por Luis Enrique Alcalá | Feb 26, 2014 | Notas, Política |
Video añadido al final
Nicolás Maduro tiende la mano a Jorge Roig
Comencemos por despejar el error. La siguiente afirmación mía—en Uno que se cae de inmaduro—estuvo equivocada: «Las teatrales proposiciones de paz de Maduro, los escenarios que concibe, son tan engorrosos como inadecuados». Luego, mi recomendación final, en esa misma entrada—»Es así como le sale urgentemente a Maduro un destello de estadista…», —ya se ha cumplido. El arranque de la Conferencia Nacional de la Paz que fue su iniciativa no ha podido ser más auspicioso; el tono más frecuente en los que intervinieron, comenzando por la breve alocución presidencial, y el clima general de la reunión, fueron de genuino deseo conciliador. Estas cosas dijo el Presidente:
Convoco a esta Conferencia Nacional de Paz a todos los venezolanos, sin condiciones. No les he puesto condiciones a ustedes para convocarlos, ni agenda. Yo los he convocado para que construyamos una agenda de paz entre todos. Esta convocatoria se basa en el diálogo y el respeto; por esa razón hemos abierto la casa para un debate lo más abierto y tolerante posible. Hagamos de la palabra un compromiso para intentar nuevos caminos de entendimiento. Pido la bendición de Dios a este esfuerzo. Tomemos en serio este llamado y sigamos llamando a quien hoy no acudió. Dejo abierto el debate y la participación a la Conferencia Nacional de la Paz.
La crónica es trunca porque no escuché todas las oraciones; encendí el televisor cuando concluía la destacada intervención de Pedro Pablo Fernández, y decidí no escuchar a la Presidenta del Tribunal Supremo de Justicia después de sus primeras frases; allí me quedé. Pero escuché cosas muy justas y atinadas, útiles y prudentes, y sentí orgullo de mi país, de mi gente. Estaba claro que a los asistentes los dominaba la preocupación por el terrible febrero que aún no ha concluido. La gran mayoría de las voces se mostró muy dispuesta a la rectificación. (Con algunas excepciones, todas del oficialismo. Por ejemplo, Diosdado Cabello, violento de origen y de desempeño, no pudo reprimir su sesgado recuento y su regaño; Aristóbulo Istúriz, menos agresivo, también mostró una sola cara de la moneda, al referirse a violencias opositoras ignorando la muy marcada del oficialismo; Jorge Rodríguez contó una historia parcial de angelitos socialistas e insistió en la división de pobres y ricos; otros menos destacados siguieron esa pauta politizada, como Wills Rangel, Presidente del Sindicato Bolivariano de Trabajadores Petroleros).
Los empresarios destacaron por sus verdades honesta y respetuosamente dichas; Jorge Roig, admitiendo errores pasados de la institución que preside, con su articulada y sucinta exposición, con claridad diagnóstica: «El país no está bien, Presidente»; Lorenzo Mendoza al negar la falsedad de que lo individual y lo colectivo deben negarse mutuamente y al pedir una «comisión de la verdad» en lo económico, con la autoridad y la experiencia del eficaz y responsable trabajo de las empresas que dirige.
El alcalde Miguel Cocchiola fue elocuente, con obvia sinceridad; el de Churuguara, Elisanower Depool, certificó que era de izquierda aunque no vistiera camisa roja, asentando así que el PSUV no tiene la exclusiva sobre las almas izquierdistas. Vladimir Villegas dijo cosas convincentes. Leopoldo Puchi puso certeros puntos sobre las íes. Luisa Ortega Díaz fue la más constructiva de las autoridades presentes, profesional, evidentemente equilibrada, la única que no escondió violaciones de algunos agentes del gobierno a los derechos humanos.
El trabajo continuará, en plenaria y comisiones.
En fin, a pesar de la notoria y torpe ausencia de la gente de los partidos de oposición y la central que los agrupa, fue una noche balsámica, que mucho hizo porque renaciera la esperanza de la nación.
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Pero la disposición al entendimiento debe acompañarse de la disposición a corregir. Ya el año pasado había hablado de diálogo con la oposición el Sr. Maduro, sólo que sujeto a «una profunda rectificación». Él aludía, por supuesto, a una rectificación opositora, no a una, aunque fuera superficial, de su propia postura. Naturalmente, hablaba como Presidente al que se la ha dicho ilegítimo. (Lorenzo Mendoza lo proclamó legítimo esta noche). Y, por supuesto, cuando propuso un tercer punto de repudio a la intervención de los EEUU en nuestros asuntos, ha podido complementarlo con lo mismo acerca de Cuba. También dijo: «No le vamos a pedir a nadie que se convierta al socialismo bolivariano», pero lo que ha debido prometer es que cesarán sus intentos por imponerlo. Si se muestra capaz de esto resistiendo, como una vez dijera, los chantajes de los radicales de izquierda, podrá seguir en su función de Jefe del Estado. Démosle el beneficio de la duda, como recomendara hace más de un año Eduardo Fernández, y que queden las últimas entradas de este blog como advertencias y las muertes de febrero como semilla de la paz. LEA
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por Luis Enrique Alcalá | Feb 25, 2014 | Argumentos, Política |
Actualizado mediante nota al pie con pronunciamiento del papa Francisco hoy, 26 de febrero
Maduro: «La Guardia ha estado apegada a la ley».
