por Luis Enrique Alcalá | Oct 15, 2012 | Argumentos, Política |
Maurits Cornelis Escher – Noche y día
…el Dr. Ramón J. Velásquez dibujó con hábil pincel grueso el trayecto histórico que nos ha traído a este insólito momento. Con toda la intención trazó la rúbrica de cierre: “El resultado de todo esto es que el país está dividido”. ¿Unir a “la oposición”, cuando la mitad de la nación no le está afiliada, sería la estrategia adecuada? Tal vez, pero la tarea política profunda es la de unir a ese país dividido. Es imposible completarla con altanería.
Principal virtud. Carta Semanal #320 de doctorpolítico, 19 de febrero de 2009.
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Creo que después del 7 de octubre habrán mejorado las condiciones para una necesaria distensión. Hace rato que ya no oímos “¡Exprópiese!” Apartando la disminución de sus fuerzas físicas, el Presidente de la República ha comenzado a notar que no cuenta con gerentes capaces en número suficiente dentro de su gobierno, que cada estatización—después del millar que ha ordenado—es un nuevo escaparate en un lomo recargado, que hasta Cuba se abre tímidamente a la iniciativa privada, que su socialismo no puede funcionar y sólo le queda definirlo de otra manera menos marxista para preservar la etiqueta en la que tanta propaganda ha invertido.
Reporte climatológico parcial, 29 de septiembre de 2012
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La realidad viene en colores, o al menos como suele decir Yekezkel Dror: en muchas tonalidades de gris. Es incorrecto el intento de comprenderla en blanco y negro, como aves de colores opuestos que vuelan en direcciones contrarias en una noche y un día imposiblemente simultáneos. Hay en Venezuela un enjambre ciudadano de casi veinte millones de electores que pudieran volar todos hacia un mismo horizonte multicolor.
A las mentes simplistas conviene el maniqueísmo, la simple idea de que la vida es una lucha entre el principio del bien y el principio del mal. Yo estoy del lado del bien; el otro es malo y por tanto debo aniquilarlo. Pero el otro piensa recíprocamente, y ambas cosas no pueden ser verdaderas a un tiempo. La lógica y los hechos no soportan esa contradicción. Por eso se justificaría una lógica dialéctica o dinámica, una que no se agota en la agonía; de la oposición de contrarios—tesis y antítesis—surgiría una nueva síntesis que incorpore elementos de ambas posturas.
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Todos los factores políticos organizados del país son asociaciones que justifican su lucha por el poder en una ideología: el PSUV en una ideología socialista de cepa marxista, Un Nuevo Tiempo y Acción Democrática en una socialdemócrata, Primero Justicia y COPEI en la socialcristiana, y hasta el íngrimo Marco Polesel (Movimiento Demócrata Liberal) esgrime el liberalismo clásico. Cada uno de estos planteamientos es irremediablemente anacrónico, obsoleto.
Las ideologías son cosa del pasado
En esencia, una ideología es la fe en una receta general para el logro de una sociedad perfecta o mejor, y usualmente echa la culpa a alguien de que la sociedad actual sea tan defectuosa. El polo liberal cree que los males de la sociedad se deben a la excesiva intromisión del Estado, especialmente en los mercados; el polo marxista sostiene lo contrario: que la insatisfacción social debe atribuirse al afán de lucro de los empresarios—»Ser rico es malo» o, como lo puso Proudhon: «La propiedad es un robo»—que excluirían intencionalmente a los pobres a quienes explotan. En el medio, la socialdemocracia y la democracia cristiana hacen malabarismos para ubicarse equidistantemente de estos extremos. («El paquete alternativo es una economía con rostro humano», sintetizaba gaseosamente Eduardo Fernández en el hotel Eurobuilding, a pocos días de la intentona del 4 de febrero de 1992. Un Nuevo Tiempo, de su lado, hablaba de “…la creación de una economía mixta que combine los mecanismos del mercado con una planificación y regulación democrática coordinada por el Estado, que oriente los esfuerzos y las expectativas del capital, del trabajo y de los consumidores hacia el logro de metas de desarrollo diversificado y sustentable de las fuerzas productivas internas, y de distribución equitativa del ingreso nacional”. Democracia Social, Bases Ideológicas del Partido Un Nuevo Tiempo).
