Al momento de cerrar esta entrega de la carta la Coordinadora Democrática no ha emitido declaración oficial respecto del reglamento de reparos que fuera aprobado en hora terrible para Cenicienta. Sus negociadores principales—Quirós, Mujica—se han mostrado, sin embargo, bastante satisfechos, mientras que otros dirigentes—Cipriano Heredia, por caso—han rechazado la decisión como fraudulenta e imposible de cumplir.
Comoquiera que la negociación con el Consejo Nacional Electoral pareciera hacer caso omiso de las contundentes decisiones de la Sala Electoral del TSJ, los negociadores de la CD y quienes los apoyan han dicho que su actividad no niega la actuación de la sala, y que simplemente se trata de una estrategia mixta que busca aprovechar todas las puertas o rendijas que permanezcan abiertas.
Una estrategia de esta clase, se recordará, fue llevada a la práctica en el ya lejano y olvidado «firmazo» del 2 de febrero de 2003, cuando en una clara admisión de no saber en qué palo ahorcarse, la CD exigió que Súmate recogiese firmas para un variado combo de ofertas: enmienda de recorte de período, referendo revocatorio, convocatoria a constituyente, etcétera.
Antecedente más remoto puede encontrarse en aquella proposición de un cierto Secretario General de COPEI que pretendía preservar parte del dominio partidista sobre la determinación de los candidatos a congresistas, en ocasión de debatir si la uninominalidad debía adoptarse como forma de elegirlos. La «oferta» consistió en sugerir que la cosa podía hacerse por mitades: nosotros, los Electores, podríamos escoger uninominalmente al 50% de nuestros representantes; los partidos determinarían en cambote al 50% restante de nuestros representantes. Algo así como aquella falsa madre de salomónica época, que no tenía inconveniente en que un pretendido y disputado bebé fuese cortado por el medio para dividirlo entre las pretendientes.
Así que tenemos mixtas estrategias. Entretanto creemos merecedor del mayor reconocimiento ciudadano el valiente e impecable voto salvado del Magistrado disidente de la Sala Constitucional, Pedro Rondón Haaz. Su disección del monstruoso fallo de la sala a la que pertenece, y en la que debe sufrir la presencia de un trío infame—mientras la Asamblea Nacional completa la violación del máximo tribunal—es realmente brillante, amén de implacable. Vale la pena la lectura del extraordinario documento. Puede encontrársele en el sitio web de Globovisión.
Por supuesto, Iván el Terrible ha impedido la publicación del voto salvado de Rondón Haaz, sobre el pretexto de extemporaneidad. La verdad es que procura ocultar su desnudez. Pero en este nuestro incipiente siglo XXI venezolano, Rondón sí ha peleado. Los venezolanos estamos en deuda con su heroicidad.
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