Their three outstanding attitudes—obliviousness to the growing disaffection of constituents, primacy of self-aggrandizament, illusion of invulnerable status—are persistent aspects of folly.
Barbara Tuchman, sobre la insensatez política en The March of Folly
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Uno casi añora a Hugo Chávez. Su sucesor se ocupa, en medio de un país conflagrado, de bailar con su esposa, decretar asuetos conmemorativos de nuestra más grave conmoción social y augurar que el inminente carnaval «va a ser muy feliz con los niños disfrazados». Ya él está disfrazado de estadista, pero la máscara no se le sostiene. Hasta la izquierda lo respeta poco; Heinz Dieterich sentenció, cuando le preguntaron en octubre pasado si Maduro podría terminar su mandato: «No creo, no le veo ningún futuro. Lo idóneo sería dejarlo formalmente como presidente para que eche sus rollos en plazas públicas, pero entregar la conducción de facto a un colectivo de gente capaz de salvar al bolivarianismo».
El ciclo de protesta y represión ha actuado como un biombo de angustia que disimula la granada económica que le explota en la cara, una crisis profunda y aguda que fue creada por el propio gobierno. Y aunque, por encanto, cesaran las protestas en este instante, su permanencia en el poder por mucho tiempo se ha hecho muy improbable. De nuevo Dieterich, desde su perspectiva socialista: «Todo economista venezolano bueno—keynesiano, neoliberal o marxista—sabe que hay sólo dos o tres opciones posibles. Pero, la actitud de autosuficienca del círculo gobernante es tal que no escucha razones científicas ni de sentido común».
Una cesación anticipada del mando de Maduro—antes de que la revocación de su mandato sea constitucionalmente posible, en 2016—puede venir de dos maneras: por un golpe militar que anticipe la generalización del caos y quiera preservar sus privilegios (es decir, el destino de Mohamed Morsi); por su renuncia, a la que puede verse forzado a la ucraniana. Sólo en el segundo caso se celebraría una nueva elección presidencial en breve plazo. La gravedad del asunto haría inviables candidaturas como la de Cabello o Rangel, de un lado, y la de Capriles o López & Machado C. A. del otro, y estas últimas no serían toleradas en Fuerte Tiuna; si los militares se abstuvieran de la acción directa, tal cosa no impedirá que presionen e impongan condiciones.
La actual guerra, aún no siria o libia, se libra entre dos facciones minoritarias; la mayoría del país quería paz y espera, sin saber de dónde vendrían, voces no alineadas con discurso no alineado que puedan unir a una nación dividida.
“El Tercer Lado” es la fórmula que William Ury, experto internacionalmente reconocido en negociación de conflictos, propone para el encuentro de una salida pacífica en Venezuela. Según su enfoque, los conflictos se dan entre dos polos antagónicos y extremos, incluidos dentro de un “tercer lado” que representa a la comunidad general. Y ésta, que no participa directamente en el combate, es la más afectada. (Dato de Ury: las guerras de hoy en día, a diferencia de las clásicas, se caracterizan porque nueve de cada diez muertes son de civiles “ajenos” a la confrontación). El récipe de Ury: es preciso fortalecer el “tercer lado” para lograr la paz. (Cuentas por cobrar, 30 de octubre de 2003).
Bailando—¿silbando?—en la oscuridad
Pero lo que más crece, y muy rápidamente, es la desaprobación del gobierno de Maduro—the growing disaffection of constituents—, que sólo hace teatro de la pacificación: «Lo primero que el gobierno debe entender es que la continuación de su postura de defensa y agresión puede africanizar al enjambre ciudadano. (…) …el gobierno debe percatarse de que pudiera estar ante una dinámica de avalancha, que es a lo que apuestan los opositores más radicales. Una bola de nieve puede crecer por acreción—DRAE: 1. f. Crecimiento por adición de materia, como en los depósitos minerales o los continentes—hasta alcanzar proporciones gigantescas, y una reiterada torpeza del gobierno puede desencadenar un proceso de ese tipo». (¿Locura del gobernante o africanización del enjambre?, 20 de febrero de 2014). Cuando Yoel Acosta Chirinos y Carlos Guyón Celis, alzados de 1992, declararon el pasado 4 de febrero que la situación actual del país es peor que cuando insurgieron—»Hoy hay peores condiciones que las que había en el momento del alzamiento, porque se ha sumado a la corrupción, a la inseguridad, al alto costo de la vida, un desasosiego total de la población»—, y cuando José Gregorio Vielma Mora, otro insurgente de la misma fecha aciaga, se apresura a declarar ayer que él no forma parte «del régimen» y condena el sobrevuelo de cazas de guerra sobre Táchira como un «exceso inaceptable», queda clarísimo que gobernar se le hace cada vez más difícil al Sr. Maduro.
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Las teatrales proposiciones de paz de Maduro, los escenarios que concibe, son tan engorrosos como inadecuados: «una Conferencia Nacional de Paz y Convivencia de la Patria, para un diálogo profundo de desarrollo económico, de paz, para aislar a la violencia y violentos. Vamos a convocar al movimiento diputados, estudiantil [sic], mujeres, sexodiversidad [sic], principales dirigentes de la clase obrera, cultores, pintores, intelectuales, productores agrícolas, empresarios, iglesias y organismos de Fe». Ha olvidado enfermeras, deportistas, bomberos, actores, médicos, psiquiatras (muy necesarios), cantantes, reposteros, publicistas y colectivos armados. (Etcétera).
