AVISO: El Blog de Dr. Político estará en receso durante el mes de febrero. En este lapso, sólo habrá cambios en la Lectura y el Tragaluz de la parte superior de su columna izquierda y, en ella misma cada sábado, la incorporación del audio de la emisión correspondiente de Dr. Político en RCR.
André Rieu: Koning van lekkere muziek
A mis amigos Cornelis y Vera
sabroso. 1. adj. Sazonado y grato al sentido del gusto.2. adj. Delicioso, gustoso, deleitable al ánimo.
Dicionario de la Lengua Española
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La música es el mejor de los elíxires: entra por el oído y por la piel (especialmente por la que cubre el vientre), pero es posible degustarla como manjar maravilloso; nada mejor para expresar y contagiar la alegría. Naturalmente, hay música melancólica y triste, pues su rango emocional equipara al de los sentimientos humanos, pero puede argumentarse que la que más disfrutamos es aquella que tenemos, simplemente, por música sabrosa.
Shostakovich sobre Mravinsky
Hay música sabrosa en la que han hecho los grandes compositores clásicos. Juan Sebastián Bach es seguramente el jefe en esta materia; hasta un joropo compuso. No otra cosa es el Allegro que cierra su Concierto de Brandenburgo #3 en Sol mayor (BWV 1.048). Si tiene a mano alpargatas, úselas para iniciar bailando esta entrega musical. (En vez de Juan Vicente Torrealba, tenemos a Simon Addison dirigiendo a la Orquesta Filarmónica Inglesa).
Allegro
No sólo en el Barroco era posible componer música sabrosa. Dmitri Shostakovich podía hacerlo convincentemente, como lo demostró con el 2do. movimiento (Allegretto) de su Sinfonía #5 en Re menor, op. 47. Una versión de lujo está acá por la Orquesta Filarmónica de Leningrado bajo la dirección de Yevgeny Mravinsky, el mismo conjunto y el mismo conductor que estrenaron la obra en 1937.
Allegretto
Después de esta sabrosura sofisticada, noble y de trovador, admitamos nuestras raíces plebeyas—todo el mundo tiene al menos una—y abracemos el canto del juglar. Podemos comenzar por Nuestramérica y pedir a Soledad Bravo que nos cante Déjala bailar en paz. (Que no nos engañe la letra castellana; la pieza es del brasileño Chico Buarque de Holanda, y se llama originalmente Deixe a menina).
Déjala bailar en paz
Barry, Robin y Maurice Gibb formaron el popular grupo los Bee Gees, e hicieron varias canciones de gran éxito. En el filme insignia de la música disco, descuella entre ellas Stayin’ alive, que John Travolta bailó famosamente en Saturday Night Fever (1977) junto a Olivia Newton-John. Hela aquí:
Stayin’ alive
El grupo sueco ABBA—Agnetha Fältskog, Björn Ulvaeus, Benny Andersson y Anni-Frid Lyngstad—llenó los oídos del mundo con música buena y sabrosa en los años setenta y ochenta. Uno de sus números más incitantes al baile alegre es Super Trooper, canción que dio el nombre al álbum en el que se grabara.
Super Trooper
Para los caraqueños, la alegre sabrosura se consigue concentrada en la Billo’s Caracas Boys, la maravillosa orquesta que formó el ilustre inmigrante dominicano Luis María Frómeta Pereira. Todos hemos bailado felices su Canto a Caracas.
Canto a Caracas
Andrea y Eros
Es claro que Andrea Bocelli es uno de los líderes del género crossover (combinación de música clásica y pop); canta con igual propiedad arias de ópera y temas del repertorio popular. Protegido de Luciano Pavarotti, gusta de cantar en compañía de colegas, tal como su mentor lo hiciera. Con Eros Ramazzotti ha cantado muchas veces, e Il mare calmo della sera—canción de Zucchero Fornaciari, Giampiero Felisatti y Gloria Nuties—es una de sus mejores colaboraciones; es muy agradable al oído el contraste de la voz redonda del primero con la áspera del otro.
Il mare calmo della sera
Difícil resulta a los melómanos de esta época concebir la música sin la presencia del guitarrista andaluz Paco de Lucía. Inolvidable, por ejemplo, es su participación en Carmen, la película de Carlos Saura con la compañía de baile de Antonio Gades. Con Al Di Meola grabó Mediterranean Sundance en 1977; luego, éste formó The Guitar Trio—aumentando el requisito de Chopin («Sólo hay algo más hermoso que una guitarra: dos guitarras»)—al añadir a John Mc Laughlin, un grupo excepcional que grabó en 1981 Río Ancho-Mediterranean Sundance como oímos a continuación del álbum Friday Night in San Francisco, en una endemoniada fusión de flamenco y jazz.
