: Quintard, Yoris, Barreiro, Henao, Morandi, Díaz, Avella, Brucker, Stolk, Romero; 3ª fila: Leo, De Fries, Alcalá, Jugo, Sassano, Sarmiento, Gabor, Medina, Mijares, Daumen.

 

Vuelvo a la radio: el 9 de diciembre de 1930, el compositor Carlos Bonnet—Quitapesares, Negra la quiero, El curruchá—, nacido en Villa de Cura, dirigió a la Orquesta de Radio Caracas para la interpretación de la marcha oficial de la estación, la sabrosa Marcha 1BC que él compuso y escuchamos a continuación.

Marcha 1BC

Tomaba Coca-Cola

Era mi amigo de infancia, estrecho compinche de barajitas y partidas de béisbol, aviones de plástico y planes de hacer cine, Oscar Álvarez Sylva. Su padre, Oscar Álvarez De Lemos, era ingeniero técnico del Grupo 1BC, y en su casa de La Campiña conocí a Félix Cardona Moreno—Pancho Tiznados y de El Baúl—, Cecilia Martínez y Charles Barry, figuras de RCR y la incipiente RCTV. El cuñado del Sr. Álvarez—hombre éste bondadoso y de eterno buen humor—era Rafael Sylva Moreno, pintor, publicista y director y productor de programas de televisión. Dirigió, por ejemplo, Kit Carson, héroe y cowboy cuyas aventuras transmitía RCTV con producción de McCann-Ericson (La verdad bien dicha). Era este Sylva el mismo del insólito Nuestro Insólito Universo. La cultura sinfónica de Rafael es asombrosa, y con frecuencia determinaba la musicalización de los programas. Así, escogió Fêtes—aquí por Pierre Boulez y la Orquesta de Cleveland—, uno de los Nocturnos orquestales de Claude Debussy (1862-1918), para la presentación de Kit Carson, cuyo anfitrión era Guillermo Rodríguez Blanco (de justa fama por su encarnación del charnequeño Julián Pacheco). Mientras sonaba la sección que se inicia a los 2 minutos y 33 segundos del comienzo de esta versión, Kit se acercaba en una lenta cabalgata hasta un establecimiento en cuyos palos exteriores amarraba el caballo; luego subía unos escalones de madera para abrir una máquina expendedora de refrescos de la que tomaba una botella de Coca-Cola, patrocinadora del programa. (A la sazón, mi padre era Gerente de Administración de la Cervecera Nacional, y encargaba una caja semanal de veinticuatro botellas del refresco que los hermanos Alcalá-Corothie bebíamos ante alguna peripecia del Oeste vaquero).

Fêtes

Marcos y Pedro en el exilio

Hubo programas de radio que fueron transplantados al medio televisivo: Frijolito y Robustiana, El Bachiller y Bartolo, o radionovelas convertidas en telenovelas; precisamente fue la más famosa El derecho de nacer, y Raúl Amundaray fue el Dr. Albertico Limonta que vimos en televisión.

Televisa y RCTV competían en todo: el primer beso abiertamente erótico de la televisión venezolana se lo dieron Henrique Vera Fortique y la despampanante Zoe Ducós—después esposa de Miguel Silvio Sanz, segundo de Pedro Estrada en la temible policía política de Pérez Jiménez: la Seguridad Nacional—, por Televisa. Ni cortos ni perezosos, los libretistas de RCTV ripostaron a la noche siguiente con uno de Luis Salazar y su esposa: Hilda Vera Fortique, hermana del precursor. (Como en la vida real estos últimos eran consortes, su beso fue más largo y convincente; todo un escándalo protestado por el Arzobispado de Caracas. El me-too de RCTV no ganaba en premura, pero lo había hecho en verismo).