Su única esperanza es reunir, a puertas discretamente cerradas, un embajador suyo—¿José Vicente Rangel, que ya dirigió la parte oficialista de la Mesa de Negociación y Acuerdos en 2003?—, auxiliado por dos asesores, con un embajador de la Mesa de la Unidad Democrática—¿Ramón Guillermo Aveledo? ¿Eduardo Fernández?—con el mismo auxilio, en presencia de un acompañante externo o mediador. Su única esperanza es que estos plenipotenciarios firmen un acuerdo sobre bases como las expuestas en Se cambia protesta por propuesta (23 de febrero de 2014). Aun así, tanto la protesta como la represión han desbordado el control de las partes formalmente en disputa, por lo que la paz tardaría en llegar, cuando los locos se tranquilicen (si es que lo hacen).
Es natural que el gobierno recele de la iglesia católica venezolana como posible árbitro—presente en el ring para asegurar que los contendientes se entren a golpes sin morder, sin dar codazos o cabezazos, sin pegar bajo el cinturón, en cumplimiento de las reglas del marqués de Queensberry—; a fin de cuentas, el difunto cardenal Velasco aseguró que los deslaves de Vargas eran castigo divino de la soberbia presidencial y participó en el Carmonazo, y la Conferencia Episcopal Venezolana se hizo representar por Luis Ugalde S. J., en la previa reunión de La Esmeralda, para que levantara las manos de Carlos Ortega y Pedro Carmona Estanga cuando anunciaran su programa para un «gobierno de transición». Pero podría confiar en el papa Francisco, que en la exhortación apostólica Evangelii gaudium incluyo párrafos condenatorios del capitalismo salvaje que parecen tomados de un documento del PSUV.
Del otro lado, fue Henrique Capriles Radonski quien planteara de primero la intercesión papal; en su visita al Vaticano, dijo al pontífice que «auspiciara un diálogo en Venezuela entre el Gobierno y la oposición, para superar la polarización». (El Universal, 7 de noviembre de 2013).*
El procedimiento tiene famosos antecedentes: el papa Julio II fue quien confirmara, por la bula Ea quae pro bono pacis (1506), el Tratado de Tordesillas que delimitó las tierras españolas y las portuguesas en América, y en 1984 se firmó en la Ciudad del Vaticano el acuerdo que concluyó el diferendo del canal Beagle, entre Argentina y Chile. (Maduro puede identificarse con Kirchner y Capriles con Piñera).
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Es así como le sale urgentemente a Maduro un destello de estadista, buscando superar la predicción de Dieterich: «Si el gobierno de Maduro/Cabello no toma medidas inteligentes y drásticas de manera inmediata en lo económico y político, tiene los meses contados. Bajo esa premisa consideramos que no llegará más allá de marzo/abril 2014″. LEA
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*En el día de hoy (miércoles 26 de febrero de 2014), el papa Francisco exhortó a los venezolanos a la búsqueda del perdón y la paz. Éstas fueron sus palabras, al término de la acostumbrada audiencia general de los miércoles:
Sigo con particular preocupación lo que está sucediendo en estos días en Venezuela. Anhelo vivamente que cesen cuanto antes las violencias y hostilidades y que todo el pueblo venezolano, empezando por los responsables políticos e institucionales, no escatimen esfuerzos para favorecer la reconciliación nacional, a través del perdón mutuo y del diálogo sincero, en el respeto de la verdad y de la justicia, capaz de afrontar temas concretos para el bien común. (La Nación de Argentina).
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por Luis Enrique Alcalá | Feb 18, 2014 | Argumentos, Política |
¿Gente insubordinada?
En el estudio de los sistemas complejos se conoce cómo es que un sistema puede evolucionar, por decirlo así, en el borde del caos, en gran diferencia respecto de los sistemas plenamente caóticos. Esto es un resultado de la tendencia, observable en cualquier sistema complejo, hacia la autorganización. Más aún, la condición que los expertos llaman “caos débil”, es muy común en la naturaleza. Es el estado normal de los sistemas más dinámicos en cuanto a potencialidad evolutiva. Tan castrante del cambio creativo es el excesivo rigor, el excesivo orden, como el caos pleno. Resbalemos, pues, por este borde del caos, en este desarreglo, con los ojos bien abiertos y la imaginación bien dispuesta, porque así vamos a encontrar la verdadera salida
Turmoil or disarray*
El Diario de Caracas, 3 de agosto de 1998
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La primera noticia de la mañana daba cuenta de la destitución del Jefe del SEBIN—nombre horrible, como diminutivo de grosera expresión—, el servicio sucesor de la DISIP que antes (en tiempos de Rómulo Betancourt) se llamaba DIGEPOL, presuntamente la metamorfosis benéfica de la Seguridad Nacional de Marcos Pérez Jiménez, su Gestapo. La decisión fue tomada por el presidente Nicolás Maduro por desacato a sus órdenes expresas de acuartelar los efectivos del organismo, las que en sí revelan la percepción presidencial de que está en su interés calmar las cosas. Es gravísimo que, en medio de un ambiente de extendida protesta, la autoridad del Presidente de la República sea desconocida, especialmente por cuerpos armados. Añádase a tan preocupante desarrollo que ayer el gobernador de Carabobo, Francisco Ameliach, declaró por Twitter: «UBCH a prepararse para el contraataque fulminante. Diosdado dará la orden». ¿Quién gobierna en Venezuela?
