Georges de la Tour: Adoración de los Pastores (1644)
Música de Navidad es lo que cabe hoy. Las festividades de la Natividad de Jesús de Nazaret son verdaderamente universales, observadas aun en países en las que predominan otras religiones que no son cristianas. Asimismo, la música apropiada para la época es conocida en el mundo entero. He aquí una variada colección, clásica y popular, que siempre escuchamos en tiempo decembrino.
El oratorio de Bach
Comencemos por una sucesión de piezas de la música culta, en orden de aparición histórica. Primero que nada, pues, una pieza del simple Canto gregoriano: Puer est natus inBethlehem (Un Niño ha nacido en Belén), que interpreta el Coro de Monjes Benedictinos de Santo Domingo de Silos. Luego, dejamos la palabra y la partitura al grande Juan Sebastián Bach, de quien se trae el número inicial—Jauchzet, frohlocket, auf, preiset die Tage, que corresponde al Nacimiento y Anunciación a los pastores—de su Oratorio de Navidad (Weihnachts-Oratorium, BWV 248), a cargo del Coro Monteverdi y los Solistas Barrocos Ingleses dirigidos por John Eliot Gardiner. Del mismo compositor oigamos después el coro Magnificat de la obra del mismo nombre en Re mayor (BWV 243a, la versión original estaba en Mi bemol mayor), puesto que esta salutación a Santa Isabel, madre de Juan el Bautista, es proferida por María la Madre de Jesús, y ella es protagonista principalísima de la Navidad. (La Cantoría Gächhinger de Stuttgart interpreta el vivificante coro). Ocho años después de la obra de Bach, Georg Friedrich Händel componía el oratorio El mesías, cuyo coro ¡Aleluya! es sin duda una de las piezas más conocidas en el mundo entero. (Eugene Ormandy dirige en este caso a la Orquesta de Filadelfia y el Coro del Tabernáculo Mormón).
Puer est natus in Bethlehem
Oratorio de Navidad
Magnificat
Aleluya
Ballet de nueces
Ya arrancado el siglo XIX, Héctor Berlioz compuso La infancia de Cristo, obra de la que está aquí El adiós de los pastores, con la dirección de Robert Shaw de la Coral que lleva su nombre y la Orquesta Sinfónica de Atlanta. Y, por supuesto, se ha consagrado como música de Navidad el ballet Cascanueces, de Pyotr Illyich Tchaikovsky, cuyo Primer Acto ocurre en Nochebuena con árbol navideño, cena, regalos y todo. Se pone acá la Marcha que sigue a la Petite ouverture en los instrumentos de la Orquesta Sinfónica de Londres bajo la dirección de André Previn. También ocurren en Navidad los actos primero y segundo de La bohème, la apreciable ópera de Giacomo Puccini. En el segundo acto, Musetta canta su famoso Vals, y es lo que acá escuchamos en la privilegiada voz de Renée Fleming.
El adiós de los pastores
Marcha
Vals de Musetta
El sitio donde Jingle Bells fue creada (clic amplía)
Pasemos ahora a música más popular: los villancicos, aguinaldos y canciones de Navidad. Un temprano ejemplo es Adeste fideles, que con toda probabilidad compuso John Francis Wade en el siglo XVIII. Una versión de lujo combina las voces de Elīna Garanča, Juan Diego Flórez, Genia Kühmeier, Paul A. Edelmann, los Niños Cantores de Viena y el Chorus Viennensis, a quienes acompaña la Orquesta Sinfónica de Viena con Karel Mark Chichon en la dirección. Después de eso, los mismos Niños Cantores de Viena cantan Campanas de Ucrania, que en el mundo anglosajón se conoce como Carol of the bells y es obra del ucraniano Mikola Leontovich. (Escuché por primera vez esta pieza por la coral que dirigía Eduardo Plaza Aurrecoechea el 4 de mayo de 1976, en noche inolvidable por el hecho de ver por primera vez a mi esposa, quien hacía de contralto en el grupo). Frank Sinatra, en cambio, es resucitado ahora para cantarnos la inconfundible Jingle bells, canción de invierno compuesta por James Lord Pierpont en 1850, con la intención de que fuera cantada en Día de Acción de Gracias (Thanksgiving, en el cuarto jueves de noviembre). Y Andy Williams toma el podio para ofrecernos It’s the most wonderful time of the year, canción compuesta con letra de George Wyle por Edward Pola. Nos latiniza la cosa la rica voz italiana de Andrea Bocellí, con una redonda rendición de Blanca Navidad (White Christmas), la popular composición de Irving Berlin.
