por Luis Enrique Alcalá | Ago 15, 2013 | Música |
Así se dice próxima apertura en catalán
Hay piezas musicales que son portaestandartes. Abren una colección de piezas, una ópera, un ballet u otra clase de obras. He aquí unas cuantas instancias.
Prekudio al Te Deum: parte de violín
Comencemos por la Introducción al Te Deum en Re mayor, H. 146, de Marc-Antoine Charpentier (1643-1704). Tal como es de esperar, es una música alegre: un Te Deum es un himno de acción de gracias, propio de celebraciones. (En Tosca, de Puccini, el Primer Acto cierra con uno equivocado; el oficialismo italiano de la época—el barón Scarpia incluido—celebra lo que creyó una victoria contra Napoleón, pero la cosa resultó al revés, y esto último se revela en el Acto Segundo). Charpentier descolló en el Barroco por la calidad de sus composiciones; para muestra, este botón que no por nada fue escogido por la Unión Radiofónica Europea como su tema insignia. Aquí lo interpreta la Orquesta de Cámara Inglesa conducida por Raymond Leppard.
Te Deum
El Rey del Barroco musical, tal vez de toda la música occidental, es el grandísimo Johann Sebastian Bach (1685-1750). Cuatro fueron las suites orquestales que compuso, y a ellas se las llama en alemán Ouvertüren, pues todas tienen como número inicial una obertura, que ya no preludiaba una ópera sino una suite de danzas u otras piezas. Ese término se emplearía más adelante para designar obras independientes que presagiaban la forma que se conocería como poema sinfónico. (Por ejemplo, la pieza perfecta de Tchaikovsky: la Obertura-Fantasía Romeo y Julieta). Aun así, se suponía que debían iniciar un concierto, delante del resto de las piezas que lo compusieran. De la Suite Orquestal#3 en Re mayor (BWV 1.068) de Bach, escuchemos su grandiosa Obertura por la Akademie für Alte Musik de Berlín con la dirección de Bernhard Forck.
Suite Orquestal #3
El tercer gran líder—Mozart fue el segundo—de la música noble de Occidente, Ludwig van Beethoven (1770-1827), compuso varias oberturas: Egmont, Coriolano, Leonora I, II y III, Las ruinas de Atenas, La consagración de la casa… Su ópera principal es Fidelio, para la que compuso una obertura que aquí escucharemos en versión de Riccardo Muti al frente de la Orquesta de Filadelfia.
Fidelio
Caricatura de Berlioz en el Wiener Theaterzeitung (1846)
Poco después del paso de Beethoven por la tierra emergería la música de Héctor Berlioz (1803-1869), un compositor adelantado a su época. Esto es más evidente en su sinfonía dramática Roméo et Juliette (1839), una obra sinfónico-coral de gran escala. Berlioz fue un gran orquestador—escribió el Grand traité d’instrumentation et d’orchestration modernes (1844), anticipador de los Principios de orquestación (1891) de Nikolai Andreievitch Rimsky-Korsakoff— y un director de orquesta que exigía conjuntos de enormes dimensiones, los que no se verían en Europa sino hasta la época de Gustav Mahler (1860-1911). Por ese rasgo fue caricaturizado más de una vez, al punto de que nadie menos que Gustave Doré se ocupó de él en una caricatura publicada en el Journal pour rire en 1850. Ahora nos ofrece la Introduction de Romeo y Julieta la Orquesta Sinfónica de Londres que dirige Colin Davis.
Roméo et Juliette
Otro poderoso compositor, esta vez el ruso Aleksandr Borodín (1833-1887), es el autor de la ópera El Príncipe Igor, de la que son especialmente populares sus Danzas Polovtsianas, o Danzas de los pólovtsy (cumanos), una tribu nómada que habitó a lo largo del Volga al norte del Mar Negro. El segundo tema de su Introducción es el de la canción Stranger in paradise, un número del musical de Robert Wright y George Forrest, Kismet, cuya música es enteramente de Borodín. El mítico Herbert von Karajan dirige la Orquesta Filarmónica de Berlín.
Danzas polovtsianas
Del mismo modo, lo primero que suena en la obra de Igor Stravinsky (1882-1971) Le Sacre du Printemps (La Consagración—o Rito—de la Primavera) es la Introduction de su Primera Parte (L’adoration de la Terre), cuyo tema es inicialmente expuesto por el fagote. La obra causó un escándalo durante su estreno en París (1913) con los Ballets Ruses de Sergei Dhiagilev y tal vez esa introducción haya sido inspirada en el comienzo de Prelude a l’aprés midi d’un faune (1894), obra de Claude Debussy sobre un poema de Stéphane Mallarmé. Para facilitar el cotejo, primeramente suena el número de Stravinsky (Pierre Boulez con la Orquesta de Cleveland) seguido del tema de Debussy.
