En vísperas del juicio final

Mohammad Modabber: El Día del Juicio Final (1897)

De nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.

Credo de Nicea-Constantinopla

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Los venezolanos tenemos fecha para el Juicio Final: el 7 de octubre. Ese día estará determinado el campeón de las elecciones presidenciales y el subcampeón—como la república de Evita y Cristina en la Guerra de las Malvinas—, pero también ascenderán al cielo unas encuestadoras y otras deberán dedicarse al llanto y el crujir de dientes en las tinieblas. Si algo ha sido característico del actual proceso electoral próximo a concluir, es la fiereza con la que se ha esgrimido la denigración más amarga contra las encuestadoras que no den números convenientes a los atacantes.

El fenómeno no es de exclusividad nacional; en los Estados Unidos se ha dado exactamente el mismo prodigio. Ayer escribía James Poniewozik para la web de TIME Magazine:

El concepto/teoría de la conspiración de que las encuestas electorales están «sesgadas» hacia un sobremuestreo de votantes demócratas—lo que significa que darían fuertes resultados falsos a favor de Obama—ha alcanzado, a través de los medios sociales y el Reporte Drudge, el status pleno de meme* en Internet. (Vaya a Twitter después de la publicación de cualquier encuesta importante, busque «encuesta Obama» o «encuesta Romney» y vea cómo su pantalla se llena con el rezongar de molestos estadígrafos aficionados acerca del muestreo «D + 9»). Y ahora los conspiracionistas del sondeo tienen su propio sitio web, UnSkewedPolls.com, que esencialmente toma las encuestas existentes y cambia los números de forma que Mitt Romney aparezca ganando. (…) Ciertamente, las encuestas pueden equivocarse. Pueden equivocarse en masa. (…) Pueden concebiblemente, incluso, equivocarse en masa en la misma dirección. (…)

Pero considérese lo que el meme «las encuestas están sesgadas» quiere hacernos creer. Que docenas de encuestadoras nacionales y locales están torciendo deliberadamente sus resultados para encontrar una proporción mayor de votantes demócratas que la que hay. (…) Y/o: que los votantes mismos—¿por culpa, corrección política o presión de sus pares?—se identifican como demócratas en mayor cantidad que la real. (…) Que firmas encuestadoras independientes, instituciones educativas, medios locales, medios nacionales… ¡están pujando para dar a Obama un segundo período! Más aún, que están reportando a conciencia resultados erróneos que no sólo pueden ser sino que, por definición, serán refutados por los votos reales. Los medios que confían en las encuestas por credibilidad, los encuestadores que apuestan a su precisión la propia existencia de su negocio, están dispuestos a reventarlo todo en unas pocas semanas sólo para dar a Obama cuatro años más. (…)

Supóngase que por acaso los resultados de esas encuestas «sesgadas» sean validados el día de la elección. ¿Cómo sabemos que el sesgo no influyó el resultado? ¿Que un redoble de tambores de encuestas positivas para Obama no lavó el cerebro de votantes que se unieron al tren, no secó las donaciones de campaña o deprimió la asistencia de republicanos a las urnas? (…)

Es por esto que esa clase de pensamiento es tan popular, por qué se disemina tan fácilmente y por qué, aparentemente, nadie en los EEUU volverá a creer que perdió en buena lid una cerrada elección importante. Esta clase de acusación de sesgo no es sólo una deliberada creencia simple; es un marco mental totalizante, ante el que cualquier prueba en contrario puede ser retorcida y convertida en una prueba de que la conspiración existe.

*meme. an element of a culture or system of behavior that may be considered to be passed from one individual to another by nongenetic means, esp. imitation.
• an image, video, phrase, etc. that is passed electronically from one Internet user to another.

(Oxford American Dictionaries).

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Intención de voto entre el 10 y el 22 de septiembre (clic amplía)

En la mañana de hoy, 26 de septiembre, Hinterlaces hizo la presentación de su más reciente Monitor-País, el reporte final sobre las elecciones presidenciales de 2012. (Descargue el MONITOR PAIS – SEPTIEMBRE 2012) Como acostumbra, convocó a rueda de prensa a las 10 a. m. en el hotel Marriott de El Rosal. Oscar Schemel fue el vocero habitual de su empresa y sus mediciones y, antes de presentarlas, destacó que Hinterlaces ha sido la más atacada y calumniada encuestadora en este «difícil proceso» de 2012. (También declaró que su firma no se dejaría intimidar por presiones de ninguno de los bandos enfrentados en la campaña electoral).

