11 musicales: 1 obertura, 1 marcha, 17 canciones

Efigies de Rossano Brazzi y Mitzi Gaynor en poster original de South Pacific

El género de los musicales es propiamente de ámbito anglosajón. Es menos musical—es más teatro—que una zarzuela, opereta u ópera. El tiempo del parlamento sin música comprende mayor duración que el de los números cantados o bailados y éstos no son meras inserciones incidentales; cada canción y cada danza hacen que la acción avance, son elementos narrativos.

Seguramente la obra de Gilbert & Sullivan en Inglaterra—trece operas cómicas en colaboración—es una de las raíces del género, pero el teatro musical propiamente dicho, o musical, se fecha con la obra The Black Crook (1866), que tuvo por autores tres músicos y un escritor de letras. La obra alcanzó 474 representaciones, lo que para la época señalaba un éxito notable.

Pero el musical es una forma característica del siglo XX, y su apogeo tuvo lugar entre 1940 y la década de los sesenta. Siendo ése su tiempo, no podía no ser influida por el cine. Así, tanta importancia tiene para su desarrollo la música de Cole Porter como el baile de Fred Astaire.

Nombres como el de Porter, George Gershwin, Irving Berlin, Richard Rodgers, se unían al de escritores de calidad, como Nöel Coward, para producir teatro musical. Son, sin embargo, las colaboraciones estables de socios especializados—compositor y lyricist—las que establecen el musical en el gusto de las masas, con obras que inevitablemente pasaron de las tablas al cine. Es, por supuesto, la colaboración más famosa la de Richard Rodgers y Oscar Hammerstein II—Oklahoma, Carrusel, South Pacific, El rey y yo, Cenicienta, La novicia rebelde—, la más representada y reproducida. En menor medida, la colaboración de Alan Jay Lerner (letras y libreto) y Frederick Loewe (música), produjo éxitos como Brigadoon, Gigi, Camelot, El principito (más bien fracaso) y, naturalmente, la aclamadísima My Fair Lady, obra a la que se tiene como el musical perfecto.

Rodgers & Hammerstein

Lerner & Loewe (der. a izq.)

 

 

 

 

No son los únicos, por cierto. El primer audio acá propuesto es Mein Herr, del musical Cabaret (libreto de Joe Masteroff, música de John Kander  y letras de Fred Ebb). Nadie mejor que la gran Liza Minnelli para cantar el número que ella inmortalizó en el cine:

Liza Minnelli en el rol principal de Cabaret

O podemos escuchar los dos números estelares del lechero Tevye en El violinista sobre el tejado, obra ambientada en la Rusia de 1905, con libreto de Joseph Stein, música de Jerry Bock y letras de Sheldon Harnick. Quien emblemáticamente encarna la figura de aquel personaje no es otro que Chaim Topol, nacido en Israel en 1935, y es él quien aquí canta en sucesión Tradition y If I were a rich man.

Chaim Topol en el papel de Tevye en la película


O, también, escuchar la versión de teatro musical de melodías tomadas de Alexander Borodin. La música de este compositor ruso fue adaptada en 1953, por Robert Wright y George Forrest, al libreto de Charles Lederer y Luther Davis, a su vez basado en una pieza teatral escrita en 1911 por Edward Knoblock: Kismet, que en idioma turco quiere decir hado o destino. Su canción más conocida es Stranger in paradise—aquí cantada por Tony Bennett con un coro muy cincuentoso—, y su melodía está tomada de las Danzas Polovetsianas, de la ópera El príncipe Igor, de Borodin. A continuación, un breve fragmento de la composición del ruso con su tema, antes de escuchar la versión en plagio de Wright y Forrest.

El musical es un género que debe ser tomado muy en serio. Gente muy seria, como Leonard Bernstein, compositor de música seria y director por largos años de la muy seria Filarmónica de Nueva York, fue cultor del musical. De los varios que compuso es el más famoso West Side Story.

Compositor de musicales

La obra es, esencialmente, una traslación de la tragedia de Romeo y Julieta a la ciudad de Nueva York, donde los Montescos y los Capuletos son suplantados por bandas rivales de norteamericanos y portorriqueños. Un número con canto y baile es America, en el que descuella la voz y la figura de Rita Moreno.