UNT encargó a Demetrio Boersner la redacción del último documento nombrado, y este trabajo informaría a la postre la Declaración de Principios Ideológicos y Programáticos de Un Nuevo Tiempo, emitida el 7 de abril de 2008. (Boersner fue el Coordinador del Congreso Ideológico y Programático de este partido). COPEI, por supuesto, hizo su congreso ideológico en 1986 y, por su parte, Primero Justicia celebró el suyo hace cinco años (13 de octubre de 2007). En diciembre de 2006, Julio Borges anunciaba el evento como «fortalecimiento ideológico» de su partido «para dar la batalla por la defensa de la educación libre, de la descentralización y la distribución justa de la riqueza petrolera».
Ese mismo mes era un eco de su voz la diametralmente opuesta de Diosdado Cabello, que proponía—¡oh sorpresa!—un congreso ideológico como unificador de las organizaciones del chavismo. Vladimir Villegas, por esos días alineado con Cabello, escribía entonces: «…una definición ideológica es necesaria para dar coherencia a una organización política. Siendo el partido de los factores que promueven, estimulan y defienden la revolución bolivariana, el pensamiento político del Libertador Simón Bolívar es una de sus fuentes integrantes. Pero a la vez, es un partido que reivindica el socialismo como alternativa. Por ende, tendrá que definir las características del sistema socialista que propone para Venezuela. He allí otro punto que invita al debate. No es suficiente hablar de socialismo a secas. Ni siquiera de socialismo del siglo veintiuno. Hay que ir a definiciones específicas con respecto al rol del partido en la sociedad, al modelo político, a las formas de propiedad, al rol del mercado y del Estado». (Los retos del Partido de la Revolución, El Nacional, 12 de diciembre de 2006). Ya ese Villegas se dejó de eso, pero de allí saldría el PSUV o Partido Socialista Unido (se pretendió «Único») de Venezuela.
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Las ideologías no pueden ser plataformas para el lanzamiento de la reunión nacional. Son marcos mentales dentro de los que se piensa siempre en términos divisionistas. Y son medicina antigua, periclitada. (Ver en este blog Panaceas vencidas). A pesar de lo cual, Leopoldo López declara hoy en El Universal: «Creo que lo ideológico es fundamental», y que el objetivo no es reunir a los venezolanos, sino «construir una nueva mayoría». (Para desplazar a la actual, se entiende).
Las ideologías son esgrimidas de cuando en cuando por el liderazgo nacional, especialmente por el Jefe del Estado, cuyo proyecto político está grandemente ideologizado (y por eso mismo anclado en el pretérito pluscuamperfecto). Pero algo de ellas se ha filtrado en las conciencias del enjambre ciudadano. Es afortunado, no obstante, que la penetración ideológica no ha calado demasiado adentro. Cuando estamos en medio de un proceso electoral, la polarización hace crecer a los dos polos, izquierdista y derechista, de la contienda. Pero entre elección y elección, como entre la de gobernadores y alcaldes de 2008 y la de diputados nacionales en 2010, el cuerpo político venezolano se desinflama y recupera su normalidad proporcional, como midiera la Encuesta Nacional Ómnibus de Datanálisis entre el 23 de septiembre y el 8 de octubre de 2009:
La mayoría no está alineada con los discursos opuestos (clic para ampliar)
Los venezolanos queremos un país unido
Es por eso que la distensión y el diálogo puede venir no tanto de los dirigentes políticos—que se miran entre sí con suspicacia—como de la ciudadanía. El 20 de julio de 2011 presentaba Hinterlaces su Monitor País de aquel momento, y el estudio incluía una decidora lámina en la que mostraba la casi unanimidad de sus entrevistados—9 de cada diez—acerca de la necesidad de unir a Venezuela, de curar el mal que diagnosticaba Ramón J. Velásquez cinco meses antes de esa medición de la opinión nacional.
