À propos Caldera

Caldera y mi suegro estrechan sus manos

Caldera y mi suegro estrechan sus manos

 

En una de mis visitas al Dr. Rafael Caldera en sus oficinas del Escritorio Liscano, en 1990, quise expresarle mi empatía con su tenaz «postura de centro izquierda frente al imperio de una insolente moda de derecha» (ver en este blog El orgullo de ser venezolano), expresada concretamente en su exitosa conducción de la reforma a la Ley del Trabajo. (La original, de 1936, fue mayormente su obra, cuando tenía sólo veinte años de edad). Ese día le dije que cuando los más importantes líderes políticos parecían haber adoptado el punto de vista neoliberal, él era «el único que arrimaba una bola al mingo de los trabajadores», lo que a la postre resultaría ser una premonición. Una persistente inclinación mía a la travesura, sin embargo, me hizo aguarle la fiesta del elogio, al decirle: «Ahora, Dr. Caldera, permítame opinar que éste es un país sobrelegislado, y no estoy seguro de que una ley de más de trescientos artículos sea una buena idea». El sereno maestro no se inmutó, pero más tarde me cobraría la insolencia.

Mi señora asentó la factura en su blog (lamentablemente inactivo, por los momentos), en nota—Los juegos que nos unen—de la que tomé prestada la fotografía y que reproduzco entera a continuación:

El libro que Armando Sucre Eduardo sostiene con la mano izquierda está ahora en poder de mi esposo: El Arte de las 28 Piedras, de Alfredo Fernández Porras. (Muerto mi padre, mi mamá se lo regaló). Eduard Petreñas, Presidente fundador de la Federación Internacional de Dominó, ha escrito de él y de su obra: “Sabio del dominó y autor de un libro que es el catecismo dominocístico de muchos campeones. Es arte, el mejor pentagrama, el mejor libreto”, y el Presidente de la Federación Rusa de Dominó llamó al libro «la Biblia del Dominó». La obra recibió su bautizo en el Club Camurí Grande el 19 de noviembre de 1996 (ocasión que registra la fotografía), cuando ya el país había capeado la crisis bancaria que debió enfrentar Rafael Caldera al comenzar su segunda presidencia. En la dedicatoria puso Alfredo: «A mi gran compañero de lid». En efecto, tal vez hayan sido él y mi padre la pareja de dominó ganadora más brillante en la historia del club.

El Dr. Caldera fue el prologuista del libro y un razonable jugador de dominó, amén de miembro de Camurí. (El apartamento de él y Doña Alicia quedaba al extremo oeste del piso 6 del edificio Miramar, a pocos metros del 604, el de mis padres). Y hay una larga relación Caldera-Sucre; mi tío Andrés firmó el 13 de enero de 1946, junto con Caldera y una docena de primigenios socialcristianos, el acta constitutiva del partido COPEI en los altos de la Lavandería Ugarte en la Plaza de la Candelaria. Por su parte, Armando fue el pediatra de los Caldera-Pietri, y recibió el encargo de dirigir el Hospital de Niños J. M. De Los Ríos de manos de su amigo-presidente. (Ya había ejercido la Dirección de la Maternidad Concepción Palacios).

Antes de jugar dominó por las tardes, la rutina del club comenzaba para los varones mayores con el juego de bolas criollas al final de las mañanas, y Caldera, así como mi tío y mi padre, gustaba de intentar arrimes y boches. Una vez en la que mi esposo logró superar todas las bolas del Presidente de la República, éste declaró sin que viniera a cuento: «Luis Enrique es amigo mío, pero su suegro Armando es más amigo mío que él». Más allá de un buen número de votos, Caldera no ganó nada notable en Camurí, ni en bolas ni en dominó; ni un bingo, que se recuerde.

En cambio, como quedó dicho, Armando Sucre siempre estuvo en el podio de ganadores. Alfredo Fernández da cuenta de tal cosa en el apéndice de su libro: El dominó en Camurí.

Como caso excepcional es menester mencionar que Armando Sucre y Gustavo Márquez llegaron a ganar cinco torneos en menos de cinco años y por lo tanto son dignos de figurar en nuestro cuadro de honor y en los anales de la República [de Camurí]. Más aún, los últimos tres campeonatos ganados por esta pareja fueron en serie: Carnaval 85, Semana Santa 85 y Batalla de Carabobo 85. Ésta ha sido una de las grandes hazañas protagonizadas por una pareja en el Club. Como dato curioso, en el primero de los campeonatos ganados por Armando, inicialmente estaba comprometido con Julio Pacheco, quien no pudo acompañarlo. Así, entonces y telefónicamente, Gustavo y él acordaron hacer la poderosa llave. Más tarde Armando Sucre ha sido mi compañero de triunfos y derrotas. Ganamos tres torneos y desde 1994 no hemos podido alcanzar otro primer lugar. Ya lo lograremos.

Dos veces más lo menciona por manos inusuales en el mismo epílogo: «El Dr. Armando Sucre en dos oportunidades levantó 69 tantos en una mano, es decir, el máximo posible de levantar en siete piedras». Luego: «Muy curiosa resultó una mano jugada por la pareja conformada por el Dr. Carlos Obregón y Carlos Luis Peyer, contra la pareja integrada por el Dr. Armando Sucre y Germán Chuecos. El salidor fue Germán. Carlos Obregón jugó y pasaron los jugadores #3 y #4, y por el resto de la mano sólo intervinieron Obregón y Chuecos. Al terminar la misma los jugadores #3 y #4 conservaron las siete piedras. Ganó el jugador #2. Un caso realmente raro». (Sortario, el pediatra).

Otra generación Sucre es asimismo reseñada en el libro de Alfredo, quien cierra su obra con esta anécdota:

El cuento comienza con un campeonato de bolas criollas, en el que la final se juega a sangre y fuego, siendo uno de los equipos el conformado por Christian Borberg, Luis Valera, Ernesto Gramcko, Francisco Colonelli y Ricardo Castro. Este último, casado con Andreína Sucre, hija de Armando, estaba junto a ella, para aquel momento esperando un bebé: su primer varón después de dos hermosas hijas, Andreína e Isabella. Ante una jugada fundamental, Christian, uno de los mejores gineco-obstetras de Venezuela, le ofrece encargarse del parto, sin costo alguno, con la condición de que Castrico sorteara con felicidad una difícil jugada. Ricardo lo consigue y Christian, siempre atento a los llamados de su vocación, caballerosamente cumplió su palabra, en la ocasión en que nació Manuel Ignacio Castro. Hoy, el varón de la dinastía Castro Sucre.