Uno de los programas estrella de RCR, y uno de mis favoritos, era El Torneo del Saber, una producción de ARS Publicidad (Permítanos pensar por Ud.), agencia fundada por Carlos Eduardo Frías en sociedad con Arturo Úslar Pietri. El público enviaba preguntas a un cuarteto infalible, compuesto por nada menos que Úslar Pietri, Alejo Carpentier, Miguel Acosta Saignes y Franklin Whaite, encargado de fildear las cuestiones de deporte. (A veces sustituido por Abelardo Raidi; en ocasiones, José Antonio Calcaño hacía la segunda a alguno de los humanistas). Era muy difícil ponchar a esta poderosa batería, pero si ésta no podía contestar alguna pregunta, el remitente recibía por correo certificado la cantidad de cien bolívares. Usualmente, debía conformarse con veinte, pues era raro que la pregunta más difícil no fuera contestada de inmediato. El Torneo del Saber, transplante de la radio, fue el primer programa de concursos de la televisión en Venezuela, y su tema musical era el primero de La gazza ladra, obertura de Gioacchino Rossini (1792-1868). Es el que oímos en la venerable versión de Arturo Toscanini y su Orquesta de la NBC poco antes de los 12 segundos del comienzo, justamente después de los redobles iniciales.

La gazza ladra

La cátedra en las ondas de Hertz

Úslar Pietri fue siempre hombre de medios, especialmente de televisión, y Valores Humanos fue desde RCTV una cátedra invalorable de cultura general. El 17 de mayo de 1996, con ocasión de sus noventa años, se publicaba en mi revista referéndum el artículo Noventa años de luz: «Uno era niño cuando ya aprendía de él porque, habiendo sido siempre de la modernidad, Arturo Úslar Pietri estuvo en nuestra primera televisión y así llegó a ser el maestro cimero de una muchedumbre de amigos invisibles. Su inconfundible hablar, sus palabras favoritas, su abundante discurso nos fascinaban, nos paralizaban ante la pantalla porque podía saborearse cada dato, cada certero juicio, cada regalo de luz. ¿Quién entre nosotros, los invisibles, puede decir que no aprendió de él? (…) Úslar es Venezuela, y como eso es así es buena Venezuela. Porque un país en el que nace Úslar, en el que vive Úslar, al que regresa Úslar, en el que se queda Úslar prefiriéndolo entre todos los que le ofrecerían patria de inmediato, no puede ser un mal país. Es un país bueno, y que siempre ha sido su oficio. Es por esto entonces, visible Maestro, que somos mejores, porque Usted se ha ocupado de nosotros». El tema de la primera temporada de Valores Humanos era el de la coda de recapitulación del último movimiento de la Quinta Sinfonía de Tchaikovsky, pero luego fue sustituido por el comienzo de Primavera, el primero de los concerti grossi que conocemos como Las cuatro estaciones, de Antonio Vivaldi (1678-1741). Aquí está la refrescante música por Ettore Stratta y la Orquesta de Cámara Barroca.

< Primavera

El fiscal científico

No estoy del todo seguro, pero pudiera haber sido Rafael Sylva quien escogiera la Marcha de El amor de las tres naranjas, de Sergei Prokofiev (1891-1953), para musicalizar la presentación de un apasionante programa que RCTV transmitía, a fines de los cincuenta, los domingos a las nueve de la noche: El Sr. Fiscal (1954-1955). El anunciante del programa era General Motors, y sobre los acordes del ruso el locutor decía con solemnidad y una pausa para cada marca cuando su emblema aparecía en la pantalla: Chevrolet… Pontiac… Oldsmobile… Buick… Cadillac… Opel… Vauxhall… y camiones GMC… presentan, el Señor Fiscal. Entonces comenzaba el típico programa de tribunales estadounidense, sólo que en este caso no se seguía la línea tradicional del héroe defensor—por ejemplo, Perry Mason—, sino que su protagonista era un acusador fiscal de distrito llamado Paul Garrett, Mr. District Attorney. (David Brian era el actor). George Szell dirige a la Orquesta de Cleveland.