Escenario I de Hinterlaces

Hinterlaces recogió los datos integrados entre el 10 y el 22 de septiembre; su cierre, por tanto, se produjo hace cuatro días. En la presentación, Schemel dio detalles de la estratificación de la muestra según una media docena de criterios que la hacen extraordinariamente representativa de la población de electores. Desde la medición anterior, la brecha a favor de Hugo Chávez se redujo dos puntos, para situarse en 16 puntos de ventaja. (Chávez 50%, Capriles 34%). Ayer publicó Noticias 24 una nota con presunta cita de Schemel: “A día de hoy, la primera opción la tiene el presidente Chávez. Ese es nuestro escenario más probable. El escenario menos probable es el triunfo de Capriles y por brecha mínima”. No ha sido posible encontrar en la web de Reuters el trabajo supuestamente traducido por Noticias 24; en todo caso, el propio Schemel desmintió, sin aludir a la cita falsa, la noción de que Hinterlaces considere un escenario con Capriles como ganador. En la sesión de hoy, presentó dos escenarios: uno en el que Chávez gana por una ventaja de 14 a 16 puntos; otro en el que la brecha a su favor sería de 9 a 12 puntos.

Escenario II de Hinterlaces

Una vez concluida la presentación—precedida por video de Globovisón en el que Kico Bautista lo felicitaba por su precisión predictiva sobre las elecciones parlamentarias de 2010—, Schemel se permitió expresar deseos por una Venezuela reconstituida, en la que el diálogo gobierno-oposición se hiciera posible. Aun en el caso de 16 puntos a favor de Chávez, dijo, el desempeño opositor sería bastante mejor que el del pasado, y esto sería una realidad que el gobierno no debiera desconocer. («Todos ganaremos en esta elección»). La oposición, opinó, deberá aprender que hay una nueva cultura política nacional; el gobierno que su modelo muestra signos de agotamiento e ineficiencia y que es preciso abrir espacios para el intercambio repetuoso de las ideas. En cuanto terminó de hablar, dije en voz alta: «¡Schemel Presidente!» y no me quedé a escuchar las preguntas de los asistentes, que sonreían.

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Intención de voto según Consultores 21

Ya se conoce, por otra parte, el polo opuesto. Consultores 21 ha distribuido las láminas de su Estudio de Opinión Pública Nacional—descárguelas aquí: Consultores21-septiembre 2012correspondiente al lapso que va del 7 al 18 de septiembre. Esta prestigiosa encuestadora—de alguna manera ligada al comando de campaña de Capriles—se aventura a reportar una ventaja de menos de 1% (0,8%; 46,5% Capriles-45,7% Chávez) a favor del candidato de la Mesa de la Unidad Democrática cuando hace lo que llama «pregunta tradicional de intención de voto». Luego da cuenta del ejercicio de «simulación de voto secreto», con el que obtiene 2,4 puntos más a favor de Capriles, mientras la votación por Chávez permanece idéntica.

Simulación del voto

Consultores 21, pues, nos ha hecho el favor de medir el famoso «voto oculto»—el porcentaje de encuestados que por miedo no indicarían su preferencia por Capriles—en 2,4%. (Debe ser por eso que otros estudios han venido arrojando una brecha de dos dígitos. Si, por ejemplo, se le quita a Hinterlaces 2,4% de la intención de voto por Chávez, la brecha se reduciría a sólo 13,6%). El ejercicio mencionado instruye a cada entrevistado: «Voy a entregarle este tarjetón que es parecido a la (sic) que usará en las elecciones presidenciales del siete de octubre. Voy a dejarlo solo para que usted marque, sin que yo lo vea, por cuál tarjeta votaría usted si fuera a votar en las elecciones presidenciales. Luego de marcar con el bolígrafo, doble el tarjetón y métalo en esta bolsa donde hay otros tarjetones». Impresionante. Dramático. Con este ingenioso método, Capriles pasa a tener 3,2% de ventaja sobre Chávez. No está mal para un esfuerzo que requirió la simulación a 1.500 ciudadanos.

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Medición final de Varianzas

Es casi una imagen especular de Consultores 21 la que refleja el estudio de Varianzas (2.000 entrevistas) que lleva fecha del 7 al 20 de septiembre. (Descárguelo acá: varianzasult). Esta encuestadora mide una ventaja también muy estrecha; únicamente dos puntos, sólo que a favor de Chávez.