Adeste fideles
Campanas de Ucrania
Jingle bells
It’s the most wonderful time of the year
Blanca Navidad
Venezuela ofrecerá acá dos aguinaldos, ambos de autor desconocido. Son voces jóvenes alemanas—el berlinés grupo a cappella Add 9—quienes cantan, sin embargo, el hermoso Niño lindo. El magnífico Quinteto Contrapunto, en cambio, nos regala el divertido Aguinaldo de El Callao.
Niño lindo
Aguinaldo de El Callao
Cerraremos esta fiesta con algo audiovisual. La buenísima—en estado y esencia—Beyoncé canta una estupenda (y sexy) Noche de Paz (Silent Night), el villancico que todos aprendimos en la infancia y fue compuesto por Franz Xaver Gruber. Él y el autor de la letra, el joven sacerdote Joseph Mohr, lo cantaron por primera vez en la Misa de Gallo escenificada en Obernsdorf bei Salzburg, Austria, en 1818.
¡Feliz Navidad a los amables visitantes de este blog! LEA
Miguelángel: Resurrección (c. 1520). Colección Real del Castillo de Windsor.
…y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. (…) Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Credo de los Apóstoles
Concilio de Nicea, 325 d. C.
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La base de la fe cristiana está fundada sobre la creencia en la resurrección de Jesús de Nazaret, muerto por crucifixión, al tercer día de su fallecimiento. Ése es el hecho que manifestaría, de modo definitivo, su divinidad. De alguna manera su propia resurrección habría sido prefigurada por la de Lázaro—de quien se dice que Jesús lo levantó de su tumba—y anticipa la resurrección de los muertos—todos los hombres—para el evento planetario del Juicio Final, en el que decidirá el destino individual de cada alma: el Paraíso eterno o un Infierno interminable.
Siendo que Occidente fue totalmente cristianizado gracias al emperador Constantino, la música occidental refleja el tema de la resurrección con abundancia, y siendo que hoy es día de Pascua de Resurrección vienen al tiempo las cuatro piezas que coloco aquí. De Gregorio I o Gregorio el Grande (540-604), según Calvino el último de los buenos papas, nace el término Canto Gregoriano, pues se le atribuye la codificación de la música litúrgica en su época. (Otro Gregorio, el décimo tercero, instituyó el Calendario Gregoriano mediante bula pontificia en 1582; no confundir). Entre las innumerables piezas de ese modo musical, escuchemos el Resurrexit que interpreta la Coral Gregoriana de la Eglise Querin.
Resurrexit
En una Europa ya religiosamente reformada por Martín Lutero y Juan Calvino, vivió y compuso el colosal Juan Sebastián Bach. Su Misa en Si menor (1749), sorprendentemente según el rito romano en país luterano, es considerada una de sus obras cimeras, y aquí ofrecen de ella Et resurrexit la Orquesta y el Coro Bach de Munich en un concierto dirigido por el gran maestro Karl Richter en la iglesia Stifts de Diessen am Ammersee. La letra del credo es, naturalmente, cantada en latín: Et resurrexit tertia die secundum Scripturas, et ascendit in cœlum, sedet ad dexteram Dei Patris, et iterum venturus est cum gloria iudicare vivos et mortuos, cuius regni non erit finis.
Un nuevo salto secular nos trae a 1890, cuando Pietro Mascagni se alza con uno de los premios ofrecidos por Edoardo Sonzogno para jóvenes compositores italianos que no hubieran tenido óperas representadas en un teatro. Mascagni aporta el último día del plazo Cavalleria rusticana, cuya acción transcurre en una aldea siciliana en Domingo de Resurrección. Uno de sus números, el himno de Pascua Inneggiamo (Alabemos) es cantado por los pobladores desde la iglesia y Santuzza en la plaza, que no puede entrar por estar en pecado. Oigámoslo por Michaela Karadjian y la Orquesta y el Coro de la Filarmónica BRT (Radio y Televisión Belga), dirigidos por Janos Kovacs. El libreto de Giovanni Targioni-Tozzetti y Guido Menasci dice: Inneggiamo, il Signor non è morto. Ei fulgente ha dischiuso l’avel, inneggiamo al Signore risorto oggi asceso alla gloria del Ciel!
