Las cuentas como son

El autor del autogol

El perturbado rostro del autor del autogol

Los resultados ofrecidos por el CNE indican una victoria del PSUV y sus aliados en la mayoría de los municipios del país, ya que obtuvieron 250 alcaldes, además de obtener la mayoría de los concejos municipales y mayoría de votos a nivel nacional con 5.216.522 votos para la alianza oficialista lo que representa 54,6%, mientras que la alianza opositora MUD obtuvo 4.373.910 votos para 46,4%.

Wikipedia en español

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Es ya proverbial el chiste de un argentino que evaluó positivamente el desenlace de la Guerra de las Malvinas: «¡Fabuloso, che! ¡Quedamos subcampeones!» Una psicología parecida se extiende en cabezas de la oposición, que pretenden que el gobierno perdió el «plebiscito» predicado por Henrique Capriles Radonski, autoungido jefe de campaña de todas las candidaturas de la Mesa de la Unidad Democrática en las elecciones municipales del pasado 8 de diciembre. María Corina Machado postula que los resultados confirman que «somos mayoría»—el plural de primera persona se refiere a los opositores—y replantea la recomendación de una asamblea constituyente; Francisco Suniaga declara: «Las elecciones del pasado domingo fueron una victoria para las fuerzas democráticas de la oposición. Obtuvo más votos absolutos que el gobierno (5.268.828 vs 5.111.336, según Últimas Noticias)…»; Celina Carquez pone el 10 de diciembre en El Nacional: «Una de las lecturas que se desprende de los resultados del domingo indica que la mayoría de los venezolanos decidió no apoyar las fórmulas de candidatos postulados por el PSUV para las 337 alcaldías. En total, 5.494.356 (51,31%) electores no apoyaron al Gobierno, mientras que el PSUV y sus aliados obtuvieron 5.213.190 (48,69%). El total de votos nulos alcanzó 412.977, lo que suma un total de votos escrutados de 11.120.603 con un total de 98,61% de actas recibidas».

Bueno, una mayoría mayor decidió no apoyar las fórmulas de candidatos postulados por la MUD: 6.746.693 votantes (60,7%) no sufragaron por sus candidatos. Capriles perdió el «plebiscito» al que apostó todos sus reales: «El 8 de diciembre tiene que ser un gran plebiscito para evaluar y decidir si gana la alternativa democrática. (…) El reto que tenemos es superar la votación del 14 de abril. (…) El ocho de diciembre quedará demostrado quién es mayoría”. Recordemos palabras de Luis Vicente León del 18 de agosto:

Está claro que el Gobierno ganará la mayoría de las alcaldías del país. Su penetración en poblaciones remotas, donde se escoge un alcalde con un puñado de votos, es evidente, frente a una oposición con ventaja en grandes centros poblados y pocos alcaldes. Pero el total de votos es otra cosa y ahí la batalla será campal. Si el Gobierno gana, dirá que el pueblo apoyó a Maduro y si pierde dirá que es un evento local que no pretende evaluar la gestión presidencial, mientras muestra el gráfico con su porcentaje de alcaldes. Pero es evidente que ganar o perder en el número de votos totales manda un mensaje político potente y la gente no debería ser tan bolsa como para no entenderlo, aunque con los años he comenzado a pensar que lo único realmente democrático… es la estupidez.

Con la estupidez de la idea plebiscitaria se regodea el gobierno. El mismo presidente Maduro tuiteó recomendando este video en YouTube:

Por supuesto, no se trataba de un plebiscito. El 8 de diciembre se escenificó un total de 337 elecciones locales, y en ellas el Polo Patriótico más que triplicó a la MUD en número de alcaldías obtenidas. Es verdad que la oposición profesional obtuvo más alcaldías que en 2008, cuando Hugo Chávez—el modelo para Capriles—se autoungiera como jefe de campaña de todas las candidaturas del oficialismo. Pero Capriles insistió en la interpretación del 8D como un evento de carácter nacional; él clavó el autogol en las redes de la MUD. Toda otra lectura es una falacia, un malabarismo engañoso típico de un mal perdedor.

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Es obvio que el oficialismo no cuenta con la mayoría del país; pudo llevar a las urnas a sólo 27,3% del total de 19.066.431 electores. Considerando las cifras de Wikipedia—la web del Consejo Nacional Electoral no dispone aún de las cifras definitivas—, no hay duda de que la oposición tuvo un desempeño inferior; sólo 22,9% de los electores inscritos votó por candidaturas postuladas por el consorcio opositor. Es razonamiento claramente tramposo sumarle 1.533.503 votos (13,8% de los votantes, 8% de los inscritos) por candidaturas no alineadas con ninguno de los extremos de la polarización. Lo mismo pudiera hacerse con los números del otro lado para decir que no votó por la MUD un total de 6.746.693 asistentes a las urnas, lo que supera en 2.372.783 su propia votación.

