Creo que es la primera vez que lo hace el diario El Nacional: considerar que es materia de primera página la celebración del primer cumpleaños de una niñita. La “noticia de primera página”, junto con su correspondiente fotografía, remite a un despliegue a página completa de su sección de sociales, en la que más fotos cubren el área de impresión junto con el texto que se estila en estos casos. Sale la niñita fotografiada en brazos de sus “orgullosos padres”, salen fotografiados los más notables entre los asistentes al sarao infantil, y no dejan de ser capturadas por el lente las infaltables payasitas. En fin, una fiesta normal para la gente del Náutico y la Lago o del Country Club de Valencia o de Caracas.
El problema es que el papá de la niñita, ataviado con lujosa camisa y ocasional sonrisa es nada menos que Hugo Chávez Frías, el candidato presidencial más “popular” y que la fiestecita se efectuó en la sede del Círculo Militar de Caracas.
Naturalmente, los niñitos de Chávez Frías crecen y cumplen años. Naturalmente la celebración de esas ocasiones es una entrañable costumbre a la que tienen derecho todos los niños y todos los “orgullosos padres”. El punto curioso es el estilo “clase alta” de la fiesta aludida y el inusitado despliegue que del acontecimiento hizo El Nacional.
Demasiado rápidamente, pienso yo, el patriótico candidato—y no pocos de su séquito—ha admitido “la necesidad” de las camionetas “Blazer”, los trajes de Clement y las piñatas con payasitas. Según él declaró hace unas cuantas semanas, ya se siente en control del poder, y en consecuencia empieza a mostrarnos ya cuál va a ser su estilo de vida en cuanto perciba el primer sueldo presidencial.
Yo no quería creer lo que un amigo me decía insistentemente: que Chávez Frías necesitaba personalmente, en su fuero interno, una reivindicación de clase, un ascenso en la escala social, y que por tanto, más que despachar desde Miraflores lo que verdaderamente ansiaba era residir en La Casona. Pero parece que mi amigo tiene razón y que Chávez Frías, a quien yo pensaba con todo lo que le adverso, más serio y más consistente con su original prédica proletaria, resulta no distinguirse de esos nuevos directores de ministerio que salen a celebrar con güisqui su reciente nombramiento.
¿Qué motivo puede impulsar a El Nacional a publicar con tan gran notoriedad instantáneas del cumpleaños de la pequeña hija de Chávez Frías? No faltará quien diga que ese periódico está ya cuadrado con Chávez Frías. Que el insólito despliegue obedece a que ya lo dan como seguro ganador y la hijita de Chávez Frías ha adquirido dimensiones análogas a las de Chelsea Clinton, cuyo ingreso a la universidad o una enfermedad de su perro ameritan una extensa crónica.
Pero para mí que lo que ha hecho Chávez Frías es caer en una trampa. La astuta trampa de un medio que retrata, inmisericorde y objetivo, el signo más claro de que Chávez Frías, el pretendido líder popular, no es sino más de lo mismo.
Desde estas páginas vaticinamos a Chávez Frías que él no sería Presidente de la República de Venezuela. La base de nuestro pronóstico era suponer que su inevitable exposición a los medios terminaría por mostrarle tal como es en realidad: un demagogo contradictorio y mentiroso.
Hace muy pocos meses que prometió recoger un millón y medio de firmas para convocar a un referéndum sobre la constituyente, como lo permite un nuevo título de la legislación electoral. Ya no habla de eso. ¿Por qué?
Una primera explicación pudiera ser que su pretendida fuerza no es tal, que simplemente no pudo recoger el millón y medio de firmas que prometió. El fracasado “héroe escondido del Museo Militar” fracasó de nuevo y no pudo interesar a los Electores en su proyecto de constituyente.
La segunda explicación posible es de peor calaña: que, de nuevo, se siente ganador y en próxima posesión de la jefatura del Estado, y como la legislación permite que el Presidente de la República convoque al referéndum, ya él, el protoungido Chávez Frías ¡no necesita a los Electores!
Creo que debe tratarse de la combinación de ambas razones. Ni el chavismo es una cosa tan organizada ni Chávez Frías cree en los Electores, a quienes jamás consultó o tomó en cuenta para intentar la ruta quirúrgica cuando el camino médico, democrático, estaba completamente despejado.
Por ahora tenemos a Chávez Frías organizando payasadas, fiesticas con payasitas para que sean reseñadas en las páginas sociales de los periódicos capitalinos. No le viene mal el disfraz a Chávez Frías. Puedo imaginármelo perfectamente con el atuendo de Popy.
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