Canciones de la paternidad

María Ignacia, Cecilia Ignacia, Eugenia Josefina y Luis Armando

Cuando se tiene un hijo,
se tiene al hijo de la casa y al de la calle entera,
se tiene al que cabalga en el cuadril de la mendiga
y al del coche que empuja la institutriz inglesa
y al niño gringo que carga la criolla
y al niño blanco que carga la negra
y al niño indio que carga la india
y al niño negro que carga la tierra.

Andrés Eloy Blanco

Los hijos infinitos

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La dedicatoria de Las élites culposas pone: A Eugenia Josefina, la hija bien nacida; a Luis Armando, el hijo que envidio; a María Ignacia, la hija que quise tener. A Leopoldo Enrique, el hijo primero; a Beatriz Cecilia, la hija que vale la pena. A Nacha Sucre, “ese norte tan cercano”.

Quiero explicarla.

A Eugenia, la mayor de mis hijas, su nombre le viene de su abuelo materno, Armando Sucre Eduardo, quien lo escogió para ella y dijo: «En griego significa bien nacida». Comoquiera que ya yo veneraba a mi suegro, agradecí con orgullo que él dijera eso, pues equivalía a su aprobación de mi matrimonio con su hija. Recién nacida la llevé a mi oficina en el CONICIT, donde la visitaron los empleados como pastores y Reyes Magos y la admiraron maravillados sobre una mesa de reuniones; uno le puso el mote de Estrella de la mañana. Hoy, cuando ya no le da hipo reír, sigue siendo bella y buena.

Luis Armando tiene invertidos los nombres de su abuelo y es su vivo retrato; porta un cromosoma Alcalá y cuarenta y cinco Sucre. Es el primer descendiente varón de Armando y tiene un talento para la amistad y un instinto innato de la justicia; sus amigos son legión y lo adoran. Es hombre sensato y amable y a la vez un hombre serio. Por esas cosas lo envidio. Tendría diez u once años cuando me escribió en una tarjeta del Día del Padre: «No cambies nunca». ¿Cómo podría no quererlo?

María Ignacia lleva el primer nombre de mi madre—nació, como ella, un 12 de septiembre—y el segundo de mi esposa. Cuando ella y yo la concebimos en diciembre de 1984, como otras veces, la economía de la casa, por culpa de mi actividad política, no estaba boyante. En mis Memorias prematuras registré una apelación en sala de parto: «Cuando cargué a María Ignacia por primera vez le dije al oído que me ayudara, que yo había querido tenerla porque había sentido que yo saldría adelante y podría mantenerla, y que ahora le pedía me transmitiera la fuerza de su vida comenzando».

Tomé prestado de mi señora para referirme a ella, la gestadora de esos hijos, una frase de su libro: Alicia Eduardo – Una parte de la vida. Allí refiere la impresión que causaba a sus bisabuelos marabinos, ya residenciados en Caracas, «la cercanía de la imponente cordillera, el cerro Ávila, de inmensa mole verde como gigante siempre presente. Las ciudades donde hasta ahora habían vivido eran todas planas, y este cerro, este norte tan cercano de donde bajaban burros con flores de Galipán al amanecer, y adonde volvían las periqueras en las tardes después de bañarse en el río Guaire, los sobrecogió por algún tiempo». Nacha es mi cerro Ávila, mi brújula.

Beatriz Cecilia y su hija menor, Anabella Del Valle

Ella también me trajo a Beatriz Cecilia, la hija de su primer matrimonio con Antonio Escalona. Es hija que vale la pena, por su incansable fuerza, su fantástica habilidad para resolver situaciones difíciles y su generosa diligencia.