Marcha

¿El de la patria?

La buena música no siempre musicalizaba programas; la industria de la publicidad tiende a emplear gente de cultura para sus departamentos creativos, y por tal razón la música clásica emerge en la propaganda de productos específicos, aquí y en todo el mundo. (Por ejemplo, Sous le dôme épais, o Dueto de la flor, de la ópera Lakmé de Léo Delibes, usado por British Airways en una larga serie de anuncios en TV). Dos ejemplos vienen de inmediato a mi memoria: los relojes Rolex y la salsa de tomate Heinz. Varias décadas atrás, Rolex se anunciaba en nuestra televisión con la fanfarria de apertura de Así hablaba zaratustra, poema sinfónico de Richard Strauss (1864-1949), la misma que usara Stanley Kubrick en 2001: Odisea del espacio. La rica ketchup, en cambio, tardaba una eternidad en salir silenciosamente de una botella puesta boca abajo, y al emerger por fin la viscosa pasta, sonaba triunfalmente el tema ceremonial de la primera de las marchas de Pompa y circunstancia de Edward Elgar (1857-1934). Georg Solti se encarga ahora de ambos temas, de Strauss al dirigir la Orquesta Sinfónica de Chicago y de Elgar con la Sinfónica de Londres. (La fanfarria abre y se sostiene con un pedal de órgano sobre el Do audible de más baja frecuencia, a 32 Hz; el tema usado para Heinz es el de la recapitulación, a los 5 minutos y 4 segundos de la grabación colocada acá).

Fanfarria

Pompa y circunstancia

La televisión, pues, y sobre todo la radio, me enseñaron buena música, formaron mi gusto. Por RCTV no podía dejar de ver la emisión semanal del Concierto Firestone, del que recuerdo maravillarme con la perfección instrumental del Vals de las flores y la hermosura de El Cisne, la pièce de résistance del Carnaval de los animales de Saint-Saëns. Mi relación con la radio es mágica, e incluye episodios de sincronicidad jungiana. Viniendo una mañana de Montalbán hacia Las Delicias de Sabana Grande, decidí repentinamente estacionarme en la Avenida Páez de El Paraíso para completar la audición de una música cuyo nombre no poseía; la había oído antes y apreciaba la nobleza de su tema principal, pero no sabía cómo se llamaba. Al terminar la obra, el locutor de Radio Nacional de Venezuela me informó que acababa de escuchar la Segunda Sinfonía de Jan Sibelius. (Abajo su majestuoso último movimiento por la Orquesta Sinfónica de Boston, dirigida por Colin Davis). ¡Ya era rico! Entonces me percaté de que había detenido el automóvil justo enfrente de Radio Caracas. Una hora más tarde supe también que ese mismo día de 1966 concluía Oscar Álvarez de Lemos su larga relación laboral con las Empresas 1BC para dedicarse a fundar Audio Especialistas, la firma de equipos de sonido que había sido el sueño de toda una vida. Allí pude comprar, gracias a un legado de mi madrina de bautizo, un equipo con el que oiría mejor a Sibelius; creo que fue la primera venta de su compañía. (Una noche de mediados de 1972, embriagado por un nuevo amor, subía a jugar bolas criollas en casa de los Plaza-Ayala en Club de Campo con Javier Ayala Buroz, en época del campeonato mundial de ajedrez que Bobby Fischer ganó a Boris Spassky en Reikiavik; es decir, entre julio y septiembre. Teníamos puesta en el carro la Radio Nacional de Venezuela, y entonces le pedí que se callara. De nuevo, era una hermosa melodía que mi abuela materna tocaba al piano y me encantaba, pero no sabía qué era. Esa noche supe que se trataba de Mon coeur s’ouvre a ta voix, la bellísima aria para soprano de la ópera Sansón y Dalila de, una vez más, Camille Saint-Saëns. (La mejor versión que conozco, puesta abajo, es por la insuperable María Callas). De nuevo, me había enriquecido súbitamente gracias a la radio).