Río Ancho-Mediterranean Sundance
Hablando de jazz, un álbum experimental del digno género, con altísima popularidad, fue Time Out, por el Cuarteto de Dave Brubeck. Las piezas ocurren en ritmos inusuales, siendo la más convencional Strange Meadowlark que, arrancando en tiempo indefinido, pronto se acomoda en un familiar 4/4.
Strange Meadowlark
En mi memoria auditiva ocupan neuronas muy próximas It’s not unusual, el número que lanzó a Tom Jones a la fama, y Music to watch girls go by, que confirmó la de Andy Williams (fallecido el año pasado a sus 84 años). ¿Quién discutirá que son piezas de música sabrosa?
It’s not unusual
Music to watch girls go by
Toda la música del musical cumbre de Richard Rodgers y Oscar Hammerstein II, The Sound of Music, es un festín auditivo, pero seguramente es uno de los números más simpáticos These are a few of my favorite things, que María canta con los niños von Trapp para ahuyentar el miedo. (En teatros desde 1959; en el cine en 1965 con sendos Premios Oscar a la Mejor Película y el Mejor Director). La versión que sigue es de la voz inconfundible de la dueña del rol principal, Julie Andrews.
These are a few of my favorite things
Cartel de película
Otra María protagoniza West Side Story, el musical con las piezas compuestas por Leonard Bernstein, mítico Director de la Orquesta Filarmónica de Nueva York. America es un número de entreverado y sabroso ritmo, que cantan los jóvenes portorriqueños liderados por María (Natalie Wood) y Anita (Rita Moreno). Robert Wise, quien había ganado el Oscar como director de la película precedente, había hecho lo mismo en este filme de 1961 en compañía de Jerome Robbins; en total, la película que coloca a Romeo y Julieta en las calles de Nueva York obtuvo de la Academia del Cine diez premios de once nominaciones.
America
Pero si, ya no la Academia del Cine, sino la Sueca como en el caso de Jorge Luis Borges en Literatura, se niega a conceder a José Antonio Abreu el Premio Nóbel de la Paz, insistiré con la candidatura de André Rieu, el violinista y director de orquesta holandés que puede ser tenido como el Isaac Asimov de la música. No sólo es que la divulga, sino que su gusto es, como el del escritor ruso-estadounidense, universal y dirige como éste escribe, con sabrosura. He aquí su rauda versión sintética de la Obertura de Carmen, la ópera magna de Georges Bizet. (Rieu dirige su Orquesta Johann Strauss).
Carmen
Rieu, por otra parte, tiene un sentido espectacular del espectáculo, valga la redundancia. En múltiples ocasiones, se agencia el concurso de otros magníficos artistas, como ahora, cuando convoca a los Coros Evangélicos de Harlem y Soweto para una eléctrica rendición de When the saints go marching in (en Maastricht, la ciudad capital de la provincia holandesa de Limburg donde se fabricó la Unión Europea).
Valió la pena ese concierto neerlandés a cargo del gran holandés errante, y así cerramos con el testimonio de Mark Anthony quien canta, precisamente y pensando no en Europa sino en la estupendísima Jennifer López, Valió la pena. La salsa, sin duda, es sabrosura pura. LEA
Hay música que no requiere la palabra. Se pudiera decir que es música pura; en un sentido, música muda. Es la música que llamamos instrumental.
Aquí llega el sonido
Muchas veces ha sido pensada para el baile, pero siempre lo es para ser escuchada. Es una de las maravillas de la vida que pueda suscitarse tanto placer por algo que llegue al cerebro desde dos apéndices en ubicación simétrica a los lados del cráneo. Un nervio especializado—el octavo par craneal—es el encargado de transmitir la sensación del oído a la corteza cerebral, junto con otra información esencial para el baile, el sentido del equilibrio. (Clásicamente denominado nervio auditivo o acústico, recibe hoy el nombre de nervio vestíbulo-coclear, justamente para recordar que transmite ambas sensaciones). Sus fibras alcanzan la llamada corteza auditiva primaria en el lóbulo temporal del cerebro (aréas 41 y 42 del mapa de Brodmann), pero hay al menos dos zonas adicionales, secundaria y terciaria, que procesan ulteriormente la percepción del sonido. El asunto es bilateral, como las orejas, una condición que permite la estereofonía y la capacidad de ubicar con precisión el origen espacial de una fuente sonora. (Esto no es posible con las frecuencias bajas, cuya longitud de onda supera la distancia entre las orejas. De allí que no importe la colocación de un subwoofer en una sala para disfrutar el rendimiento de un buen equipo de sonido).