En la quinta La Veguita hemos hecho dos torneos en memoria de Armando, con piedras que fueron de él y libretas con su nombre—mi esposo las mandó a imprimir en 1980 en la prensa del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas—y prácticamente todas las semanas se juega con la asistencia de mis cuñados. Mi marido admite que ya juego mejor que él, cuidándose al calificar: «Eso no es nada del otro mundo». En efecto, dos meses después de nuestro matrimonio, papá invitó a Luis Enrique a jugar con él en la verbena del Colegio San Ignacio de 1979. Lograron llegar al juego final contra mi tío Bernardo y el Cachete Medina, después de derrotar en zapatero a la pareja previa. Las partidas se jugaban a 150 puntos, e iban ganando 130 a 30, o algo así, cuando Armando pensó largamente antes de cerrar un seis indicando, of course, que tenía unos cuantos más. Cuando tocó el turno a su novato compañero, éste trancó la mano para una pérdida segura, cantada. No contento con eso, repitió la misma cosa en la mano siguiente, cuando mi padre pensó de nuevo largo tiempo antes de cerrar un cinco. Bueno, después no de uno sino de dos errores vino el hit, y Medina y Sucre (tío) se alzaron con la copa. Al regresar a la casa, papá entró furioso y me dijo: «¡Ese marido tuyo no sirve pa’un carajo!» NS

Recuerdo haber tomado la sentencia del patio de bolas como una velada advertencia; su significado habría sido: «Mira carajito: te tengo en la lista gris. Cuidado con pasar a la negra». Ahora que lo pienso, creo muy probable que la prodigiosa memoria del Dr. Caldera haya recordado lo del «mingo de los trabajadores» y la admonición haya salido sola, pues se produjo cuando él y varios esperábamos el arrime final alrededor del de Camurí. LEA

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La mano hebdomadaria (20/06/10)

Tres dobles, dos en pelo y final feliz

Una tranca no despreciable

La mano de hoy no ofrece particularidades notables, pero sí propició una discusión en la mesa sobre la que se jugó. La discrepancia tuvo que ver con el modo de salir, sólo que no hubo comprobación inmediata de las opciones. Debo advertir que quien escribe fue quien dijo que habría salido por una piedra distinta de la escogida por Sur. El análisis de hoy se reduce a comparar la realidad con la fantasía. Como siempre, comencemos por evaluar individualmente las cargas de cada jugador.

Sur ha cargado un juego liviano (32 puntos) y sin fallas. Tiene, sin embargo, el problema de tres dobles, dos de los cuales no tienen compañía. Comoquiera que tiene sólo un cinco y sólo un seis, se trata de una carga que puede verse fácilmente en problemas. El curso de la mano lo dirá.

Este cargó el peso promedio de 42 puntos, tiene, como Sur, tres dobles (el 2-2 en pelo) y falla por tres. De regular calidad.

Norte cargó un punto menos que Este, no tiene fallas ni dobles y sus tríos de doses y treses pudieran llegar a ser determinantes. Una carga bastante buena.

Oeste, finalmente, también tiene una buena carga: sin fallas y con un solo doble (6-6) acompañado. No obstante, aporta demasiados puntos a la pareja, con 53.

Una cámara cenital captaría una distribución bastante igualitaria; a primera vista, no es fácil pronosticar a cuál de los dos lados tocará la victoria. Tan sólo resalta la mayor pesadez de la carga de Este & Oeste: 95 puntos contra 73 de Norte & Sur.

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En el juego, Sur, un jugador más ortodoxo que San Cirilo el Filósofo, se atuvo al principio de salir con el doble mayor acompañado, y como su 4-4 y su 3-3 están íngrimos, optó por poner en la mesa el doble blanco. A fin de cuentas, como hemos visto, posee una carga más bien liviana. Este no puede dejar de notar esta elección, y luego de pensar brevemente para reportar otro blanco en su mano, y no teniendo más cuatros que seises, eleva la mesa con 0-6. Norte hace lo que le corresponde: piensa un poco señalando otro seis en su mano y cierra con 6-3, pinta esta última que es más liviana que el cinco de su 6-5 y de la que cargó tres piedras. Oeste, habiendo notado que su compañero todavía puede defenderle una vez más por los blancos, cierra la salida con 0-5, una vez más subiendo la mesa en consonancia con su pesada carga y la primera postura de Este. La primera ronda no tiene otra clave que este forcejeo de Norte-Sur en pro de la liviandad contra Este-Oeste que prefieren la pesadez.

Ahora Sur debe decidir por cuál de las pintas abiertas se quedará fallo; no necesita ser un genio para guardar el único cinco que tiene, en previsión de que sea repetido contra él por Oeste, y opta por salir de la debilidad del 3-3 sobre la pinta iniciada por su pareja. Este aprovecha para continuar la descarga de piedras altas desprendiéndose del molesto 5-5, pensando para indicar su otro cinco. Norte insiste en la preservación de una mesa baja y repone la salida de su compañero con 3-0 después de pensar un poco para advertir de su tres restante. (Jugar 5-6 la elevaría, lo dejaría con una falla y, en cualquier caso, estaría poniendo una pinta de la oposición. Jugar 3-2 ofrecería una piedra nueva, para mayor facilidad de respuesta de los oponentes). Oeste le lleva la contraria; sabe que Sur no tiene treses—si los tuviera, habría salido por el 3-3 que colocó en su jugada anterior (en lugar del 0-0)—y, además, es ahora quien tiene la mayoría por esa pinta y sabe también exactamente cuál es el tres faltante (el 3-2) y que Norte lo tiene; en consecuencia, una vez que su compañero ya salió del 5-5, cierra la pinta que inició para colocar una iniciada y cerrada por Norte, poniendo a Sur a jugar por una sola punta. (Lo hace pensando, para indicar que aún guarda un cinco en su poder).