Le Sacre du Printemps
L’après-midi d’un faune
Montaje del Ballet de San José, California
Carl Orff regaló a los melómanos una obra extraordinaria: su cantata escénica Carmina Burana (Canciones del Beuern). Aunque la música (1935-36) está orquestada con la riqueza instrumental del siglo XX, Orff logró una ambientación melódica y rítmica que sugiere su origen medieval. (Las letras de los distintos números están tomadas de una colección de poemas de los siglos XI, XII y XIII, descubierta en 1803 en la Abadía Benedictina del Beuern, en Baviera. Orff compuso también Catulli Carmina y Trionfo di Afrodite para completar la trilogía Trionfi). La impar obra fue estrenada en Francfort en 1937, en su versión completa con danza. Desde entonces, el mundo no ha dejado de disfrutarla y admirarla; nada más apropiado: Orff sigue en ella su concepto de escena total, su Theatrum Mundi. Aquí nos entregan su número introductorio—O Fortuna, que se repite, como en el Magnificat de J. S. Bach, al final—, de la breve sección inicial de la obra (Fortuna Imperatrix Mundi), la Orquesta Sinfónica de Londres y su Coro bajo la dirección de André Previn.
O Fortuna
De la precedente riqueza musical pasemos a la simplicidad de la Entrada de las Waldszenen (Escenas del bosque. op. 82) de Robert Schumann (1810-1856), en ejecución de Rudolf Serkin.
Entrada
El inicio de un tema con variaciones es la exposición del tema mismo. (Una excepción es la Rapsodia sobre un tema de Paganini de Sergei Rachamninoff, que comienza por la primera variación precedida por una introducción). Está aquí el tema de las Variaciones para orquesta sobre un tema original (Enigma), del compositor inglés Edward Elgar (1857-1934), compuestas entre 1868 y 1869. Leonard Bernstein se encarga de dirigir a la Orquesta Sinfónica de la BBC para ofrecérnoslo.
Tema
La esposa de Weill estrenó el papel de Anna I
Nadie discutirá que un prólogo es lo que viene antes de otro texto más largo, y hay obras cantadas que lo tienen. Uno famosísimo es el de la ópera Los Payasos, de Ruggiero Leoncavallo (1857-1919), la más famosa de sus obras. El gran barítono y bajo Ettore Bastianini se encarga de certificar que los artistas son gente de carne y hueso. De seguidas, Gisela May, acompañada por la Orquesta Sinfónica de la Radio de Leipzig que conduce Herbert Kegel, nos trae el Prólogo de Los siete pecados capitales (en alemán, Die sieben Todsünden), un ballet chanté que surgió de la colaboración en 1933 (el año de la llegada de Adolf Hitler al poder en Alemania) del dramaturgo Bertolt Brecht, el músico Kurt Weill y el coreógrafo George Ballanchine. La ocasión trajo el alejamiento de Brecht y Weill; el primero quiso que esta historia de una esquizofrénica (Anna), ambientada en los Estados Unidos, siguiera un tratamiento marxista y Weill impuso un enfoque psicoanalítico. (La composición de Weill trae su habitual reminiscencia de la música de cabaret).
I Pagliacci
Los siete pecados capitales
Arriba se mencionó de pasada el concepto de poema sinfónico, una obra que sigue un poema, una narración o algún elemento pictórico en su desarrollo. Quien primero empleara el término fue el compositor y virtuoso húngaro Franz Liszt (1811-1886). Él mismo compuso trece obras de esa clase, y Les Préludes (d’aprés Lamartine), la tercera de ellas, se ocupa de representar musicalmente una oda del poeta francés en sus Nouvelles méditations poétiques. Es el poema sinfónico más popular de Liszt; el informe radial del ejército alemán (Wehrmachtbericht) en la Segunda Guerra Mundial, así como el noticiero Die Deutsche Wochenschau, emplearon la marcha final como su tema musical. La fina Orquesta Filarmónica de Viena es dirigida acá por Giuseppe Sinopoli.