Por su parte, Datanálisis ha mostrado—por boca de Luis Vicente León—una ventaja de 10 puntos a favor de Chávez, según medición realizada entre el 25 de agosto y el 5 de septiembre (encuesta a 1.600 personas). León reportó una intención de voto de 49,4% por Chávez y 39,4% por Capriles, y destacó que el candidato de la loyal opposition ha recortado en diez puntos la diferencia entre mayo y septiembre (150 días). Tendría que completar lo mismo en 32 días (desde el 5 de este mes) para empatar. León remató descartando, según El Universal ayer, «que estos resultados puedan ser definitorios para las elecciones que están pautadas para el 7 de octubre debido a que aun está en desarrollo la campaña y ‘pueden ocurrir cambios’, pero reconoció que por primera vez Chávez, tras casi 14 años en el gobierno, enfrentará a un fuerte rival debido a que es el que más se le ha acercado en las encuestas».

Hay otros reportes, por supuesto, que no serán tomados aquí en consideración. (Gis XXI, Consultores 30.11, Predicmática, la extraña encuestadora ICS…) Tomadas en cuenta solamente las encuestadoras mencionadas hasta ahora, éste es el cuadro resumen de la brecha medida:

Resumen de la diferencia entre candidaturas

El 7 de octubre se sabrá si Luis Christiansen, Rafael Delgado Osuna, Luis Vicente León y Oscar Schemel bajarán al infierno o subirán al cielo. LEA

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Glosa aureliana

Afuera se piensa mejor

 Mi querida niña: ¿cuándo vas a entender que la normalidad no es una virtud? Más bien denota falta de coraje moral.

Alice Hoffman

Practical Magic

…la refutación del discurso presidencial debe venir por superposición. El discurso requerido debe apagar el incendio por asfixia, cubriendo las llamas con una cobija. Su eficacia dependerá de que ocurra a un nivel superior, desde el que sea posible una lectura clínica, desapasionada de las ejecutorias de Chávez, capaz incluso de encontrar en ellas una que otra cosa buena y adquirir de ese modo autoridad moral. Lo que no funcionará es “negarle a Chávez hasta el agua”, como se recomienda en muchos predios. Dicho de otra manera, desde un metalenguaje político es posible referirse al chavismo clínicamente, sin necesidad de asumir una animosidad y una violencia de signo contrario, lo que en todo caso no hace otra cosa que contaminarse de lo peor de sus más radicales exponentes. Es preciso, por tanto, realizar una tarea de educación política del pueblo, una labor de desmontaje argumental del discurso del gobierno, no para regresar a la crisis de insuficiencia política que trajo la anticrisis de ese gobierno, sino para superar a ambos mediante el salto a un paradigma político de mayor evolución.

Retrato hablado

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Hace poco trajo este blog referencia a una noticia contenida en Rayuela, la novela cumbre de Julio Cortázar. Ella nos informa de peceras con tabiques de vidrio transparente, en la que los peces que nadan allí tropiezan una y otra vez con ellos, pues no pueden distinguirlos del agua. Al cabo de una serie de frustraciones, los animales aprenden y dan vuelta antes de chocar. Luego, retirados los tabiques, continúan creyendo que no pueden pasar de un lado al otro: «Llegar hasta un punto en el agua, girar, volverse, sin saber que ya no hay obstáculo, que bastaría seguir avanzando…»

Los humanos pensamos desde cajas de percepción; nuestros marcos mentales nos impiden ver cosas que debieran resultar obvias. La oposición política venezolana funciona dentro de una caja que ha limitado su capacidad de formular estrategias eficaces, y la más esclavizante de todas es, justamente, que ella se piensa como oposición. Para los dirigentes de oposición, y la inmensa mayoría de sus seguidores, no hay otra cosa política distinta de la aborrecida presencia de Hugo Chávez, Presidente de la República «Bolivariana» de Venezuela. La Mesa de la Unidad Democrática es una coalición antichavista; Henry Ramos Allup, con característica franqueza, admitió en marzo del año pasado (en declaraciones al diario Ciudad Ccs) que Acción Democrática no compartía “ni ideales ni visiones” con los restantes partidos de la MUD: “La política suele hacer extraños compañeros de cama. Hoy compartimos propósitos, no ideales ni visiones”, y el propósito fundamental de la central opositora es salir de Chávez cuanto antes. Su clientela política piensa lo mismo, en muchos casos con radicalidad aun mayor. (Ver en este blog Enfermo típico). La película que exhibe la oposición está filmada en blanco y negro; naturalmente, también la que presenta el oficialismo. El simplismo de ambas posturas las hace mutuamente complementarias.