También es patente que los dos bloques polarizadores son de tamaño más o menos equivalente. La ventaja oficialista no es aplastante, pero aunque las capitales más importantes, según lo esperado, fueron ganadas por la oposición, el oficialismo obtuvo en ellas proporcionalmente más votación que la que obtuvo el 14 de abril. Por ejemplo, he aquí gráficos comparativos para el Municipio Sucre del estado Miranda y la ciudad de Maracaibo:

Municipo Sucre - 14A y 8D

Municipo Sucre – 14A y 8D

Maracaibo - 14A y 8D

Maracaibo – 14A y 8D

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La generalidad de los análisis de lado y lado continúa ignorando la proporción considerable de electores no alineados; medidos en 32% por Datanálisis a comienzos de octubre, se han manifestado en el voto de 13% de los sufragios por candidatos no alineados (con mucho menos recursos) y parte de la abstención de 41,6%. Lo mismo hacen el gobierno y la MUD; en su interés está proyectar una película en blanco y negro. Si se quisiera imitar el tramposo argumento de algunos, sería posible razonar que la gente no alineada es la suma de esos porcentajes: 54,6% del país. Eso sí sería una clara mayoría. LEA

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La utopía plebiscitaria

Nota añadida al final

Boleta del referéndum sobre la anexión de Austria en 1938

Boleta algo sesgada del plebiscito sobre la anexión de Austria por Hitler en 1938

 

plebiscito. (Del lat. plebiscītum). 1. m. Resolución tomada por todo un pueblo a pluralidad de votos. 2. m. Consulta que los poderes públicos someten al voto popular directo para que apruebe o rechace una determinada propuesta sobre soberanía, ciudadanía, poderes excepcionales, etc. 3. m. Ley que la plebe de Roma establecía separadamente de las clases superiores de la república, a propuesta de su tribuno. Por algún tiempo obligaba solamente a los plebeyos, y después fue obligatoria para todo el pueblo.

Diccionario de la lengua española

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En Venezuela se ha desplazado el sentido de la palabra plebiscito, para enfatizar la opción entre Ja y Nein, entre Sí y No. Como la primera vez que se usara esa expresión en Venezuela fue para designar el celebrado el 15 de diciembre de 1957—al suspender las elecciones presidenciales y plantear la mera prolongación del mandato de Marcos Pérez Jiménez—, el término adquirió connotaciones peyorativas: lo entendíamos como el acto de un dictador. Ramón Escovar Salom llegó a argumentar que los partidarios del presidente Chávez ¡no debían votar en el referendo revocatorio de 2004! porque «se convertiría un referendo—DRAE: referéndum. (Del lat. referendum, gerundivo de referre). 1. m. Procedimiento jurídico por el que se someten al voto popular leyes o actos administrativos cuya ratificación por el pueblo se propone—en un plebiscito». (Ver Críticas demofóbicas, en la Carta Semanal #66 de doctorpolítico, 11 de diciembre de 2003).

Ahora ha propuesto Henrique Capriles Radonski la adulteración de las venideras elecciones municipales para interpretarlas como un plebiscito sobre la satisfacción del país entero con el Poder Ejecutivo Nacional. «El líder»—Führer—de la oposición, supuestamente partidario de la descentralización, crítico del estilo centralizador del oficialismo chavista, intenta convertir unas elecciones que de suyo son locales en un evento de significación nacional; es decir, centraliza. Antes, y en imitación fiel de la actuación de Hugo Chávez en las elecciones regionales y municipales de 2008, se autopropuso como jefe de campaña de todas las candidaturas municipales de la Mesa de la Unidad Democrática, «la cual aceptó» luego de unos pocos días de deliberación; es decir, centraliza.

La pregunta de Mario Villegas, 290813

Naturalmente, la jugada, pretendidamente ingeniosa, se inscribe en la prédica de Capriles luego del 14 de abril: que le robaron las elecciones, que este gobierno no va a durar seis años, que hay que votar masivamente en su contra el 8 de diciembre: ”Desde ya debemos ir organizándonos, para convertir esto en un proceso nacional con la finalidad de tener alcaldes comprometidos con el pueblo y el progreso. Al frente de las alcaldías hay muchos enchufados con una pésima gestión de gobierno y esa lucha tenemos que darla sobre la base de la participación. El reto que tenemos es superar la votación del 14 de abril. Tenemos que entender que la trampa se vence con más participación. (…) El ocho de diciembre quedará demostrado quién es mayoría». (2 de junio de 2013). En otra ocasión indicó: «Quedó demostrado que si ganamos por poco te roban la elección», implicando que, según él, habría ganado el 14 de abril por una mínima diferencia, y también: «Lo que quedó demostrado es lo podrido que está el Gobierno». Asimismo: “Aquí ya quedó demostrado que la mayoría de los venezolanos ya apostó por un cambio». Igualmente, sentenció con apropiación indebida: “La Vinotinto nos ha demostrado que sí se puede ganar y que sí nos podemos unir”. (Tal vez lo que quedó demostrado fue que se quedó pegado en lo de quedó demostrado).* Quod erat demonstrandum.

