por Luis Enrique Alcalá | Feb 18, 2014 | Argumentos, Política |
¿Gente insubordinada?
En el estudio de los sistemas complejos se conoce cómo es que un sistema puede evolucionar, por decirlo así, en el borde del caos, en gran diferencia respecto de los sistemas plenamente caóticos. Esto es un resultado de la tendencia, observable en cualquier sistema complejo, hacia la autorganización. Más aún, la condición que los expertos llaman “caos débil”, es muy común en la naturaleza. Es el estado normal de los sistemas más dinámicos en cuanto a potencialidad evolutiva. Tan castrante del cambio creativo es el excesivo rigor, el excesivo orden, como el caos pleno. Resbalemos, pues, por este borde del caos, en este desarreglo, con los ojos bien abiertos y la imaginación bien dispuesta, porque así vamos a encontrar la verdadera salida
Turmoil or disarray*
El Diario de Caracas, 3 de agosto de 1998
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La primera noticia de la mañana daba cuenta de la destitución del Jefe del SEBIN—nombre horrible, como diminutivo de grosera expresión—, el servicio sucesor de la DISIP que antes (en tiempos de Rómulo Betancourt) se llamaba DIGEPOL, presuntamente la metamorfosis benéfica de la Seguridad Nacional de Marcos Pérez Jiménez, su Gestapo. La decisión fue tomada por el presidente Nicolás Maduro por desacato a sus órdenes expresas de acuartelar los efectivos del organismo, las que en sí revelan la percepción presidencial de que está en su interés calmar las cosas. Es gravísimo que, en medio de un ambiente de extendida protesta, la autoridad del Presidente de la República sea desconocida, especialmente por cuerpos armados. Añádase a tan preocupante desarrollo que ayer el gobernador de Carabobo, Francisco Ameliach, declaró por Twitter: «UBCH a prepararse para el contraataque fulminante. Diosdado dará la orden». ¿Quién gobierna en Venezuela?
La segunda noticia avisaba que los espacios de Chacaíto, el escenario que había escogido Leopoldo López para marchar, cual mártir, a entregarse a las autoridades que lo buscaban con un auto de detención, habían sido tomados por numerosos y bien pertrechados agentes de la Policía Nacional «Bolivariana» y la Guardia Nacional «Bolivariana». (Parece que Cabello no llegó a dar las órdenes anticipadas por Ameliach, por ahora).
La tercera fue que López se había entregado a las 12:23 p. m. Consummatum est.
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El gobierno de Nicolás Maduro está en serísimos problemas. No sólo es que la bomba de tiempo económica, armada por su predecesor eterno, ahora le explota en la cara, sino que tiene una buena parte de la población en la calle, exigiendo que se vaya. Es en medio de tan grave situación que parece no controlar ni a sus propias filas.
¿Como Cristo en la cruz?
Sobre Maduro pesa la herencia del despropósito de Hugo Chávez y ella incluye, entre otras muchas cosas, tres chavistas de gran peso: Jorge Giordani, el alucinado gurú del socialismo más extraviado; Diosdado Cabello, realengo personaje que se cree parte principalísima del Poder Ejecutivo y actúa por su cuenta en consecuencia; Rafael Ramírez, lord protector del tumor económico primario: PDVSA. («Entonces pensé: la solución de la cosa no es salir de Nicolás Maduro; es salir de Rafael Ramírez. Es él quien debiera ofrecer su renuncia». Orlando curioso, 4 de febrero de 2014). Mucho se lograría si pudiera repudiar, no a uno, sino a estos tres chivos expiatorios.
Pero el presidente Maduro no está en las condiciones de Josif Stalin; no tiene la capacidad, desde de su precario mando, para hacer purgas de gente tan poderosa. Tampoco es para él una referencia útil la desesperada cambiadera de ministros de Pérez Jiménez en enero de 1958, en el tramo final de su caída, cuando sacrificó a Laureano Vallenilla Lanz (realmente Planchart) y a Pedro Estrada, jefe del SEBIN (realmente Seguridad Nacional), y trajo al general Néstor Prato como Ministro de Educación, para sustituirlo de inmediato por Humberto Fernández Morán. Hacer algo así emitiría la más clara señal de debilidad irreversible.
En lugar de eso, en estos momentos da otro discurso más, ante una concentración de «trabajadores petroleros resteados con el legado de Chávez, Maduro y el socialismo», flanqueado por Rafael Ramírez. La locura persiste.
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El gobierno presidido por Nicolás Maduro está enfermo, y no es catarro lo que tiene.
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La oposición no está mejor. Hace cuatro días, escribía Thaelman Urgelles:
Los trágicos acontecimientos de ayer en Caracas fueron el pico de una operación política que nos ofrece la presunta salida inmediata de la penosa situación socio-política (y especialmente económica) en la que se encuentra Venezuela. No me refiero a la estupenda cadena de marchas y concentraciones efectuada en todo el país, convocadas por las federaciones estudiantiles de todas las universidades aunque los méritos fueron hábilmente atraidos para sí por políticos que poseen más saliva para engullir la harina mediática que ello provocó. Me refiero a los promotores de un nuevo atajo voluntarista al que ellos mismos han denominado #LaSalida, denominación muy apropiada para estimular las prisas de sectores de clase media cuya escasa experiencia política coincide con su justificada indignación por el desastre que sufre nuestra depauperada Venezuela. Muy directa y explícita la consigna de #LaSalida, con hashtag incluido, para bautizarlo en el escenario principal de su campaña publicitaria, que no es otro que las redes sociales de Internet. La resonante convocatoria que ha tenido, a partir de las acciones iniciales de vanguardias juveniles muy bien organizadas y localizadas, habla del nivel de desesperación que habita en ciertas capas poblacionales de clase media ilustrada, pues no más allá de ellas se registra, como en los años 2000 a 2004, la virulencia protestataria. (…) Al parecer, el propósito más profundo de los promotores de #LaSalida no es reemplazar de inmediato al gobierno, sino a Henrique Capriles como líder del pueblo democrático y a Ramón Guillermo Aveledo como coordinador de la oposición organizada. En ese caso, el movimiento debería tener por Hashtag el más apropiado de #LaEntrada… de ellos a las posiciones dirigentes de la oposición. Es duro decir esto de personas sobre quienes pesan órdenes de prisión; pero dado que nos estamos jugando la suerte de Venezuela alguien debe atreverse a hablar claro, quizás alguien como quien escribe, que no posee otra ambición que recuperar un país libre para sus hijos y nietos.