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Aurelio Useche Kislinger aportó a este blog un extenso comentario a El ojo clínico, en el que argumenta con un catálogo de razones, típicas de la caja perceptual opositora, para poner en duda las mediciones de la opinión pública que registran una amplia ventaja de Hugo Chávez sobre Henrique Capriles Radonski (Datanálisis, 15,3 puntos; Datos, 16 puntos; Hinterlaces, 17 puntos; IVAD, 20,3 puntos). Su última línea concluye: «…me vienen dudas de si las encuestas están reflejando la realidad». Para hacer justicia a los argumentos de Useche, he creído conveniente dedicar esta entrada a glosar su comentario, y le avisé de este método en mi contestación provisional. Glosemos, pues, el comentario del Ing. Useche párrafo por párrafo.

Luis Enrique: no comparto tu visión pesimista, tan determinante, sobre un triunfo de Capriles. Sin desmeritar en lo absoluto tus comentarios e interpretaciones, sería muy importante que tus lectores tuvieran la oportunidad de ver las encuestas en su presentación integral. Ello permitiría observar con plenitud la información y cifras que ellas contienen.

La adjudicación de etiquetas calificativas, como «pesimista», es argumentalmente inválida y constituye una de las falacias más elementales. Chávez usa esa técnica con profusión («escuálido», «majunche»). No tengo acceso a las presentaciones integrales de ninguna encuestadora; no soy cliente de ninguna de ellas. Ofrezco en este blog la información que llega a mis manos, y en el mejor de los casos ella se contrae a unas pocas láminas o «resúmenes ejecutivos». Pero tal vez el Ing. Useche no haya leído el archivo de la última presentación en rueda de prensa de Hinterlaces, que puede ser descargado en formato .pdf al pie de El ojo clínico, y se haya limitado a la lectura de este artículo.

He venido observando en algunos de los encuestadores cierto afán de protagonismo por su frecuente presencia en los medios, en los cuales, además de entregar los resultados que, a su criterio, son los más relevantes de sus investigaciones, también emiten juicios de valor que los coloca más en el rol de políticos activos que investigadores de opinión. Y, desde luego, son opiniones, respetables, que constituyen un sesgo en la percepción sobre la opinión pública.

En verdad, no logro encontrar en las intervenciones públicas de algunos encuestadores ningún «juicio de valor». (Corrijo: Datanálisis y Consultores 21, así como Keller, se expresan frecuentemente con sesgo favorable a la oposición). Veo, en cambio, sus interpretaciones de los datos que obtienen, lo que me parece no sólo legítimo, sino útil. En tales intervenciones, seguramente hacen gravitar su conocimiento de primera mano acerca de las «presentaciones integrales» que se echaba en falta en el punto anterior. Y a veces se aventuran a criticar errores de campaña, que los respectivos comandos están en libertad de ignorar. Los encuestadores pueden ser legítimamente «asesores políticos»: Gallup, por ejemplo, se define como compañía consultora basada en investigación de opinión; Pew Research como un think tank; IPSOS tiene una división de «asuntos públicos» capaz de asesorar políticamente; National Opinion Research Center (Universidad de Chicago) lista entre sus capacidades Policy Analysis and Recommendations y algo que llama Technical Assistance, etcétera.

Se ha tratado el caso del chavismo y Chávez, similar al fanatismo religioso. Chávez ha logrado captar a buena parte de la opinión venezolana por su facilidad de expresión, utilizando frases y términos muy parecidos al lenguaje común de la población. Ello sucedió con AD y su principal líder Rómulo Betancourt. AD fue (ya no lo es) el movimiento político de mayor seguimiento en el país. No hay que olvidar al Juan Bimba con su cara feliz, con un bollo de pan en el bolsillo. Ahora tenemos modos más sofisticados: neveras, TV, lavadoras, cocinas, dádivas en dinero, empleo y sueldo sin trabajar. Pero además, un gran temor por la evidente coacción del gobierno. ¿Cuántos de esas camisas rojas van obligados a las manifestaciones de apoyo a Chávez?