Pero escuchemos por fin unas cuantas canciones de Rodgers & Hammerstein, los príncipes del musical. Para hacerles justicia, nueve de ellas se escuchan en sucesión.

Un bajo de postín

 

Loló Sylva de Álvarez, quien decía ser mi madre putativa, deliraba por el actor italiano Rossano Brazzi, a quien tenía por más apuesto que Clark Gable. Adquirió esta postura luego de ver South Pacific, la película del musical de R&H en la que Brazzi enamora a Mitzi Gaynor. Pero Brazzi sólo movía los labios mientras cantaba nadie menos que Giorgio Tozzi, y en la versión original en las tablas era Ezio Pinza, otro bajo italiano de largo reinado en el Metropolitan Opera House, quien cantaba, sobre todo, Some Enchanted Evening. La voz que se escucha ahora es la de Pinza.

Una escena de danza en Oklahoma

Oklahoma fue la primera colaboración y el primer triunfo de Rodgers & Hammerstein. What a beautiful morning se escuchaba originalmente a lo lejos cantada a capella, pero aquí está en la versión fílmica de 1955, en la voz de Gordon MacRae.

Las colinas están vivas con el sonido de la música

Pasemos ahora al sonido de la música, La novicia rebelde, The Sound of Music. Llevada al cine para consagración de Julie Andrews, era promocionada con esta invitación: Ve a verla con la persona que más quieras. La fui a ver en el cine Florida con mi hermana María Elena, que por estos días muere poco a poco de cáncer cerebral. Pongo acá la hermosa canción de apertura—The hills are alive—seguida por My favorite things, cantadas ambas por Julie Andrews, la grande dame del musical.

Poster de la película (1956) El rey y yo

Las siguientes cinco piezas son todas de The King and I, posiblemente el musical mejor compuesto y orquestado por Richard Rodgers. Cinco años después de su estreno en Broadway, llegaba al cine con las figuras estelares de Yul Brynner (el Rey de Siam) y Deborah Kerr (Ana, la institutriz inglesa de los hijos del Rey). En esta ocasión, Kerr doblaba la voz de Marni Nixon, especializada en cantar lo que las actrices sin voz no podían. (La llamaron la Voz de Hollywood). En sucesión, la Obertura de la obra—algunos de cuyos temas se reconocen en los números que las siguen—; I whistle a happy tune; Hello, young lovers; Marcha de los niños siameses; Getting to know you.

Marni Nixon aún canta

Harrison & Hepburn en el set (clic amplía)

La más fuerte competencia de R&H era, obviamente, la de Lerner & Loewe. Su obra cumbre es Mi bella dama, una adaptación de Pigmalión, la conocida obra teatral de George Bernard Shaw. Julie Andrews la interpretó mucho tiempo en su versión teatral junto al insuperable Rex Harrison en el papel del profesor Higgins. Pero los productores de la versión fílmica prefirieron la distinguida belleza de Audrey Hepburn para el papel de Eliza Doolittle. Es la rendición de I could have danced all night por Andrews la colocada aquí; luego oímos al barítono Bill Shirley en la estupenda On the street where you live y, por último, Rex Harrison canta y murmura I’ve grown accustomed to her face, que cierra la película y el musical.

Andrew the Lord Lloyd-Webber

¿Está agotado el género del musical después de las maravillas logradas por R&H y L&L? En absoluto; después de ellos llegó un gigante: Andrew Lloyd-Webber. Su misma aparición indica que el musical está vivito y coleando, y que seguramente le seguirán otros buenos cultores del género. Lloyd-Webber nos ha regalado Jesucristo Superestrella, Evita, Cats, El fantasma de la ópera, Sunset Boulevard, entre otras obras magníficas. Sineád O’Connor canta, de Evita, Don’t cry for me, Argentina. Y como Barbra Streisand es al canto lo que Meryl Streep a la actuación, ha sido convocada para clausurar este concierto de musicales con su invencible versión de Memory, de uno de los más taquilleros musicales de todos los tiempos: Cats.

No llores por mí, Argentina

Un nuevo día ha comenzado

 

 

Evita llorar; la aurora despunta. LEA

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