Norte no abrió la boca

 

Más de medio cupón

 

La mano de hoy es una curiosidad de las que ofrece la realidad, puesto que fue una mano realmente disputada el martes de esta semana. No es, pues, una mano preparada artificialmente ni barajada para estudiarla en condiciones de laboratorio. Me la hizo llegar el primo Florencio, de quien ya dije hace un mes en Guerra avisada, al evaluar la calidad de los jugadores de la familia: «Un primo hermano, Florencio Torres Alcalá, está ahí, ahí con José Luis [el hermano de siempre] compitiendo por el liderazgo indiscutible. Si juegan juntos, son prácticamente imbatibles».

Bueno, el martes 2 de junio jugaron juntos, y sus víctimas fueron Farid Hobaica y el anfitrión: Rodolfo Morales. Éstos debieron entregar 62 puntos a los ensañados parientes, y Farid no pudo colocar ni una sola piedra.

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Rodolfo está al Sur, como salidor de esta curiosa mano. Cargó 38 puntos, un poco por debajo del promedio. No tiene dobles pero tiene una falla por cincos. Sin embargo, tiene tres pintas útiles—uno, dos y tres—en las que cargó tres piedras de cada una. Vista en general, su mano es bastante buena.

José Luis jugó desde la posición Este: falla por los unos y tiene el promedio de dos dobles, uno de ellos (5-5) bastante pesado pero en su pinta más fuerte. De hecho, tiene la mano más pesada de la mesa, con 54 puntos. También puede calificársela de regular hacia buena, con potencialidades problemáticas.

Farid, el mártir de esta mano, era compañero al Norte de Rodolfo. Cargó 42 puntos, exactamente el promedio y la peor distribución de la mesa, puesto que tiene cuatro dobles y, peor, tres fallas: uno, tres y cinco. (José Luis es de la opinión que la mano de cuatro dobles es más incómoda para jugar que la que tiene cinco).

Florencio, finalmente, acechaba al Oeste con la mano más liviana de todas: 34 puntos. Tiene un solo doble venial (1-1) y falla por dos y por seis. En sí misma, una mano regular.

Como siempre, poseemos la ventaja de la vista panorámica y vemos claramente que una tragedia está por desarrollarse: además de la terrible mano cargada por Norte, salta a la vista que la pareja Este-Oeste posee todos los cincos de la mesa, y que pueden protegerse el uno al otro de las fallas de cada uno. (Este falla por uno, pero Oeste tiene cuatro de ellos; Oeste falla por dos y por seis y Este puede aguantar tres disparos de estas pintas; no cuatro, pues el seis dos consume de ambas).

Así las cosas, veamos qué pasó el martes por la noche en casa de Rodolfo Morales.

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Sur salió, como tenía que hacer, por piedra mixta, y teniendo una carga más bien ligera optó por salir con la más liviana: 2-1. El jugador al Este no tiene unos, por lo que debe jugar por el dos; lo hace pensando para indicar que tiene otro dos y, naturalmente, asoma de una vez su juego más fuerte con 2-5. (El juego de 2-6 le habría dejado, como vimos, con un solo seis y un solo dos, pero lo importante es que no hubiera mostrado los cinco ni enseñado la posesión del 5-5). Norte pasa por la primera vez, ignorando aún cuál será su destino. Oeste, teniendo en su mano la piedra de cuadrar, y teniendo suficientes cincos para apoyar los cincos del compañero, realiza ahora una estupenda y muy fuerte jugada cuadrando, luego de pensada lo suficientemente larga como para indicar la posesión de más cincos, a la salida con 5-1. Esta jugada tiene dos efectos muy favorables: en primer lugar, le deja con tres unos contra uno solo del salidor, quien sólo podrá cerrar obligado una de las puntas (los tres unos en poder de Oeste, además, constituyen la corrida de unos, que incluye el doble); en segundo lugar, dará a su compañero una pinta enteramente nueva para mayor comodidad de respuesta. Por supuesto, también enseña su fuerte juego por los unos.

Sur piensa para marcar que aún preserva un uno y produce el 1-3, iniciando su tercera pinta de tres piedras, a ver si esta vez la pega. Este se acuesta en 3-3. (Jugar 3-0 sería una tontería porque su juego es alto y se quedaría con otra falla por esa pinta; en cambio, con 3-3 elimina una debilidad). Norte ejecuta un pase impecable. Oeste también se acuesta en 1-1 para forzar a Sur a que castigue él mismo una de sus piedras.