Todos sabemos quiénes promovieron «la salida». Un día antes de la celebración de las elecciones municipales del 8 de diciembre, cincuenta y cinco nombres firmaban un remitido de prensa en el que se aseguraba que «la salida» era una asamblea constituyente:
Los firmantes de este manifiesto vemos en el derecho legítimo del pueblo a convocar democráticamente una Asamblea Nacional Constituyente a través de una gran movilización popular (…) el mecanismo más eficiente, plural y democrático para recomponer el acuerdo social de la República. Con nuevos funcionarios a la cabeza de los poderes públicos, tendremos en Venezuela unas elecciones presidenciales enmarcadas en un proceso justo, equilibrado y transparente acorde con nuestro arraigo democrático y tradición de libertad.
Comunicado del 7 de diciembre (clic amplía)
Al día siguiente, el Polo Patriótico lograba 242 alcaldías y la Mesa de la Unidad Democrática 75, o menos de la tercera parte, pero en la cabeza de los firmantes cupo la ilusa noción de que las elecciones de una hipotética constituyente serían ganadas decisivamente por la oposición. Y sólo dos de las cincuenta y cinco rúbricas alcanzaron espacio en los medios: Leopoldo López y María Corina Machado, en su primer acto público de separatismo de la supuestamente sagrada unidad opositora. El primero tiene una trayectoria que empieza por el cheque de PDVSA gestionado por su madre a favor de Primero Justicia—cuando ambos eran empleados de esa empresa—, y continúa por su militancia en tal partido, del que se separa amenazando constituir Primero Justicia «Popular», para refugiarse en Un Nuevo Tiempo, al que abandona cuando esta organización postula a Liliana Hernández, su leal acompañante, a la Alcaldía de Chacao, pues su hombre de confianza era Emilio Graterón; finalmente, después de anunciar la constitución de unas efímeras redes «populares», termina formando Voluntad «Popular». Machado, por su parte, que procuraba en 2006, por propia admisión, una «crisis de gobernabilidad» que diera al traste con el gobierno—mediante un alzamiento o una invasión de marines—, que el año antes tuvo su momento de grande liga con la reunión en la Sala Oval donde la recibiera George W. Bush, el funesto presidente estadounidense (héroe de Germán Carrera Damas), brindó en bandeja de plata al madurismo el indicio que la identificaba como conspiradora internacional, y tiñó de sospecha a la MUD, al decir al mencionado historiador que ella ha debido ir al Departamento de Estado, antes de que Ramón Guillermo Aveledo hubiera presuntamente planteado a esa instancia de potencia extranjera que «la única manera de salir de esto es provocar y acentuar una crisis, un golpe de Estado o un autogolpe, o un proceso de atornillamiento y domesticación donde se genera un sistema de control social total».
Fragmento de grabación a Machado Parisca y Carrera Damas
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El cuarto Reich
No todo aquello que se opone a algo malo es por ese mismo hecho algo bueno. En la película en blanco y negro de la polarización política nacional, en esta pelea de perros a la que asistimos y que a veces propina dentelladas mortales a los inocentes, una fracción de opositores neuróticos encuentra bueno y heroico todo lo que niega al chavismo. Es censurable, aunque comprensible dentro de la paranoia oficialista, que el gobierno haya ordenado la supresión de la señal del canal NTN 24 de los servicios de televisión por cable, pero esa estación sólo transmitía un ángulo de los sucesos del 12 de febrero; sus entrevistados fueron Leopoldo López, María Corina Machado, Diego Arria y nadie menos que Otto Reich, ex embajador de los EEUU en Venezuela, alto funcionario de Ronald Reagan y los Bush, entrometido en época del Carmonazo. Yo vi con estos ojitos el muy sesgado desempeño de NTN 24 antes de su bloqueo «por razones de Estado».
Creo posible que la mano de los Estados Unidos esté en esta cosa de los disturbios de estos días, y entiendo que eso entusiasme a gente a la que vi reír, hace dos semanas, con un asqueroso audio de una voz maracaibera que pide a gritos y groserías que llegue a Venezuela un contenedor lleno de banderas gringas, cosa que contaba con su divertida aprobación.
Pero en la oposición venezolana y, por supuesto, en el pueblo entero, hay una mayoría abrumadora que no padece esa despreciable enfermedad.
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Es así como la situación nacional es de enorme peligrosidad. No es imposible que el gobierno de Maduro colapse, y entonces sólo dos cauces pudieran desaguar ese desenlace: una nueva elección para la que no hay preparación candidatural—¿Cabello contra Falcón?—o que los militares, ellos mismos divididos, asuman las riendas del Poder Ejecutivo. Para lo primero no estamos listos y, con deshonrosas excepciones, no somos entusiastas de lo segundo.
