Os advierto desde un comienzo: la tercera de las manos resultantes del barajar de Alfredo Fernández, en apariencia una mano como cualquier otra, contiene un número considerable de variantes. En ánimo de interesar a dominocistas con pasión analítica, reportaré hoy unas pocas. Pero hay muchas más: dejo a los verdaderamente obsesivo-compulsivos el logro de la exhaustividad. En cualquier caso, con lo que aquí se mostrará hay como para ocuparse toda la semana.
La evaluación al arranque
Sur ha cargado, como la semana pasada, una mano bastante buena, pues está ligeramente por debajo del promedio con sus 40 puntos, y no tiene fallas. La relativa debilidad del 0-0 (es piedra que no cuenta a la hora de la suma) no es tal, puesto que Sur es el salidor y, en una salida clásica, se desprendería de ese doble en su primera jugada. A mayor preocupación debe llamar el 2-1; su postura le dejaría fallo por los doses y por los unos.
Este ha cargado todavía más livianamente (36 puntos). Tampoco tiene fallas, y su único doble es peso pluma (1-1) y es parte de un fuerte cuarteto. De nuevo, es una mano bastante buena, sin la debilidad de una piedra que jugada le dejaría con dos fallas.
Norte, en cambio, ha cargado mal. Está por encima del promedio con 47 puntos, tiene dos dobles pesados y el mediano 3-3 y, para colmo, falla por dos y por seis.
Oeste, finalmente, cargó 45 puntos, no tan altos si se considera que posee el 6-6; además de este doble, tiene también el 2-2 y falla por uno y por cinco. Una carga mediocre y peligrosa.
Como se dijera en otra ocasión, estas evaluaciones individuales son las posibles a cada jugador. Nosotros, que tenemos el privilegio de la visión de conjunto, sabemos que la pareja Norte-Sur ha cargado un total de 87 puntos, contra la carga de 81 de Este-Oeste, una diferencia más bien indecisa. Es más importante que notemos que Norte & Sur disponen de seis de los siete cincos, mientras que Este & Oeste dominan con seis de los doses. Esto es lo habitual; la distribución más frecuente da a cada pareja una pinta dominante, en principio suficiente para batallar, y lo que se requiere es identificarla lo antes posible. Es cuando una pareja dispone de dos pintas en franca mayoría que ella puede tejer un juego de dos hebras que será prácticamente imbatible.
Y ahora, a la lucha.
El juego
Sur pone en la mesa el 0-0, eliminando una de sus vulnerabilidades. Este debe jugar rápidamente el 0-6 y Norte hacer lo propio con el 0-1. Oeste piensa para indicar más seises en su mano y acuesta el 6-6.
Sur piensa y cierra el seis con 6-5. (La jugada de 1-2 sólo la practicaría un ignorante; aparte de cerrar una pinta iniciada por el compañero, quedaría, como vimos, con dos fallas). Este piensa bastante y se acuesta con 1-1 (la primera postura de Norte le ha valorizado grandemente su carga inicial de unos; ahora le quedan tres contra dos remanentes y la punta de unos sigue abierta, presionando). Norte piensa un rato y acuesta el 5-5, librándose de su molesto peso e indicando el resto de sus cincos. Oeste tiene una vida sencilla: pasa.
(Hagamos una pausa para recapitular las deducciones disponibles hasta este momento. Todo el mundo sabe que Este no tiene más blancos y guarda otros unos, que Norte no tiene ni seises ni blancos pero dispone de más cincos, que Oeste no tiene cincos ni unos pero tiene varios seises y que, por último, Sur guarda otro seis. La longitud de las pensadas es un indicador, y Sur no pensó demasiado; en cambio, Este, Norte y Oeste pensaron bastante por el uno, el cinco y el seis, respectivamente).
Ahora Sur repone su salida con 5-0, pensando otra vez para señalar que posee otro cinco. Esto fuerza a Este a jugar contra sus unos, pues no tiene más blancos; pensando, juega 1-6 contra Norte, quien pasa (como todo el mundo sabe que ocurriría). Entonces Oeste complementa el mortal ataque cerrando la pinta de salida con 0-2.
Sur decide preservar el problemático 2-1 y vuelve a cerrar el seis con 6-3. Entonces Este cuadra a los doses del compañero, propinando un nuevo pase a Norte y facilitando la acostada de Oeste en 2-2.
Ya no tiene Sur más remedio que aflojar el 2-1, y Este deja abierta esta pinta suya cambiando el juego de doses al cerrarlo con 2-5, antes que facilitar las cosas a Norte-Sur sirviendo una pinta nueva con 1-3 o 1-4. Norte posee el 1-5, la piedra de cuadrar, y naturalmente lo hace rápidamente a cincos (su pinta dominante, no a los unos de Este). Esta jugada, como todo el mundo sabe, hace pasar a Oeste pero provoca un desenlace mortal para la pareja vertical.
En efecto, sobre el pase de Oeste, Sur entrega su último cinco en el 5-3 y esto permite a Este encabezarse por los unos con el 3-1. Norte debe servir forzado su último cinco, el 5-4, y así deja a Oeste encabezarse con 4-6.
Sur pasa trágicamente y Este llega con 1-4. Él (o ella) y su compañero (o compañera) cosechan 25 puntos. Pas mal.
Post mortem
Usted dirá que este blog la tiene cogida con la pareja Norte-Sur; es la tercera vez que ganan los horizontales. Pero fue Alfredo Fernández quien barajó la mano y, como la vez anterior, hay variantes que nos deparan una sorpresa. Veamos primero tres otras posibilidades.
Si en lugar de dejar el uno abierto, Este lo hubiera hecho con el dos y jugara 1-4 en su quinta jugada, habría perdido la mano. Oeste habría tenido que servir a Sur un cuatro para llegar.
Y si Sur se hubiera puesto en grande riesgo botando el 2-1 en su cuarta postura, habría invitado al desastre, pues entonces los contrarios se alzarían con 36 puntos trancando a dos. (Norte prefirió acostar el 3-3 con su tercera piedra antes que permitir la entrada del seis o del dos con 3-4. Sur, por su parte, prefirió dar 3-5, piedra de su compañero, en lugar de un seis, una piedra enemiga, con el 3-6 en su quinta jugada).
En principio, la salida de 0-0 conduce a la pérdida de la mano para la pareja salidora, siempre y cuando Este juegue correctamente el 2-5 en su quinto turno. Pero ¿era obligado salir por doble blanco?
Eso sería lo clásico. Sin embargo, una consideración plausible es tener al 0-0 por una molestia menor y probar la salida por una piedra mixta, tanto en puntas como en el peso de ambas, en plan más bien exploratorio. Por ejemplo, iniciar la mano con 5-3. He aquí una posible trayectoria, jugada razonablemente, que conduce a un empate. Para Norte-Sur, esto sería preferible a la derrota.
¿Están agotadas las posibilidades? En absoluto. Volviendo a la salida por 0-0, Norte ha podido ser más agresivo en su segunda jugada: tomando en cuenta que su compañero jugó antes el 6-5 con pensada, ha podido cuadrar a cinco con 1-5 luego de la acostada de Este en 1-1. Al jugar por este camino, no obstante, volvió a darse el triunfo de Este-Oeste, como quizás quiera comprobar algún visitante. Ni modo; la tenemos cogida con el salidor. Tal vez es por esto que más de un ajedrecista se siente cómodo jugando con las negras. LEA
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