Inneggiamo
Alberto Durero: Resurrección
Finalmente, una hora y media de música compuso Gustav Mahler en la sinfonía que llamó Resurrección, la #2 en Do menor, estrenada en 1895. Su movimiento final, como el de la Novena Sinfonía de Ludwig van Beethoven, añade un coro a la orquesta. Mahler tomó el texto a cantar del poema Die Auferstehung (La Resurrección) de Friedrich Gottlieb Klopstock, que lo impresionó al escucharlo por primera vez en el sepelio del gran director Hans von Bulow. Pero los versos de la estrofa final fueron escritos por el propio compositor: Sterben werd’ ich, um zu leben! / Aufersteh’n, ja aufersteh’n / wirst du, mein Herz, in einem Nu! / Was du geschlagen / zu Gott wird es dich tragen! (Yo moriré para vivir. Te levantarás de nuevo, sí, ¡te levantarás de nuevo, tú, mi corazón, en un instante! Eso por lo que sufriste, ¡a Dios te conducirá!) He aquí la sinfonía completa en una noble versión de Mariss Jansons, quien dirige a nada menos que la reina de las agrupaciones sinfónicas: la Orquesta Real del Concertgebouw de Ámsterdam. Sinfonía Resurrección
Vicente Emilio Sojo dirige aguinaldos del Orfeón Lamas en Sta. Teresa. Evencio Castellanos al órgano.
Los carnavales de 1928 en Caracas vieron nacer un movimiento político y un movimiento cultural. Del primero, naturalmente, se habla más; de él surgieron con el tiempo los partidos políticos del siglo XX venezolano. Pero por esos mismos días nació lo que conoceríamos y apreciaríamos luego como el Orfeón Lamas. Vicente Emilio Sojo, los hermanos Emilio y José Antonio Calcaño, su primo Miguel Ángel Calcaño—dueño de un oído absoluto—, Juan Bautista Plaza y William Werner recorrieron calles caraqueñas en comparsa, disfrazados a la usanza ucraniana, y cantaron en ellas para sorpresa y goce de los transeúntes. El año anterior, un grupo vocal ucraniano había cantado en el Teatro Municipal de Caracas y de esta presentación concibieron la idea de cantar juntos. Luego decidieron honrar la memoria de José Ángel Lamas (1775-1814), el compositor de la pieza venezolana clásica de nuestra Semana Santa: Popule meus. He aquí su comienzo en rendición del ensemble coral y orquesta de la Camerata Barroca de Caracas, bajo la dirección de Isabel Palacios.
Popule meus
El padre Sojo
Probablemente fue mejor compositor que Lamas la estrella de la Escuela de Chacao, Juan Manuel Olivares. El padre Sojo—Pedro Palacios y Sojo, tío abuelo de Simón Bolívar—, estableció la primera escuela de música en Venezuela y llamó a Olivares, ya sabio en composición, para codirigirla con él. El Orfeón Lamas es acompañado por la Orquesta Sinfónica Venezuela mientras los conduce el gigantesco Vicente Emilio Sojo, fundador de ambas agrupaciones y también de Acción Democrática (música y política), en el hermosísimo Stabat Mater de Olivares.
Stabat Mater
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La felicidad coral
El canto de varias voces reunidas en coro, coral, orfeón—voz que viene de Orfeo, el dios griego que era músico y protector del teatro—es una de las invenciones humanas más satisfactorias. Es estupendo oír una agrupación profesional, pero asimismo es muy remunerador participar en una que se forme con aficionados. Me consta porque fui, con mi limitado y nada pulido registro de barítono, miembro de una coral que dirigía Eduardo Plaza Aurrecoechea (sobrino de Juan Bautista e hijo de Eduardo Plaza Alfonzo, también compositor); cantar con otros, puedo certificar, es una incomparable fuente de alegría.
Por otra parte, la cantidad de obras para coro es enorme, sobre todo si se agrega las piezas provenientes del inagotable folclor de los pueblos de la Tierra. Seguramente los fundadores de lo que sería el Orfeón Lamas cantaron en aquel carnaval las Campanas de Ucrania—Eduardo la dirigía estupendamente—, la hermosa pieza de Nikola Leontovich que suena a continuación aunque no, por supuesto, por los revoltosos músicos de la Generación del 28, sino por el fino coro de los Niños Cantores de Viena.
