Esta entrega dominocística es más bien sencilla; está fundada en la cuarta y última mano barajada y analizada por Alfredo Fernández Porras para este blog, una mano nada complicada. Primero, daré cuenta de cómo sugirió el maestro que fuera jugada; luego, se mostrará cómo, supongo, la habría jugado mi hermano José Luis Alcalá, pues no le he consultado sobre ella, pero sé que insiste en un principio estratégico que expondré al final. Los dos resultados son bastante distintos.
Antes de explicar el desarrollo de ambas estrategias, como siempre, sigamos la recomendación del maestro Fernández y evaluemos las cargas de cada jugador individualmente, antes de hacer una privilegiada observación de conjunto que, como sabemos, está vedada a ellos.
La carga de Sur es relativamente buena, quizás sólo regular: contiene 40 puntos, ligeramente por debajo del promedio matemático (168/4 = 42), no tiene fallas y tiene la carga promedio de dos dobles. Siendo el salidor, esto último no es tan grave, y si bien uno de los dobles está en pelo (0-0), es la piedra con menos puntos del dominó.
La carga de Este es más pesada: 49 puntos. Falla por los cuatros pero tiene fuerza en el cinco y el promedio de dos dobles. Regular; una mano promedio con posibilidades.
Norte está muy cerca de la carga media con sus 44 puntos. Como su compañero, no tiene fallas pero, a diferencia de éste, su doble en pelo es la piedra mayor del juego, el 6-6. Con todo, Norte tiene base para pretender un triunfo que puede suponer provisionalmente que vendrá del poder de su cuarteto de cuatros.
Oeste ha cargado la mano más liviana, con 35 puntos. Su distribución es regular, frecuente: tiene una falla (por el cinco) y tiene 2 dobles. No tiene un juego dominante y deberá esperar los acontecimientos antes de rendirse o, por lo contrario, mostrar las agallas.
Nosotros podemos ver desde el Olimpo que, en tanto parejas, ambos lados han cargado exactamente los mismos 84 puntos, que ninguno de los equipos tiene realmente una piedra de muy claro dominio—salvo, quizás, los cinco cuatros que posee la pareja Norte-Sur y los cinco treses de Este-Oeste si logran coordinarlos—y que, en particular, es de muy mala suerte para Este que su pareja no haya levantado ni un solo cinco. Desde nuestra ventajosa perspectiva, no podemos adelantar su desenlace de este somero examen. Hay que jugar la mano.
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Sur abre la mano con 2-2, jugada natural porque es su doble acompañado y Este juega rápido el 2-5, indicando que se trata de su único dos. Norte, en cambio, piensa al tener opción y cierra el cinco con 5-4, iniciando su poderoso cuarteto. Oeste piensa (tiene cuatro jugadas posibles) y opta por acostar el 4-4, eliminando una debilidad. (Las dos últimas jugadas fueron las recomendaciones del economista Fernández, y es la primera postura de Norte lo que tal vez José Luis cambiaría).
Sur ha notado, por supuesto, la pensada de su compañero sobre el cinco para iniciar los cuatros, y la pensada no muy larga de Oeste para acostarse, por lo que presume correctamente que sólo tiene uno más. Si optara por cerrar la piedra de Norte se desprendería de su único cuatro y daría un seis. En lugar de esto, ofrece el mismo seis pero cerrando su salida con el 2-6, cambiando el juego en favor del compañero mediante pensada con la esperanza de que se la interprete como anomalía y no como ausencia de cuatros. Por segunda vez, Este debe jugar forzado, rápidamente, el 6-5 y repite su primera piedra. Ahora Norte cierra con 5-0 manteniendo el cuatro abierto que él mismo puso antes y se presenta a Oeste una disyuntiva crucial. Si cerrara el blanco con 0-2 estaría reponiendo la salida del enemigo aunque Sur la cerró él mismo en su segunda jugada. De hecho, esto revela que Sur no debe tener el 2-4 que le habría permitido cuadrar a dos o a cuatro pues, si lo hubiera tenido, lo habría usado en lugar del 2-6. (Este humilde servidor, por tanto, hubiera jugado 0-2, pero no ha verificado el camino que de esto se desprende; quizás quiera un visitante informarme). El maestro, en quien confiamos, optó por jugar 4-3 desde la posición occidental comenzando a mostrar su trío de treses.
