El sentido de María Bolívar

He aquí el audio de la entrevista que Manuel Felipe Sierra me hiciera en Radio Venezuela, en la misma fecha de inserción de esta entrada. Previamente, el audio de un micro sinóptico para el noticiero de la emisora.

En 790AM hoy

Entrevista en 790 AM – 20/03/13

La legitimadora

María, la legitimadora

Entendiendo que ningún Estado puede darle entera satisfacción material ni cultural a la sociedad, le corresponde mantener un ambiente propicio para que la sociedad trabaje en su propia satisfacción y en la provisión de recursos para el Estado. No debe subordinarse la sociedad al Estado. Debe subordinarse el Estado a la sociedad.

Programa de Gestión de María Bolívar

Uno de ellos argumentó que el gobierno no era demócrata y por tanto jamás sería derrotable por vía electoral, (…) razón por la cual “lo que había que hacer” era crear, mediante el retiro de la candidatura, una “crisis de gobernabilidad” que pudiera ser aprovechada por otros factores de poder que acabaran con el régimen.

Las élites culposas

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Además de Henrique Capriles y Nicolás Maduro, María Bolívar, Eusebio Méndez, Julio Mora, Reina Sequera y Fredy Tabarquino son candidatos a la Presidencia de la República en las elecciones del próximo 14 de abril. ¿Qué sentido tienen sus candidaturas? Bolívar y Sequera también fueron postuladas para las elecciones anteriores, las del 7 de octubre de 2012; la primera obtuvo 0,04% de la votación total, la segunda diez veces más: 0,47%. ¿Es que alguna de las dos cree que tiene el más mínimo chance de suceder a Hugo Chávez, venciendo al Presidente en funciones?

La utilidad real para el oficialismo de, no uno, sino cinco candidatos adicionales, es la de proveer legitimidad al inminente acto electoral, suscitado por la falta absoluta de Hugo Chávez Frías, en caso de que se retire la candidatura de Capriles, como ya ocurrió en 2005 con las candidaturas de oposición a la Asamblea Nacional. En aquella ocasión, un hallazgo en la Fila de Mariches—donde el Consejo Nacional Electoral sometió las máquinas de Smartmatic a un examen técnico—que no significaba la posibilidad de fraude electrónico, aunque sí una potencial violación del secreto del voto, sirvió de pretexto para que Henry Ramos Allup llamara a la retirada en estampida. Como refiero en Las élites culposas, «recordé que el 31 de octubre, un mes antes del descubrimiento en la Fila de Mariches, me había escrito un precandidato presidencial de oposición: ‘…estamos preparando un retiro masivo de candidatos… seguido de un evento espectacular de lanzamiento de campaña 2006′. La demostración de González [el técnico del Grupo La Colina llevado por Primero Justicia] fue un golpe de suerte a favor de una retirada que estaba decidida de todos modos». (Pág. 275). Y no quiero decir con esto que alguno o todos los candidatos menesterosos hayan sido colocados en la boleta electoral del 14 de abril por obra del gobierno; para serle útiles basta que estén allí.

Al año siguiente de la entrega de la Asamblea Nacional por forfeit de la oposición, una insólita alegría se manifestaba en algunos personajes de la periferia opositora: creían que había sido un acierto estratégico profundo la retirada de noviembre de 2005, pues habría deslegitimado a la Asamblea Nacional enteramente roja, al causarse una abstención electoral de 75%. Ya nadie osa defender esa torpe maniobra; junto con el Carmonazo y el paro petrolero de 2002-2003, es ahora generalmente evaluada como una grande estupidez política.

Pero antes de que tal toma de conciencia llegara a generalizarse, se creyó que la fórmula era repetible, con mayor eficacia, en el proceso electoral de 2006, que enfrentó a Hugo Chávez y Manuel Rosales.

El miércoles 5 de abril de 2006, una reunión extraordinaria de la peña más longeva de Caracas, cuyo anfitrión es Luis Ugueto Arismendi, antiguo Ministro de Hacienda de Luis Herrera Campíns, se convocaba para escuchar a María Corina Machado, quien había solicitado la sesión con urgencia. Unas setenta personas, entre quienes me encontraba, asistieron a la exposición de la indiscutible líder de Súmate.

Machado comenzó con el enunciado de la premisa mayor de su presentación: nos hallábamos enfrentados a un gobierno que no creía en la alternabilidad democrática, uno que jamás entregaría el poder si lo llegare a perder en elecciones. La premisa no fue más comentada ni expandida durante toda la exposición, aunque proyectó su sombra sobre todo el resto de lo argumentado.

Luego, describió a grandes rasgos el mecanismo de primarias y rebatió, de forma persuasiva, los inconvenientes que usualmente se oponían a la idea de las mismas. Lo que más enfatizó, sin embargo, fue la exigencia de que el candidato más votado tendría que convertirse en el sumo adalid de la lucha por condiciones electorales confiables para retirarse de las elecciones, no con 5% en las encuestas, sino con 40% gracias a las primarias, lo que era preferible y sí “tendría impacto”, en caso de “ser necesario”.