Campanas de Ucrania
Con la última pieza, obviamente, me he salido del luto de la Semana Santa buscando regocijo. Antes de seguir con el jolgorio, pues, retornemos a la pasión y a la muerte con grandes números corales, todos del rito cristiano. Primeramente, una pieza que no es propiamente cuaresmal, aunque sí de tono lóbrego a pesar de su tema: el Ave María de Sergei Rachmaninoff, cantada a cappella por el Coro del Nuevo Colegio de Oxford.
Ave María
Ecce Homo – Antonello da Messina (1473)
Luego, entremos de lleno en el tema de estos días con el coral O Haupt voll Blut und Wunden (Oh, Sagrada Cabeza herida) de la Pasión según San Mateo, obra cumbre de Juan Sebastián Bach. Lo interpretan el Coro y la Orquesta Barroca de la Sociedad Bach de Holanda que dirige Ton Koopman.
O Haupt voll Blut und Wunden
La sobrecogedora majestad de lo que acabamos de oír sólo puede ser seguida por música de un compositor de calidad equivalente: Wolfgang Amadeus Mozart. Su última obra—KV 626—fue su Requiem; una leyenda sostiene que lo compuso al presentir su muerte. De esta grandiosa pieza, oigamos el vigoroso Kyrie y Rex tremendæ. Karl Bohm dirige la Orquesta Filarmónica de Viena y su coro.
Kyrie
Rex tremendæ
Fue Eduardo Plaza Aurrecoechea quien me hizo conocer el Requiem en Re menor, op. 48 de Gabriel Fauré. Es un concepto enteramente distinto del convencional; en el último de sus números, In paradisum, son las almas que comparten la gloria divina quienes cantan en el cielo, y por tanto la obra de Fauré no concluye con tristeza. Aquí cantan ese final gozoso los miembros del Coro del Colegio del Rey de Cambridge.
In paradisum
Pero salgamos definitivamente del luto con una pieza para coro y orquesta que todos conocemos: el vibrante Aleluya del oratorio El Mesías, de Georg Friedrich Händel. Colin Davis está a cargo del Coro y Orquesta de la Sinfónica de Londres.
Aleluya
La versión londinense de Muti
Es muy distinta deidad la aludida en O Fortuna, el número que abre la mágica cantata escénica Carmina Burana, de Carl Orff. Hay numerosas grabaciones de la obra, pero una particularmente vigorosa es la interpretación de Riccardo Muti al frente de la Orquesta Filarmonia y su coro.
O Fortuna
Sergei Prokofiev hizo la música para la película de un tocayo suyo, Sergei Einsenstein, sobre el héroe épico ruso Alexander Nevsky. Lo que sigue es la Canción de Alexander Nevsky, en versión de la Orquesta y Coro de la Sinfónica de Londres con André Previn a la batuta.
Canción de Alexander Nevsky
Si Nevsky y sus jinetes pudieron salvar a Rusia de una invasión de caballeros teutones, Finlandia ha tenido que defenderse muchas veces de los rusos. El poema sinfónico de Jan Sibelius con el nombre de su país fue compuesto como protesta a la creciente censura de prensa que imponía, a fines del siglo XIX, el Imperio Ruso. Contiene como sección final lo que él llamara Himno Finlandia, que aunque no es el himno oficial de los finlandeses es, sin duda, una de sus más importantes piezas patrióticas. Acá se reproduce justamente esa sección final en las voces del Coro del Tabernáculo Mormón, en compañía de la Orquesta de Filadelfia y la conducción de Eugene Ormandy.
Finlandia
Y para remachar la tesis de que es sabrosísimo cantar en multitud, cierra esta entrada coral con la #1 de las marchas ceremoniales Pompa y Circunstancia, de Edward Elgar. Es tradicional que la temporada de los conciertos Promenade, que tienen lugar en el Royal Albert Hall de Londres, concluya con esta enérgica y elegante pieza. El público se une con alegre entusiasmo al coro y a la orquesta para palmear y cantar, como buenos imperialistas, Land of Hope and Glory, Mother of the Free, / How shall we extol thee, who are born of thee? / Wider still and wider shall thy bounds be set; / God, who made thee mighty, make thee mightier yet. / God, who made thee mighty, make thee mightier yet. El video que sigue es de la clausura del año pasado, cuando la ejecución fue transmitida a varios parques en Inglaterra, donde miles se unieron al coro. Acá se ve la ejecución por los Cantores, el Coro y Orquesta de la Sinfónica de la BBC, dirigidos por Edward Gardner, y la multitudinaria escena en Hyde Park.
intercambios