Allegro moderato

Mon coeur s’ouvre a ta voix

La partitura de Rimsky-Korsakoff

Ahora enfrento dos lagunas, pues no recuerdo los programas cuyos temas pondré a continuación. Mejor dicho, recuerdo uno de ellos pero no su nombre. Del otro evoco sólo que era una telenovela de RCTV, que mi madre veía, con musicalización de la Variación 18 de la Rapsodia sobre un tema de Paganini, de Sergei Rachmaninov (1873-1943). Aquí pongo el hermoso fragmento por Philippe Entremont al piano y la Orquesta de Filadelfia dirigida por Eugene Ormandy. La misma orquesta y el mismo director interpretan después la Procesión de los nobles, de la ópera-ballet Mlada, compuesta por Nikolai Andreievich Rimsky-Korsakoff (1844-1908). Esto era el tema de un programa matutino de música clásica que difundía la Emisora Cultural de Caracas (FM 97,7); quien había escogido la pieza y alimentaba las emisiones con su prodigiosa discoteca era el ingeniero Humberto Peñaloza, valor de la civilidad venezolana que había fundado, con gente como Gonzalo Plaza, la primera emisora del país en frecuencia modulada. (Sus estudios e instalaciones técnicas están también al borde sur del Colegio de La Salle en La Colina de Los Caobos). La pieza de Rimsky es un toque de alegre alerta, pero he olvidado el nombre del programa y Google no ha podido ayudarme.

Variación 18

Procesión de los nobles

El mejor programa sabatino

Pero la radio de hoy en día es otra cosa; ahora pone la hipermoderna Radio Caracas Radio, los sábados a mediodía, un programa buenísimo. Se trata de Dr. Político, y como consiste en una aproximación médica a la Política, su tema musical es tranquilizante, propio para la sanación de una psiquis ciudadana atribulada por sobresaltos y alarmas frecuentes. Este tema no es otro que Baïlèro, el más hermoso de los números de Chants d’Auvergne, la maravillosa recopilación hecha por Joseph Canteloube (1879-1957) de estos cantos provenzales. (Baïlèro es canto de los pastores del Alto Auvergne). Lo canta como nadie la gran soprano estadounidense Renée Fleming (The Beautiful Voice). El programa tomó, sin embargo, sólo material de su introducción instrumental, y la música que se escucha en Dr. Político en RCR es un fragmento que arranca a los 36 segundos del inicio de lo que aquí coloco. Creo que Ud. convendrá en que es una melodía apaciguadora.

Baïlèro

Gracias, Marconi; gracias, Zworykin. A Uds. debo la música. LEA

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*Oscar Álvarez Sylva me ha recordado esto: «Cuando empezó RCTV, el canal asignado fue el canal 7; luego de un tiempo, fue cambiado por solicitud de RCTV al canal 2, un canal en una frecuencia más baja y de mejor propagación en la complicada geografía de Caracas. Finalmente, los canales fueron 2-3-7 y 10 para cubrir el territorio nacional». Esto es la verdad; Televisa-Venevisión asumió los canales 4, 9  y 11. Vale.

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Fanfarria y ceremonia

La unción de la reina Alejandra en la coronación de Eduardo VII – Laurits Regner Tuxen (1903)

Las celebraciones pomposas siempre han sido acompañadas de música apropiada a la circunstancia. De allí, por caso, el nombre de las cinco marchas ceremoniales compuestas por Edward Elgar (1857-1934): justamente, Pompa y Circunstancia. La #1 es la más popular de todas; a su elegante tema se la ha puesto letra, y los ingleses saben cantarla como el himno Land of hope and glory. (Ver en este blog el final de Voces en multitud, para un video de su ejecución desde el Royal Albert Hall y el canto simultáneo de un gentío en Hyde Park). Ha sido usada hasta la saciedad para sugerir musicalmente poder o éxito, como en una cuña de la televisión venezolana de la salsa de tomate Heinz, famosa por la deseable viscosidad que hace lenta su salida del frasco. He aquí la marcha #4 en Sol mayor de Elgar, a cargo de la Orquesta Filarmónica de Londres dirigida por el gran director húngaro Sir Georg Solti (1912-1997).

