Veinte de las nuestras

Consolas de iluminación: Premio Lo Nuestro a la Música Latina, Univisión

 

 

Hay canciones en nuestra lengua a las que volvemos una y otra vez. Han tocado en nosotros alguna fibra sentimental con música emocionante o pegajosa; algunas las cantamos a coro en celebraciones familiares o amistosas, con amplia tolerancia a la desafinación. Pueden ser lentas, boleros o tangos; otras serán vivaces y fiesteras, propias para el baile. Son las nuestras.

La novia de Agustín

De ellas he seleccionado veinte por las que tengo especial afecto; son canciones que quiero como si fueran personas, y la primera es el himno de Agustín Lara, su María Bonita, compuesto para el amor de su vida: María Félix. Aquí la canta Julio Iglesias, quien siempre ha contado con magníficos arreglos musicales para sus grabaciones; la interpreta desde la alegría que sólo puede transmitir un mariachi, esta vez enriquecido por lujosas cuerdas y maderas.

María Bonita

Estudiaba el bachillerato, ya con catorce años o algo así, y las canciones amorosas habían adquirido una significación que antes no tenían. Entonces escuchaba con unos pocos compañeros las transmisiones de radio con primitivas listas del top ten del momento, cuando por un mes o más dominaron la colección dos canciones en la voz de Raúl Shaw Moreno: Sabrás que te quiero, Cuando tú me quieras. Aprendimos la cursilería de sus letras y las cantábamos para novias imaginarias; ninguno de nosotros tenía una real. Es la segunda de ellas la que pongo a continuación. (El nombre verdadero del cantante y compositor boliviano era el de Raúl Shaw Boutier, que cambió cediendo parcialmente a proposición del Trío Los Panchos—le sugirieron llamarse Raúl Moreno—por considerar sus apellidos anglo-franceses extraños al idioma del bolero. No es con ellos, sino con Los Peregrinos que canta su canción).

Cuando tú me quieras

Perfecto para enamorar

Hablando de listas, en 1955 produjo el sello RCA Victor el álbum Top Pops of Latin America, una selección de doce boleros a cargo de la orquesta del portorriqueño Rafael Muñoz y las voces de su hijo, Rafi Muñoz, y José Luis Moneró. En mi incipiente despertar erótico, bailé mil veces Niebla del riachuelo, platónicamente enamorado, con Corina Stolk; probablemente ella no se acuerde de la fiesta en casa de Raúl «Pupú» Rodríguez, el amable y fallecido dentista amigo que mucho después extraería tres de mis cordales, y tampoco que la miraba desde lejos en los obligados desfiles perezjimenistas de la Semana de la Patria. (Llegué a ser Jefe de Redoblantes de la Banda de Guerra del Colegio La Salle de La Colina, y en ese carácter tenía autorización para alejarme de la formación en busca de las muchachas, lo que hacía junto con Alberto Sarmiento, Jefe de Trompetas. Mi único interés, Corina, lucía su uniforme de gala en el grupo del San José de Tarbes de La Florida). Es Moneró quien canta, transformado en bolero, el tango de Juan Carlos Cobián.

Niebla del riachuelo

Pertenece a Federico Méndez Tejeda, nacido en el barrio de Guadalupe de Aguascalientes, México, el bolero ¿De qué manera te olvido?, interpretado acá por una de las voces latinoamericanas de más amplio registro y segura melodiosidad, la de Marco Antonio Muñiz. (El autor murió en la Ciudad de México en 1988).

¿De qué manera te olvido?

Hay muchas versiones de La Bikina, la pegajosa ranchera de Rubén Fuentes con letra de María José Quinanilla. Una de las que más estimo es la de Gualberto Ibarreto, nuestro cantante oriental de El Pilar, estado Sucre.

La Bikina

Ignacio Jacinto Villa

Ignacio Jacinto Villa (1911-1971), salvo para los connoisseurs, no es un nombre familiar. Es el del cantante que todos conocimos como Bola de Nieve, pianista y bolerista. Vino muchas veces a Venezuela, y los más jóvenes, impedidos de asistir a cabarets o night clubs, supimos de él por sus interpretaciones en El Show de las Doce (Víctor Saume) o Renny presenta, del impar Renny Ottolina. Villa cantaba en su inconfundible estilo intimista, apropiadísimo para ofrecernos No puedo ser feliz, el bolero de Adolfo Guzmán González.

No puedo ser feliz

Mi señora sostiene que se debe al cantante mexicano Luis Miguel (Gallego Basteri, nacido en San Juan, Puerto Rico) el renacer de los buenos boleros en el gusto de las jóvenes generaciones. Es él quien canta para nosotros No sé tú, una de las canciones más eficaces del grandísimo Armando Manzanero. Esta versión fue tomada de un concierto en vivo.