La segunda noticia avisaba que los espacios de Chacaíto, el escenario que había escogido Leopoldo López para marchar, cual mártir, a entregarse a las autoridades que lo buscaban con un auto de detención, habían sido tomados por numerosos y bien pertrechados agentes de la Policía Nacional «Bolivariana» y la Guardia Nacional «Bolivariana». (Parece que Cabello no llegó a dar las órdenes anticipadas por Ameliach, por ahora).
La tercera fue que López se había entregado a las 12:23 p. m. Consummatum est.
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El gobierno de Nicolás Maduro está en serísimos problemas. No sólo es que la bomba de tiempo económica, armada por su predecesor eterno, ahora le explota en la cara, sino que tiene una buena parte de la población en la calle, exigiendo que se vaya. Es en medio de tan grave situación que parece no controlar ni a sus propias filas.
¿Como Cristo en la cruz?
Sobre Maduro pesa la herencia del despropósito de Hugo Chávez y ella incluye, entre otras muchas cosas, tres chavistas de gran peso: Jorge Giordani, el alucinado gurú del socialismo más extraviado; Diosdado Cabello, realengo personaje que se cree parte principalísima del Poder Ejecutivo y actúa por su cuenta en consecuencia; Rafael Ramírez, lord protector del tumor económico primario: PDVSA. («Entonces pensé: la solución de la cosa no es salir de Nicolás Maduro; es salir de Rafael Ramírez. Es él quien debiera ofrecer su renuncia». Orlando curioso, 4 de febrero de 2014). Mucho se lograría si pudiera repudiar, no a uno, sino a estos tres chivos expiatorios.
Pero el presidente Maduro no está en las condiciones de Josif Stalin; no tiene la capacidad, desde de su precario mando, para hacer purgas de gente tan poderosa. Tampoco es para él una referencia útil la desesperada cambiadera de ministros de Pérez Jiménez en enero de 1958, en el tramo final de su caída, cuando sacrificó a Laureano Vallenilla Lanz (realmente Planchart) y a Pedro Estrada, jefe del SEBIN (realmente Seguridad Nacional), y trajo al general Néstor Prato como Ministro de Educación, para sustituirlo de inmediato por Humberto Fernández Morán. Hacer algo así emitiría la más clara señal de debilidad irreversible.
En lugar de eso, en estos momentos da otro discurso más, ante una concentración de «trabajadores petroleros resteados con el legado de Chávez, Maduro y el socialismo», flanqueado por Rafael Ramírez. La locura persiste.
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El gobierno presidido por Nicolás Maduro está enfermo, y no es catarro lo que tiene.
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La oposición no está mejor. Hace cuatro días, escribía Thaelman Urgelles:
Los trágicos acontecimientos de ayer en Caracas fueron el pico de una operación política que nos ofrece la presunta salida inmediata de la penosa situación socio-política (y especialmente económica) en la que se encuentra Venezuela. No me refiero a la estupenda cadena de marchas y concentraciones efectuada en todo el país, convocadas por las federaciones estudiantiles de todas las universidades aunque los méritos fueron hábilmente atraidos para sí por políticos que poseen más saliva para engullir la harina mediática que ello provocó. Me refiero a los promotores de un nuevo atajo voluntarista al que ellos mismos han denominado #LaSalida, denominación muy apropiada para estimular las prisas de sectores de clase media cuya escasa experiencia política coincide con su justificada indignación por el desastre que sufre nuestra depauperada Venezuela. Muy directa y explícita la consigna de #LaSalida, con hashtag incluido, para bautizarlo en el escenario principal de su campaña publicitaria, que no es otro que las redes sociales de Internet. La resonante convocatoria que ha tenido, a partir de las acciones iniciales de vanguardias juveniles muy bien organizadas y localizadas, habla del nivel de desesperación que habita en ciertas capas poblacionales de clase media ilustrada, pues no más allá de ellas se registra, como en los años 2000 a 2004, la virulencia protestataria. (…) Al parecer, el propósito más profundo de los promotores de #LaSalida no es reemplazar de inmediato al gobierno, sino a Henrique Capriles como líder del pueblo democrático y a Ramón Guillermo Aveledo como coordinador de la oposición organizada. En ese caso, el movimiento debería tener por Hashtag el más apropiado de #LaEntrada… de ellos a las posiciones dirigentes de la oposición. Es duro decir esto de personas sobre quienes pesan órdenes de prisión; pero dado que nos estamos jugando la suerte de Venezuela alguien debe atreverse a hablar claro, quizás alguien como quien escribe, que no posee otra ambición que recuperar un país libre para sus hijos y nietos.
Todos sabemos quiénes promovieron «la salida». Un día antes de la celebración de las elecciones municipales del 8 de diciembre, cincuenta y cinco nombres firmaban un remitido de prensa en el que se aseguraba que «la salida» era una asamblea constituyente:
Los firmantes de este manifiesto vemos en el derecho legítimo del pueblo a convocar democráticamente una Asamblea Nacional Constituyente a través de una gran movilización popular (…) el mecanismo más eficiente, plural y democrático para recomponer el acuerdo social de la República. Con nuevos funcionarios a la cabeza de los poderes públicos, tendremos en Venezuela unas elecciones presidenciales enmarcadas en un proceso justo, equilibrado y transparente acorde con nuestro arraigo democrático y tradición de libertad.