Elgar

Parte de Trompeta I – Fanfarria de La Péri (clic amplía)

Pero bastan unos pocos compases para sugerir solemnidad o importancia al sonido de una breve fanfarria (DRAE: 1.f. Conjunto musical ruidoso, principalmente a base de instrumentos de metal. 2. f. Música interpretada por esos instrumentos). Un ejemplo elocuente es proporcionado por la Fanfare pour précéder La Péri, del compositor francés Paul Dukas (1865-1935), conocido del público general por su familiar El aprendiz de brujo, que el dibujo animado de Walt Disney (1901-1966) inmortalizara en Fantasía (1940). La Péri, o La flor de la inmortalidad es un ballet que Dukas compuso en 1912. La fanfarria de Dukas requiere el concurso de tres trompetas, cuatro trompas, tres trombones y una tuba.

Dukas

Otras fanfarrias despliegan más poder, y la más poderosa de todas es la que abre el poema sinfónico Así hablaba Zaratustra (Also sprach Zarathustra) de Richard Strauss (1864-1949), inspirado en la obra del mismo nombre por Federico Nietzsche (1844-1900). De nuevo, ha sido usada muchas veces; la recordamos en la apertura de 2001: Odisea del espacio, la gran película de Stanley Kubrick (1928-1999) sobre guión convertido posteriormente a novela de Arthur C. Clarke (1917-2008), pero también, nuevamente, en cuñas para televisión de los relojes marca Rolex. Otra vez Georg Solti dirige, en este caso la Orquesta Sinfónica de Chicago, en la sobrecogedora fanfarria. La nota fundamental de la pieza es un Do a 32 hercios, prácticamente en el límite del oído humano para frecuencias graves, tocada en el pedal de un gran órgano de tubos.

Strauss

Esta clase de música, pues, está diseñada para acompañar los actos de solemnidad, que cumplen función propagandística en busca de la exaltación de personajes poderosos. Antes estaba asociada a personajes de la realeza en sus distintas ceremonias, pero aun en países de gobierno republicano se las emplea para realzar a sus mandatarios. O ¿qué es, si no, la ejecución del Himno Nacional de Venezuela en honores al Presidente de la República? No otra cosa que la exaltación de ese funcionario como si estuviera por encima de los mortales ordinarios. Por fortuna, Aaron Copland (1900-1990) tuvo la ocurrencia de componer su Fanfarria para el hombre común, una celebración democrática del ciudadano de a pie. (Puede escuchársela en este blog por la Orquesta Sinfónica de Detroit bajo la batuta de Antal Doráti (1903-1988) en Música política y también por la Orquesta de Filadelfia que dirigía Eugene Ormandy (1899-1985) en Más música política. (Como Solti, Doráti y Ormandy eran húngaros. Algo sabrán de música en Hungría).

Así como Elgar, otro compositor inglés, William Walton (1902-1983), compuso marchas ceremoniales. Suya es la Marcha de la coronación Crown Imperial, compuesta en 1937 para la coronación de Jorge VI de Inglaterra (1895-1952), el rey tartamudo—representado por Colin Firth (1960), Oscar a la mejor actuación de 2010—, que era el padre de la actual reina Isabel II (1926). Aquí es interpretada por la Orquesta Sinfónica de Londres dirigida por Sir John Barbirolli (1899-1970).