Les Préludes
Pietro Mascagni
Un verdadero Preludio es el que introduce la ópera Cavalleria rusticana, la exitosa composición breve de Pietro Mascagni (1863-1945) que frecuentemente se graba junto con Los payasos. Aquí suena en los instrumentos de la Orquesta Filarmónica de Praga dirigidos por Friedemann Riehle. Daniel Barenboim queda a cargo de la Orquesta de París para interpretar otro muy importante, con el que cierra esta entrega de músicas introductorias: el Preludio a los Maestros Cantores de Nuremberg, la solemne composición de Richard Wagner (1813-1883). Es tan bueno, que a pesar de ser un preludio funciona perfectamente como epílogo.
Cavalleria Rusticana
Maestros Cantores
Bueno, ahora que quince magníficos músicos nos han preludiado quince veces, es hora de que nos pongamos a hacer algo muy importante. LEA
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por Luis Enrique Alcalá | Ene 11, 2012 | Música |
Egon Schiele: Liebespaar (Amantes; literalmente, Pareja de amor), 1913
Eros (en griego antiguo Ἔρως) era el dios primordial responsable de la atracción sexual, el amor y el sexo, venerado también como un dios de la fertilidad. En algunos mitos era hijo de Afrodita y Ares, pero según El banquete de Platón fue concebido por Poros (la abundancia) y Penia (la pobreza) en el cumpleaños de Afrodita. Esto explicaba los diferentes aspectos del amor. A veces era llamado, como Dioniso, Eleuterio (Ἐλευθερεύς), ‘el libertador’. Su equivalente romano era Cupido (‘deseo’), también conocido como Amor. De acuerdo con la tradición iniciada por Eratóstenes, Eros era principalmente el patrón del amor entre hombres, mientras Afrodita presidía sobre el amor de los hombres por las mujeres. Su estatua podía encontrarse en las palestras, uno de los principales lugares de reunión de los hombres con sus amados, y a él hacían sacrificios los espartanos antes de la batalla. Meleagro recoge este papel en un poema conservado en la Antología Palatina: «La reina Cipria, una mujer, aviva el fuego que enloquece a los hombres por las mujeres, pero el propio Eros convence la pasión de los hombres por los hombres».
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En la mitología griega, Euterpe (en griego Ευτέρπη, «La muy placentera», «La de agradable genio» o «La de buen ánimo») es la Musa de la música, especialmente protectora del arte de tocar la flauta. Como las demás Musas era hija de Mnemósine y de Zeus. Por lo general se la representa coronada de flores y llevando entre sus manos el doble-flautín. En otras ocasiones se la representa con otros instrumentos de música: violines, guitarras, tambor, etcétera. A finales de la época clásica se la denominaba musa de la poesía lírica, y se le representaba con una flauta en la mano.
Unos pocos dicen que inventó el aulos o flauta doble, aunque la mayoría de los estudiosos de la mitología conceden ese honor a Atenea, como se da a conocer en el mito de Marsias y su duelo con Apolo. El río Estrimón dejó a Euterpe embarazada. Su hijo, Rhesus de Tracia dirigió a una partida de Tracianos y murió a manos de Diomedes en Troya, según Homero en la Ilíada.
Su nombre procede del griego eu (bien) y τέρπ-εω (contentar).
Wikipedia en español
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El amor y la música han ido siempre de la mano. De hecho, la inmensa mayoría de las canciones tiene un tema de amor, a veces alegre, otras enguayabado. Y ¿qué sería de nuestros amores sin los boleros, cuya letra frecuentemente cursi hace uso desusado de infinitivos sustantivados? (El amar, el querer, el besar…)
1. La música «culta» porta tanto amor como las despechadas rancheras y los desgarradores tangos, y no propiamente amor platónico sino el que se consuma en la cópula. Un ejemplo clarísimo y abundante lo proporciona Carmina Burana—Canciones del Beuern, de un manuscrito medieval de 254 canciones que incluye 129 amorosas—de Carl Orff, la fenomenal cantata escénica que inicia una trilogía que completan Catulli carmina y, por si hubiera alguna duda, Trionfo di Afrodite. Una dulcísima melodía fue compuesta por Orff para acompañar las dos breves estrofas de In trutina; una mujer canta sobre el dilema entre el amor lascivo—propenso a los deleites carnales—y la pudicia, e inmediatamente aclara que opta por el «suave yugo» de lo primero. Aquí es cantada la sucinta aria por la perfecta voz de Renée Fleming, acompañada por la Orquesta de Cámara Inglesa.