Comunicado del 7 de diciembre (clic amplía)
Al día siguiente, el Polo Patriótico lograba 242 alcaldías y la Mesa de la Unidad Democrática 75, o menos de la tercera parte, pero en la cabeza de los firmantes cupo la ilusa noción de que las elecciones de una hipotética constituyente serían ganadas decisivamente por la oposición. Y sólo dos de las cincuenta y cinco rúbricas alcanzaron espacio en los medios: Leopoldo López y María Corina Machado, en su primer acto público de separatismo de la supuestamente sagrada unidad opositora. El primero tiene una trayectoria que empieza por el cheque de PDVSA gestionado por su madre a favor de Primero Justicia—cuando ambos eran empleados de esa empresa—, y continúa por su militancia en tal partido, del que se separa amenazando constituir Primero Justicia «Popular», para refugiarse en Un Nuevo Tiempo, al que abandona cuando esta organización postula a Liliana Hernández, su leal acompañante, a la Alcaldía de Chacao, pues su hombre de confianza era Emilio Graterón; finalmente, después de anunciar la constitución de unas efímeras redes «populares», termina formando Voluntad «Popular». Machado, por su parte, que procuraba en 2006, por propia admisión, una «crisis de gobernabilidad» que diera al traste con el gobierno—mediante un alzamiento o una invasión de marines—, que el año antes tuvo su momento de grande liga con la reunión en la Sala Oval donde la recibiera George W. Bush, el funesto presidente estadounidense (héroe de Germán Carrera Damas), brindó en bandeja de plata al madurismo el indicio que la identificaba como conspiradora internacional, y tiñó de sospecha a la MUD, al decir al mencionado historiador que ella ha debido ir al Departamento de Estado, antes de que Ramón Guillermo Aveledo hubiera presuntamente planteado a esa instancia de potencia extranjera que «la única manera de salir de esto es provocar y acentuar una crisis, un golpe de Estado o un autogolpe, o un proceso de atornillamiento y domesticación donde se genera un sistema de control social total».
Fragmento de grabación a Machado Parisca y Carrera Damas
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El cuarto Reich
No todo aquello que se opone a algo malo es por ese mismo hecho algo bueno. En la película en blanco y negro de la polarización política nacional, en esta pelea de perros a la que asistimos y que a veces propina dentelladas mortales a los inocentes, una fracción de opositores neuróticos encuentra bueno y heroico todo lo que niega al chavismo. Es censurable, aunque comprensible dentro de la paranoia oficialista, que el gobierno haya ordenado la supresión de la señal del canal NTN 24 de los servicios de televisión por cable, pero esa estación sólo transmitía un ángulo de los sucesos del 12 de febrero; sus entrevistados fueron Leopoldo López, María Corina Machado, Diego Arria y nadie menos que Otto Reich, ex embajador de los EEUU en Venezuela, alto funcionario de Ronald Reagan y los Bush, entrometido en época del Carmonazo. Yo vi con estos ojitos el muy sesgado desempeño de NTN 24 antes de su bloqueo «por razones de Estado».
Creo posible que la mano de los Estados Unidos esté en esta cosa de los disturbios de estos días, y entiendo que eso entusiasme a gente a la que vi reír, hace dos semanas, con un asqueroso audio de una voz maracaibera que pide a gritos y groserías que llegue a Venezuela un contenedor lleno de banderas gringas, cosa que contaba con su divertida aprobación.
Pero en la oposición venezolana y, por supuesto, en el pueblo entero, hay una mayoría abrumadora que no padece esa despreciable enfermedad.
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Es así como la situación nacional es de enorme peligrosidad. No es imposible que el gobierno de Maduro colapse, y entonces sólo dos cauces pudieran desaguar ese desenlace: una nueva elección para la que no hay preparación candidatural—¿Cabello contra Falcón?—o que los militares, ellos mismos divididos, asuman las riendas del Poder Ejecutivo. Para lo primero no estamos listos y, con deshonrosas excepciones, no somos entusiastas de lo segundo.
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Ahora me portaré ingenuamente, con la mayor candidez de comeflor, y resumiré el guión de una película de Disney. Si en el cacumen de Maduro se encendiera una chispa de sensatez, convocaría a Miraflores a Juan Requesens, Ramón Guillermo Aveledo, Henrique Capriles Radonski, Henry Ramos Allup y Eduardo Fernández. A ellos les diría lo obvio: que tanto la oposición como su gobierno están en grave condición, que el desarreglo pudiera sepultarlos a ambos y dañar, más gravemente aún de lo que ya lo está, al país entero, y que por eso propone un acuerdo sobre estas bases: 1. el cese de la protesta y de la represión; 2. la liberación de los estudiantes detenidos; 3. el repudio a cualquier intervención extranjera, sea ésta de Cuba o los EEUU, en los asuntos venezolanos; 4. el refuerzo de los acuerdos bilaterales en materia de tratamiento de la inseguridad ciudadana; 5. una inmediata NEP (nueva política económica) diseñada sobre las bases recomendadas por economistas reconocidos y que salve al país de morir de inflación e inanición; 6. una hibernación del Plan «de la Patria» hasta la celebración de un referendo en el que sea el Soberano quien decida si quiere para Venezuela un régimen político-económico socialista, que puede ser convocado por votación concertada de oficialismo y oposición en la Asamblea Nacional.
Claro, esto requiere meter en el escaparate el disfraz de Che Guevara y vestir el ropaje de verdadero estadista. A esto concedo mínimas probabilidades, pero ¿quién sabe? El chavismo y la oposición harían bien en recordar las inmortales palabras de Luis Felipe Llovera Páez: «El pescuezo no retoña». LEA
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*turmoil: a state or condition of extreme confusion, agitation, or commotion. disarray: a lack of order or sequence; confusion, disorder. Merriam-Webster Dictionary.