No obstante, a pesar de esa insistencia euclidiana, ni Capriles ni la Mesa de la Unidad Democrática han demostrado en ningún caso que hubo fraude electoral el 14 de abril; han alegado que lo hubo, por supuesto, y el núcleo duro de sus partidarios ha asumido tal alegato como dogma de fe. Así, han retrotraído las cosas a 2004, cuando Henry Ramos Allup gritara fraude en la madrugada del 16 de agosto de aquel año—ver Bofetada terapéutica—, ante la claudicación de Enrique Mendoza. Bastante más tarde (9 de marzo de 2011), declaraba a Ciudad CCS, menos seguro:

—Se le pasó un episodio, también muy mediático y protagonizado por usted directamente: la denuncia de fraude en el revocatorio de 2004… ¿Consiguió las pruebas?

—No fue una fanfarronada. Hablé por forfeit, porque nadie más quiso hablar y todos me distinguieron con el “honor”, casi que me empujaron. Había que decirle algo al país, era un penoso deber. Tomé escrupulosa nota de lo que me pidieron que dijera para que luego no me dejaran embarcado. ¿Por qué no hablé con las pruebas en la mano? Bueno, eso es como que a ti te atraquen y a los dos minutos te pregunten el nombre del atracador y la marca de la pistola. Era imposible, pero el estudio se hizo y aquí están las pruebas, en este libro (Los secretos del referéndum revocatorio del 2004, en el que el entrevistado figura como autor, junto a Enrique Mendoza, César Pérez Vivas, Gerardo Blyde, Pompeyo Márquez, Timoteo Zambrano y Gabriel Puerta, publicado en 2009). Yo no sé si es exacto o fehaciente, pero el trabajo lo hicieron técnicos bien capaces, y es muy verosímil.

 (DRAE: verosímil. 1. adj. Que tiene apariencia de verdadero).

Mes y medio después de la declaración de fraude en 2004, una considerable abstención opositora produjo la captura oficialista de 21 entre 23 gobernaciones en juego. También se eligió alcaldes ese 31 de octubre; Carlos Ocariz aceptó famosamente su derrota y declaró valientemente que no había perdido por fraude, sino por una diferencia de 1.500 votos que la abstención de los opositores causara. (Ver, sobre los manidos pretextos de fraude electoral, Suma contra gentiles abstencionistas).

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Ahora ve por lo menos tres

Ahora ve por lo menos tres

Es fácil de entender que Capriles busque mantenerse como el líder de la comunidad opositora, montado sobre la ficción de que ganó por pocos votos las elecciones del 14 de abril; no objetó las del 7 de octubre ni las del 16 de diciembre del año pasado, cuando fue el único candidato originalmente opositor que preservó su gobernación (con una votación menor que la que obtuviera en 2008—50,35% contra 53,13%—aunque superior en 0,84% que la que Miranda le dió en las presidenciales de 2012: 49,51%.) Como no piensa permitir que el gobierno actual dure seis años, como las encuestas muestran la erosión del apoyo popular a Nicolás Maduro y la posibilidad de que el 8 de diciembre (a pesar de que la oposición no obtendría la mayoría de triunfos municipales) la votación sumada nacionalmente pudiera ser mayoritariamente de oposición, está empeñado en un curso de desconocimiento del Presidente de la República; Capriles Radonski se ha convertido en Capriles Obrador.

Ahora bien, ¿qué podría hacer si en verdad se produjere el segundo escenario que propone Francisco Pérez Gómez en su insustancial estudio, Análisis de resultados electorales y proyecciones para las elecciones municipales de diciembre de 2013? («La oposición obtiene 20 nuevos municipios con una mayoría general de 51% del registro electoral nacional equivalente a 4,7 millones de electores”. El primer escenario que considera es éste: “El oficialismo obtiene 15 nuevos municipios para un total de 254 con una mayoría general de 53% del registro electoral equivalente a 5,3 millones de electores”). No podría hacer ninguna otra cosa que propaganda reciclada de su actual doctrina: «¿Se fijan que sí somos mayoría, que nos robaron el 14 de abril?» A partir de un «plebiscito» ganado por uno o dos puntos no tendría la fuerza necesaria como para producir la caída inmediata del gobierno de Maduro, ni siquiera para añadir convicción a la tesis indemostrada de que ganó en abril. Quienes desde la oposición voten con la esperanza de que el 8 de diciembre será el fin del régimen se quedarán con los crespos hechos.

El 10 de agosto de este año, Capriles anunciaba un combo McDonald’s: dijo que había que pasar por el 8 de diciembre para ver “si se convoca una reforma, enmienda, revocatorio o constituyente”. Ya esta última, vista la poca acogida de la supersticiosa idea, la ha desechado desinflando a María Corina Machado, su competidora, que rompió lanzas por ella. Quedan tres caminos, sin embargo; aún no sabe en qué palo ahorcarse. LEA

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*A la 1:24 p. m. de hoy, El Universal puso en su web el siguiente titular: Capriles: Caso de avión con droga demuestra lo «putrefacto» del Gobierno. ¿Será que J. J. Rendón—según un amigo un gran sloganeer—le ha recomendado pasar de enchufes a demostraciones?

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