Aunque no es enteramente imposible que gobierno y oposición arriben a entendimientos fundamentales, no creo que deba esperarse la sanación de ellos; esto es, serán bienvenidos sus acercamientos, pero es el enjambre ciudadano el que puede comenzar la reunificación nacional sin esperar instrucciones partidistas. Él, como conjunto, sabe que no es verdad que el gobierno debe ser entendido como una «banda de delincuentes» comunistas (conceptos frecuentes en Facebook y en tuits de opositores irracionales) y tampoco que los empresarios venezolanos practican intencionalmente la exclusión social. (A todo empresario inteligente le interesa que la comunidad a la que sirve sea próspera). Es el Pueblo Soberano, el Poder Constituyente Originario, la Corona, quien puede acometer la tarea profunda de la reunificación, aunque los políticos no quieran. LEA
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por Luis Enrique Alcalá | May 22, 2012 | Argumentos, Política |
We can do it! We can slander!
Es un hombre débil, inseguro y deshonesto aquel que busca parecer realizado no por su propio esfuerzo sino difamando a otros.
Irene Roche
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No he tenido demasiados roces con eso que llaman guerra sucia. He sabido solamente de tres trucos o golpes bajos particulares, todos dentro de la familia socialcristiana que, según los Principios de la Democracia Cristiana de Enrique Pérez Olivares, debiera distinguirse por una moral política.
Durante la campaña electoral de 1993, subía por el comienzo de la Tercera Avenida de Los Palos Grandes, muy cerca de la Francisco de Miranda, cuando me tropecé con un simpático y voluminoso conocido— el Gordo M—que salía de Parque Cristal, donde quedaba la lujosa oficina de campaña de Oswaldo Álvarez Paz. (Antes había sido ocupada—era en realidad del banquero Gustavo Gómez López—por Eduardo Fernández, quien debió desalojarla abruptamente al perder en las elecciones primarias de febrero de ese año la candidatura presidencial copeyana a manos de su marabino compadre).
Al decirme que salía de la sede del comando, le señalé como coincidencia divertida que las oficinas de campaña de Rafael Caldera, ante quien Álvarez Paz terminaría perdiendo varios meses más tarde, quedaban en la acera de enfrente, en el más modesto y pequeño edificio Tecoteca. «Claro—respondió—, ¡y las tenemos cundidas de micrófonos para grabarles todo lo que dicen!»
Quisiera poder transmitir el alegre y complejo tono con el que me comunicó tal bajeza; una de las armónicas de su entusiasta voz era señal de que esperaba mis felicitaciones por la hazaña, lo juro. El Gordo M, claro, era hombre que disfrutaba lo soterrado y también lo violento: hacía años que me había mostrado, una noche en su casa, su colección de armas de guerra, entre las que destacaba un fusil automático Kalashnikov. Como diría Jimmy Hatlo, nunca falta alguien así.
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Álvarez Paz despojó a Fernández de su oficina porque jugó a decir, primero, que Rafael Caldera era el candidato ideal a la Presidencia de la República, con lo que disminuía al previo inquilino de Parque Cristal. La única condición que exigía al fundador de COPEI era que se lanzara dentro de su partido, y fue el hecho de que Caldera lo hiciera desde una alianza de partidos menores que rodeó a Convergencia, el pretexto para competir con su compadre por la candidatura copeyana. Pero en 1986, cuando ya eran evidentes las tensiones entre Caldera y Fernández por la candidatura verde en 1988 y se temía por la división de COPEI, Álvarez Paz declaró: «Prefiero una división a una hemiplejia». Luego añadió: «Caldera debe ponerse al frente de un movimiento nacional que trascienda los partidos». Es decir, el récipe para Convergencia, que censuraría en 1993 a modo de excusa para postularse.
Los esfuerzos de Álvarez Paz contra Fernández no dieron fruto entonces; éste derrotó a Caldera en 1987 en el Congreso Presidencial de su partido, celebrado en obra del gobierno de Caldera, el Poliedro de Caracas. Fernández fue el candidato de COPEI para las elecciones de 1988, y una de las primeras cosas que dispuso fue la constitución de un laboratorio de guerra sucia.