Sur, en efecto, debe pegarle a su salida rápidamente con 0-1, puesto que no tiene  otra opción. Tampoco Este tiene jugada por una de las puntas y se le presentan las posibilidades de jugar 1-1 o 1-5; siguiendo la lógica de la mano coloca la más pesada, habiendo notado que su pareja guarda, al menos, otro cinco. Una vez más, Norte elude servir el seis y cierra con 3-2. Es ahora Oeste quien repite el seis de la primera jugada de su compañero con 2-6, evitando iniciar pinta nueva si cerrara el cinco con 5-4.

El implacable plan de liviandad del eje vertical continúa al cerrar Sur el seis con 6-1 lo que, de paso, es la repetición de la pinta que inició en su previa postura. Ahora sí se acuesta Este con 1-1. La fidelidad al plan tácitamente asumido lleva a Norte a rehusar, por tercera vez, servirle a Oeste un seis con 5-6; prefiere iniciar pinta nueva con 1-4, aunque presume que su oponente se encabezará por los treses con 4-3. Es precisamente eso lo que Oeste hace.

Sur cierra una vez más una pinta alta, reponiendo el dos inaugurado por su pareja al jugar su único cinco, el 5-2. Este sólo puede jugar 2-2 rápidamente, lo que permite a Norte obligar a Oeste a reventar su efímera cabeza—»Poco duró la dicha», se dice en las mesas amistosas—jugando 2-0, a conciencia de que ahora encabeza a Este. (Desde la primera ronda se sabe que Oeste no tiene más blancos, y Sur jugó rápidamente el 0-1 la penúltima vez). En efecto, Oeste se ve obligado a jugar 3-1.

Ya Sur adivina lo que va pasar, pues hace al último dos (2-4) en poder de Norte, dado que fue su compañero quien iniciara esa pinta; al cerrar con 1-2 prepara la tranca. Trágicamente, Este debe servirla al reventar su fugaz cabeza de blancos con 0-4. Norte no se hace rogar y tranca a dos recogiendo 31 puntos de los contrarios.

Antes dije que no había particularidades notables en esta mano, pero sí la hubo: no pasó ninguno de los jugadores hasta el desenlace.

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Lo que sostuvo el infrascrito, como mirón, es que si hubiera sido Sur hubiera salido en pelo con 4-4, puesto que el juego de blancos es debilísimo en Sur y no descarga tantos puntos como con la opción del doble cuatro y, además, el compañero no presumirá esta piedra en poder del salidor.

Como se dijo al comienzo, esta posibilidad no fue analizada en detalle de inmediato, pero el escepticismo con el que la sugerencia fue recibida alimentó la curiosidad, y una consulta a El arte de las 28 piedras, de Alfredo Fernández, parecía darme la razón. En la sección que dedica al tratamiento de los dobles en pelo en la carga del salidor (Capítulo VI. La Salida. V. Juego donde existen varios dobles en pelo), dice: «Así, en la mayoría de los casos, deberá salirse con el doble mayor si éste está comprendido dentro del rango del doble-cuatro al doble-seis». (1ra. edición, 1996, pág. 103).

Pero veamos qué hubiera ocurrido con la salida por 4-4 en una trayectoria razonable.

Triunfo relativamente magro

Sur habría recibido inmediatamente un pase en castigo a su osadía, pues Oeste, teniendo la piedra de cuadrar (3-4) la usa cuadrando a la mano en lugar de al pie para asegurarle al compañero una nueva pinta para jugar, sobre todo si éste pensó para jugar 4-6 indicando otro cuatro en su poder y el propio Oeste guarda también otro (4-5). Más adelante, Norte prefiere con mucha razón irse de la cabeza de cuatros antes que servir el seis de los contrarios, y Oeste evita a continuación dar el tres que Norte ha puesto ya dos veces pensando y juega 5-0. La salida por 4-4 también habría dado el triunfo al eje vertical, pero la cosecha habría sido más escasa.

Parece que yo no tenía razón, al menos en este caso. LEA

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La mano hebdomadaria (06/06/10)

Norte no abrió la boca

 

Más de medio cupón

 

La mano de hoy es una curiosidad de las que ofrece la realidad, puesto que fue una mano realmente disputada el martes de esta semana. No es, pues, una mano preparada artificialmente ni barajada para estudiarla en condiciones de laboratorio. Me la hizo llegar el primo Florencio, de quien ya dije hace un mes en Guerra avisada, al evaluar la calidad de los jugadores de la familia: «Un primo hermano, Florencio Torres Alcalá, está ahí, ahí con José Luis [el hermano de siempre] compitiendo por el liderazgo indiscutible. Si juegan juntos, son prácticamente imbatibles».

Bueno, el martes 2 de junio jugaron juntos, y sus víctimas fueron Farid Hobaica y el anfitrión: Rodolfo Morales. Éstos debieron entregar 62 puntos a los ensañados parientes, y Farid no pudo colocar ni una sola piedra.

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Rodolfo está al Sur, como salidor de esta curiosa mano. Cargó 38 puntos, un poco por debajo del promedio. No tiene dobles pero tiene una falla por cincos. Sin embargo, tiene tres pintas útiles—uno, dos y tres—en las que cargó tres piedras de cada una. Vista en general, su mano es bastante buena.

José Luis jugó desde la posición Este: falla por los unos y tiene el promedio de dos dobles, uno de ellos (5-5) bastante pesado pero en su pinta más fuerte. De hecho, tiene la mano más pesada de la mesa, con 54 puntos. También puede calificársela de regular hacia buena, con potencialidades problemáticas.

Farid, el mártir de esta mano, era compañero al Norte de Rodolfo. Cargó 42 puntos, exactamente el promedio y la peor distribución de la mesa, puesto que tiene cuatro dobles y, peor, tres fallas: uno, tres y cinco. (José Luis es de la opinión que la mano de cuatro dobles es más incómoda para jugar que la que tiene cinco).

Florencio, finalmente, acechaba al Oeste con la mano más liviana de todas: 34 puntos. Tiene un solo doble venial (1-1) y falla por dos y por seis. En sí misma, una mano regular.

