Política mágica

Mitin político prehistórico

Mitin político prehistórico

La superstición trae mala suerte.

Umberto Eco

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El nivel de la campaña electoral que acaba de concluir ha sido bajísimo; en mi memoria, el más bajo que he presenciado desde que cobrara conciencia política a la caída de Pérez Jiménez. Claro que se trataba de una campaña relámpago—Manuel Felipe Sierra dijo que fue una pelea de boxeo de sólo un round—, pero más claro aún es que reflejaba el nivel general de nuestro proceso político: la pretensión pueril y arrogante de gobernantes de ideología radical y anacrónica ante la incompetencia de sus opositores profesionales. Ataques personales, ausencia de proposiciones, imitación de los contendientes y, lo peor de todo, una demagogia bilateral supersticiosa.

Veneración del tótem

Veneración del tótem

El candidato del continuismo aseguró que el espíritu de Hugo Chávez encarnaba en una avecilla para hablarle. Con esto, que bien pudiera creerse él mismo, intenta perpetuar la religiosidad del chavismo más primitivo, que ya ha producido el rosario de Chávez y todo género de oraciones y ensalmes. Ayer, en Barquisimeto, al candidato de la oposición le dio por hablar de vírgenes que le apoyan (en especial la Divina Pastora) y ángeles que vigilarán las votaciones desde muy temprano. Un ingeniero formado en ciencias duras, ex ministro de algún gobierno anterior y miembro del equipo financiero de la Mesa de la Unidad Democrática, repartió a sus corresponsales el pronóstico electoral de un tarotista local: «Capriles será proclamado Presidente de la República. Importante: Cada uno de los lectores de este mensaje debe encender una vela verde invocando a San Rafael Arcángel para que cuide a los venezolanos y a Capriles».

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Para que lo proteja

Para que lo proteja

A mediados de 2004, la psicóloga Magaly Villalobos llevó a un congreso de colegas su ponencia Caimanes de un mismo caño. Su objeto fundamental era el de resaltar cómo es que los mitos son categorías operantes en el actual proceso político venezolano, y mostrar cómo es que no sólo un lado de la contienda emplea mitos como base o elementos de su discurso. De allí el juicio resumido en el nombre de la presentación: en ese aspecto serían los oponentes caimanes de un mismo caño. Si en el chavismo era posible encontrar ritos santeros y equiparaciones con el Negro Miguel y María Lionza, si Chávez mismo blandía crucifijos y pedía una corona de espinas y una cruz, Juan Fernández, líder de la Gente del Petróleo, agitaba ante las cámaras estampitas marianas cada vez que declaraba al final de una sesión de la Coordinadora Democrática. Facebook y Twitter están ahora llenos de apelaciones mágicas: «Que esta lucesita (sic) se mantenga encendida para que Dios y la Virgen iluminen a toda Venezuela!!!» Una oyente llamó a un programa radial y exigió notar que un dios todopoderoso e implacable había resuelto el problema político nacional, al llevarse a Chávez del mundo de los vivos en intervención especial.

Nuestra política ya no se conforma con la vuelta al siglo XIX, ya no bastan Bolívar y Zamora; ahora cae, en retroceso más penetrante aún, en el pensamiento prehistórico. El realismo mágico literario ha sido superado por esta política de amuletos y pajaritos, pero el negocio importante es el de la modernidad. Si se continúa siguiendo a estos «dirigentes», rojos y antirrojos, nunca podremos alcanzarla. LEA

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