A mi vez, le aporté a Leopoldo Enrique, quien era el niño más hermoso que yo hubiera conocido y es ahora un varón a quien debo muchas ayudas, incluyendo las necesarias a la creación y mantenimiento de este blog; además me ha dado una nieta maravillosa, mi princesa Maya, nacida el primer Día de Reyes del tercer milenio. Pareció mezquina la escueta mención de hijo primero en la dedicatoria, pero es que ya le había dedicado mi primer libro, de esta manera:

Leopoldo Enrique cumplía tres años

Mi padre fue quien me enseñó aquello de que un hombre no está completo si no ha tenido un hijo, si no ha sembrado un árbol y si no ha escrito un libro. Este es mi primer libro y si no sé cuál es el primer árbol que sembré no tengo dudas de quien fue mi primer hijo. Es causa de un amor y de un orgullo de los que no he podido recuperarme. Dedico mi primer libro a Leopoldo Enrique Alcalá Manzanilla.

Puedo decir lo mismo de todos mis hijos. Dios me ha concedido la petición que hace aquí Andrés Eloy Blanco, con su propia voz, en Coloquio bajo la palma:

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Cada pulpero alaba su queso, por supuesto, y ahora quiero precisamente por eso celebrar, con un tributo musical, a los millones de colegas que tengo en el mundo, a los padres en su día.

Todos los padres—que no lo seríamos sin las madres—sabemos que serlo no es cosa fácil. Es ley de vida que la distancia de las generaciones traiga consigo la incomprensión inevitable de padres e hijos, pero esto es una tensión creadora. Por mi parte, he averiguado hace un tiempo—entre risas filiales divertidas con mi decrepitud terminológica—algunas palabras más modernas que me facilitan la comunicación con los míos. Ya no digo, por ejemplo, «conjunto» para referirme a los músicos en una fiesta, sino «grupo». Nadie como Cat Stevens retrató en una canción esta diferencia generacional. Ahora nos canta Father and son:

Father
It’s not time to make a change,
Just relax, take it easy.
You’re still young, that’s your fault,
There’s so much you have to know.
Find a girl, settle down,
If you want you can marry.
Look at me, I am old, but I’m happy.

I was once like you are now, and I know that it’s not easy,
To be calm when you’ve found something going on.
But take your time, think a lot,
Why, think of everything you’ve got.
For you will still be here tomorrow, but your dreams may not.

Son
How can I try to explain, when I do he turns away again.
It’s always been the same, same old story.
From the moment I could talk I was ordered to listen.
Now there’s a way and I know that I have to go away.
I know I have to go.

Father
It’s not time to make a change,
Just sit down, take it slowly.
You’re still young, that’s your fault,
There’s so much you have to go through.
Find a girl, settle down,
If you want you can marry.
Look at me, I am old, but I’m happy.

Son
All the times that I cried, keeping all the things I knew inside,
It’s hard, but it’s harder to ignore it.
If they were right, I’d agree, but it’s them you know not me.
Now there’s a way and I know that I have to go away.
I know I have to go.


Un problema análogo confrontó Andrea Bocelli el 6 de mayo de 1992, cuando compuso una carta a su padre que recita abajo contra un fondo musical, pero si en la canción anterior no emerge el cariño en A mio padre hay claramente tanto respeto como amor:

Caro Babbo,
Inutile discutere
D’accordo non saremo mai
Che cosa c’e di strano in cio
Trent’anni ci separano
O forse
C’e il timore in te
Di non trovare piu la forza
D’essere al mio fianco
Se gli ostacoli mi fermano.

Non preoccuparti, ascoltami
Avro problemi
Affronto infami ma
Niente mi spaventera’
Niente mi corrompera’
Niente al mondo
Mi fara scordare che
Posso vincere
E voglio farcela da me.
E voglio farcela da me.

So bene che per te e difficile
Giustificare
Questa smania di combattere
Osare l’impossibile….lo so

Ti sembrera incredibile
Ma piu ci penso piu m’accorgo che
Assomiglio proprio a te
E non sai come vorrei
Che la forza non ti abbandonasse mai
Per averti qui
E non arrendermi
Mai

Ciao Babbo,
A presto

Los padres tenemos que explicar el mundo a los hijos, desde que comienzan con sus porqués y hasta más grandes, como exige Joan Manuel Serrat al suyo en la canción que canta en catalán: Padre («Dime que le han hecho al río que ya no canta», una típica canción de protesta).