Chávez es bastante más que un político con facilidad de expresión y términos del habla popular, en la que usualmente no se consigue referencias a conceptos de Antonio Gramsci o Montesquieu. Ha convertido—Francisco Toro Ugueto dixit—el «discurso salvaje» descrito por José Manuel Briceño Guerrero (El laberinto de los tres minotauros) en un discurso de poder. Chávez «ha adquirido una estatura mundial que, independientemente de su corrección, es superior a la de cualquier candidato emergido o emergente y a la de cualquier otro presidente venezolano de la historia, en verdad segunda sólo tras la de Bolívar». (Tío Conejo como outsider). Gústenos o no, su comparación con Betancourt es muy insuficiente. Y no deja de haber resonancias religiosas en la fanática aceptación de Capriles como otro Arcángel San Miguel, encargado por Jehová mismo para reducir al nuevo Luzbel que es Chávez a la condición de Lucifer, eternamente condenado al llanto y crujir de dientes. Basta una visita al espacio de Twitter para encontrar innumerables caracterizaciones de Capriles en términos muy cercanos a la superstición. (En 2004, la psicóloga Magaly Villalobos encontró parecido a este respecto entre el chavismo santero y las estampitas marianas que Juan Fernández blandía en época del suicida paro petrolero). Los gobiernos anteriores a Chávez usaban la dádiva sistemáticamente: Plan de Emergencia de Wolfgang Larrazábal o Programa Materno-Infantil de Rafael Caldera. En todos los casos era criticable cuando se la empleaba como herramienta de clientelismo político, cosa que Chávez no inventó, aunque ciertamente la ha exacerbado a proporciones tumorales. Si no neveras, las latas de leche y las planchas de zinc fueron instrumentos proverbiales de la política previa a Chávez. Puestos en plan de exigencia cuantitativa—»¿Cuántos de esas camisas rojas van obligados a las manifestaciones de apoyo a Chávez?»—, convendría que el Ing. Useche precisara una cifra para la cantidad de los que reciben «sueldo sin trabajar»; en los gobiernos anteriores a la larga dominación chavista, hablábamos de los «reposeros».

Desde luego, son millones de gentes recibiendo esos beneficios del gobierno, que no pueden expresarse en libertad, cuando en reuniones, encuestas, focus groups, son invitados a dar su opinión. No entro a debatir si los métodos y diseño de muestras son incorrectos o no. Más bien me refiero al ambiente de libertad de opinión restrictiva que existe en el país. Y nadie olvida los efectos negativos de la lista de Tascón. Y a un cierto temor infundado muy calladamente sobre el secreto del voto. Desearía saber cuáles serían los resultados de una encuesta en Cuba o en la URSS, en su tiempo.

¡Ah, una cifra precisa! Millones de gentes. He visto videos de focus groups conducidos por Hinterlaces en los que ciudadanos catalogables en las clases D y E se expresan libremente en apoyo a la propiedad privada. (Dos fueron colocados en el Tragaluz de este blog, y están a la orden de quienes los requieran). La infame Lista de Tascón actúa desde la época del referendo revocatorio (2004), y no por eso las encuestas han medido equivocadamente la intención de voto. El ventajismo y los métodos sucios del oficialismo no son cosa nueva pero, en general, los venezolanos supimos, gracias a las encuestas, quiénes serían triunfadores y quiénes perdedores en los numerosos cotejos electorales celebrados desde esa fecha, incluyendo la derrota del gobierno en 2007. La comparación con Cuba o la URSS es, de nuevo, desproporcionada. El chavoma, por fortuna, es bastante más benigno que el fideloma o el stalinoma.

En estos últimos años, como bien lo expresas en tu libro, han existido errores y omisiones en la actuación de la dirigencia política por errores de percepción; sin embargo, las elecciones primarias me han convencido de que existen cambios muy favorables. Y es que 3,5 millones de venezolanos manifestaron su opinión. Y esta encuesta, con esta muestra, es un indicio invalorable de la opinión pública.