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por Luis Enrique Alcalá | Nov 7, 2013 | Miscelánea, Notas, Política |
Se las consigue en todos lados (hacer clic sobre la foto para ampliar)
No debe descontarse a la ligera que el presidente Maduro haya recibido mensajes de ultratumba de parte de Hugo Chávez por vía ornitológica. Hace no mucho, James Lipton—Inside the Actors Studio—entrevistaba a Liam Neeson, el gran actor irlandés de La lista de Schindler, La misión, La guerra de las galaxias (Episodio 1)… Neeson refirió cómo, el día de la lejana muerte de su padre—un hombre que amaba a los pájaros—, su hermana fue visitada por una paloma y a él mismo se le apareció un pájaro que entró a su apartamento y se retiró luego de dar varias vueltas en la sala. El actor estima interesantes tales episodios.
Quedó igualito
Menos todavía podemos despreciar otros incidentes de los que existe constancia, como la emergencia del rostro de Chávez en un túnel de la Línea 5 (en construcción) del Metro de Caracas. Es cierto que ya no puede observarse in situ—»Así como apareció, desapareció», dijo Maduro—, pero perdura la prueba fotográfica, tomada por la cámara de un teléfono celular. Reportó el Presidente de la República: «Miren esta figura que les apareció a los trabajadores, pueden hablar con ellos (…) un rostro (…) ¿quién está en ese rostro? Una mirada; es la mirada de la Patria que está en todos lados, inclusive en fenómenos que no tienen explicación». Luego precisó: «Me mostraron un celular y en el celular tenían una foto y me dijeron: Mira Maduro, mira esta foto, la tomamos a las dos de la mañana de hace varios días; estábamos trabajando y de pronto nos apareció aquí, en este paredón de abajo, del hueco, una figura», y añadió conturbado: «Se me paran los pelos nada más de contarlo», antes de sentenciar: «Chávez está en todas partes, Chávez somos todos».
Positivo y negativo del rostro de Turín
Las huellas corporales de personajes célebres han sido documentadas en más de una ocasión; sin ir muy lejos, está el caso del Santo Sudario de Turín, la tela sobre la que habría quedado impresa una imagen de cuerpo entero de Jesús de Nazaret. La rendición en negativo de la imagen del rostro muestra una E—¿de enterrado?—que estaría invertida en el rostro real. Si esto es la impresión del cuerpo de un crucificado, es comprensible que permanezca en una tela antigua pues habría habido contacto directo del rostro con el material de lino. No es éste el caso de la efigie de Chávez; no está documentado que haya visitado en vida el túnel particular del Metro en el que fuera avistada su efigie, y tampoco que su cadáver haya sido paseado por esas profundidades.
Otro ángulo que muestra dos caras
Pero expertos forenses pudieran hacer estudios de la métrica en la foto del celular para corroborar que se trata de la imagen del presidente fallecido. Hay quien ha señalado que hasta la verruga presidencial aparece nítidamente en ella; otros, pasándose de vivos, han creído invalidar esta circunstancia al señalar que esa excrecencia facial la tenía el muerto del otro lado, sin considerar que se trataría de una imagen especular, no fotográfica; para explicar el asunto de la E invertida en el presunto rostro de Jesús, anota Wikipedia en Español: «Hay que tener en cuenta que, a diferencia de una foto, la imagen en el sudario sería la impresión directa del cuerpo sobre la tela, de tal manera que su lado derecho (a la izquierda en la imagen) correspondería a la izquierda del rostro real». Tal cosa significa que la imagen registrada se manifestó en el muro por impacto directo de una proyección ectoplásmica de Hugo Chávez y que, como la cara muestra los ojos abiertos, el evento ha debido producirse mientras seguía con vida.
No faltarán los incrédulos de oficio que señalarán que siempre es posible distinguir un rostro o un caballo o un hipótamo en una nube o alguna superficie con rastros irregulares y difusos o que, si se trata de una cara verdadera, muchas otras personas pudieran tener rasgos coincidentes con los de la foto exhibida por el presidente Maduro. Otros, más irreverentes aún, dirán que es apropiado que fuera encontrada en localización subterránea, como correspondería a alguien que esté en el infierno.
A estos desconfiados opondré mi propio descubrimiento—se me paran los pelos nada más de contarlo—: la fotografía que encabeza esta nota—Three in bed, del fotógrafo Iain Blake, residenciado en Escocia—apareció al azar en la pantalla de mi computador, tras una distraída búsqueda de Stumble! por Internet, y en ella veo ¡no menos de siete veces la figura de Chávez!
Descontemos los guijarros menores—sorprendentemente, parecen dedos de pies—y numeremos las piedras de izquierda a derecha y de arriba abajo; de la número 1 hasta la número 5 están en la fila superior; de la 6 hasta la 11 en la inferior. En la primera se nota la figura del Corazón de la Patria—ya detenido—tras unas persianas, pero se observa claramente que blande algo en su mano izquierda, tal vez el loro con el que se retrató hace varios años. En la rojiza número 2 (cuadrante superior) puede observarse el rostro esquemático de Chávez con birrete universitario, como usó en actos varios en el país; de nuevo, parece haber una impresión de la verruga, algo chorreada, en la ubicación correcta, la misma de la foto de la Línea 5. La piedra número 3 (ya roja-rojita) exhibe, en mi opinión, la imagen más impresionante entre todas: Chávez, de pie, con su inconfundible boina, lee un libro tras una barrera blanquecina; sus piernas están indudablemente vestidas por pantalones de camuflaje y terminan enfundadas en botas militares. La que sigue me confunde; creo ver cosas distintas en ella cada vez que la veo, pero la número 5 lo representa desnudo, como los héroes antiguos, y el puño izquierdo (según Wikipedia) alzado como símbolo de la lucha contra el imperio.