Sé por admisión y relato satisfecho de uno de sus miembros—en tono parecido al del Gordo M en lo de pescar elogios—algunos nombres de quienes lo componían y dos entre las varias tareas que se propusieron: prontamente se ocuparon en elaborar una lista de homosexuales de Acción Democrática; también en confeccionar una carta a este partido, simulando que era la que venía prometiendo enviar Luis Piñerúa Ordaz en denuncia de casos de corrupción, para darla a la circulación como si fuera de él. Aunque Piñerúa desmintiera su autoría, algo quedaría en creencias ciudadanas residuales.
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Mi primer tropezón concreto con alguna técnica de guerra sucia sucedió mucho antes. Por lo típico, creo que es útil reproducir a continuación la cuenta que di del suceso en Estudio copeyano, un artículo sobre la tragedia de COPEI que publiqué en octubre de 1994 en mi revista mensual referéndum, treinta años después de los incidentes narrados. He aquí los fragmentos pertinentes:
Era el año de 1964. Como todos los años, como en todas las universidades, la comunidad estudiantil de la Universidad Católica Andrés Bello se aprestaba para elegir las directivas de sus centros de estudiantes y de su federación de centros. Por aquella época el editor de esta publicación era independiente, aunque de tendencia socialcristiana. Algún trabajo hecho por mí en el seno del Movimiento Universitario Católico de las universidades de Mérida y Central de Venezuela, llevó a Eduardo Fernández, entonces Secretario General de la Juventud Revolucionaria Copeyana, a pedirme que coordinara un comité de cinco personas que manejaría la campaña de los candidatos copeyanos en esas elecciones de la UCAB de hace treinta años.
Por aquella época el grado de participación de la “base” en las decisiones de COPEI era bastante menor que la que es posible hoy, por lo que la determinación de quién sería el candidato del partido a la Presidencia de la Federación de Centros de Estudiantes estaba prácticamente en manos del Secretario General de la JRC. Cuando faltaban cuarenta y ocho horas para el cierre de la inscripción de planchas, COPEI todavía no había determinado la persona que sería presentada como candidato a esa posición de dirigencia estudiantil y tampoco existía ni una sola línea escrita o pensada respecto del programa que ese candidato inexistente presentaría al electorado como su oferta de trabajo.
Ante esta situación reuní en mi casa paterna, en Las Delicias de Sabana Grande (relativamente vecina a Punto Fijo, la casa de la familia Caldera) a dos de los miembros del comité copeyano de coordinación electoral de la UCAB, los hoy economistas Alejandro Suels y Rafael Peña. (Los restantes dos jamás trabajaron en nada). Allí les planteé que a mi juicio constituía una irresponsabilidad del partido presentar un candidato a última hora e improvisar a toda prisa, en la última madrugada del plazo, un programa de actividades. Eso era, dije, muy poco serio y por tanto contrario a toda ética política o, por lo menos, a la ética política que COPEI, en tanto partido demócrata cristiano, decía sustentar. Mi argumentación resultó persuasiva, por lo que Alejandro y Rafael estuvieron de acuerdo con mi siguiente proposición: que COPEI se abstuviera de presentar candidato a la Presidencia de la Federación de Centros, restringiéndose a presentar candidaturas a los centros de estudiantes de cada facultad, donde sí podía hablarse de un trabajo meritorio y una preocupación real por los problemas estudiantiles.
Al conocerse esta decisión en la jefatura de la JRC, naturalmente estalló una reacción inusitada. Comenzó a verse por los pasillos de la UCAB la figura de dirigentes copeyanos que no la visitaban desde hacía más de un año: Luis Herrera Campíns (a la sazón coordinador de las fracciones universitarias de COPEI), Edecio La Riva Araujo, y varios otros. Quien definitivamente no apareció por allá fue el Secretario General de la JRC, Eduardo Fernández. En cambio, ordenó la celebración de una asamblea de militantes copeyanos de la universidad, que presidió Adel Muhammad, como medio de buscar una salida a la crisis planteada.