Pare
digueu-me què
li han fet al riu
que ja no canta.
Rellisca
com un barb
mort sota un pam
d’escuma blanca.

Pare
que el riu ja no és el riu.
Pare
abans que torni l’estiu
amagui tot el que és viu.

Pare
digueu-me què
li han fet al bosc
que no hi ha arbres.
A l’hivern
no tindrem foc
ni a l’estiu lloc
per aturar-se.

Pare
que el bosc ja no és el bosc.
Pare
abans de que no es faci fosc
ompliu de vida el rebost.

Sense llenya i sense peixos, pare,
ens caldrà cremar la barca,
llaurar el blat entre les enrunes, pare
i tancar amb tres panys la casa
i deia vostè…

Pare
si no hi ha pins
no es fan pinyons
ni cucs, ni ocells.

Pare
on no hi ha flors
no es fan abelles,
cera, ni mel.

Pare
que el camp ja no és el camp.
Pare
demà del cel plourà sang.
El vent ho canta plorant.

Pare
ja són aquí…
Monstres de carn
amb cucs de ferro.

Pare
no, no tingeu por,
i digueu que no,
que jo us espero.

Pare
que estan matant la terra.
Pare
deixeu de plorar
que ens han declarat la guerra.

En cambio, Barbra Streisand canta a un padre ausente un llamado amoroso y desgarrador: Papa, can you hear me? de la película musical Yentl.

PRAYER
God – our heavenly Father.
Oh, God – and my father
Who is also in heaven.
May the light
Of this flickering candle
Illuminate the night the way
Your spirit illuminates my soul.

Papa, can you hear me?
Papa, can you see me?
Papa, can you find me in the night?

Papa, are you near me?
Papa, can you hear me?
Papa, can you help me not be frightened?

Looking at the skies
I seem to see a million eyes
Which ones are yours?
Where are you now that yesterday
Waved goodbye
And closed its doors?
The night is so much darker.
The wind is so much colder

The world I see is so much bigger now that I’m alone.

Papa, please forgive me.
Try to understand me.
Papa, don’t you know I had no choice?

Can you hear me praying,
Anything I’m saying,
Even though the night is filled with voices?

I remember ev’rything you taught me
Ev’ry book I’ve ever read.
Can all the words in all the books
Help me to face what lies ahead?
The trees are so much taller
And I feel so much smaller.
The moon is twice as lonely
And the stars are half as bright.

Papa, how I love you.
Papa, how I need you.
Papa, how I miss you
Kissing me goodnight.

Ahora tenemos Canción a papá (Song for dad) en la agradable voz de Keith Urban:

Lately I’ve been noticing
I say the same things he used to say
And I even find myself acting the very same way
I tap my fingers on the table
To the rhythm in my soul
And I jingle the car keys
When I’m ready to go
When I look in the mirror
He’s right there in my eyes
Starin’ back at me and I realize

The older I get
The more I can see
How much he loved my mother and my brother and me
And he did the best that he could
And I only hope when I have my own family
That everyday I see
A little more of my father in me

There were times I thought he was bein’
Just a little bit hard on me
But now I understand he was makin’ me
Become the man he knew that I could be
In everything he ever did
He always did with love
And I’m proud today to say I’m his son
When somebody says I hope I get to meet your dad
I just smile and say you already have

The older I get
The more I can see
How much he loved my mother and my brother and me
And he did the best that he could
And I only hope when I have my own family
That everyday I see
A little more of my father in me

He’s in my eyes
My heart, my soul
My hands, my pride
And when I feel alone

And I think I can’t go on
I hear him sayin’ «Son you’ll be alright»
Everything’s gonna be alright»
Yes it is