Piedra 1
Piedra 2
Piedra 3
En la fila inferior la piedra número 6 lleva inscrito su rostro hacia abajo y el borde derecho, ataviado con tricornio de prócer; la siguiente muestra dos caras, una arriba y una abajo, y no he podido decidir cuál es cuál. Una vez más, es el índice enhiesto de la mano izquierda de Chávez lo que nos señala el rumbo al socialismo en la piedra 8, y la novena lo muestra de niño, asomado a un muro con los pelos erizados por el destino que presentía. No logro ubicar su imagen en las dos últimas piedras, quizás porque están más lavadas, pero añado este dato: mi difunta madre encontró el caparazón de una chinche de monte con la imagen de la Virgen de Coromoto, y monseñor Ferreira, entonces Párroco de El Recreo, a quien llevó el hallazgo en una cajita, le dio permiso a su devoción estrictamente personal; no debía predicar el milagro más allá de nuestra casa.
Piedra 4
Piedra 5
Piedra 6
Piedra 7
Piedra 8
Piedra 9
Creo haber demostrado que Chávez, como Maduro dice, está en todas partes, doquiera que alguien quiera verlo. Más de un venezolano lo encontraba hasta en la sopa. LEA
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por Luis Enrique Alcalá | Sep 23, 2013 | Argumentos, Política |
Nota añadida al final
Boleta algo sesgada del plebiscito sobre la anexión de Austria por Hitler en 1938
plebiscito. (Del lat. plebiscītum). 1. m. Resolución tomada por todo un pueblo a pluralidad de votos. 2. m. Consulta que los poderes públicos someten al voto popular directo para que apruebe o rechace una determinada propuesta sobre soberanía, ciudadanía, poderes excepcionales, etc. 3. m. Ley que la plebe de Roma establecía separadamente de las clases superiores de la república, a propuesta de su tribuno. Por algún tiempo obligaba solamente a los plebeyos, y después fue obligatoria para todo el pueblo.
Diccionario de la lengua española
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En Venezuela se ha desplazado el sentido de la palabra plebiscito, para enfatizar la opción entre Ja y Nein, entre Sí y No. Como la primera vez que se usara esa expresión en Venezuela fue para designar el celebrado el 15 de diciembre de 1957—al suspender las elecciones presidenciales y plantear la mera prolongación del mandato de Marcos Pérez Jiménez—, el término adquirió connotaciones peyorativas: lo entendíamos como el acto de un dictador. Ramón Escovar Salom llegó a argumentar que los partidarios del presidente Chávez ¡no debían votar en el referendo revocatorio de 2004! porque «se convertiría un referendo—DRAE: referéndum. (Del lat. referendum, gerundivo de referre). 1. m. Procedimiento jurídico por el que se someten al voto popular leyes o actos administrativos cuya ratificación por el pueblo se propone—en un plebiscito». (Ver Críticas demofóbicas, en la Carta Semanal #66 de doctorpolítico, 11 de diciembre de 2003).
Ahora ha propuesto Henrique Capriles Radonski la adulteración de las venideras elecciones municipales para interpretarlas como un plebiscito sobre la satisfacción del país entero con el Poder Ejecutivo Nacional. «El líder»—Führer—de la oposición, supuestamente partidario de la descentralización, crítico del estilo centralizador del oficialismo chavista, intenta convertir unas elecciones que de suyo son locales en un evento de significación nacional; es decir, centraliza. Antes, y en imitación fiel de la actuación de Hugo Chávez en las elecciones regionales y municipales de 2008, se autopropuso como jefe de campaña de todas las candidaturas municipales de la Mesa de la Unidad Democrática, «la cual aceptó» luego de unos pocos días de deliberación; es decir, centraliza.
La pregunta de Mario Villegas, 290813
Naturalmente, la jugada, pretendidamente ingeniosa, se inscribe en la prédica de Capriles luego del 14 de abril: que le robaron las elecciones, que este gobierno no va a durar seis años, que hay que votar masivamente en su contra el 8 de diciembre: ”Desde ya debemos ir organizándonos, para convertir esto en un proceso nacional con la finalidad de tener alcaldes comprometidos con el pueblo y el progreso. Al frente de las alcaldías hay muchos enchufados con una pésima gestión de gobierno y esa lucha tenemos que darla sobre la base de la participación. El reto que tenemos es superar la votación del 14 de abril. Tenemos que entender que la trampa se vence con más participación. (…) El ocho de diciembre quedará demostrado quién es mayoría». (2 de junio de 2013). En otra ocasión indicó: «Quedó demostrado que si ganamos por poco te roban la elección», implicando que, según él, habría ganado el 14 de abril por una mínima diferencia, y también: «Lo que quedó demostrado es lo podrido que está el Gobierno». Asimismo: “Aquí ya quedó demostrado que la mayoría de los venezolanos ya apostó por un cambio». Igualmente, sentenció con apropiación indebida: “La Vinotinto nos ha demostrado que sí se puede ganar y que sí nos podemos unir”. (Tal vez lo que quedó demostrado fue que se quedó pegado en lo de quedó demostrado).* Quod erat demonstrandum.