Como siempre, poseemos la ventaja de la vista panorámica y vemos claramente que una tragedia está por desarrollarse: además de la terrible mano cargada por Norte, salta a la vista que la pareja Este-Oeste posee todos los cincos de la mesa, y que pueden protegerse el uno al otro de las fallas de cada uno. (Este falla por uno, pero Oeste tiene cuatro de ellos; Oeste falla por dos y por seis y Este puede aguantar tres disparos de estas pintas; no cuatro, pues el seis dos consume de ambas).

Así las cosas, veamos qué pasó el martes por la noche en casa de Rodolfo Morales.

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Sur salió, como tenía que hacer, por piedra mixta, y teniendo una carga más bien ligera optó por salir con la más liviana: 2-1. El jugador al Este no tiene unos, por lo que debe jugar por el dos; lo hace pensando para indicar que tiene otro dos y, naturalmente, asoma de una vez su juego más fuerte con 2-5. (El juego de 2-6 le habría dejado, como vimos, con un solo seis y un solo dos, pero lo importante es que no hubiera mostrado los cinco ni enseñado la posesión del 5-5). Norte pasa por la primera vez, ignorando aún cuál será su destino. Oeste, teniendo en su mano la piedra de cuadrar, y teniendo suficientes cincos para apoyar los cincos del compañero, realiza ahora una estupenda y muy fuerte jugada cuadrando, luego de pensada lo suficientemente larga como para indicar la posesión de más cincos, a la salida con 5-1. Esta jugada tiene dos efectos muy favorables: en primer lugar, le deja con tres unos contra uno solo del salidor, quien sólo podrá cerrar obligado una de las puntas (los tres unos en poder de Oeste, además, constituyen la corrida de unos, que incluye el doble); en segundo lugar, dará a su compañero una pinta enteramente nueva para mayor comodidad de respuesta. Por supuesto, también enseña su fuerte juego por los unos.

Sur piensa para marcar que aún preserva un uno y produce el 1-3, iniciando su tercera pinta de tres piedras, a ver si esta vez la pega. Este se acuesta en 3-3. (Jugar 3-0 sería una tontería porque su juego es alto y se quedaría con otra falla por esa pinta; en cambio, con 3-3 elimina una debilidad). Norte ejecuta un pase impecable. Oeste también se acuesta en 1-1 para forzar a Sur a que castigue él mismo una de sus piedras.

La decisión de Sur es preservar abierto el tres, que acaba de iniciar en su jugada anterior y juega su último uno, el 1-6. Ahora Este tiene la mesa servida; sabe que Norte pasa por tres y por cinco y también que el 3-5 está en poder de su compañero, luego de su larga pensada en la primera jugada, por lo que ataca confiadamente con 6-5. Norte pasa una tercera vez. Oeste piensa brevemente para indicar la posesión de otro tres y cuadra, of course, a cinco con el 3-5, como Este supuso.

Ahora es Sur quien pasa y Este acuesta un majestuoso 5-5 para que Norte pase de nuevo, una última vez, y Oeste juega 5-0.

La tragedia estaba escrita por Sófocles: Sur no tiene más remedio que servir 0-4 para que Este ajusticie a los contrarios trancando a cincos con 4-5. No tengo datos de si Florencio y José Luis anotaron callados 62 puntos en el papel, con la clase de Armando Galarraga para no añadir el insulto a la herida, o celebraron ruidosamente con pullas a Farid, que aún vería íntegras sus siete piedras, ahora abiertas para la cuenta. Conociéndolos, creo lo más probable esto último y, en verdad, la anomalía de la mano merecía ser comentada con risas y júbilo. No sé qué pasó el resto de la noche.

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Por supuesto que Este & Oeste jugaron con la mayor precisión, pero Sur lo hizo con entera lógica dominocística. Norte, simplemente, no pudo hacer absolutamente nada, por lo que tampoco tiene parte alguna en la masacre. Éstas son las condiciones que hacen a la mano una jugada hermosamente, lo que refuerza su rareza. No se necesitó el error de los contrarios para el triunfo.

Ahora bien, sin que Sur pudiera saberlo—la ignorancia del destino es la marca inconfundible de la tragedia griega—, su primera jugada fue funesta. (DRAE: funesto. Aciago, que es origen de pesares o de ruina). Veamos qué hubiera pasado si Rodolfo hubiera puesto el 2-3 en lugar del 2-1 como piedra de salida; he aquí una trayectoria de razonables jugadas:

 

Cosa mucho menos grave

 

Norte sufriría, como antes, tres pases en las primeras tres vueltas, pero lograría descargar después 14 puntos y su lado sólo habría perdido 32 puntos, lo que ciertamente es preferible a una pérdida de 62, o un exceso de 30 puntos. (En su segunda jugada Oeste prefiere iniciar los unos que los blancos, puesto que es más fuerte por los primeros. En su tercera postura, Sur evita con 4-2 la entrada del cinco, posiblemente un cuadre a cincos si jugara 4-0 y, en la siguiente, no sirve el 0-4 porque permite a Este encabezarse con 4-5, ni el 6-3 porque Este pensó antes de acostarse en 3-3; por esto juega 6-1. Y hemos presumido que Oeste jugaría brillantemente, como Florencio suele hacer, 1-0 en lugar de acostarse con 1-1 o jugar 1-4 en su quinta jugada, para asegurar que Este se encabece. Si hubiera buscado directamente el 4-5 de su compañero jugando 1-4, Sur se habría encargado de cerrarlo con 4-0).

Ésta sería la mejor de las opciones pues si, finalmente, Sur hubiera salido por 3-1 (la tercera posibilidad de puntas triplicadas), se hubiera dado la misma tranca a cincos y la misma exacción brutal de 62 puntos, sólo que, dicho en argot del dominó, cayéndosele las piedras de la mano a Este, para mayor humillación.

 

Ruta alterna al mismo destino

 

En estricto sentido, entonces, lo que pasó el martes a Farid y Rodolfo no fue lo peor que les pudo pasar. Era imposible que detuvieran el juego avasallante de los cincos, y seguramente habrían estado muy molestos si José Luis Alcalá hubiera jugado sus dos últimas y mortales piedras una detrás de la otra.