La decisión de Sur es preservar abierto el tres, que acaba de iniciar en su jugada anterior y juega su último uno, el 1-6. Ahora Este tiene la mesa servida; sabe que Norte pasa por tres y por cinco y también que el 3-5 está en poder de su compañero, luego de su larga pensada en la primera jugada, por lo que ataca confiadamente con 6-5. Norte pasa una tercera vez. Oeste piensa brevemente para indicar la posesión de otro tres y cuadra, of course, a cinco con el 3-5, como Este supuso.

Ahora es Sur quien pasa y Este acuesta un majestuoso 5-5 para que Norte pase de nuevo, una última vez, y Oeste juega 5-0.

La tragedia estaba escrita por Sófocles: Sur no tiene más remedio que servir 0-4 para que Este ajusticie a los contrarios trancando a cincos con 4-5. No tengo datos de si Florencio y José Luis anotaron callados 62 puntos en el papel, con la clase de Armando Galarraga para no añadir el insulto a la herida, o celebraron ruidosamente con pullas a Farid, que aún vería íntegras sus siete piedras, ahora abiertas para la cuenta. Conociéndolos, creo lo más probable esto último y, en verdad, la anomalía de la mano merecía ser comentada con risas y júbilo. No sé qué pasó el resto de la noche.

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Por supuesto que Este & Oeste jugaron con la mayor precisión, pero Sur lo hizo con entera lógica dominocística. Norte, simplemente, no pudo hacer absolutamente nada, por lo que tampoco tiene parte alguna en la masacre. Éstas son las condiciones que hacen a la mano una jugada hermosamente, lo que refuerza su rareza. No se necesitó el error de los contrarios para el triunfo.

Ahora bien, sin que Sur pudiera saberlo—la ignorancia del destino es la marca inconfundible de la tragedia griega—, su primera jugada fue funesta. (DRAE: funesto. Aciago, que es origen de pesares o de ruina). Veamos qué hubiera pasado si Rodolfo hubiera puesto el 2-3 en lugar del 2-1 como piedra de salida; he aquí una trayectoria de razonables jugadas:

 

Cosa mucho menos grave

 

Norte sufriría, como antes, tres pases en las primeras tres vueltas, pero lograría descargar después 14 puntos y su lado sólo habría perdido 32 puntos, lo que ciertamente es preferible a una pérdida de 62, o un exceso de 30 puntos. (En su segunda jugada Oeste prefiere iniciar los unos que los blancos, puesto que es más fuerte por los primeros. En su tercera postura, Sur evita con 4-2 la entrada del cinco, posiblemente un cuadre a cincos si jugara 4-0 y, en la siguiente, no sirve el 0-4 porque permite a Este encabezarse con 4-5, ni el 6-3 porque Este pensó antes de acostarse en 3-3; por esto juega 6-1. Y hemos presumido que Oeste jugaría brillantemente, como Florencio suele hacer, 1-0 en lugar de acostarse con 1-1 o jugar 1-4 en su quinta jugada, para asegurar que Este se encabece. Si hubiera buscado directamente el 4-5 de su compañero jugando 1-4, Sur se habría encargado de cerrarlo con 4-0).

Ésta sería la mejor de las opciones pues si, finalmente, Sur hubiera salido por 3-1 (la tercera posibilidad de puntas triplicadas), se hubiera dado la misma tranca a cincos y la misma exacción brutal de 62 puntos, sólo que, dicho en argot del dominó, cayéndosele las piedras de la mano a Este, para mayor humillación.

 

Ruta alterna al mismo destino

 

En estricto sentido, entonces, lo que pasó el martes a Farid y Rodolfo no fue lo peor que les pudo pasar. Era imposible que detuvieran el juego avasallante de los cincos, y seguramente habrían estado muy molestos si José Luis Alcalá hubiera jugado sus dos últimas y mortales piedras una detrás de la otra.

Por último, para quien dude de que fuera estupenda la primera jugada de Florencio, cuadrando a la salida en contra de la piedra de su compañero con 5-1. he aquí lo que hubiera podido pasar si hubiera hecho el cuadre contrario, el «natural» a favor de los cincos:

 

Un rendimiento muy mediocre

 

De nuevo, la fuerza de los cincos habría sido determinante y Este & Oeste hubieran terminado ganando a pesar de haberlos agotado, pero habrían dejado escapar 47 puntos. El cuadre a unos, por tanto, fue una jugada superiorísima, la clave de la mano en la primera postura del primo.

Mucho agradezco a Florencio Torres que me haya enviado la mano que ha salvado mi domingo, y encarezco a otros visitantes aficionados al juego de dominó que me ayuden de modo similar. A fin de cuentas, todo sea ad maiorem Domini gloriam. LEA

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