Muhammad, quien hoy funge como Secretario de la Cámara de Diputados y antes como Presidente de CORPORIENTE durante el gobierno de Herrera Campíns, identificó el origen del problema en que Alejandro Suels y yo tendríamos una “concepción beatífica de la política”. Pedí la palabra, mientras blandía en una mano el libro de Enrique Pérez Olivares, Principios de la Democracia Cristiana. Expliqué que COPEI me había pedido que yo impartiese cursos sobre este tema principista a nuevos militantes del partido, y que en tales cursos el libro de Pérez Olivares era el libro de texto. Busqué en el capítulo de “principios para la acción” y leí lo correspondiente a “moral política”, moral sin la cual una organización demócrata cristiana no lo sería. Recuerdo también haber preguntado en esa reunión de hace treinta años, retóricamente: “Si no se hace caso a este principio de moral política, ¿qué diferencia entonces a COPEI de Acción Democrática?”
Sorprendentemente, un joven copeyano, que décadas más tarde ocuparía un puesto de Director en el Ministerio de Transporte y Comunicaciones del gobierno, otra vez, de Luis Herrera Campíns, (no lo identificaré en vista de la enormidad de lo que sigue), se levantó para proponer una solución práctica al problema. Su proposición consistía en redactar, reproducir y distribuir al estudiantado ucabista un comunicado en el que debía decirse que el retraso en la presentación de la candidatura copeyana se debía a maniobras obstruccionistas en el seno de la Comisión Electoral de la UCAB (su Consejo Supremo Electoral), la que estaría controlada por los oponentes. (Por aquellos años sólo había en la UCAB dos movimientos de cierta importancia: COPEI o Plancha 4, y la Plancha 2, de tendencia neoliberal y propiciada por Pedro Tinoco y la Electricidad de Caracas de la época, entre cuyos más notables miembros se encontraban los hoy doctores José Antonio Abreu y Marcel Granier. El candidato de la Plancha 2 a la Presidencia de la Federación de Centros era el bachiller Roberto Wallis Olavarría).
Obviamente, lo propuesto por el astuto protofuncionario de Herrera Campíns era una patraña, una vulgar calumnia, pues no otra cosa que la desidia copeyana era la razón del retraso en la postulación. En vista de la proposición pedí de nuevo la palabra para decir que si tal comunicado se redactaba y repartía yo mismo tomaría un megáfono para vocear por toda la universidad la falsedad del documento. Acto seguido, me retiré de la asamblea y pocos días después hice saber de mi apoyo a la candidatura de Roberto Wallis.
Este comunicado, por supuesto, nunca llegó a redactarse. COPEI presentó a su candidato a última hora, quien, como era de esperarse, resultó a la postre derrotado. Lo sintomático, sin embargo, era que un militante de COPEI pudiera con total libertad hablar en una asamblea del partido y proponer una cosa tan contraria a los principios de su doctrina sin que a nadie se le ocurriera pedir su pase inmediato al Tribunal Disciplinario.
La guerra sucia es vieja arma de algunos socialcristianos. Lamentablemente, de los que más de una vez han prevalecido como sus autoridades y candidatos.
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La «familia socialcristiana» en Venezuela no ha podido cumplir el sueño de reconstitución que muchos de sus miembros han compartido largamente. Además de COPEI y Convergencia, se cuentan en esa parentela Proyecto Venezuela, de Henrique Salas Römer (antaño persona muy cercana a Caldera), y Primero Justicia, el partido poseído por Julio Andrés Borges Junyent. Esta agrupación prometió y se tomó su tiempo para celebrar un congreso ideológico—en imitación del copeyano de 1986—que aprobara los principios doctrinarios del partido. Éstos no son otros que los de la democracia cristiana, idénticos a los que satisfarían a un copeyano o a un exigente miembro de Proyecto Venezuela o Convergencia.