Sur se desprendió rápidamente de su 0-0. Este pensó un poco antes de acostarse también con su 3-3. Norte ejecutó el cuadro natural a blancos (no a los treses de los contrarios) con 3-0, aunque debe colegir, por la rapidez de la jugada anterior de su compañero, que no debe tener más blancos. Oeste se ve ahora forzado a entregar el 0-2.
Pero Sur también repone el tres cerrando sin remedio la piedra de su salida con el 2-3 y aquí Alfredo asegura que ya Este debiera darse por perdido y, por consiguiente, en lugar de jugar 0-6 lo pone a bajar más puntos con 3-5 y a mandarse a matar el 5-5. Norte juega naturalmente y de modo obligado 0-4 y Oeste pasa.
Sur cree dominar el juego dejando otra vez abierto el cuatro al tiempo que asesina al 5-5, claramente en poder de su enemigo oriental, con 5-1. Este sólo puede jugar con rapidez el 1-0 y Norte, pudiendo jugar 4-2, juega 4-1 buscando el 1-6 en poder de Sur, pero Oeste lo cierra con 1-3, precisamente para no permitir esa entrada del seis si se acostara con 1-1 y tampoco la del cuatro si cerrara con 1-2. (Norte, pues, terminó jugando mal pues, si hubiera jugado 4-2, Oeste, cuyo 2-1 estaba descubierto—Este agotó el único que tenía en su primera jugada y ya Sur había jugado sus tres doses, el último, 2-3, rápidamente—hubiera tenido que servir la entrada del seis).
Gracias a ese error, Sur pasó, y ahora Este jugó obligado 0-6 y Norte se desprendió del 6-6, sólo para dejar la tranca servida a treses, que Oeste ejecutó con seguridad total, pues sabe que su compañero tiene sólo los diez puntos del 5-5 ahorcado, que sumados a sus cinco (2-1 y 1-1) dan un total de quince. Quienes se daban por perdidos se alzaron, felices por el milagro de última hora, con 23 puntos en poder de los contrarios. (Oeste sabe que si añade los nueve puntos del 6-3 a los 121 puntos que lee en la mesa, llega a 130, los que restados de los 168 de todas las 28 piedras del dominó dejan por fuera 38 y, al restar los quince que ciertamente ubica de su lado, sabe que los contrarios tienen exactamente 23. No hay pele.
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Ajá, ya sabemos que Norte botó la mano jugando 4-1 en su quinto turno. Si hubiera jugado 4-2, esto habría ocurrido:
Este tiene que cuadrar a seis con su quinta piedra, pues si juega al revés tranca a blancos y pierde, pero el punto es que jugando 4-2 en lugar de 4-1 Norte dejó de ganar 16 puntos para su lado. Pero, aun si hubiera jugado bien en su quinto turno, ¿jugó bien con su primera postura?
Aquí es donde, creo yo, José Luis en posición norteña hubiera jugado la primera vez 5-0 en lugar de 5-4. Muchas veces le he oído decir que si los contrarios juegan pintas altas uno debe hacerlo por las bajas y viceversa, y esto es uno de sus más firmes principios estratégicos pues, como Alfredo mismo y José Luis dicen, el objeto del dominó es ganar la mayor cantidad o perder la menor cantidad de puntos que sea posible.
En el caso de esta mano, Sur comenzó por el dos, una piedra baja y Este respondió con una alta, el cinco. Siguiendo la lógica estratégica de mi hermano, Norte ha debido jugar como primera piedra el 5-0, manteniendo la mesa baja para encerrar las piedras gordas de los contrarios.
Os dejo con la mano jugada de esa manera. La cosecha de José Luis habría rendido ocho puntos más. Si no más eficaz, pues ambas estrategias habrían conducido a la victoria, la de mi hermano habría sido, en el caso particular de esta mano, más eficiente, y de esto se trata. LEA
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