Walton

No hay duda de que los temas, usualmente épicos, que Richard Wagner (1813-1883) escogía para sus óperas se prestan para la composición de música solemne. Tampoco dudamos que esta propensión a la grandiosidad se expresa elocuentemente en la Obertura de Los Maestros Cantores de Nuremberg. Quizás haya sido esa pieza ejecutada como nadie por los músicos de la Orquesta Filarmónica de Berlín, cuando eran dirigidos por el célebre Herbert von Karajan (1908-1989), austríaco de ascendencia macedonia. Es la versión que ahora podemos escuchar una de las muchas veces que tocaron la hermosa y noble pieza.

Wagner

 

Coronación de Nicolás II Romanov – Laurits Tuxen (1898)

Mucha música ceremonial y solemne fue compuesta por los rusos. Modesto Moussorgsky (1839-1881) produjo un ejemplo típico en su Introducción y polonesa a la ópera Boris Godunov, que nunca contó con la aprobación de la familia imperial. Vladimir Stasov (1824-1906) escribió a Nikolai Andreievitch Rimsky-Korsakov (1844-1908) una carta en 1888 en la que refiere cómo el zar Alejandro III (1845-1894), a quien se había presentado una lista de óperas a ser escenificadas en el invierno, tachó con su mano imperial la ópera de Moussorgsky, que había sido estrenada en 1874 en el Teatro Mariinsky de San Petersburgo. No era para menos; entre las escenas de la obra estaba una en la que un policía zarista arremetía a rolazos contra gente de la plebe. Claudio Abbado (1933) dirige a la Filarmónica de Berlín.

Moussorgsky

Eugene Ormandy y sus músicos de Filadelfia nos ofrecen ahora la ejecución de dos piezas de similar carácter en tempo diferente: de Mikhail Ippolitov-Ivanov (1859-1935) la Procesión de los Sardar de sus Esbozos caucásicos, y de Rimsky-Korsakov la Procesión de los nobles de la ópera Mlada.

Ippolitov-Ivanov

Rimsky-Korsakov

Ya en el siglo XX, Sergei Prokofiev (1891-1953) compuso música de pompa, aunque en el primer ejemplo que se pone acá se trate de una sátira: su ópera El amor de las tres naranjas, de la que escucharemos su Marcha. Radio Caracas Televisión la empleó para musicalizar a fines de los cincuenta la presentación, los domingos por la noche, de su serie El Sr. Fiscal (District Attorney); esta música sonaba mientras la voz engolada de un locutor enumeraba con marcadas pausas las marcas de General Motors, el patrocinante del programa: «¡Chevrolet… Pontiac… Oldsmobile… Buick… Cadillac… Opel… Vauxhall… y camiones GMC… presentan El Sr. Fiscal!» Por otro lado, la música que reconoce la nobleza de dos familias veronesas shakespeareanas, los Montescos y Capuletos, es uno de los números más conocidos de un ballet de Prokofiev: Romeo y Julieta. Leonard Bernstein con la Orquesta Filarmónica de Nueva York y Riccardo Muti con la de Filadelfia, ejecutan estas piezas en sucesión.

Prokofiev (1)

Prokofiev (2)

Premios Oscar para Bergman y Brynner

Propongo que nos quedemos, para finalizar, a mitad de camino entre Rusia y Occidente. Alfred Newman (1901-1970) compuso mucha música para el cine, incluyendo la energizante Fanfarria de la 20th Century Fox. Es justamente ella la que suena antes de que, inmediatamente, surja el tema de la película Anastasia (Ingrid Bergman, Helen Hayes y Yul Brynner en 1956), también de su composición, en los instrumentos de la Orquesta Sinfónica Nacional de Washington que él mismo dirige. La historia de la archiduquesa rusa, presuntamente salvada por milagro de la masacre en Ekaterimburgo (1918) que acabó con la dinastía Romanov, fue retomada por los Estudios Fox de Animación, los que confiaron a David Newman (1954), hijo de Alfred, la música de su primer filme animado.