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Ahora me portaré ingenuamente, con la mayor candidez de comeflor, y resumiré el guión de una película de Disney. Si en el cacumen de Maduro se encendiera una chispa de sensatez, convocaría a Miraflores a Juan Requesens, Ramón Guillermo Aveledo, Henrique Capriles Radonski, Henry Ramos Allup y Eduardo Fernández. A ellos les diría lo obvio: que tanto la oposición como su gobierno están en grave condición, que el desarreglo pudiera sepultarlos a ambos y dañar, más gravemente aún de lo que ya lo está, al país entero, y que por eso propone un acuerdo sobre estas bases: 1. el cese de la protesta y de la represión; 2. la liberación de los estudiantes detenidos; 3. el repudio a cualquier intervención extranjera, sea ésta de Cuba o los EEUU, en los asuntos venezolanos; 4. el refuerzo de los acuerdos bilaterales en materia de tratamiento de la inseguridad ciudadana; 5. una inmediata NEP (nueva política económica) diseñada sobre las bases recomendadas por economistas reconocidos y que salve al país de morir de inflación e inanición; 6. una hibernación del Plan «de la Patria» hasta la celebración de un referendo en el que sea el Soberano quien decida si quiere para Venezuela un régimen político-económico socialista, que puede ser convocado por votación concertada de oficialismo y oposición en la Asamblea Nacional.
Claro, esto requiere meter en el escaparate el disfraz de Che Guevara y vestir el ropaje de verdadero estadista. A esto concedo mínimas probabilidades, pero ¿quién sabe? El chavismo y la oposición harían bien en recordar las inmortales palabras de Luis Felipe Llovera Páez: «El pescuezo no retoña». LEA
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*turmoil: a state or condition of extreme confusion, agitation, or commotion. disarray: a lack of order or sequence; confusion, disorder. Merriam-Webster Dictionary.
Para descargar en archivo de formato .pdf Desarreglos simétricos
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por Luis Enrique Alcalá | Nov 15, 2012 | Acciones, Política |
Cuida el agua, separa la basura, cambia los focos incandescentes por lámparas fluorescentes, compra alimentos orgánicos, usa pañales de tela (si tienes bebés, claro), adquiere un auto híbrido como el de Leonardo di Caprio, tapiza tu techo con celdas solares, instala un huerto hidropónico en tu casa … ¿Dónde está la frontera—o el ecotono, como dirían los ecólogos—que marca la transición entre lo mínimo que se le puede exigir a cualquier persona con neuronas espejo para que cuide nuestro planeta y los sacrificios que demandaría una secta mesiánica cualquiera?
Sinfonía Fantástica
Salvar el mundo: Tres propuestas políticamente incorrectas
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La Misión Planeta
En enero de 1980 fui encargado de la Secretaría Ejecutiva del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas, y debí coordinar los órganos funcionales de la institución en cumplimiento de su plan operativo para ese año, previamente aprobado. Me dediqué, pues, a estudiar concienzudamente ese plan que aprobara el Directorio, el cuerpo de cinco miembros que se reunía semanalmente para autorizar o rechazar las proposiciones operativas que le llevara el nivel ejecutivo de la organización. Estaba obligado a guiar mis pasos por aquel documento.
No olvidaré el estado momentáneo de congelación que me produjo, una mañana de ese enero, la lectura de la sección correspondiente a la Oficina de Relaciones Internacionales del CONICIT, una unidad compuesta por seis funcionarios y un asesor. Rezaba textualmente el plan que el primer objetivo de la oficina, a conseguir en el curso de los doce meses de 1980 por ese magro equipo, era ¡»Lograr un Nuevo Orden Económico Internacional»!
Por supuesto, en ninguna parte se describía en qué consistiría ese «nuevo orden», y tampoco cómo haría la ORI (siglas de la unidad de media docena de empleados) para lograrlo. Luego de superar mi catatonia, y para no contradecir a un directorio que había aprobado con ligereza una enormidad tan desproporcionada—después de todo eran mis superiores—, opté por reunirme discretamente con la unidad, a la que propuse que, para fines prácticos, considerase su lomo liberado de la ciclópea tarea, que entendiera que su plan operativo de 1980 arrancaba a partir del objetivo número dos, bastante más mesurado, y que no esperara ni reprimendas ni despidos en 1981 si para entonces no hubiera ensamblado un nuevo orden económico internacional.
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Ahora el gobierno ha armado un alboroto con su proceso «constituyente» del plan que Hugo Chávez llevará a la consideración de la Asamblea Nacional el próximo 10 de enero de 2013, el buzón de sugerencias de los ciudadanos. Jorge Giordani, Ministro de Economía y Finanzas (antes de Planificación), ha explicado en qué consiste el asunto: “El inicio de este debate público permitirá que el pueblo venezolano aporte sus ideas para ser evaluadas por el Presidente de la República, Hugo Chávez Frías, y ser incluidas en el segundo plan socialista 2013-2019 que será presentado el 10 de enero de 2013 ante la Asamblea Nacional”.
Claro que uno no debe sugerir cosas a la loca en este proceso tan importante y tan «constituyente»; habiéndome tomado en serio la invitación oficial a participar con la remisión de ideas que serán consideradas por el Presidente, me puse a revisar un documento clave al que ya había dado una lectura somera en el mes de julio. Se trata de lo que podemos suponer será el contenido básico del Plan Nacional de Desarrollo (según nomenclatura de la Constitución en el Numeral 18 de su Artículo 236) o, como prefiere decir el gobierno enmendando la plana a la Carta Magna, «Plan Socialista de la Nación 2013-2019».