La Mesa de la Unidad Democrática es, indudablemente, un progreso respecto de su señora madre: la Coordinadora Democrática. Hay una distancia considerable en el nivel de competencia de Enrique Mendoza y el de Ramón Guillermo Aveledo, y éste habría sido un mejor candidato de la MUD que Capriles Radonski. Pero las primarias de la MUD no fueron una encuesta; por definición, un evento de esa clase es sesgado, pues convoca a los opositores de Chávez. (La menos cuidadosa de las encuestas procura que su muestra de entrevistados sea representativa de la población general). Tampoco es cierto que votaron en aquéllas 3,5 millones de venezolanos. La asistencia exacta fue de 3.079.284 votantes. El exigente Ing. Useche no debió meter de contrabando la participación de 420.716 electores faltantes. En cuanto a su significación, tal asistencia equivale a 16,79% del registro electoral de enero de 2012 (18.338.913 electores inscritos). En su momento, defendí a Consultores 21—en Dos instantáneas—de una interpretación inexacta de sus datos. Alguien escribió en Twitter: “Consultores 21 calcula que 28% del RE irá a primarias”. La encuestadora tan sólo registró que, en su medición del 5 al 15 de diciembre de 2011, unos 561 entrevistados de una muestra de 2.000 ciudadanos—28,05%—indicaron “alto nivel de seguridad de participación” en las elecciones primarias de la oposición del 12 de febrero. En ningún momento aludió Consultores 21 al registro electoral ni postuló que tal cifra era un pronóstico. Pero si los críticos de algunas encuestadoras fuesen consistentes, ciertamente han debido echar en cara a Consultores 21 este «error» de 67% respecto de la base de votantes efectivos. Por otra parte, la numerosa asistencia a las primarias pudiera haber equivalido a una muy alta proporción de la clientela opositora, y entonces habría que recorrer una distancia de al menos 4.000.000 de votos adicionales para aspirar al triunfo. En cualquier caso, el Ing. Useche pareciera repetir «errores de percepción» de la «dirigencia política» que hace equivaler, como si no hubiera otra, a la de oposición.

He sido un crítico del inicio de la campaña de Capriles, no respondiendo a los ataques desmesurados de Chávez, al llamarlo majunche, o el de Jorge Rodríguez acerca de las náuseas que le generan al escuchar y ver a Capriles. Capriles venía haciendo un papel de bobalicón. Ello por la influencia de los ex chavistas en la MUD, sobre sus temores sobre la conveniencia de atacar a Chávez. Afortunadamente, ha habido un cambio y observo a Capriles con disposición a debatir y refutar a Chávez. Ojalá logre hacerlo con mayor determinación.

Capriles Radonski entendió, como su comando de campaña y quizás toda la dirigencia de la MUD, que era una táctica que le llevaría a la derrota dejar entender que clausuraría las «misiones» del gobierno. Para salir al paso de las dudas, llegó a anunciar una «Ley de Misiones», asunto que de todas formas no tocaría al Presidente de la República sino a la Asamblea Nacional, a menos que el abanderado de la MUD esté previendo ser beneficiario de una de esas leyes habilitantes que son tan criticadas. Así reiteró uno de esos «errores de percepción» que entiende que el considerable apoyo a Chávez se reduce a un interés clientelar. La misma idea se expresó en 2006 con la oferta bandera de Teodoro Petkoff—el «Cesta-Ticket Petrolero»—, reciclada en la tarjeta «Mi Negra» de Manuel Rosales. Arriesgo una conjetura de la que no tengo pruebas: al Ing. Useche no le consta que la idea de Capriles obedezca a la influencia de los ex chavistas en la MUD (Ismael García o Henri Falcón, por ejemplo). Y al expresar un deseo—Insha’Allah—indica a las claras que se ubica en uno de los dos polos de la película en blanco y negro, nítidamente dentro de la caja de oposición. (Para evitar esto, no es en absoluto necesario meterse dentro de la del oficialismo). Además, si Capriles Radonski tuviera la menor capacidad de refutar a Chávez, ¿por qué habría esperado a esta fecha desde que emergiera a la escena política en 1999?

Ha tenido, por lo menos, la intención de denunciar el modelo rentista petrolero, ya agotado en Venezuela. Pero todavía existen muchos venezolanos, pobres, ricos, empleados, profesionales que desean ver a un país con tipo de cambio subsidiado, tasas de interés reguladas por el BCV, crédito del Estado, pero en otras manos. Y es que esos tiempos no volverán. Es necesario que futuros políticos tomen a la economía como centro de su debate, y que procuren hacer riqueza para salir de la pobreza y acabar ese mito de que somos un país rico.