In trutina
In trutina mentis dubia / fluctuant contraria / lascivus amor et pudicitia
Sed eligo quod video / collum iugo prebeo / ad iugum tamen suave transeo
2. Edward Elgar, a quien el mundo conoce más por sus marchas militares de Pompa y circunstancia, se enamoró y se casó con Caroline Alice Roberts, una dama ocho años mayor que él que fue desheredada por su padre a raíz de tales amores. Caroline entregó su vida a Elgar, cosa que justificó en su diario al escribir: «El cuidado de un genio es una vida de suficiente trabajo para cualquier mujer». Su esposo le dedicó su opus 12, la suave y enamorada melodía de Salut d’amour. Es interpretada de seguidas por la Orquesta Sinfónica de Baltimore dirigida por David Zinman.
Salut d’amour
Egon Schiele: Pareja sentada, 1915
3. Son también de Elgar las Variaciones Enigma, op. 36. Por alguna razón, Eugene Ormandy incluyó la Variación IX (Nimrod), en el álbum Classical Erotica, en el que dirige la Orquesta de Filadelfia.
Nimrod
4. Edvard Grieg, por su parte, llamó Erotik a la número 5 de sus Piezas líricas del opus 43, que escuchamos tocada por el gran pianista italiano Arturo Benedetti Michelangelli, en una grabación de 1942.
Erotik
5. La película 10, la mujer perfecta incluye una escena de cama de Dudley Moore con nadie menos que Bo Derek. La música que se oye mientras hacen el amor es el Boléro de Maurice Ravel. Desde entonces, ha adquirido popularmente un significado erótico. (La pieza llevaba esa intención de todos modos: fue inspirada por la mecenas y bailarina rusa Ida Rubinstein quien, entre otras cosas, posó desnuda para Valentín Serov en 1910 y era de gusto bisexual). Suena ahora, con la dirección de André Previn, por la Orquesta Sinfónica de Londres.
Boléro
Egon Schiele: Abrazo (Amantes II), 1917
6. En la literatura operística hay pocas arias tan hermosas como Mon coeur s’ouvre a ta voix, del Sansón y Dalila de Camille Saint-Säens. Dalila apremia a Sansón pidiéndole que responda a su ternura y vierta sobre ella la embriaguez, no precisamente alcohólica. La incomparable María Callas la cantó como nadie.
Mon coeur s’ouvre a ta voix
Mon cœur s’ouvre à ta voix comme s’ouvrent les fleurs /Aux baisers de l’aurore! / Mais, ô mon bien-aimé, pour mieux sécher mes pleurs, / Que ta voix parle encore! / Dis-moi qu’à Dalila tu reviens pour jamais! / Redis à ma tendresse / Les serments d’autrefois, ces serments que j’aimais! / Ah! réponds à ma tendresse!
Verse-moi, verse-moi l’ivresse!
Ainsi qu’on voit des blés les épis onduler / Sous la brise légère, / Ainsi frémit mon cœur, prêt à se consoler / À ta voix qui m’est chère! / La flèche est moins rapide à porter le trépas, / Que ne l’est ton amante à voler dans tes bras! / Ah! réponds à ma tendresse! / Verse-moi, verse-moi l’ivresse!
7. En 1933, cuando Adolfo Hitler tomaba el poder en Alemania, fue estrenado en París un ballet chanté con el nombre de Los siete pecados capitales, donde Lotte Lenya cantó en el rol principal recién fugada de su patria. La música fue proporcionada por su esposo, Kurt Weill, y el libreto lo escribió el importante dramaturgo Bertolt Brecht. Ésta fue la última colaboración significativa de estos artistas, que discutieron ferozmente el tratamiento dramático de la obra: Brecht pretendía que se la vistiera en ropaje marxista, pero predominó al fin la idea de Weill, quien insistió en una interpretación freudiana. La historia es simple: una mujer esquizofrénica, Anna, incurre en todos los pecados del catálogo capital desde una de sus personalidades escindidas. Naturalmente, no podía faltar la Lujuria, que canta Gisela May acompañada de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Leipzig, conducida por Herbert Kegel.
Lujuria
Egon Schiele: Estudio para Liebesakt (Acto de amor), 1915
8. Nada es más explícito que Principles of lust (Principios de la lujuria), una pieza muy erótica del género pop. Es del proyecto Enigma de música electrónica, y pertenece al álbum MCMXC a. D. Una banda de sonido que recoge los jadeos de una mujer, y el recurso al latín seudorreligioso—y al francés para evocar al Marqués de Sade—en la misma onda irreverente de Carmina burana, la hacen música muy penetrante e incitante.
Principles of lust
Procedamus in pace / In nomine Christi, amen… / Cum angelis et pueris, fideles inveniamur / Attollite portas, principes, vestras / Et elevamini, portae æternales / Et introibit Rex gloriæ
Qius est iste rex gloriæ?