Por último, para quien dude de que fuera estupenda la primera jugada de Florencio, cuadrando a la salida en contra de la piedra de su compañero con 5-1. he aquí lo que hubiera podido pasar si hubiera hecho el cuadre contrario, el «natural» a favor de los cincos:

 

Un rendimiento muy mediocre

 

De nuevo, la fuerza de los cincos habría sido determinante y Este & Oeste hubieran terminado ganando a pesar de haberlos agotado, pero habrían dejado escapar 47 puntos. El cuadre a unos, por tanto, fue una jugada superiorísima, la clave de la mano en la primera postura del primo.

Mucho agradezco a Florencio Torres que me haya enviado la mano que ha salvado mi domingo, y encarezco a otros visitantes aficionados al juego de dominó que me ayuden de modo similar. A fin de cuentas, todo sea ad maiorem Domini gloriam. LEA

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La mano hebdomadaria (30/05/10)

Cada pareja cargó 84 puntos

A pesar del deceso de 5-5

Esta entrega dominocística es más bien sencilla; está fundada en la cuarta y última mano barajada y analizada por Alfredo Fernández Porras para este blog, una mano nada complicada. Primero, daré cuenta de cómo sugirió el maestro que fuera jugada; luego, se mostrará cómo, supongo, la habría jugado mi hermano José Luis Alcalá, pues no le he consultado sobre ella, pero sé que insiste en un principio estratégico que expondré al final. Los dos resultados son bastante distintos.

Antes de explicar el desarrollo de ambas estrategias, como siempre, sigamos la recomendación del maestro Fernández y evaluemos las cargas de cada jugador individualmente, antes de hacer una privilegiada observación de conjunto que, como sabemos, está vedada a ellos.

La carga de Sur es relativamente buena, quizás sólo regular: contiene 40 puntos, ligeramente por debajo del promedio matemático (168/4 = 42), no tiene fallas y tiene la carga promedio de dos dobles. Siendo el salidor, esto último no es tan grave, y si bien uno de los dobles está en pelo (0-0), es la piedra con menos puntos del dominó.

La carga de Este es más pesada: 49 puntos. Falla por los cuatros pero tiene fuerza en el cinco y el promedio de dos dobles. Regular; una mano promedio con posibilidades.

Norte está muy cerca de la carga media con sus 44 puntos. Como su compañero, no tiene fallas pero, a diferencia de éste, su doble en pelo es la piedra mayor del juego, el 6-6. Con todo, Norte tiene base para pretender un triunfo que puede suponer provisionalmente que vendrá del poder de su cuarteto de cuatros.

Oeste ha cargado la mano más liviana, con 35 puntos. Su distribución es regular, frecuente: tiene una falla (por el cinco) y tiene 2 dobles. No tiene un juego dominante y deberá esperar los acontecimientos antes de rendirse o, por lo contrario, mostrar las agallas.

Nosotros podemos ver desde el Olimpo que, en tanto parejas, ambos lados han cargado exactamente los mismos 84 puntos, que ninguno de los equipos tiene realmente una piedra de muy claro dominio—salvo, quizás, los cinco cuatros que posee la pareja Norte-Sur y los cinco treses de Este-Oeste si logran coordinarlos—y que, en particular, es de muy mala suerte para Este que su pareja no haya levantado ni un solo cinco. Desde nuestra ventajosa perspectiva, no podemos adelantar su desenlace de este somero examen. Hay que jugar la mano.

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Sur abre la mano con 2-2, jugada natural porque es su doble acompañado y Este juega rápido el 2-5, indicando que se trata de su único dos. Norte, en cambio, piensa al tener opción y cierra el cinco con 5-4, iniciando su poderoso cuarteto. Oeste piensa (tiene cuatro jugadas posibles) y opta por acostar el 4-4, eliminando una debilidad. (Las dos últimas jugadas fueron las recomendaciones del economista Fernández, y es la primera postura de Norte lo que tal vez José Luis cambiaría).

Sur ha notado, por supuesto, la pensada de su compañero sobre el cinco para iniciar los cuatros, y la pensada no muy larga de Oeste para acostarse, por lo que presume correctamente que sólo tiene uno más. Si optara por cerrar la piedra de Norte se desprendería de su único cuatro y daría un seis. En lugar de esto, ofrece el mismo seis pero cerrando su salida con el 2-6, cambiando el juego en favor del compañero mediante pensada con la esperanza de que se la interprete como anomalía y no como ausencia de cuatros. Por segunda vez, Este debe jugar forzado, rápidamente, el 6-5 y repite su primera piedra. Ahora Norte cierra con 5-0 manteniendo el cuatro abierto que él mismo puso antes y se presenta a Oeste una disyuntiva crucial. Si cerrara el blanco con 0-2 estaría reponiendo la salida del enemigo aunque Sur la cerró él mismo en su segunda jugada. De hecho, esto revela que Sur no debe tener el 2-4 que le habría permitido cuadrar a dos o a cuatro pues, si lo hubiera tenido, lo habría usado en lugar del 2-6. (Este humilde servidor, por tanto, hubiera jugado 0-2, pero no ha verificado el camino que de esto se desprende; quizás quiera un visitante informarme). El maestro, en quien confiamos, optó por jugar 4-3 desde la posición occidental comenzando a mostrar su trío de treses.

Sur se desprendió rápidamente de su 0-0. Este pensó un poco antes de acostarse también con su 3-3.  Norte ejecutó el cuadro natural a blancos (no a los treses de los contrarios) con 3-0, aunque debe colegir, por la rapidez de la jugada anterior de su compañero, que no debe tener más blancos. Oeste se ve ahora forzado a entregar el 0-2.

Pero Sur también repone el tres cerrando sin remedio la piedra de su salida con el 2-3 y aquí Alfredo asegura que ya Este debiera darse por perdido y, por consiguiente, en lugar de jugar 0-6 lo pone a bajar más puntos con 3-5 y a mandarse a matar el 5-5. Norte juega naturalmente y de modo obligado 0-4 y Oeste pasa.