Primero Julio
Dentro de Primero Justicia mismo no han faltado acusaciones de prácticas indecorosas, algunas de ellas lanzadas contra el propio Borges por quienes fueron destacados miembros de su partido. Cuando el actual jefe del comando de campaña del primojusticiero Capriles Radonski, el ex alcalde Leopoldo López Mendoza, amenazaba con formar Primero Justicia Popular (cosa que nunca hizo) denunció manejos indebidos y ventajistas de Borges. Ramón José Medina, factotum de la Mesa de la Unidad Democrática, acompañó a López en su herejía y solía decir (en presencia de Liliana Hernández, otra que abandonó al partido) que ahora PJ no significaba Primero Justicia, sino Primero Julio.
Bueno, es el Secretario General de esa atribulada tolda política, Tomás Guanipa, quien ha salido a decir que Oscar Schemel, de la encuestadora Hinterlaces, sería financiado por el Ministerio de Comunicación e Información para viajar a España y llevar los números que mostrarían a Capriles Radonski en su papel de candidato perdedor. Hinterlaces ha reaccionado de inmediato, con justa indignación, mediante un sencillo y contundente comunicado que puede ser descargado en el enlace puesto a continuación.
HINTERLACES RECHAZA CAMPAÑA SUCIA DE LA OPOSICION (21 Mayo 2012)
Fue Primero Justicia quien nació, no Hinterlaces, financiada por el sector público nacional. Es ampliamente sabido que cuando era el embrión de lo que es hoy, una mera ONG, recibió fondos de la PDVSA de Luis Giusti—quien entonces buscaba la candidatura a la Presidencia de la República—gestionados por la señora madre de Leopoldo López, ejecutiva de la empresa estatal en la que su propio hijo era asimismo empleado. No recuerdo que el Sr. Guanipa haya repudiado airadamente alguna vez esa falla de origen; tampoco que lo haya hecho Julio Borges.
Éste ha optado, además, por no acogerse al deseo de la población opositora—que mayoritariamente quiere una tarjeta única—para capitalizar, con tarjeta separada y alianza con Podemos, el hecho de que Capriles es militante del partido que conduce de modo tan personalista como Henry Ramos Allup el suyo. De este modo poco unitario busca que Primero Justicia emerja como el partido más grande de la oposición. Primero Primero Justicia.
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Parece ser decisión del comando de campaña de Capriles emprender la guerra sucia contra las encuestadoras que miden su largo retraso, sin importar que en el proceso dañen reputaciones logradas a pulso de trabajo serio y responsable.
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El problema no son las encuestas, sino el candidato; es él quien recaba los números que miden aquéllas. Hasta hace nada se había quedado pegado en lo de «no se puede gobernar por Twitter». Bueno, ayer reaccionó a un Corto y profundo de Rafael Poleo—No camina—en ráfagas de su cuenta—@hcapriles—por ese medio, para ofrecer clisés que usaba hace un tiempo Hugo Chávez, imitándolo una vez más: «Si los perros ladran es señal de que estamos cabalgando».
También intentó refugiarse en una tesis original de Primero Justicia (que este partido sería «la nueva política»). Así tuiteó: «Mientras más nos ataque la vieja política más claro que vamos muy pero muy bien», y también «La vieja política y el actual Gobierno son la misma miasma…», de nuevo imitando la propensión procaz del Presidente de la República. Pero Primero Justicia es vieja política, como lo es el candidato de la MUD; ambos practican una política entendida como lucha por el poder con la justificación de una ideología. Son política tan obsoleta como la de Hugo Chávez.
Ayer emitió Actualidad de Unión Radio una entrevista a Oscar Schemel hecha por Vladimir Villegas, el compañero de Kico Bautista en la transmisión en la que este señor se expresó insultantemente de Schemel y su firma sin ninguna base. Le salía a Schemel el derecho a réplica y la planta concedió responsablemente el espacio para que lo ejerciera. (Bautista no participó; tal vez creyó que arriesgaba la bofetada de un caballero tan corpulento como el encuestador).
