Hugo el Mojonero

El monarca del mojón

El monarca del mojón

 

El DRAE nos dice que el término mojonero designa al hombre que afora. No es éste el significado que tiene entre nosotros. En el habla popular, denota a quien construye elaborados embustes, al mitómano que pretende mojonear a sus oyentes con fantasías que inventa de modo contumaz y no poca habilidad. Hugo Chávez es el clásico mojonero. No pocos le creen; se dejan mojonear.

Chávez es mucho más que un simple mentiroso. Un embustero sencillo dice ocasionalmente alguna que otra cosa que no corresponde a la verdad. El mentiroso es meramente antifáctico; el mojonero es narrativo. El mojonero compone todo un cuento, rico en detalles, armado con medias verdades, fantasioso. DRAE: fantasioso, sa. (De fantasía, presunción). 1. adj. Que se deja llevar por una imaginación carente de fundamento. Y no es casualidad que en su segunda acepción signifique: 2. adj. coloq. Vano, presuntuoso. La vanidad y la presunción son frecuentes acompañantes de una irresponsable imaginación carente de fundamento.

La muy ajustada denotación de Chávez como mojonero no es de mi ocurrencia; la debo a un querido amigo que prefiere no ser nombrado. Le vi anoche después de muchos años sin trato, y me sorprendió con esa exactitud.

Cada cadena de Chávez, cada discurso, es abundante en mojones y, como dije, hay gente que los admite. Muchos venezolanos de hoy, aun después de más de una década de incompetencia e irresponsable resentimiento y odio, luego de fracaso tras fracaso de su mojón del siglo XXI, persisten en darle crédito. Antonio Aponte, editor del blog oficialista Un grano de maíz, escribió una nota—¡Nos derrotaron!—que procura una autocrítica del régimen, de la “revolución”, justamente un día después de los largos mojones presidenciales de la rueda de prensa con los corresponsales extranjeros, que no se dejaron mojonear. Aponte no ha logrado sacar aún la conclusión evidente, puesto que pone: “Frente a la derrota, debemos tomar algunas medidas. Primero, preservar el liderazgo de Chávez. Hoy más que nunca cobra vigencia la consigna ‘¡Con Chávez todo, sin Chávez nada!’” Pero al comienzo había escrito: “Revolución es no mentir jamás”. Algún día Aponte se percatará de que ambas proposiciones no pueden coexistir lógicamente, dado que son mutuamente contradictorias.

Pues poco a poco, en erosión indetenible de las construcciones mojonéricas de Chávez, las vendas caen de los ojos de quienes todavía creen en él. El 26 de septiembre fue una comprobación fehaciente de tal fenómeno.

Hubo épocas cuando a los gobernantes se les conoció con un solo remoquete que destacara sus rasgos más salientes. Así Felipe el Hermoso, Juana la Loca, Guillermo el Taciturno. Chávez pasará a la historia, gracias a mi agudo amigo, como Hugo el Mojonero. LEA

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