El inolvidable Glenn Miller
Pero ¿qué hago en este territorio de la acústica? Entrémosle a la música instrumental de una buena vez. Glenn Miller (1904-1944), líder de una big band basada en saxofones (cum clarinete característico) y metales, hizo bailar a miles con Chattanooga Chooh Chooh, In the Mood o Pennsylvania 6-5000. En 1939 compuso y grabó por primera vez Moonlight Serenade, un foxtrot que tuvo letra de Mitchell Parish. Pero fue la versión instrumental la que se universalizaría como marca de fábrica de la orquesta de Miller, y ésta la adoptó como pieza que abría todas sus presentaciones. Es, por tanto, perfecta para abrir el grupo de esta entrada musical #49 del blog. Hela aquí por esta banda eterna, dirigida por el oficial especial Glenn Miller, perdido en acción el 15 de diciembre de 1944 sobre el Canal de la Mancha, cuando se dirigía a París para animar con la Banda de la Fuerza Aérea de los EEUU a los soldados que habían liberado a la Ciudad Luz de las garras nazis. Moonlight serenade
Annunzio Paolo Mantovani
Ray Conniff
Si seguimos «comenzando», Beguin the beguine, de Cole Porter (1891–1964) es la pieza indicada. En Una docena más en este blog, se indicó incorrectamente el origen mítico de esta pieza, señalando que Porter la habría «inventado» al piano del Hotel Ritz en París. La verdad es que la compuso en 1935 mientras viajaba por el Pacífico en el buque Franconia de la línea Cunard. En octubre de ese año, se estrenaría el musical Jubileo, con música enteramente compuesta por Porter sobre un libreto de Moss Hart. Uno de los números era el beguine que cantó June Knight con gran éxito. Mantovani y su orquesta nos traen la pegajosa pieza de Porter. Y, si seguimos con este compositor de canciones inolvidables, cabe colocar también I’ve got you under my skin, la pieza favorita de la hermana María Elena que cantara maravillosamente, entre muchos, Frank Sinatra. La versión instrumental es en esta ocasión la de la orquesta de Ray Conniff.
Begin the beguine
I’ve got you under my skin
Creía en el matrimonio
Fue hacia 1927 cuando Rita Montaner grabó una rumba de Moisés Simons (1889-1945) que todos hemos escuchado (y bailado): El manisero. Pero sería la versión grabada por Antonio Machín y la Orquesta Habana Casino en 1930 la que vendería más de un millón de copias en discos de 78 revoluciones por minuto, la primera vez que esto ocurría para una pieza compuesta por un cubano. Simons llegó a obtener regalías de más de cien mil dólares tan sólo por la venta de partituras. Y Rita Montaner fue la primera esposa de Xavier Cugat (Francesc d’Asís Xavier Cugat Mingall de Bru i Deulofeu), un vasco-cubano-estadounidense que más tarde tendría otras cuatro consortes (entre ellas la bomba sexy Abbe Lane). Es con la Orquesta Waldorf-Astoria fundada y dirigida por Cugat, que escuchamos ahora The Peanut Vendor.
El manisero
La edición original de 1902
Bastante antes, Scott Joplin (1867-1917) componía y publicaba The entertainer (1902), el ragtime que volvió a popularizarse al ser empleado como tema de la película El golpe, coprotagonizada por Paul Newman y Robert Redford. (The sting fue a las salas de cine el día de Navidad de 1973; al año siguiente ganó siete Premios Oscar, entre ellos el de mejor película). Una sífilis terciaria llevaría a Joplin a la demencia y a la muerte, pero este músico ya había desatado una previa locura por el ragtime con su pieza emblemática: The Maple Leaf Rag, e influido de manera decisiva la evolución del jazz. Aquí toca The entertainer, con el ritmo sincopado característico del rag, Joshua Rifkin, quien grabó tres álbumes de larga duración con obras de Joplin y contribuyó a su redescubrimiento tanto como lo hiciera la película mencionada.