No obstante, a pesar de esa insistencia euclidiana, ni Capriles ni la Mesa de la Unidad Democrática han demostrado en ningún caso que hubo fraude electoral el 14 de abril; han alegado que lo hubo, por supuesto, y el núcleo duro de sus partidarios ha asumido tal alegato como dogma de fe. Así, han retrotraído las cosas a 2004, cuando Henry Ramos Allup gritara fraude en la madrugada del 16 de agosto de aquel año—ver Bofetada terapéutica—, ante la claudicación de Enrique Mendoza. Bastante más tarde (9 de marzo de 2011), declaraba a Ciudad CCS, menos seguro:
—Se le pasó un episodio, también muy mediático y protagonizado por usted directamente: la denuncia de fraude en el revocatorio de 2004… ¿Consiguió las pruebas?
—No fue una fanfarronada. Hablé por forfeit, porque nadie más quiso hablar y todos me distinguieron con el “honor”, casi que me empujaron. Había que decirle algo al país, era un penoso deber. Tomé escrupulosa nota de lo que me pidieron que dijera para que luego no me dejaran embarcado. ¿Por qué no hablé con las pruebas en la mano? Bueno, eso es como que a ti te atraquen y a los dos minutos te pregunten el nombre del atracador y la marca de la pistola. Era imposible, pero el estudio se hizo y aquí están las pruebas, en este libro (Los secretos del referéndum revocatorio del 2004, en el que el entrevistado figura como autor, junto a Enrique Mendoza, César Pérez Vivas, Gerardo Blyde, Pompeyo Márquez, Timoteo Zambrano y Gabriel Puerta, publicado en 2009). Yo no sé si es exacto o fehaciente, pero el trabajo lo hicieron técnicos bien capaces, y es muy verosímil.
(DRAE: verosímil. 1. adj. Que tiene apariencia de verdadero).
Mes y medio después de la declaración de fraude en 2004, una considerable abstención opositora produjo la captura oficialista de 21 entre 23 gobernaciones en juego. También se eligió alcaldes ese 31 de octubre; Carlos Ocariz aceptó famosamente su derrota y declaró valientemente que no había perdido por fraude, sino por una diferencia de 1.500 votos que la abstención de los opositores causara. (Ver, sobre los manidos pretextos de fraude electoral, Suma contra gentiles abstencionistas).
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Ahora ve por lo menos tres
Es fácil de entender que Capriles busque mantenerse como el líder de la comunidad opositora, montado sobre la ficción de que ganó por pocos votos las elecciones del 14 de abril; no objetó las del 7 de octubre ni las del 16 de diciembre del año pasado, cuando fue el único candidato originalmente opositor que preservó su gobernación (con una votación menor que la que obtuviera en 2008—50,35% contra 53,13%—aunque superior en 0,84% que la que Miranda le dió en las presidenciales de 2012: 49,51%.) Como no piensa permitir que el gobierno actual dure seis años, como las encuestas muestran la erosión del apoyo popular a Nicolás Maduro y la posibilidad de que el 8 de diciembre (a pesar de que la oposición no obtendría la mayoría de triunfos municipales) la votación sumada nacionalmente pudiera ser mayoritariamente de oposición, está empeñado en un curso de desconocimiento del Presidente de la República; Capriles Radonski se ha convertido en Capriles Obrador.
Ahora bien, ¿qué podría hacer si en verdad se produjere el segundo escenario que propone Francisco Pérez Gómez en su insustancial estudio, Análisis de resultados electorales y proyecciones para las elecciones municipales de diciembre de 2013? («La oposición obtiene 20 nuevos municipios con una mayoría general de 51% del registro electoral nacional equivalente a 4,7 millones de electores”. El primer escenario que considera es éste: “El oficialismo obtiene 15 nuevos municipios para un total de 254 con una mayoría general de 53% del registro electoral equivalente a 5,3 millones de electores”). No podría hacer ninguna otra cosa que propaganda reciclada de su actual doctrina: «¿Se fijan que sí somos mayoría, que nos robaron el 14 de abril?» A partir de un «plebiscito» ganado por uno o dos puntos no tendría la fuerza necesaria como para producir la caída inmediata del gobierno de Maduro, ni siquiera para añadir convicción a la tesis indemostrada de que ganó en abril. Quienes desde la oposición voten con la esperanza de que el 8 de diciembre será el fin del régimen se quedarán con los crespos hechos.
El 10 de agosto de este año, Capriles anunciaba un combo McDonald’s: dijo que había que pasar por el 8 de diciembre para ver “si se convoca una reforma, enmienda, revocatorio o constituyente”. Ya esta última, vista la poca acogida de la supersticiosa idea, la ha desechado desinflando a María Corina Machado, su competidora, que rompió lanzas por ella. Quedan tres caminos, sin embargo; aún no sabe en qué palo ahorcarse. LEA
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*A la 1:24 p. m. de hoy, El Universal puso en su web el siguiente titular: Capriles: Caso de avión con droga demuestra lo «putrefacto» del Gobierno. ¿Será que J. J. Rendón—según un amigo un gran sloganeer—le ha recomendado pasar de enchufes a demostraciones?
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