The older I get
The more I can see
That he loved my mother and my brother and me
And he did the best that he could
And I only hope when I have my own family
That everyday I see
Oh I hope I see
I hope everyday I see
A little more of my father in me

A little more of my father in me
I hope everyday I see in me
In me
In me
I hope everyday I see

A little more of my father in me

Enrique Iglesias siguió la huella de su padre, el crooner español Julio Iglesias. La canción Quizás es un tributo a quien le dio la mitad de su ser y le marcó el camino:

Hola viejo, dime como estás,
los años pasan y no hemos vuelto a hablar
y no quiero que te pienses
que me he olvidado de ti.
Yo por mi parte no me puedo quejar
trabajando como siempre igual
aunque confieso que en mi vida
hay mucha soledad.
En el fondo tú y yo somos casi igual
y me vuelvo loco sólo con pensar.
Quizás la vida nos separe cada día más,
quizás la vida nos aleje de la realidad,
quizás tú buscas un desierto y yo busco un mar,
quizás que gracias a la vida hoy te quiero más.
Hola viejo, dime como estás,
hay tantas cosas que te quiero explicar
porque uno nunca sabe
si mañana este aquí.
A veces hemos ido marcha atrás
y la razón siempre querías llevar,
pero estoy cansado
no quiero discutir.
En el fondo tú y yo somos casi igual
y me vuelvo loco sólo con pensar.
Quizás la vida nos separe cada día más,
quizás la vida nos aleje de la realidad,
quizás tú buscas un desierto y yo busco un mar,
quizás que gracias a la vida hoy te quiero más.
Quizás la vida nos separe cada día más,
quizás la vida nos aleje de la realidad,
quizás tú buscas un desierto y yo busco un mar,
quizás que gracias a la vida hoy te quiero más.

Hola, viejo dime como estás,
los años pasan y no hemos vuelto a hablar
y no quiero que te pienses
que me he olvidado, de ti.

Los abuelos son, naturalmente, padres; por así decirlo, por partida doble, progenitores en cascada. Uno de los tangos de lujo del gran Astor Piazzolla se llama Adiós, nonino:

Por supuesto, los noninos dan babbinos (papitos), como atestigua Renée Fleming cantando, de la ópera Gianni Schicchi de Giacomo Puccini, O mio babbino caro:

Matt Redman llega ahora con su canción del padre, Father’s song, que alude al celestial:

I have heard so many songs
Listened to a thousand tongues
But there is one
That sounds above them all

The Father’s song
The Father’s love
You sung it over me and for eternity
It’s written on my heart

Heaven’s perfect melody
The Creator’s symphony
You are singing over me
The Father’s song
Heaven’s perfect mystery
The king of love has sent for me
And now you’re singing over me
The Father’s song

I have heard so many songs
Listened to a thousand tongues
But there is one
That sounds above them all
[Sounds above them all]

The Father’s song
The Father’s love
You sung it over me and for eternity
It’s written on my heart

It’s Heaven’s perfect mystery
The king of love has sent for me
And now you’re singing over me
The Father’s song

The Father’s song
The Father’s love
You sung it over me and for eternity
It’s written on my heart
[It’s written on my heart]

The Father’s song
The Father’s love
You sung it over me and for eternity
It’s written on my heart
It’s written on my heart
You sing it over me
Father

Es así; los padres tenemos el honor de ser tenidos como dioses: en las mitologías más cercanas el dios principal es paternal. El Dyus pitar del sánscrito es Zeus pater para los griegos y Júpiter (Diespiter en itálico, Deus pater en latín) para los romanos. El Dios de Abrahán, común al judaísmo, al catolicismo y el islamismo, es el Padre Celestial. Jesús de Nazaret compuso la oración cristiana por excelencia: el Padre Nuestro. Acá canta precisamente eso, de nuevo, Andrea Bocelli, esta vez en compañía del Coro del Tabernáculo Mormón (y no es una cuña a favor de Mitt Romney):

¡Feliz día, Padre eterno! LEA
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