The entertainer
El lounge del Café del Mar en Ibiza
Del piano a las guitarras, como permitía Federico Chopin con felicidad—dijo: «Sólo hay algo más hermoso que una guitarra: dos guitarras»—, con la pieza Entre dos aguas, a cargo del brillante guitarrista y compositor gaditano Paco de Lucía (1947) en compañía de José Torregrosa. (En una versión previa de 1975, Ramón de Algeciras tocaba la segunda guitarra). El verdadero nombre del autor es Francisco Gustavo Sánchez Gómez; lo de Paco se entiende de inmediato, y sólo queda explicar que su madre portuguesa se llamaba Lucía Gomes. La pieza en cuestión fue incluida en el disco compacto #1 de la selección de Café del Mar de 2003, con la versión grabada en 1981 por de Lucía y Torregrosa. Paco de Lucía, líder del flamenco moderno, ha alcanzado justa fama como guitarrista y promotor; es su calidad artística lo que llevara a Carlos Saura a solicitar su participación en películas tan hermosas como Carmen (1983), protagonizada por Antonio Gades y su compañía de baile.
Entre dos aguas
La pieza por su orquesta
No se necesita una orquesta, pues, para tocar música muda, pero es un conjunto orquestal una experiencia sonora más completa, sin duda. Alguien que capitalizó este gusto del público por la música instrumental fue el compositor David Rose (1910-1990), él mismo director de orquesta además de pianista y arreglista. Nacido en Londres, fue criado en Chicago, donde se inició profesionalmente como músico a la edad de dieciséis años. Su primera composición fue la muy exitosa Holiday for strings, que oiremos por la Orquesta de Billy Vaughn. Cuando el comediante Red Skelton, a quien Rose conoció en el ejército durante la II Guerra Mundial, lo reclutó para dirigir la orquesta del espectáculo televisado de los cigarrillos Raleigh, la pieza se convirtió en el tema del programa. Otras versiones que alcanzaron fama fueron la parodia Holiday for States, cuya letra consiste en nombrar los estados de los EEUU, y una en la que el cantante (Ruth Buzzi) ríe la melodía. Hasta el cine llegó en una película—It could happen to you—de Bridget Fonda y Nicolas Cage. Apuesto a que Ud. había oído la pieza y no recordaba su nombre.
Holiday for strings
Double play de Edwards y Mancini
Ya que he hablado varias veces de cine, pudiéramos recibir a Henry Mancini (1924-1994) y su tema más famoso, el de la serie de películas del Inspector Clouzeau, La pantera rosa, que hiciera el descacharrante Peter Sellers y diera origen a los divertidos dibujos animados del astuto animal. Los padres de Mancini emigraron de Abruzzo a los Estados Unidos y, tal vez para no perder a la madre patria de un todo, se residenciaron en Little Italy, un suburbio de Cleveland en el estado de Ohio, donde nació el compositor. Mancini ganó varios premios de la Academia del Cine, los más de ellos dentro de su larga colaboración con Blake Edwards. Entre sus piezas más famosas se encuentran nada menos que Moon River (el tema de Desayuno en Tiffany) y Days of Wine and Roses. Es su colega musicalizador de cine, John Williams, quien dirige a la Boston Pops (la misma gente de la Orquesta Sinfónica de Boston) en el tema de The Pink Panther.
La pantera rosa
¡Auxilio! ¡Socorro!
No son únicamente los músicos de atril estadounidenses quienes interpretan música que no es de la llamada culta. Los doce violonchelistas de la mismísima Orquesta Filarmónica de Berlín han formado un conjunto que toca música popular tanto como clásica. Aquí interpretan Yesterday, la conocidísima pieza compuesta por Paul McCartney (1942) y popularizada por The Beatles en 1965. (En el álbum que se llamó Help!) Mc Cartney la compuso mientras dormía en la casa de su novia de entonces y al despertar fue al piano para fijarla; luego sospechó que pudiera haber plagiado la melodía en sueños, por lo que invirtió el siguiente mes en averiguar si pertenecía a alguien. Era de él, y tal vez sea la canción del grupo más interpretada de todas. La pieza se presta al tratamiento berlinés porque ella misma está arreglada para cuarteto de cuerdas en su versión original (lo que atestigua que estos músicos de Liverpool lo eran de verdad verdad). Elevada al Salón de la Fama del Premio Grammy, fue votada en 1999, en una encuesta de la BBC, como la mejor canción del siglo XX. (Para mi gusto, es una canción mejor Your song, de Elton John. Ver en este blog Una docena más).
Yesterday
La película de Tony Richardson
Permanezcamos por dos piezas más en las Islas Británicas. Allí, en 1958, se estrenó A taste of honey, la opera prima de una dramaturga inglesa de dieciocho años de edad, Shelagh Delaney. Esta obra revolucionó el teatro inglés, y ya en 1960 llegaba a Broadway acompañada de una canción compuesta por Bobby Scott (letra de Ric Marlow). Al año siguiente, el drama fue adaptado para el guión de una premiada película con el mismo nombre. Los Beatles grabaron la canción en 1963, y Herb Alpert y sus Tijuana Brass grabaron en 1965 una versión instrumental que les valió el Premio Grammy y todo el mundo bailó. Es ella la que oímos a continuación.