Schemel habló por sí mismo y por su empresa, por sus empleados, por la reputación de todos ellos, pero también habló por todo profesional de la política que se guíe consistentemente por principios éticos, diciendo la verdad por la que muchas veces es atacado. Yo me siento agradecido del profesionalismo, la contundencia y la altura de sus palabras. Acá se oyen bajo este párrafo. Bien harían los miembros del alto mando de la Mesa de la Unidad Democrática en escucharlas y meditarlas unos minutos. Creo que les caería la locha, percatándose de que habla muchísimo mejor que Capriles. Y si pensaran en la definición de Alexis de Tocqueville en El Antiguo Régimen y la Revolución—consiste el verdadero arte del Estado en «una clara percepción de la forma como la sociedad evoluciona, una conciencia de las tendencias de la opinión de las masas y una capacidad para predecir el futuro»—sabrían que Schemel es, muchísimo más que Capriles, un estadista. Entonces se persuadirían: «¡Coño! ¡Schemel Presidente!» LEA
Entrevista a Oscar Schemel – 21/05/12
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por Luis Enrique Alcalá | May 17, 2012 | Argumentos, Política |
Un ayatollah al servicio de Capriles que difama sin escrúpulos
Francisco (Kico o Kiko) Bautista emite sus comentarios de lunes a viernes por la señal Actualidad, del Circuito Unión Radio, durante hora y media. A este Tin Tán del periodismo venezolano le asiste en plan de carnal Marcelo su colega de profesión y antiguo izquierdismo, Vladimir Villegas. (Ya Villegas se ha dejado de eso que llaman chavismo). Ambos tienen el elitesco privilegio de transmitir noventa minutos diarios por esa potente emisora.
En el día de ayer, Bautista arremetió contra Oscar Schemel, el portaestandarte de la encuestadora Hinterlaces, mientras Villegas le ofrecía servilmente pies de pretendidas ingeniosidad y comicidad. La difamación alegre e irresponsablemente proferida fue el contenido de un poco más de doce minutos de infamia. Sin el menor asomo de prueba, Bautista acusó a Schemel de venalidad puesta a la orden del gobierno: «Schemel: ¿qué te pasa? Yo entiendo que te volviste loco con los reales, pero…», fue una de las pequeñeces que le dijo después de haber sugerido que era un sastre que hacía encuestas a la medida. A los hallazgos de Hinterlaces—que no son por supuesto halagadores para la candidatura de Henrique Capriles, cuyo aparato comunicacional cuenta precisamente con los servicios de Bautista—, los tildó de mentiras, y criticó que Schemel hubiera aceptado aparecer por Venezolana de Televisión. En pobre intento de demostrar more geometrica la «imposibilidad» de las cifras obtenidas por la encuestadora, aludió a las graves deficiencias de los servicios públicos (cosa evidente) y presentó el teorema impepinable de que por tal razón Hugo Chávez debía estar perdiendo en las encuestas. Creyó cuestionar la profesionalidad de Hinterlaces al afirmar que no hacía encuestas y que sólo tenía «una máquina para llamar por teléfono».
En el curso de su grave irresponsabilidad, «Kico» Bautista dio rienda suelta a su vocación por la caricatura y la exageración. Así, habló de las encuestadoras que dicen que Chávez tiene 400 (o 200) puntos, y cuando admitió que Chávez podía estar ganando reiteró que lo que no podía ser es que le llevara 30 puntos de ventaja a Capriles.
Empecemos con esto último a juzgar—eso es lo que merecen—los falsos testimonios de Bautista. Jamás ha adjudicado Hinterlaces una ventaja de 30 puntos al candidato del PSUV sobre el candidato de la MUD; en marzo encontró que esa diferencia era de 18% y en abril que había aumentado a 19 puntos. (Bautista dijo confiar en tres encuestadoras, de las que una era Datos, que realiza su Pulso Nacional; esta prestigiosa firma tenía a Chávez ganando en marzo por 16 puntos y Datanálisis, que no es de la devoción del pintoresco periodista, reportaba unos benévolos 13,3 puntos de distancia a favor del socialista; ahora ha medido 17%. Ninguna encuestadora, por supuesto, ha hablado de centenares de puntos de ventaja; eso son bufonadas y exageraciones de Bautista, ante el beneplácito y la sorna de Villegas).