Sur cree dominar el juego dejando otra vez abierto el cuatro al tiempo que asesina al 5-5, claramente en poder de su enemigo oriental, con 5-1. Este sólo puede jugar con rapidez el 1-0 y Norte, pudiendo jugar 4-2, juega 4-1 buscando el 1-6 en poder de Sur, pero Oeste lo cierra con 1-3, precisamente para no permitir esa entrada del seis si se acostara con 1-1 y tampoco la del cuatro si cerrara con 1-2. (Norte, pues, terminó jugando mal pues, si hubiera jugado 4-2, Oeste, cuyo 2-1 estaba descubierto—Este agotó el único que tenía en su primera jugada y ya Sur había jugado sus tres doses, el último, 2-3, rápidamente—hubiera tenido que servir la entrada del seis).

Gracias a ese error, Sur pasó, y ahora Este jugó obligado 0-6 y Norte se desprendió del 6-6, sólo para dejar la tranca servida a treses, que Oeste ejecutó con seguridad total, pues sabe que su compañero tiene sólo los diez puntos del 5-5 ahorcado, que sumados a sus cinco (2-1 y 1-1) dan un total de quince. Quienes se daban por perdidos se alzaron, felices por el milagro de última hora, con 23 puntos en poder de los contrarios. (Oeste sabe que si añade los nueve puntos del 6-3 a los 121 puntos que lee en la mesa, llega a 130, los que restados de los 168 de todas las 28 piedras del dominó dejan por fuera 38 y, al restar los quince que ciertamente ubica de su lado, sabe que los contrarios tienen exactamente 23. No hay pele.

………

Ajá, ya sabemos que Norte botó la mano jugando 4-1 en su quinto turno. Si hubiera jugado 4-2, esto habría ocurrido:

Habría ganado el eje vertical

Este tiene que cuadrar a seis con su quinta piedra, pues si juega al revés tranca a blancos y pierde, pero el punto es que jugando 4-2 en lugar de 4-1 Norte dejó de ganar 16 puntos para su lado. Pero, aun si hubiera jugado bien en su quinto turno, ¿jugó bien con su primera postura?

Aquí es donde, creo yo, José Luis en posición norteña hubiera jugado la primera vez 5-0 en lugar de 5-4. Muchas veces le he oído decir que si los contrarios juegan pintas altas uno debe hacerlo por las bajas y viceversa, y esto es uno de sus más firmes principios estratégicos pues, como Alfredo mismo y José Luis dicen, el objeto del dominó es ganar la mayor cantidad o perder la menor cantidad de puntos que sea posible.

En el caso de esta mano, Sur comenzó por el dos, una piedra baja y Este respondió con una alta, el cinco. Siguiendo la lógica estratégica de mi hermano, Norte ha debido jugar como primera piedra el 5-0, manteniendo la mesa baja para encerrar las piedras gordas de los contrarios.

Os dejo con la mano jugada de esa manera. La cosecha de José Luis habría rendido ocho puntos más. Si no más eficaz, pues ambas estrategias habrían conducido a la victoria, la de mi hermano habría sido, en el caso particular de esta mano, más eficiente, y de esto se trata. LEA

Una ganancia mayor

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La mano hebdomadaria (23/05/10)

Una mano engañosa

Paralelo sobre meridiano

Os advierto desde un comienzo: la tercera de las manos resultantes del barajar de Alfredo Fernández, en apariencia una mano como cualquier otra, contiene un número considerable de variantes. En ánimo de interesar a dominocistas con pasión analítica, reportaré hoy unas pocas. Pero hay muchas más: dejo a los verdaderamente obsesivo-compulsivos el logro de la exhaustividad. En cualquier caso, con lo que aquí se mostrará hay como para ocuparse toda la semana.

La evaluación al arranque

Sur ha cargado, como la semana pasada, una mano bastante buena, pues está ligeramente por debajo del promedio con sus 40 puntos, y no tiene fallas. La relativa debilidad del 0-0 (es piedra que no cuenta a la hora de la suma) no es tal, puesto que Sur es el salidor y, en una salida clásica, se desprendería de ese doble en su primera jugada. A mayor preocupación debe llamar el 2-1; su postura le dejaría fallo por los doses y por los unos.

Este ha cargado todavía más livianamente (36 puntos). Tampoco tiene fallas, y su único doble es peso pluma (1-1) y es parte de un fuerte cuarteto. De nuevo, es una mano bastante buena, sin la debilidad de una piedra que jugada le dejaría con dos fallas.

Norte, en cambio, ha cargado mal. Está por encima del promedio con 47 puntos, tiene dos dobles pesados y el mediano 3-3 y, para colmo, falla por dos y por seis.

Oeste, finalmente, cargó 45 puntos, no tan altos si se considera que posee el 6-6; además de este doble, tiene también el 2-2 y falla por uno y por cinco. Una carga mediocre y peligrosa.

Como se dijera en otra ocasión, estas evaluaciones individuales son las posibles a cada jugador. Nosotros, que tenemos el privilegio de la visión de conjunto, sabemos que la pareja Norte-Sur ha cargado un total de 87 puntos, contra la carga de 81 de Este-Oeste, una diferencia más bien indecisa. Es más importante que notemos que Norte & Sur disponen de seis de los siete cincos, mientras que Este & Oeste dominan con seis de los doses. Esto es lo habitual; la distribución más frecuente da a cada pareja una pinta dominante, en principio suficiente para batallar, y lo que se requiere es identificarla lo antes posible. Es cuando una pareja dispone de dos pintas en franca mayoría que ella puede tejer un juego de dos hebras que será prácticamente imbatible.

Y ahora, a la lucha.

El juego

Sur pone en la mesa el 0-0, eliminando una de sus vulnerabilidades. Este debe jugar rápidamente el 0-6 y Norte hacer lo propio con el 0-1. Oeste piensa para indicar más seises en su mano y acuesta el 6-6.

Sur piensa y cierra el seis con 6-5. (La jugada de 1-2 sólo la practicaría un ignorante; aparte de cerrar una pinta iniciada por el compañero, quedaría, como vimos, con dos fallas). Este piensa bastante y se acuesta con 1-1 (la primera postura de Norte le ha valorizado grandemente su carga inicial de unos; ahora le quedan tres contra dos remanentes y la punta de unos sigue abierta, presionando). Norte piensa un rato y acuesta el 5-5, librándose de su molesto peso e indicando el resto de sus cincos. Oeste tiene una vida sencilla: pasa.