No sé tú

El rey Pedro

Nada como la riqueza de la voz de Pedro Vargas, el cantante con rostro de indio que llenó a la América Latina, en innumerables conciertos, con incontables discos y películas, de música hermosamente cantada. Venezuela tuvo el honor de ser su anfitriona en varias ocasiones, y aquí dejó amigos—Amable Espina muy especialmente—por montones. Don Pedro Vargas nos canta acá, como el más autorizado intérprete de las canciones de Agustín Lara y acompañado en vivo de mariachi, la magnífica Un viejo amor.

Un viejo amor

Seguramente es el éxito mayor del español Alejandro Sanz su Corazón partío, el sabroso son que además canta como ninguno, con el delicioso tumbao a la vez latino y gitano de su grupo. (Atención muchachos, he aprendido a no decir conjunto, lo que me marcaría como anciano).

Corazón partío

En la misma onda de sabrosura despechada viene la pieza Para no verte más, del estupendo conjunto—quiero decir, grupo—argentino La Mosca Tse-tsé.

Para no verte más

Regresemos a un pasado cincuentoso, cuando El Ruiseñor de América, Alfredo Sadel (contracción de Sánchez Delgado) hacía de las suyas con su noble timbre de voz. Hasta ópera cantó, aceptablemente, este gran tenor venezolano. Aquí interpreta otra canción señera del decano Lara: Palabras de mujer.

Palabras de mujer

El Cantante

En este punto repetiré una anécdota que antes se ha contado en este blog: a comienzos de 1974 vino a Venezuela nadie menos que Duke Ellington, el Papa del Jazz. Requerido por una periodista en el aeropuerto de Maiquetía, debió contestar cuál era su cantante favorito. Ellington dijo que eso dependía del estilo musical, del mood, de muchos factores, pero que si la entrevistadora quería saber quién era el cantante, El Cantante se llamaba José Feliciano. Period. De su propia pluma, y con su propia guitarra acompañada de orquesta, interpreta Paso la vida pensando.

Paso la vida pensando

El maestro Alberto Domínguez—fundador del Conjunto Frenesí (no grupo)—compuso la célebre Perfidia, un bolero que cantaba con especial gusto Daniel Santos, El Inquieto Anacobero, cuya versión podemos escuchar de seguidas.

Perfidia

Un gitano que canta de todo

El entonado gitano Diego el Cigala y el gran pianista cubano Bebo Valdés forman un dúo espectacular para Vete de mí, la canción de Virgilio Expósito a la que su hermano, Homero, puso la letra.

Vete de mí

Apelemos ahora a la lengua hermana—entre las raíces del idioma castellano debemos contar al grupo lingüístico galaico-portugués, y gallegos y portugueses, como los brasileños, son nuestros—para recordar el muy hermoso filme Orfeu Negro, realizado en Brasil en 1959—el suscrito se graduaba de Bachiller en Ciencias—por el director francés Marcel Camus. (Palma de Oro en Cannes, 1959; Oscar y Globo de Oro a la Mejor Película Extranjera, 1960). Aquí canta Astrud Gilberto el tema principal, Manhã de Carnaval, que crearon a cuatro manos Luiz Bonfá y Antônio Maria de Araújo Morais, para afirmar el movimiento musical del Bossa Nova.

 Manhã de Carnaval

La Reina del Azúcar

Es un carnaval de muy distinto temperamento el cantado por la incomparable Celia Cruz en su definitiva rendición de La vida es un carnaval, sabrosa salsa de Víctor Daniel.

La vida es un carnaval

¿Quién no ha bailado una conga en trencito en alguna fiesta de carnaval? La contagiosa Vamos pa’ la conga, de Miguel Matamoros, se vistió con ropaje de lujo en el álbum de Ricardo Montaner (Sonorodven, 1991) En el último lugar del mundo. Músicos del calibre de Ilan Chester (piano) y Frank Quintero (batería) participaron en la grabación. Hela aquí.

Vamos pa’ la conga

¡Cómo cuesta trabajo dejar atrás el espíritu carnavalesco, expiatorio, liberador! Por eso viene ahora el hombre de la bilirrubina, Juan Luis Guerra, con su rica interpretación de Woman de El Callao, emblemático calipso de Julio Delgado que evoca los famosos carnavales de nuestro pueblo guayanés.

Woman de El Callao

Un manantial de boleros grandes

Bueno, viene a curarnos de tanto despelote, de nuevo, Armando Manzanero, con su maravilloso bolero Contigo aprendí. Nos llega en la rotunda voz de Alejandro Fernández.

Contigo aprendí

El Tío Simón

El cierre de este trayecto musical de nuestras entrañas está confiado a la pieza universal del venezolano Simón Díaz—portador de la alegría de vivir mucho—: su famosísimo Caballo viejo, que canta al enamoramiento en la vejez. La canción ha sido interpretada en todo el mundo por numerosos cantores, entre quienes descuella más que ningún otro Plácido Domingo. La versión que suena a continuación es de El Caballero de la Salsa, Gilberto Santa Rosa.

Caballo viejo

¡Qué buena es nuestra música! LEA

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