Newman

Como podemos ver, hasta los impostores han merecido música que celebra su pretendida nobleza. LEA

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Voces en multitud

Vicente Emilio Sojo dirige aguinaldos del Orfeón Lamas en Sta. Teresa. Evencio Castellanos al órgano.

 

Los carnavales de 1928 en Caracas vieron nacer un movimiento político y un movimiento cultural. Del primero, naturalmente, se habla más; de él surgieron con el tiempo los partidos políticos del siglo XX venezolano. Pero por esos mismos días nació lo que conoceríamos y apreciaríamos luego como el Orfeón Lamas. Vicente Emilio Sojo, los hermanos Emilio y José Antonio Calcaño, su primo Miguel Ángel Calcaño—dueño de un oído absoluto—, Juan Bautista Plaza y William Werner recorrieron calles caraqueñas en comparsa, disfrazados a la usanza ucraniana, y cantaron en ellas para sorpresa y goce de los transeúntes. El año anterior, un grupo vocal ucraniano había cantado en el Teatro Municipal de Caracas y de esta presentación concibieron la idea de cantar juntos. Luego decidieron honrar la memoria de José Ángel Lamas (1775-1814), el compositor de la pieza venezolana clásica de nuestra Semana Santa: Popule meus. He aquí su comienzo en rendición del ensemble coral y orquesta de la Camerata Barroca de Caracas, bajo la dirección de Isabel Palacios.

Popule meus

El padre Sojo

Probablemente fue mejor compositor que Lamas la estrella de la Escuela de Chacao, Juan Manuel Olivares. El padre Sojo—Pedro Palacios y Sojo, tío abuelo de Simón Bolívar—, estableció la primera escuela de música en Venezuela y llamó a Olivares, ya sabio en composición, para codirigirla con él. El Orfeón Lamas es acompañado por la Orquesta Sinfónica Venezuela mientras los conduce el gigantesco Vicente Emilio Sojo, fundador de ambas agrupaciones y también de Acción Democrática (música y política), en el hermosísimo Stabat Mater de Olivares.

Stabat Mater

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La felicidad coral

El canto de varias voces reunidas en coro, coral, orfeón—voz que viene de Orfeo, el dios griego que era músico y protector del teatro—es una de las invenciones humanas más satisfactorias. Es estupendo oír una agrupación profesional, pero asimismo es muy remunerador participar en una que se forme con aficionados. Me consta porque fui, con mi limitado y nada pulido registro de barítono, miembro de una coral que dirigía Eduardo Plaza Aurrecoechea (sobrino de Juan Bautista e hijo de Eduardo Plaza Alfonzo, también compositor); cantar con otros, puedo certificar, es una incomparable fuente de alegría.

Por otra parte, la cantidad de obras para coro es enorme, sobre todo si se agrega las piezas provenientes del inagotable folclor de los pueblos de la Tierra. Seguramente los fundadores de lo que sería el Orfeón Lamas cantaron en aquel carnaval las Campanas de Ucrania—Eduardo la dirigía estupendamente—, la hermosa pieza de Nikola Leontovich que suena a continuación aunque no, por supuesto, por los revoltosos músicos de la Generación del 28, sino por el fino coro de los Niños Cantores de Viena.

Campanas de Ucrania

Con la última pieza, obviamente, me he salido del luto de la Semana Santa buscando regocijo. Antes de seguir con el jolgorio, pues, retornemos a la pasión y a la muerte con grandes números corales, todos del rito cristiano. Primeramente, una pieza que no es propiamente cuaresmal, aunque sí de tono lóbrego a pesar de su tema: el Ave María de Sergei Rachmaninoff, cantada a cappella por el Coro del Nuevo Colegio de Oxford.

Ave María

Ecce Homo – Antonello da Messina (1473)

Luego, entremos de lleno en el tema de estos días con el coral O Haupt voll Blut und Wunden (Oh, Sagrada Cabeza herida) de la Pasión según San Mateo, obra cumbre de Juan Sebastián Bach. Lo interpretan el Coro y la Orquesta Barroca de la Sociedad Bach de Holanda que dirige Ton Koopman.