(Hagamos una pausa para recapitular las deducciones disponibles hasta este momento. Todo el mundo sabe que Este no tiene más blancos y guarda otros unos, que Norte no tiene ni seises ni blancos pero dispone de más cincos, que Oeste no tiene cincos ni unos pero tiene varios seises y que, por último, Sur guarda otro seis. La longitud de las pensadas es un indicador, y Sur no pensó demasiado; en cambio, Este, Norte y Oeste pensaron bastante por el uno, el cinco y el seis, respectivamente).

Ahora Sur repone su salida con 5-0, pensando otra vez para señalar que posee otro cinco. Esto fuerza a Este a jugar contra sus unos, pues no tiene más blancos; pensando, juega 1-6 contra Norte, quien pasa (como todo el mundo sabe que ocurriría). Entonces Oeste complementa el mortal ataque cerrando la pinta de salida con 0-2.

Sur decide preservar el problemático 2-1 y vuelve a cerrar el seis con 6-3. Entonces Este cuadra a los doses del compañero, propinando un nuevo pase a Norte y facilitando la acostada de Oeste en 2-2.

Ya no tiene Sur más remedio que aflojar el 2-1, y Este deja abierta esta pinta suya cambiando el juego de doses al cerrarlo con 2-5, antes que facilitar las cosas a Norte-Sur sirviendo una pinta nueva con 1-3 o 1-4. Norte posee el 1-5, la piedra de cuadrar, y naturalmente lo hace rápidamente a cincos (su pinta dominante, no a los unos de Este). Esta jugada, como todo el mundo sabe, hace pasar a Oeste pero provoca un desenlace mortal para la pareja vertical.

En efecto, sobre el pase de Oeste, Sur entrega su último cinco en el 5-3 y esto permite a Este encabezarse por los unos con el 3-1. Norte debe servir forzado su último cinco, el 5-4, y así deja a Oeste encabezarse con 4-6.

Sur pasa trágicamente y Este llega con 1-4. Él (o ella) y su compañero (o compañera) cosechan 25 puntos. Pas mal.

Post mortem

Usted dirá que este blog la tiene cogida con la pareja Norte-Sur; es la tercera vez que ganan los horizontales. Pero fue Alfredo Fernández quien barajó la mano y, como la vez anterior, hay variantes que nos deparan una sorpresa. Veamos primero tres otras posibilidades.

Triunfo vertical

Si en lugar de dejar el uno abierto, Este lo hubiera hecho con el dos y jugara 1-4 en su quinta jugada, habría perdido la mano. Oeste habría tenido que servir a Sur un cuatro para llegar.

La horizontalidad con más fuerza

Y si Sur se hubiera puesto en grande riesgo botando el 2-1 en su cuarta postura, habría invitado al desastre, pues entonces los contrarios se alzarían con 36 puntos trancando a dos. (Norte prefirió acostar el 3-3 con su tercera piedra antes que permitir la entrada del seis o del dos con 3-4. Sur, por su parte, prefirió dar 3-5, piedra de su compañero, en lugar de un seis, una piedra enemiga, con el 3-6 en su quinta jugada).

En principio, la salida de 0-0 conduce a la pérdida de la mano para la pareja salidora, siempre y cuando Este juegue correctamente el 2-5 en su quinto turno. Pero ¿era obligado salir por doble blanco?

Eso sería lo clásico. Sin embargo, una consideración plausible es tener al 0-0 por una molestia menor y probar la salida por una piedra mixta, tanto en puntas como en el peso de ambas, en plan más bien exploratorio. Por ejemplo, iniciar la mano con 5-3. He aquí una posible trayectoria, jugada razonablemente, que conduce a un empate. Para Norte-Sur, esto sería preferible a la derrota.

Sin decisión

¿Están agotadas las posibilidades? En absoluto. Volviendo a la salida por 0-0, Norte ha podido ser más agresivo en su segunda jugada: tomando en cuenta que su compañero jugó antes el 6-5 con pensada, ha podido cuadrar a cinco con 1-5 luego de la acostada de Este en 1-1. Al jugar por este camino, no obstante, volvió a darse el triunfo de Este-Oeste, como quizás quiera comprobar algún visitante. Ni modo; la tenemos cogida con el salidor. Tal vez es por esto que más de un ajedrecista se siente cómodo jugando con las negras. LEA

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La mano hebdomadaria (16/05/10)

Este-Oeste con buen juego de dos

No es mala cosecha

Como la vez anterior, primero que nada evaluemos la calidad de cada carga en esta mano.

El salidor, Sur, ha cargado 44 puntos, muy cerca del promedio matemático de 42. Tiene una mano de calidad regular hacia mala, siendo lo peor en ella la doble falla por dos y por tres.

Su oponente a la derecha, Este, ha cargado en cambio una mano bastante buena (41 puntos), sin dobles y sin fallas.

Norte posee la carga más liviana (31 puntos), y aunque falla por seis, posee una fuerza razonable en su juego de tres.

Finalmente, Oeste soporta la carga más pesada (51 puntos). Falla por los unos y tiene tres dobles. Si no logra complementar el juego del compañero, tendrá grandes dificultades.

Desde nuestro punto de vista privilegiado, podemos ver que la pareja Norte-Sur no dispone de una pinta en la que tenga mayoría determinante; por su parte, la pareja Este-Oeste tiene seis de los siete doses. Pero cada jugador ve sólo, al arrancar, la carga individual que le ha tocado.