A taste of honey
Lady Enya
Luego, podemos reposar con Relaxation (Watermark), una apacible pieza de Eithne Ní Bhraonáin (1961), a quien mejor conocemos como Enya. Esta versátil profesional de la música nacida en Irlanda del Norte, hace todos sus arreglos y se ha convertido en una importante musicalizadora de películas. Su incansable actividad, y la aceptación de sus excepcionales ejecuciones, la han llevado a colocarse sólo tras la banda U2 como exportadora de música de Irlanda, habiendo vendido más de 75 millones de discos.
Relaxation
El álbum más famoso de Brubeck
Ya que hemos sido apaciguados estamos preparados para la vivacidad de Take five, la pieza principal de Time Out, el más exitoso álbum y la más exitosa pieza del Cuarteto de Dave Brubeck (1920). Su compositor es Paul Desmond (1924-1977), el talentoso saxofonista del grupo y largo tiempo socio de Brubeck. Joe Morello en la batería y Eugene Wright en el bajo completaban el cuarteto que produjo Time Out. El nombre del álbum y el de la pieza aluden a la experimentación rítmica abordada por el cuarteto; Take five sugiere, naturalmente, al acto de chocar esos cinco (hoy dicen: Give me five!) pero se trata, en verdad, de que la pieza está escrita en un compás de cinco notas negras (5/4), lo que la hace rítmicamente inusual. (Otra pieza, Blue Rondo à la Turk, está en ritmo balcánico—de allí el nombre que evoca al Rondó a la turca de W. A. Mozart—de 9 por 8). En cambio, la dulce Dziekuje (Gracias, en polaco) fue compuesta por Brubeck en homenaje a Federico Chopin, al salir de Polonia en gira plasmada en el álbum de 1958 Jazz Impressions ofEurasia. (En este caso el contrabajista fue Joe Benjamin). Las dos piezas seguidas vienen ahora.
Take five
Dziekuje
Otro premio para Barry White
Y ahora viene a nosotros el gran éxito de Love’s theme, la pieza compuesta por el compositor y cantante estadounidense Barry White (Barry Eugene Carter, 1944-2003), ganador de dos Premios Grammy. White y la orquesta Love Unlimited fueron precursores de la música disco que dominara la década de los setenta (ver en este blog, para el dúo de Barbra Streisand y la Reina del Disco, Donna Summer, en Enough is enough, La voz de la mujer). White, un delincuente juvenil apresado por robos de neumáticos de Cadillac a sus 17 años, escuchó en la cárcel a Elvis Presley cantando en la radio It’s now or never, y la experiencia le señaló el camino de su verdadera vocación. En 1973 creó la orquesta, y al año siguiente grababa el álbum Rhapsody in White (alusiva a la rapsodia blue de George Gershwin) que contenía Tema de amor, que ese año se ubicó en el primer lugar de las tablas Billboard Pop. El pegajoso tema se convirtió en una suerte de himno de las discotecas.
Love’s theme
El genio musical de Cuba
Vamos a cerrar esta entrada cumpleañera con un video en el que veremos al pianista cubano Frank Fernández mientras interpreta, con el lujoso acompañamiento de la Orquesta Sinfónica Juvenil Simón Bolívar, otra clase de himno: La comparsa, del gran Ernesto Lecuona (1895-1963). Este caballero, fruto de padre canario y madre cubana, nació en Guanabacoa (La Habana); compuso más de seiscientas obras, entre las que se cuentan la famosísima Malagueña, la no menos famosa Siboney, Andalucía y la canción Siempre en mi corazón, que fue nominada a un Premio Oscar de 1955. (Perdió en buena lid ante la canción navideña más grabada en la historia, White Christmas; tan sólo la versión cantada por Bing Crosby vendió 50 millones de copias). Lecuona fue a morir a Santa Cruz de Tenerife, donde estaba sembrada la raíz paterna, luego de emigrar de Cuba a Florida en 1960, muy inconforme con el régimen de Fidel Castro. En su testamento, dispuso que sus cenizas sean repatriadas a Cuba una vez que cese la dominación castrista.
Sí; por unos segundos escuchamos voces, aunque no suficientes para desmentir la premisa de esta entrada: eran voces a boca cerrada. ¡Feliz cumpleaños, hermana! LEA
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