Me refiero al documento que lleva por escueto y modesto nombre el de «Propuesta del Candidato de la Patria Comandante Hugo Chávez para la Gestión Bolivariana Socialista 2013-2019». Fue ese documento el que entregara el presidente Chávez al Consejo Nacional Electoral, en ocasión de formalizar su candidatura para la elección del pasado 7 de octubre. Contrayéndose al mismo período, es razonable la suposición de que lo que en él se encuentra informará de manera muy sustancial el plan a entregar en enero.
No abrumaré al lector con una reseña pormenorizada de la propuesta del candidato «de la Patria»; pondré mi atención sobre un punto fundamental, explicado en la propia introducción de ésa. Allí dice que «el Segundo Plan Socialista ya se encuentra en elaboración», y que el mismo «contempla cinco grandes objetivos históricos». (Claro, todo lo que Chávez hace es, apropiadamente esdrújulo, «histórico», épico, endógeno y protagónico). Bien; el quinto y último de tales objetivos es: ¡V.-Preservar la vida en el planeta y salvar a la especie humana!
Me sentí transportado a 1980, al centro mismo de lo que inexacta e interesadamente el oficialismo denomina «la IV República». Se me puso que los redactores del texto llevado al CNE debían ser los mismos funcionarios de la Oficina de Relaciones Internacionales del CONICIT que, hace treinta y dos años, pretendían construir en doce meses un nuevo orden económico internacional; se me puso que el propio Presidente no se percató de las implicaciones prácticas del quinto «objetivo histórico». Y se me pone ahora que, ya no el Estado venezolano, sino la Nación entera no podría en el lapso de seis años «preservar la vida en el planeta y salvar a la especie humana».
Ni que la Organización de las Naciones Unidas confiara a Venezuela tan ímproba tarea. Ni que el presidente Chávez declare instituida la Misión Planeta (algunos proponen la Misión Mundo) y le encargue su dirección a Nicolás Maduro. El Vicepresidente Ejecutivo de la República no es Supermán. LEA
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por Luis Enrique Alcalá | Nov 13, 2012 | Argumentos, Política |
Un politólogo que pontifica desde la confusión
Debo dar el beneficio de la duda a Nicmer Evans, politólogo de moda, y a Ulises Daal, Director de Investigación y Asesoría en Políticas Sociales de la Asamblea Nacional. Pudiera ser que Pedro Pablo Peñaloza, aunque lo dudo, hubiera transcrito mal declaraciones suyas sobre algunas reacciones críticas a la pieza de teatro que lleva el escueto nombre de Proceso Constituyente para la Elaboración Colectiva del Plan Socialista de la Nación 2013-2019. Claro que respeto el profesionalismo de Peñaloza, desde que el 1º de agosto de 2005 su constancia arrancara a Alejandro Plaz, entonces capo de Súmate, la admisión de que no se podía demostrar fraude en el revocatorio de 2004. En esta ocasión creo que debo llamar su atención a un error importante en su nota «Proceso constituyente está permanentemente abierto». El problema, creo, es que ha entrado—inadvertidamente, supongo—en la novísima trampajaula terminológica del oficialismo. Peñaloza escribe hoy 13 de noviembre en el diario El Universal: «El poder constituyente avanza. (…) El fin de semana pasado demostró estar vivito y coleando». De la redacción de esta nota de Peñaloza se desprende que se ha tragado, si no el cuento, al menos la nomenclatura del gobierno. Claro que están más confundidos el gobierno mismo y, especialmente, Evans y Daal. La glosa será útil para justificar esta última afirmación.
Escribe Peñaloza: «El poder constituyente no ha fenecido, está permanentemente activo», subraya el politólogo Nicmer Evans, defensor de la revolución bolivariana. Por supuesto que no ha fenecido, pero la buena salud del Poder Constituyente Originario no es una concesión del Estado, que debe estarle por entero subordinado. No depende para nada de esta piratería del «proceso constituyente». Mientras haya una nación venezolana tendrá existencia ese poder, aunque Hugo Chávez no le pida que le mande papelitos. Y sugiero a Peñaloza que ponga más atención a la terminología chavista para no consagrarla; la escritura correcta es revolución «bolivariana«, esto es, llamada «bolivariana», con el adjetivo escrito entre comillas. (Ver en este blog la coletilla a Reivindicación de la clínica).
Buzón «constituyente» rojo rojito
Escribe Peñaloza: El chavismo en pleno, encabezado por ministros, gobernadores y candidatos, llevó adelante el «proceso constituyente» del Segundo Plan Socialista de la Nación 2013- 2019. Se trataría, según explicaron sus promotores, de abrir un debate nacional para que todos los venezolanos nutran con sus ideas el programa de Gobierno que el presidente Hugo Chávez aplicará en el próximo sexenio. Ningún debate ha sido abierto. Cada ciudadano que quiera empatarse en el sarao enviará sus ideas individualmente y, según explicó Jorge Giordani abundando en la patraña, “El inicio de este debate público permitirá que el pueblo venezolano aporte sus ideas para ser evaluadas por el Presidente de la República…» Será él quien debatirá, en soledad,* consigo mismo las ideas que se le envíen. La cosa no pasa de ser un gigantesco buzón de sugerencias, típicos de las empresas estadounidenses y base de numerosas comedias de Hollywood y caricaturas de prensa.