………

Sur sale de modo natural por el 5-5, su doble mayor acompañado, desprendiéndose de diez puntos. Este juega, pensando para anunciar que tiene otro cinco, el 5-2. Norte juega rápidamente el 2-3, pues no tiene otra opción. Oeste dispone de la piedra de cuadrar, el 3-5. El maestro Alfredo Fernández sostiene la tesis de que la piedra de cuadre debe ser usada, salvo escasas excepciones. En este caso, Oeste pudiera cuadrar a la mano, es decir, a la piedra del salidor jugando 3-5, o al pie, o sea a la piedra de Norte jugando 5-3. Entre los clichés del dominó existe la máxima «Cuadro al pie, pasa la mano»; Fernández apunta que el tal «principio» ya no se aplica entre buenos jugadores: la mayor parte de las veces, en vez de una gracia sale una morisqueta. Oeste, por tanto, poseyendo él mismo un cinco extra (el 5-6), y sabiendo por la pensada inicial de su compañero que éste dispone al menos de un cinco más, sabe también que en poder de Norte-Sur no pudo haber más de tres cincos, de los que el primero ha sido gastado en la salida de 5-5, y cuadra rápidamente a cinco (juega 3-5), indicando de paso que se queda sin treses. Esta jugada, por otra parte, proveerá a Este de una nueva pinta servida por Sur, lo que facilitará su juego.

Sur juega rápidamente 5-0, su último cinco. Este juega rápidamente el 0-1, informando que no lleva más blancos y manteniendo abierta la pinta a la que su compañero cuadró, iniciando al mismo tiempo su juego de tres unos. (Las dos jugadas de Este han sido de puntas bajas; esto es generalmente bueno cuando los contrarios juegan piedras altas). Norte, sin embargo, teniendo la piedra de cuadre en el 5-1, la juega contra el cuadro de Oeste, aunque lo haga contra la salida, pues para él resulta obvio que al revés encabezaría a uno de los enemigos. Oeste pasa.

Sur piensa para indicar que posee otro uno y acuesta el 1-1, librándose de su incomodidad. En posesión de una carga defectuosa, entiende que su misión es la de facilitar el juego de treses iniciado por su compañero, y al dejar abierto el uno por ambas puntas permite, en principio, la jugada del 1-3 que aún no ha sido colocado. Para su mala suerte, es Este quien posee esta piedra y piensa también, puesto que tiene dos unos, y repone el dos de su primera jugada con 1-2. Norte debe cerrar rápidamente el uno con el 1-4. Oeste piensa para indicar que tiene otro cuatro (en este caso el doble) y cuadra con gran fuerza a los doses del compañero, quedándose, por otra parte, con la corrida de dos (las dos últimas piedra de una pinta incluyendo el doble).

Sur pasa irremisiblemente y Este juega su último dos, el 2-6. Norte pasa y Oeste acuesta el 6-6, liberándose de doce puntos incómodos mientras preserva el control de la cabeza de dos. (Luego veremos la variante de jugar el 6-5, que aparentemente hubiera sido más consistente con su cuadro a cincos).

Ahora Sur dispone de tres posibilidades: 6-4, 6-1 y 6-0. Piensa largo para señalar esta situación y opta por jugar el 6-1, buscando el 1-3 una vez más. (Si jugara 6-0, estaría colocando la posibilidad de la tranca a dos, y si pusiera el 6-4, aunque fue su compañero quien iniciara esta piedra, estaría invitando la entrada del 4-5). Esta vez lo consigue, pues Este debe jugar rápidamente 1-3 sin remedio. Entonces Norte mantiene abierto el tres acostándose con 3.3. (De nuevo, jugar 3-0 sería suicida, al servir la tranca, y por la pensada de Oeste por el cuatro cuando cuadró a dos sabe que al oponente que juega tras él le queda otra piedra de esa pinta y le facilitaría las cosas si jugara 3-4). Oeste acuesta 2-2 y preserva su cabeza.

Sur pasa nuevamente. Este coloca su último tres, el 3-6, forzando el pase de Norte. Ahora Oeste juega el 6-5.

Tal cosa propina un nuevo pase de Sur, y Este domina con el 5-4 por la cabeza de cinco. Este-Oeste ganan 30 puntos.

………

Si en su tercera jugada Oeste, en lugar de acostar el 6-6, hubiera jugado 6-5, Sur habría pasado, Este hubiera jugado 5-4 y Norte el 4-3. Entonces Oeste hubiera jugado 2-2 y Sur habría pasado de nuevo. Este, que sabe que Norte pasa por seis, cerraría el tres con 3-6 y Oeste acostaría ahora el 6-6, lo que daría a Sur tres posibles jugadas. Si juega 6-4 encabezándose, le resuelva la vida a Oeste, quien acostaría el 4-4 quedándose con una sola piedra, la ganadora sobre la cabeza de dos (2-0). Si Sur jugara, en cambio, el 6-1, provocaría la llegada fulminante de Este con el 1-3 y se acabó la carrera. Si, finalmente, opta por jugar 6-0, Este pasaría, Norte jugaría sin remedio el 0-3 (acostarse en 0-0 es permitir la tranca) y Oeste reventaría la cabeza con 2-0, para que Sur jugara 0-4 y Este llegara con 3-1. Para Norte-Sur, la mejor de las opciones les habría llegado con la jugada de 6-0, pues Este-Oeste habrían capturado sólo 19 puntos.

Es decir, no había forma de que Norte-Sur impidieran el triunfo de Este-Oeste, pero fue mejor que Oeste acostara el 6-6 a la primera oportunidad.

Y lo antedicho no agota en absoluto las posibilidades de la mano. Por ejemplo, Sur ha podido optar, en lugar de acostar 1-1 en su tercera postura, por jugar 1-6. He aquí una de las variantes provocadas por esta decisión:

La pérdida sería bastante menor

Pero otros derroteros se abren si Norte no se acuesta con 3-3 en su cuarta jugada. (Jugar 3-0 es servir, otra vez, la tranca; pero dispone del 3-4). ¿Qué pasaría entonces? ¡Pues que Norte-Sur ganarían la mano y 2o puntos, en vez de perder! He aquí la ruta ganadora que desperdiciaron:

Un resultado muy distinto

Aunque Oeste sabe cuál es la piedra de su compañero—el cinco extra que anunció al pensar en su primera jugada—sabe también que los blancos que faltan están en poder de los contrarios; es decir, que Sur tiene uno de ellos y ganará de modo irrefragable (adjetivo que aprendí del presidente Chávez), puesto que no puede cerrarlo. Por eso no intenta hacer ganar a Este con el 6-5; se acuesta con 6-6 para descargar un punto adicional.

En síntesis, Sur puso la torta al acostarse en 1-1 en su tercera postura; con el 1-6 hubiera podido ganar la mano. LEA

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