O Haupt voll Blut und Wunden

La sobrecogedora majestad de lo que acabamos de oír sólo puede ser seguida por música de un compositor de calidad equivalente: Wolfgang Amadeus Mozart. Su última obra—KV 626—fue su Requiem; una leyenda sostiene que lo compuso al presentir su muerte. De esta grandiosa pieza, oigamos el vigoroso Kyrie y Rex tremendæ. Karl Bohm dirige la Orquesta Filarmónica de Viena y su coro.

Kyrie

Rex tremendæ

Fue Eduardo Plaza Aurrecoechea quien me hizo conocer el Requiem en Re menor, op. 48 de Gabriel Fauré. Es un concepto enteramente distinto del convencional; en el último de sus números, In paradisum, son las almas que comparten la gloria divina quienes cantan en el cielo, y por tanto la obra de Fauré no concluye con tristeza. Aquí cantan ese final gozoso los miembros del Coro del Colegio del Rey de Cambridge.

In paradisum

Pero salgamos definitivamente del luto con una pieza para coro y orquesta que todos conocemos: el vibrante Aleluya del oratorio El Mesías, de Georg Friedrich Händel. Colin Davis está a cargo del Coro y Orquesta de la Sinfónica de Londres.

Aleluya

La versión londinense de Muti

Es muy distinta deidad la aludida en O Fortuna, el número que abre la mágica cantata escénica Carmina Burana, de Carl Orff. Hay numerosas grabaciones de la obra, pero una particularmente vigorosa es la interpretación de Riccardo Muti al frente de la Orquesta Filarmonia y su coro.

O Fortuna

Sergei Prokofiev hizo la música para la película de un tocayo suyo, Sergei Einsenstein, sobre el héroe épico ruso Alexander Nevsky. Lo que sigue es la Canción de Alexander Nevsky, en versión de la Orquesta y Coro de la Sinfónica de Londres con André Previn a la batuta.

Canción de Alexander Nevsky

Si Nevsky y sus jinetes pudieron salvar a Rusia de una invasión de caballeros teutones, Finlandia ha tenido que defenderse muchas veces de los rusos. El poema sinfónico de Jan Sibelius con el nombre de su país fue compuesto como protesta a la creciente censura de prensa que imponía, a fines del siglo XIX, el Imperio Ruso. Contiene como sección final lo que él llamara Himno Finlandia, que aunque no es el himno oficial de los finlandeses es, sin duda, una de sus más importantes piezas patrióticas. Acá se reproduce justamente esa sección final en las voces del Coro del Tabernáculo Mormón, en compañía de la Orquesta de Filadelfia y la conducción de Eugene Ormandy.

Finlandia

Y para remachar la tesis de que es sabrosísimo cantar en multitud, cierra esta entrada coral con la #1 de las marchas ceremoniales Pompa y Circunstancia, de Edward Elgar. Es tradicional que la temporada de los conciertos Promenade, que tienen lugar en el Royal Albert Hall de Londres, concluya con esta enérgica y elegante pieza. El público se une con alegre entusiasmo al coro y a la orquesta para palmear y cantar, como buenos imperialistas, Land of Hope and Glory, Mother of the Free, / 
How shall we extol thee, who are born of thee?
 / Wider still and wider shall thy bounds be set;
 / God, who made thee mighty, make thee mightier yet.
 / God, who made thee mighty, make thee mightier yet. El video que sigue es de la clausura del año pasado, cuando la ejecución fue transmitida a varios parques en Inglaterra, donde miles se unieron al coro. Acá se ve la ejecución por los Cantores, el Coro y Orquesta de la Sinfónica de la BBC, dirigidos por Edward Gardner, y la multitudinaria escena en Hyde Park.

 

A te la buona Pasqua. LEA

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