Luego, Hinterlaces ha destacado, justamente, la aparente contradicción entre una gestión muy deficitaria del gobierno y la alta aprobación del jefe del PSUV, poniendo de manifiesto los mecanismos de este fenómeno: «La enfermedad del primer mandatario HIPER-PERSONALIZA el debate electoral, la atención pública se concentra en el liderazgo personal de Chávez y desplaza el cuestionamiento a su gestión». (Monitor País Abril 2012, Reporte Ejecutivo, lámina 10). Lo que le parezca natural al Sr. Bautista no es necesariamente lo que piensa la mayoría del país, y es una encuesta como las que hace Hinterlaces el instrumento para conocerla.
Finalmente, Bautista ha incurrido en grave perjuicio a Hinterlaces y a la persona de Schemel, colocando su reputación en entredicho sin aducir la más mínima prueba de que hayan reportado resultados falsos a cambio de dinero. Si yo fuera Schemel demandaría civil y penalmente a Bautista por sus infundios, por difamación e injuria, y si fuera directivo de Unión Radio procedería a su despido. No puede admitirse que se manche el prestigio de una empresa que depende de su reputación de seriedad para el giro normal de su legítimo negocio. (Hoy sugerí al presidente Chávez que despidiera a su inepta Ministra de Servicio Penitenciario; me parece que Bautista y ella son tal para cual).
Es una necedad cuestionar la realización de encuestas por vía telefónica; en el país que mucho pitiyanqui admira, los Estados Unidos de Norteamérica, esta clase de sondeos telefónicos es moneda de uso corriente; grandes medios de comunicación—The New York Times, The Washington Post, CNN—encargan comúnmente encuestas telefónicas a prestigiosas encuestadoras estadounidenses. (Dicho sea de paso, con muestras usualmente menores a las usadas generalmente en Venezuela). Pero es que además hace Hinterlaces trabajo de recolección en campo y, más todavía, focus groups con los que indaga en profundidad acerca de los motivos de los ciudadanos para sostener tal o cual opinión. Si una encuesta convencional es, como se ha dicho tantas veces, una fotografía instantánea de la opinión pública, el trabajo combinado de Hinterlaces equivale a la riqueza de información que obtiene una tomografía.
Y si Schemel fue a Venezolana de Televisión tal vez haya sido porque Globovisión, que en otras ocasiones lo ha invitado, últimamente no lo ha hecho. Pudiera ser que lo que tiene que decir no sea del agrado de la línea editorial-política de la aguerrida televisora.
Bautista, que pontifica con ignorancia sobre encuestas y encuestadoras—sugirió que Datanálisis argumenta contra Capriles ante financistas de su campaña—, tiene una trayectoria infortunada en ese campo. En 2004 debió abandonar su cargo de Director del entonces vespertino El Mundo cuando llevó a primera plana una encuesta pirata y amañada, enteramente construida, que pretendía que el mandato electoral de Chávez sería revocado por el voto popular. El mismo Bautista intentó explicar después en entrevista de Reportero 24:
—¿Qué ocurrió en el caso de su renuncia al diario El Mundo por la encuesta presuntamente falsa del referendo revocatorio de 2004?
—Yo me encontré en un sitio al rector (Antonio) París, el rector de la UCV en ese momento. Él me habló sobre una encuesta que había hecho la Facultad de Ciencias, y me contó todos los detalles. Me dio esa exclusiva, un tubazo. Luego yo me enteré de que eso fue un peine, me lo montaron, era algo planificado.
—¿Cómo es que un rector tan reconocido se prestó para eso?
—Eso fue lo que escuché.
—¿Y lo cree?
—Sí, lo creo plenamente. Detrás hubo gente que con esa encuesta calculó la jugada, precisamente para producir todo lo que ocurrió. Fue una jugada de José Vicente (Rangel) y otra gente que me pusieron esa concha de mango y yo me la tragué.
La vergüenza debiera limitar la ligereza de alguien que, por la medida chiquita, entonces disparó sin averiguar. LEA
Archivo de audio de Kico Bautista y Vladimir Villegas (16/05/12)
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