Escribe Peñaloza: «El llamado al ‘proceso constituyente’ es la utilización de una consigna que ratifica la intención de movilizar la discusión del plan de la patria», ilustra el experto. (?) Acá se traiciona Evans; consigna es (nos dice el DRAE): «En agrupaciones políticas, sindicales, etc., orden que una persona u organismo dirigente da a los subordinados o afiliados». Es una consigna, además, electorera. Es el intento de usar incorrecta y engañosamente la marca «constituyente». Es la campaña «paraguas» de la elección de gobernadores. Y en ningún caso es el plan de la patria; si acaso, el del «corazón de su patria». La Patria no lo ha elaborado, y nadie puede hablar por ella.
Escribe Peñaloza: Evans aclara que Chávez no está convocando a una Asamblea Nacional Constituyente para modificar la Carta Magna. «El Presidente está llamando al país para discutir el uso de los recursos, solicita la incorporación de elementos puntuales para el desarrollo y la concreción del plan», acota el académico. Tal vez sea únicamente Henrique Capriles Radonski quien necesite esa aclaratoria, a juzgar por sus reacciones al asunto: El gobernador Henrique Capriles Radonski alertó que la posible Constituyente que evalúa el Ejecutivo Nacional en el marco del Plan de la Nación Socialista es un «golpe» a la Constitucional [sic] aprobada en 1999. (El Universal, nota del 12 de noviembre).
Escribe Peñaloza: Ulises Daal, director de investigación y asesoría en políticas sociales de la Asamblea Nacional, señala que el proceso constituyente implica que «el pueblo ejerza de manera permanente su soberanía». Si se tratara de ejercer la soberanía, el Pueblo tendría que aprobar el bendito plan de desarrollo, no estar constreñido a enviar sugerencias.
Escribe Peñaloza: El numeral 18 del artículo 236 de la Constitución, establece que el Jefe de Estado tiene entre sus atribuciones y obligaciones «formular el Plan Nacional de Desarrollo y dirigir su ejecución previa aprobación de la AN». Daal resalta que antes de someter su propuesta a consideración de la Cámara, Chávez ha resuelto impulsar la democracia participativa y protagónica abriendo una consulta popular inédita. Claro, con papelitos o mensajes protagónicos insertados en la web dispuesta al efecto.
Escribe Peñaloza: El funcionario [Daal] cita el artículo 62 de la Constitución, que reza: «La participación del pueblo en la formación, ejecución y control de la gestión pública es el medio necesario para lograr el protagonismo que garantice su completo desarrollo». Exactamente: para que algún ciudadano o asociación remita al Presidente de la República ideas que él, en su soberana y solitaria majestad, considerará si incluye en su plan, no se requiere ni invitación ni autorización presidencial, mucho menos el espectáculo que se ha montado; bastaba un simple anuncio de Miraflores.
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No basta para que algo sea un proceso constituyente que alguien, así sea el Poder Ejecutivo Nacional, lo designe como tal. En Política, y en Derecho Constitucional, constituyente es lo que constituye una república, lo que le da el ser, lo que establece su marco general de actuación. Nuestra república está constituida desde 1811, y ha sido reconstituida con cada nueva constitución, la última vez el 15 de diciembre de 1999. Es una distorsión manipuladora el uso adjetival del término para referirse al vistoso teatro—montado en función sabatina de estreno en varias salas por el gobierno (aunque no en las del Circuito Radonski)—de esta pomposa e insignificante «participación protagónica». Esta película sólo tiene un protagonista, Hugo Chávez; ni siquiera tiene actriz principal. Maduro, Giordani, Evans y Daal son actores de reparto; los ciudadanos somos extras del espectáculo.
Por lo demás, Nicolás Maduro, en su carácter de Vicepresidente Ejecutivo de la República, precisó hoy que el proceso «constituyente» estará abierto ¡todo un mes completo! Debo, pues, reformular mi cálculo de Puro show: si tan sólo uno de cada diez electores (representatividad de 10%) enviare una única idea al Presidente de la República, éste tendría que considerar un poco más de un millón ochocientas mil sugerencias en ese lapso-ultimátum de treinta días; es decir, tendría que leerse 60.000 mensajes diarios. Esperemos, por su salud física y mental, que las proposiciones sean breves. Quizás puedan enviarse en tuits de 140 caracteres cada uno.**
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*Al comienzo de su primer gobierno, Hugo Chávez cerró una famosa carta a la Corte Suprema de Justicia con estas consideraciones: «Esas son las razones por las cuales el Jefe de Estado conduce, en soledad, la política exterior y, en soledad, es el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Nacionales. Inmerso en un peligroso escenario de Causas Generales que dominan el planeta (Montesquieu; Darwin), debo confirmar ante la Honorabilísima Corte Suprema de Justicia el Principio de la exclusividad presidencial en la conducción del Estado». (Destacado del presidente Chávez). Nada puede contradecir más frontalmente el Artículo 62 citado por Daal.
**Un total de aproximadamente 420.000 palabras diarias.
LEA
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por Luis Enrique Alcalá | Nov 11, 2012 | Argumentos, Política |
Muy atentamente
(Al final de esta entrada se ha insertado una actualización)
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A Orlando Amaya
Gran parte de las desgracias de nuestra vida nacional se debe al empirismo, al desconocimiento de las razones fundamentales que rigen la marcha de las sociedades, de las empresas y las industrias, en fin, a la ignorancia petulante, vestida de suficiencia.