Estoy de acuerdo con el Ing. Useche en la necesidad de dejar atrás el modelo rentista petrolero, que las sucesivas administraciones de Chávez sólo han exacerbado. Sin embargo, me cuesta creer que Capriles, que ha propuesto consagrar las misiones en ley especial, tenga una firme voluntad en este sentido. Y, otra vez, ¿sobre cuál base demoscópica establece el Ing. Useche que «muchos venezolanos»—¿cuántos son? ¿Cuántos pobres, cuántos ricos, cuántos empleados, cuántos profesionales?—sienten el deseo que describe?

Hace unos años atrás, con motivo del referéndum para la reelección de Chávez, una dama que hacía la limpieza en casa decía: “A mí no me gusta Chávez, pero Ud. podrá comprender que él me regaló la nevera, la lavadora, la tv y la cocina”. Ahora, estas elecciones ocurren en un ambiente muy distinto, con mucho más evidencia de la población sobre el fracaso de Chávez, el temor es mayor. El abuso de la opinión pública sobre la gestión de Chávez, y las posibilidades de poner en peligro los ingresos del gobierno, tanto de empleados, contratistas y la coacción desde el gobierno son factores que pesan, indudablemente. En procesos anteriores, hasta 1999, habia más libertades y menos temor.

El radicalismo y el revanchismo son factores que pesan en esta ocasión. Por ello no estoy seguro, me vienen dudas de si las encuestas están reflejando la realidad.

Bueno, una golondrina no hace verano. El recurso anecdótico a la declaración de una empleada doméstica en la casa del Ing. Useche no puede ser generalizado al estatus de ley de la sociología venezolana. No hay modo de inferir a partir de ese único caso que no hay gente que apoye a Chávez por razones distintas. De nuevo, es un acertado señalamiento del clientelismo que evidentemente practica el gobierno, asunto antes cubierto. Pero cabe preguntar al Ing. Useche, que cuestiona a nuestros encuestadores, ¿es que ha hecho él algún estudio de opinión científicamente diseñado que le permita afirmar que ahora «el temor es mayor»? ¿Pudiera ofrecernos él, en «presentación integral», los detalles de su estratificación, nivel de confianza y margen estadístico de error? En este punto, la crítica al gobierno que atinada y legítimamente sustenta es extrapolada, sin decirlo, a la postulación de un mítico voto oculto que pudiera manifestarse el 7 de octubre para dar un triunfo a Capriles. Es hipótesis vieja; en 2004, fue adelantada por Alfredo Keller para augurar un triunfo opositor en el referendo revocatorio de ese año, y su campeón fue Ibsen Martínez, quien ahora escribe artículos de apariencia erudita en los que intenta invalidar, entre alusiones irrelevantes y altaneras de intención ofensiva, los estudios de opinión pública que miden mayor intención de voto por Hugo Chávez, sobre la base de ocasionales y escasos errores pasados. Su lógica, aplicada a sí mismo, lo descalificaría.

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El Ing. Useche ha hecho un favor a los lectores de este blog: el de presentar sugerentemente el catálogo de motivos por los cuales negarse a la aceptación de una realidad simple. La gran mayoría de los registros de opinión en Venezuela, como lo han destacado sin queso que alabar varios medios extranjeros y agencias noticiosas como Associated Press y Reuters, reporta que la candidatura de Chávez Frías lleva una ventaja muy significativa a la candidatura de Capriles Radonski, y sólo faltan 76 días para el 7 de octubre. Si no está esa mayoría unánimemente equivocada, este candidato segundo tendría que sacar de la manga recursos milagrosos para siquiera empatar la votación.

Con argumentos como los del Ing. Useche, se consuelan quienes piensan políticamente dentro de la caja perceptual de los partidos de oposición y sus seguidores. Su esquema retórico es la proyección de un deseo, wishful thinking. Naturalmente, el que se esté en minoría no significa que se esté en el error. Pero algún significado tendrá que IVAD haya contabilizado (5 al 15 de julio) en 18% el voto opositor duro, ante 46,9% del chavismo firme o que, muy similarmente, Hinterlaces también consiga 18% de apoyo al total de los partidos de la MUD, frente a 42% a favor del PSUV.

Quizás sea una explicación de tan marcado y reiterado fracaso el asunto de los tabiques que encierran la percepción y el pensamiento de la oposición. El chavismo es muy pernicioso, pero no por ese mismo hecho convierte en buenos a sus opositores; a ambos hay que dejarlos atrás. LEA

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