Sade, dit moi… / Sade, donne moi…
Procedamus in pace / In nomine Christi, amen…
Sade dit moi quest ce que tu vas chercher ? / Le bien par le mal ? / La vertu par le vice ? / Sade dit moi pourquoi l’evangile du mal ? / Quelle est ta religion ou` sont tes fide`les ? / Si tu es contre Dieu, tu es contre l’homme. / Sade es-tu diabolique ou divin ?
Sade, dit moi… / Hosanna… / Sade, donne moi… / Hosanna…
In nomine Christi, amen…
The principles of lust… are easy to understand / Do what you feel… feel until the end / The principles of lust… are burnt in your mind / Do what you want… do it until you find love…
Sade, dit moi… / Hosanna… / Sade, donne moi… / Hosanna…
9. Tristán e Isolda son los protagonistas de uno de los más famosos e intensos amores de la literatura. Richard Wagner, de preferencia muy acusada por lo legendario, escribió una ópera con sus nombres, basada en el romance de Godofredo de Estrasburgo. El Preludio y muerte de amor, en el Acto III, representa musicalmente la transfiguración y muerte de Isolda, luego de que su amante falleciera. (Se trata, literalmente, de morir de amor, no de la muerte chiquita que es imagen orgásmica). Antes, sin embargo, pasaron una noche entera en el lecho para amarse una última vez. Rubén Gimeno dirige la Orquesta Joven de la Sinfónica de Galicia en la siguiente versión.
Prelude und Liebestod
Egon Schiele: Dos jóvenes yaciendo entrelazadas, 1915
10. Dos cantantes de lujo, Katherine Jenkins y Kiri Te Kanawa, acometen acá el Dueto de la flor (Viens Malike), de la ópera Lakmé de Léo Delibes. Ha sido asociada con el amor lésbico—la serie de televisión The L Word la empleó como tema musical—pero, aunque dos mujeres están juntas, Lakmé y su doncella y amiga Malike, hay que leer muy entre líneas de la letra para llegar a una interpretación sáfica.
Viens, Malike
Sous le dôme épais / Où le blanc jasmin / À la rose s’assemble / Sur la rive en fleurs, / Riant au matin / Viens, descendons ensemble. / Doucement glissons de son flot charmant
/ Suivons le courant fuyant /
Dans l’onde frémissante /
D’une main nonchalante /
Viens, gagnons le bord,
/ Où la source dort et /
l’oiseau, l’oiseau chante.
Sous le dôme épais /
Où le blanc jasmin,
/ Ah! descendons
/ Ensemble! / Sous le dôme épais / Où le blanc jasmin
/ À la rose s’assemble /
Sur la rive en fleurs,
/ Riant au matin
/ Viens, descendons ensemble.
Doucement glissons de son flot charmant /
Suivons le courant fuyant
/ Dans l’onde frémissante
/ D’une main nonchalante
/ Viens, gagnons le bord,
/ Où la source dort et
l’oiseau, l’oiseau chante.
Sous le dôme épais
/ Où le blanc jasmin,
/ Ah! descendons
/ Ensemble!
11. Un amor estupendo y conmovedor, que alegra al espectador, es el de Frankie (Michelle Pfeiffer) y Johnnie (Al Pacino). Como a Frankie le gustara el Claro de luna (de la Suite bergamasque) de Claude Debussy, Johnnie logra que un disc jockey radial la haga sonar en su programa al despuntar el día. La dulce melodía se corresponde perfectamente con el éxtasis de dos amantes maduros y emproblemados que han decidido confiar en el amor y han amanecido amándose. (Se ha convocado a Philippe Entremont, un compatriota del líder del impresionismo musical, para rendirla).
Claire de lune
Egon Schiele: Liebespaar, 1917
12. La inminencia de la consumación del amor es patente y tensa en el hermoso Adagio del ballet Espartaco, obra de Aram Khachaturian. El mismo compositor hace a la Orquesta Filarmónica de Viena el honor de dirigirla.
Adagio de Espartaco y Frigia
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Egon Schiele (1890-1918) fue uno de los más genuinos exponentes del expresionismo austriaco. Como ningún otro pintor fue prolífico, especialmente en la representación del erotismo. Habiendo comenzado como pintor impresionista, descubrió el movimiento y el estilo de la llamada Secesión Vienesa, conducida por gente como Gustav Klimt y Oskar Kokoschka. El Museo Leopold de Viena aloja la más grande colección de obras de Schiele. Helo aquí autorretratado con su pequeña familia el año de su muerte:
Egon Schiele: La familia, 1918
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