Santiago Key-Ayala
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Voy de cuento. Era el año de 1994, y el segundo gobierno de Rafael Caldera había emitido un segundo decreto de suspensión de garantías, fundado en la mala situación en que la gravísima crisis bancaria de ese año había colocado al país. El Congreso de la República, acicateado por COPEI—ardido porque su líder fundador le había ganado las elecciones del año anterior—, se negó a repetir la aprobación que había concedido al primer decreto. («El Congreso, en manos de la oposición, no estuvo de acuerdo con este segundo decreto, y el 22 de julio procedió a restituir todas las garantías suspendidas, salvo la contenida en el Artículo 96, a cuya suspensión había prestado su aquiescencia con ocasión del decreto de febrero. (…) El gobierno no se conformó con esto, y emitió el mismo día un nuevo decreto de suspensión—No. 285—con idéntico alcance. El guante del desafío había sido recogido». Luis Enrique Alcalá: Las élites culposas, Editorial Libros Marcados, 2012).
En tal circunstancia, el gobierno amenazó con convocar un referendo para consultar al Pueblo acerca de la suspensión que pretendía, cuando aún no existía en la legislación venezolana la figura de referendos consultivos—Caldera prefería decir «consultativo»—, y dejó caer que José Guillermo Andueza, prestigioso jurista y Ministro de Relaciones Interiores, ya tenía una redacción del decreto de convocatoria de la consulta.
Entonces publicó el diario El Nacional los resultados de una encuesta telefónica que se le ocurrió hacer sobre el tema: 90% de los consultados apoyaba la suspensión de garantías. Ni corto ni perezoso, Luis Alfaro Ucero condujo las tropas parlamentarias de Acción Democrática en apoyo del decreto 285, que fue finalmente aprobado, dejando en deslucida posición a COPEI y a La Causa R, partidos que se opusieron. Juan José Caldera anunció en la Cámara del Senado que ya el referendo no sería necesario.
Por mi parte me sentí frustrado, y no porque las garantías quedaran suspendidas, sino porque la consulta popular no se había efectuado; por eso escribí Ahora tiene que consultar, el artículo principal del #6 de referéndum (publicación mensual que por entonces producía), el 8 de agosto de 1994. No me pareció ni serio ni acertado que el gobierno de Caldera reculara con el referéndum que amagara:
Este retroceso gubernamental tiene bastante de lamentable pues, como pudo evidenciarse, la ciudadanía creyó que había llegado la ocasión para participar directamente, por primera vez, en la adopción de una decisión de Estado.
(…)
…si el Gobierno declaró, por boca del Ministro Andueza, que ya tenía redactado un decreto para convocar a referéndum, ¿qué puede impedir que se redacte otro para consultar a los Electores sobre cualquier otro asunto, dado que según la doctrina Andueza habría bastado un acto del Ejecutivo para que se produjera la convocatoria?
Si era posible convocar un referéndum “consultativo” sobre la suspensión de las garantías, es posible convocar un referéndum para consultar a los Electores sobre cualquier otra materia. A este respecto puede valer la pena considerar la siguiente idea: consultar a los Electores sobre los lineamientos generales del plan de desarrollo económico y social del Ejecutivo, el que hasta ahora, dicho sea de paso, es desconocido.
La Constitución Nacional incluye ahora, gracias al Artículo 7º de su Enmienda Nº 2, la siguiente disposición: “El Ejecutivo Nacional en el transcurso del primer año de cada período constitucional, presentará para su aprobación, a las Cámaras en sesión conjunta, las líneas generales del plan de desarrollo económico y social de la nación”.
En nuestra opinión, debiera ser a los Electores, no a las Cámaras del Congreso de la República, a quienes debiera solicitarse la aprobación de las “líneas generales del plan de desarrollo” del Ejecutivo. Esto, naturalmente, precisaría que la Constitución fuese modificada. No puede crearse de la noche a la mañana un carácter vinculante que colida con uno dispuesto expresamente en el texto constitucional.
Pero si, como había argumentado el Gobierno, podía hacerse un referéndum no vinculante para consultar su diferendo con el Congreso, perfectamente puede celebrarse uno para el acto más esencial que puede haber en el ejercicio de la política: obtener la aquiescencia del Pueblo respecto del rumbo general del Estado de cuya soberanía es asiento.
Obviamente, nada de lo que antecede fue atendido. Tomaría más de tres años que el Congreso, en reforma de diciembre de 1997, introdujera el enteramente nuevo Título VI (De los referendos) a la Ley Orgánica del Sufragio y Participación Política, que finalmente creó en nuestra legislación los referendos consultivos. (La Constitución de 1961 sólo contemplaba un referéndum aprobatorio de cualquier «reforma general» del texto constitucional).
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Estas cosas vienen a cuento porque el Vicepresidente Ejecutivo de la República acaba de anunciar (10 de noviembre) el inicio de un proceso «constituyente» para la confección del plan de gobierno 2013-2019. Como es costumbre nomencladora, etiquetadora del gobierno que sirve, ahora constituyente significa algo que no es constituyente. Veamos las propias palabras de Nicolás Maduro:
La carga que tiene el concepto de constituyente en nuestra Constitución va mucho más allá de una Asamblea Constituyente, se trata del poder del pueblo para crear, recrear, fundar y refundar patria, para ejercer soberanía de manera permanente con la Constitución como instrumento fundamental de trabajo, como guía de navegación para esta generación y las que se están formando. (…) Sabemos que en cada barrio, centro de trabajo, taxi, liceo, universidad, esquina se ha acumulado un patrimonio de ideas, experiencias y realizaciones que nos coloca en una situación especial para abordar la elaboración del plan de gobierno. (…) Este es un enorme proceso de aprendizaje de formación y autoformación que exige apartar tiempo para el estudio en los colectivos, grupos de base, ministerios, alcaldías y gobernaciones. Este es un gran proceso para ordenar el pensamiento político y para ordenar y mejorar la calidad de la acción política de cada uno de nosotros.