Fue luego de todo eso que se suscitó una ronda de intervenciones de algunos asistentes. Uno de ellos* argumentó que el gobierno no era demócrata y por tanto jamás sería derrotable por vía electoral—la premisa mayor del inicio—, razón por la cual “lo que había que hacer” era crear, mediante el retiro de la candidatura, una “crisis de gobernabilidad” que pudiera ser aprovechada por otros factores de poder que acabaran con el régimen. Entonces, María Corina Machado se dirigió al ponente de la receta descrita para decirle: “Pues mira, eso es exactamente lo que estamos buscando”.

Las primarias, definitivamente, permitirían que los electores participaran en la decisión de escogencia del candidato. Serían, era obvio, más democráticas. Pero si se las quería emplear, en diabólica, insincera y arrogante manipulación, para entusiasmar a muchos electores en una candidatura cuya misión, sin que los ciudadanos lo supieran, era retirarse para generar problemas de gobernabilidad al gobierno y ejecutar después alzamientos o intervenciones extranjeras, entonces debíamos rechazarlas con el mayor denuedo. Ya se nos había llevado una vez, como corderos, al riesgo de la muerte el 11 de abril de 2002, mientras una necia conspiración se aseguraba de capitalizar, para una autocracia que jamás fue escogida en primarias, el beneficio del sacrificio.

Un articulista con seudónimo había ya sugerido que un supuesto pacto de Teodoro Petkoff con Fidel Castro, buscaba evitar “una gigantesca crisis de gobernabilidad que empuje definitivamente a Chávez a su propio abismo. De Miraflores al infierno… dadas las condiciones internacionales y el endurecimiento de las posturas del Pentágono hacia Caracas, una profunda crisis interna con el aislamiento internacional y la dureza de los Estados Unidos, el futuro para Chávez, para Castro y sendas ‘revoluciones’ sería de pronóstico reservado”. Ha habido siempre quienes celebran en Venezuela que los militares de los Estados Unidos se endurezcan.

De nuevo, los sostenedores de este récipe creían haber descubierto, luego de la masiva ausencia electoral del 4 de diciembre de 2005 y el evidente impacto sobre el discurso gubernamental, que la abstención en retirada de último minuto era el fusible eficaz que detonaría impepinablemente la crisis buscada. Pero claro, se añadía, para que la retirada surtiera efecto debía primero adquirirse fuerza, una masa crítica opositora construida, por ejemplo, mediante la organización de elecciones primarias que “calentaran la calle”. Naturalmente, no debía explicarse toda la estrategia al elector común, quien no tenía por qué saber que lo de las primarias era una carantoña, pues de sospecharlo no se produciría la participación masiva que el plan requería. De nuevo, como “teníamos la razón”, estaríamos moralmente autorizados a manipular a la población opositora mediante el engaño. (Las élites culposas, págs. 283-285).

Ayer, Día de San José, el diario El Nacional publicó un irrespetuoso editorial, enteramente alineado con entrometidas declaraciones de Roberta Jacobson, Secretaria de Estado para América Latina de los Estados Unidos de Norteamérica. (En entrevista concedida a El País de Madrid el 15 de los corrientes). Allí dijo Jacobson: «Creemos que los venezolanos merecen unas elecciones abiertas, justas y transparentes en las que todos pueden ejercer su voto con la confianza de que su decisión será respetada». Más adelante, y luego de cuestionar el proceso venezolano en materia de la observación internacional, reiteró: «…lo importante ahora es que las elecciones sean limpias y transparentes. Será un poco difícil, pero eso es lo que los venezolanos y la comunidad internacional debe [sic] de [sic] apoyar». El periódico madrileño quiso que la funcionaria estadounidense cuestionara la celeridad de la elección—que la Constitución Nacional manda en treinta días ante una falta absoluta del Presidente de la República—, al preguntarle: «¿No han sido convocadas estas elecciones con demasiada rapidez?» Aquí, El Nacional dijo que la reacción enteramente explicable de Tibisay Lucena, Presidenta del CNE, equivalía a haber «montado en cólera» y a salir «como Juana de Arco del trópico» por sugerencia de, tal vez, Nicolás Maduro, Diosdado Cabello o Elías Jaua. También aludió cobarde y desalmadamente a problemas de salud de la Sra. Lucena. ¿Cómo reaccionaría el Departamento de Estado de los EEUU a la declaración de un vocero autorizado de la Unión Europea, que expresara deseos de que alguna elección en ese país fuera abierta, justa, limpia y transparente? Es una vergüenza que El Nacional haya publicado la insultante pieza; el digno Miguel Otero Silva se revuelve en su tumba. ¡Cómo se nota la ausencia del sentido común de Simón Alberto Consalvi! (Apunte de Manuel Felipe Sierra).

La razón real de la estampida opositora en 2005 fue que los sondeos de opinión no auguraban a sus partidos más de 15% (entre todos) de la votación de diciembre de ese año. Ahora las encuestas conocidas colocan a Capriles Radonski, de quien todas las mujeres estarían enamoradas, en desventaja insalvable. Espero que él no se preste a una maniobra artera retirando su pobre candidatura—casi tan pobre como la de Maduro—, como estoy seguro de que con estas líneas aumenta mi propensión a accidentes o encuentros con el hampa asesina y mi favoritismo entre opositores neuróticos. LEA

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*Luis Betancourt Oteyza

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