Ocarina Espinoza, periodista de El Universal, reportó: «Dijo [Maduro] que desde el año 2006 la población que ha votado por el presidente Hugo Chávez lo ha hecho con la conciencia de que lo que se espera para el país es el desarrollo de un plan socialista y esta es la hora de participación para concretarlo». Por su parte, Noticias 24 anota: “El Comandante Chávez nos ordenó que echemos andar a partir de hoy aquí en Caracas y simultáneo [quiso decir «echemos a andar» y simultáneamente] con todo el territorio nacional, lo que hemos denominado Proceso Constituyente para la Elaboración Colectiva del Plan Socialista de la nación 2013-2019″. También ofreció algo por lo que cabe felicitarlo: “Nosotros vamos a extenderle la mano a todos los venezolanos y candidatos que por alguna razón no votaron por Chávez, a ellos también tenemos que tenderle la mano”. (Todavía no está muy afinada la cosa esta de participación de los opositores; en el mismo acto en el que Maduro llevó la voz cantante, el Ministro de Ciencia y Tecnología, Jorge Arreaza, especificó: «Todos los revolucionarios tenemos no sólo el derecho sino el deber de incorporarnos para sumar, nutrir, aportar, construir en colectivo y generar este proceso constituyente desde las bases». Parece que no tienen ese derecho o deber quienes no sean «revolucionarios»). La periodista Espinoza destacó asimismo estas palabras de Arreaza: «en ningún país del mundo se da una convocatoria tan amplia, tan incluyente como la que se está dando en estos momentos en Venezuela». Maduro ya había preguntado: «Digan ustedes cuándo habían sido convocados en la historia de nuestro país por un líder de nación para que hagamos un solo plan, el plan de la patria se podría decir».
Entonces Jorge Giordani completó con pretenciosidad el panegírico de ocasión:
A partir de este momento se inicia un proceso constituyente, nunca visto en nuestra historia. Tendrá repercusiones no solamente en los próximos años, sino que puede ser un ejemplo para los países que están en crisis y ven en este proceso [revolucionario] esperanzas, y materializar las suyas.
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Chamán Plan (clic para ver título del libro)
¿En qué consiste el asunto en la práctica? El anuncio de este portentoso proceso fue todo un espectáculo mediático; simultáneamente—no simultáneos—con la participación de Maduro, varios candidatos oficialistas a las gobernaciones metieron su cuchara televisada: Adán Chávez desde Barinas o, acompañado por Rafael Ramírez en Mérida, Alexis Rodríguez. Este último informó, según el reportaje de Ocarina Espinoza «que el plan será presentado el próximo 10 de enero ante la Asamblea Nacional para que se convierta en ley «, y Noticias 24, al reportar la intervención de Giordani, reprodujo esto: «El inicio de este debate público permitirá que el pueblo venezolano aporte sus ideas para ser evaluadas por el Presidente de la República, Hugo Chávez Frías, y ser incluidas en el segundo plan socialista 2013-2019 que será presentado el 10 de enero de 2013 ante la Asamblea Nacional». Espinoza escuchó a Arreaza decir: «una de las formas de sistematizar las propuestas que se recogerán a lo largo del país será a través de la página web www.plandelapatria.org.ve. Tiene que haber homogeneidad en la sistematización de las propuestas para poder llegar a las conclusiones más importantes». (Pruebe el enlace para ser recibido con un clásico saludo comunista: «Camarada, a continuación te saldrán las siguientes ventanas…»)
En síntesis, envíe Ud. sus «ideas» para un plan de desarrollo nacional de seis años de vigencia por carta, correo electrónico o a través de las «ventanas» de la web mencionada—allí tendrá que tramitar una autenticación—; eso sí, hágalo pronto, porque el Presi tiene que entregar la tarea en menos de dos meses, el 10 de enero del año que está a punto de comenzar.
Ya sólo eso pone de manifiesto que todo el asunto es una patraña, gato por liebre: si a uno de cada diez electores—por tanto con muy baja representatividad—se le ocurriera enviar, digamos, una sola idea simple, Chávez y su equipo tendrían que procesar casi dos millones de sugerencias. Supongamos que debemos dejarle al menos una semana para redactar lo que presentaría en la Asamblea Nacional el 10 de enero; dispondría entonces de 54 días para su consideración, a razón de 37.000 proposiciones diarias. Por supuesto, Chávez sólo aprobaría lo que esté alineado con su ideología y su intención; por eso no me molestaré en enviarle una idea simplísima: olvidarse de las comunas. (Si la Mesa de la Unidad Democrática quisiera fastidiar el vistoso y engañoso proceso, instruiría a la masa opositora a la que Maduro tiende la mano para que inundara la web del «Plan de la Patria» con millones de participaciones contrarias al «Estado comunal». Esto es más constructivo que las inútiles disquisiciones del «líder nacional» Henrique Capriles Radonski acerca de la constitucionalidad de esta «constituyente»).
Todo el asunto, que por supuesto no tiene nada de constituyente, no busca sino dos objetivos: uno, a corto plazo, es el de armar ese falso tinglado como propaganda electoral para las elecciones de gobernadores; otro, más peligroso, a mediano plazo, el de pretender mediante burda falacia que el «Plan Socialista» ha sido aprobado por el Poder Constituyente Originario, que ese plan castroso es producto de una «constituyente». Este objetivo se ha hecho patente en la reiteración insistente de una mentira: «que desde el año 2006 la población que ha votado por el presidente Hugo Chávez lo ha hecho con la conciencia de que lo que se espera para el país es el desarrollo de un plan socialista» (Nicolás Maduro). Es falsedad repetida ahora por numerosos voceros del gobierno, su jefe incluido, lo que revela que es consigna emitida por el despacho presidencial. La única vez que se consultó explícitamente a los Electores acerca de algo que incluyó, de contrabando, menciones del socialismo—en el referendo de 2007 sobre las reformas propuestas por Miraflores y el Palacio Legislativo—, el rechazo fue la expresión mayoritaria.
Si hubiera real voluntad de fundar el plan de desarrollo nacional—que en este caso es de subdesarrollo—en la decisión popular, el gobierno debiese convocar a un referendo para que la población se pronunciara sobre lo que ahora cocina, como propuse el 8 de agosto de 1994, hace dieciocho años. La petulante caricatura que ahora propone el gobierno no tiene la menor originalidad, como pretende y, por supuesto, la menor sustancia. Es un grosero engaño.
Lo que tenemos que hacer—como antídoto para esta anestesia irresponsable y pretenciosa, para esa demagogia vacía—es convocar, por iniciativa popular, un referendo consultivo sobre la implantación arbitraria y caprichosa de un régimen socialista en el país. Por algo el gobierno no lo ha hecho. LEA
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ACTUALIZACIÓN: El Sr. Iván Gutiérrez ha escrito un artículo (El debate sobre las Comunas) que así comienza: «Tiene razón el Presidente, en la Constitución Nacional aprobada en 1999 quedó establecida la vía para promover formas colectivas y sociales de producción. De allí que la propuesta que está haciendo está ajustada a derecho. Quienes se oponen a ella han escogido dos caminos: Asustar con el fantasma del Comunismo y señalar que las alcaldías y gobernaciones serán borradas del mapa por el Estado Comunal». (Ver acá Más vale tarde que nunca).
Pero el 28 de mayo la Agencia Venezolana de Noticias dejó constancia de que Aristóbulo Istúriz, candidato del Presidente de la República para la Gobernación de Anzoátegui, declaró: «Organización y conciencia social son las principales características que debe tener una comuna para que pueda consolidarse como el poder popular que acabará con el estado capitalista burgués. (…) El estado capitalista burgués hay que desmontarlo, ese Estado piramidal, jerarquizado que tiene arriba el poder nacional, después al poder estadal, después al municipal, luego al parroquial y abajo, de último, al pueblo aplastado». Meses después, el 26 de octubre, se conoció información adicional acerca de los propósitos del asunto, en palabras de Istúriz en una reunión con trabajadores de Anzoátegui: «Estoy seguro, les juro que con un sistema de comuna hay menos inseguridad que sin un sistema de comuna. Cada comuna tiene que ser capaz de garantizar la seguridad en su ámbito. No es lo mismo que el consejo comunal. Hablo de comuna».
Bueno, el DRAE viene en nuestro auxilio para entender la distinción establecida por Istúriz; así define: comuna. (Del fr. commune). 1. f. Conjunto de personas que viven en comunidad económica, a veces sexual, al margen de la sociedad organizada. 2. f. Forma de organización social y económica basada en la propiedad colectiva y en la eliminación de los tradicionales valores familiares.
La primera acepción alude a la comuna hippie, típica en los EEUU de la década de los años sesenta. No creo que sea esto lo que Hugo Chávez y Aristóbulo Istúriz preconizan; el sentido en el que este último enfatiza que no habla de consejos comunales es la segunda acepción que ofrece el diccionario. Los valores familiares «tradicionales» son, por supuesto, «burgueses», y deben ser eliminados. (La admisión de Istúriz revela que lo de los consejos comunales no fue sino un truco de ablandamiento previo, en ningún caso una institución definitiva).
Vale la pena registrar que Istúriz ya ha incurrido antes en definiciones dudosas, como cuando argumentaba que la educación venezolana, a través del currículum «bolivariano», debía «estar alineada con el proyecto de país». (Ver en este blog ¿Alineación o alienación?, del 21 de abril de 2005, y también Roña a la vista, del 3 de abril de 2008). En el primero de los artículos puse: «La educación, maestro Istúriz, con lo único que tiene que estar alineada es con la verdad»).
Ahora habla, de nuevo tramposamente, el gobierno de un «proceso constituyente» para referirse al buzón de sugerencias que ha abierto para recibir ideas de la gente sobre el nuevo plan de desarrollo nacional. No es un estreno; mucho antes el oficialismo ha empleado el término de constituyente para engañar incautos. En Roña a la vista, advertí hace más de cuatro años para referirme a la imposición del mentado currículum «bolivariano»:
Esta grosera manipulación viene convenientemente reforzada por el empleo de otras marcas, que pretenden monopolizar y enrostrarnos los chavistas. Así pasa, por ejemplo, con la idea de “Constituyente Educativa”. La palabra “constituyente” se había valorizado mucho como marca para 1999, y cualquier cosa que se propusiese con ese nombre debía ser, por asociación publicitaria, en principio buena y recomendable. Es así como basta decir, en la introducción mencionada del proyecto curricular, que una constituyente educativa—harto sesgada—determinó que la reforma de 1997 fue salvajemente capitalista para que se tenga tamaña injusticia por verdad.
La distorsión terminológica y la manipulación falaz son técnicas harto frecuentes en el uso chavista. Me atrevo a recomendar al Sr. Gutiérrez, quien tiene suficiente cabeza como para admitir al final de su texto que las recientes «migraciones» en el Registro Electoral «constituyen una torpeza política de padre y señor mío», que no se deje engañar. El gobierno no tiene el monopolio de la preocupación por la pobreza, y principalmente la usa como coartada de su dominación. Vale.
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