Cartas

En la liga juvenil de la política venezolana, Julio Borges ha destacado con su destemplado lanzamiento como candidato presidencial. No se explicó qué democrática instancia de Primero Justicia—¿tal vez una elección por la base?—determinó la candidatura. Una asistencia de cuatrocientas personas compuso el escenario de la proclamación en la ciudad de Maracaibo. Borges no dijo nada acerca de su propia idoneidad para el cargo, pero sí que su partido «se cansó de declararle a Marta Colomina por Unión Radio y de hacer política por televisión». (Entrevista a Borges de Alonso Moleiro en El Nacional del domingo 29 de mayo). De resto repitió su justificación generacional. En el escaso mitin marabino sentenció, justo al arranque de su discurso: «Hoy nace una nueva generación política». En la entrevista citada detalló: «Acá lo importante es que una nueva generación de políticos ha entrado a hacer historia. Sólo una nueva generación puede superar la pelea con el pasado y unir a un país dividido en el presente».

Una referencia anticipadora del lanzamiento de Borges se encuentra en el número doble 129-130 de esta carta, del 17 de marzo de este año; es decir, de hace dos meses y medio. Allí escribía: «Varias veces ha hecho esta carta alusiones a líneas sostenidas por Primero Justicia y la llamada Izquierda Democrática de Esculpi. Por lo que respecta al primero se presenta a sus miembros como ‘los únicos’, mientras Julio Borges ‘cede’ funciones partidistas a Liliana Hernández y él prepara su candidatura—ya nos repetirá que él es de la generación a la que toca el turno—mientras la aguerrida ex adeca gerencia ‘la única fuerza política que Chávez teme’.» Es decir, el lanzamiento de Borges no es una sorpresa, por más que Fernando Ochoa Antich quiera presentar el acontecimiento como un «terremoto» inesperado.

La oferta de Borges y Primero Justicia no tiene, para continuar en argot beisbolístico, nada en la bola. Tal cosa se pone de manifiesto de manera transparente en la misma entrevista antes mencionada. Moleiro pregunta: «¿Cómo podemos distinguir la orientación doctrinaria de Primero Justicia?» Y la respuesta de Borges, íntegramente trascrita, es la siguiente: «Chávez está planteando la definición de un proyecto socialista que asoma pero que no termina de describir. Es curioso: él propone que el Congreso Ideológico de su partido será en 2007. Es decir, en lugar de discutir esos temas en el año 2006, o antes, para saber hacia dónde vamos, lo hará después. Ese es un planteamiento político deshonesto. Es una propuesta, de nuevo, hecha para dividir al país: los socialistas y los capitalistas, como si estuviéramos en la Revolución Industrial. Si algo ha evolucionado en el mundo ha sido el cierre entre las contradicciones entre (sic) el socialismo y el capitalismo. Existen terceras vías, con afiliaciones socialdemócratas, como es el caso de Tony Blair, o las de la democracia cristiana. El eje izquierda-derecha está completamente obsoleto».

Tan lamentable declaración, que no contesta en absoluto la pregunta de Moleiro sino que la evade, revela la ausencia de una postura sustantiva de parte de Primero Justicia y de Borges. No puede hablar de la «orientación doctrinaria de Primero Justicia» sino en forma adjetiva: primero, invirtiendo la mayor parte de su respuesta en explicar la «orientación doctrinaria» de Chávez, que no es lo que se le pregunta; segundo, haciendo una débil alusión a «terceras vías», en lo que parece ser la ineludible referencia a Blair y que, dicho sea de paso, ya había sido empleada por el mismo Chávez una vez Presidente Electo para describir su propia postura antes de que se decidiera por el «socialismo del siglo XXI» de Heinz Dieterich. ¿Cómo se entiende lo que es una «tercera» vía sin referencia al eje izquierda-derecha que Borges declara obsoleto? ¿Cómo se puede declarar obsoleto a algo si no se es capaz de ofrecer lo que lo sustituya?

La vaciedad ideológico-doctrinaria de los actores políticos tradicionales—y no por ser de cuño relativamente reciente Primero Justicia escapa a la condición tradicional—es consuetudinaria. Por otra parte, cuando Borges opina que la invitación de Chávez a definir el modelo del «nuevo» socialismo—Chávez también es adjetivador de oficio—es «un planteamiento político deshonesto» porque difiere la consideración del tema, el mismo Borges deja de destacar el hecho de que su propio partido, Primero Justicia, tampoco tiene muy bien definido el asunto, si nos atenemos a las declaraciones de Juan Carlos Caldera, que permiten que El Universal reporte: «Primero Justicia presentará en el tercer trimestre de este año su oferta ideológica y por ahora hay un ‘borrador’ que está siendo distribuido para recoger sugerencias de las bases del partido, informó Juan Carlos Caldera, miembro de la dirección nacional de esta organización. Caldera señaló que la visión de ‘derecha e izquierda es una visión que no le es suficiente a los problemas del país y deja por fuera temas muy importantes’, de modo que será a finales de año cuando en el marco del congreso ‘Centrados en la Gente’ definirán su perfil ideológico». O sea, la extemporánea candidatura de Borges no tiene nada que ver con convicción ideológica alguna, dado que tal cosa no está aún definida. Más precisamente, la postulación de Borges está montada ideológicamente sobre un borrador.

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Entretanto, en territorio de la liga del Caribe, Chávez no alineó con su equipo el sábado 28 de mayo—en la marcha convocada para defender a la «nueva PDVSA»—y concedió forfeit el domingo al cancelar el acostumbrado «Aló Presidente». De esas ausencias se generó una profusa catarata de explicaciones. Hasta bien entrada la tarde del lunes hubo rumores de un supuesto—y deseado por muchos—accidente cerebro-vascular, así como llamadas que aseguraban que la mamá de alguien que trabaja en la Casa Militar sabía que a Chávez le habían dado tres tiros. Otros juraban que estaba en Cuba, como se colegía del hecho de que el Airbus 300 habría aterrizado en Maiquetía luego del fin de semana.

En plan de más sofisticado análisis, algunos lanzaron la hipótesis del descontento presidencial—y su depresión emocional—con la escualidez de la marcha sabatina. (Por cierto, no tan escuálida como la exigua presencia de partidarios del chavismo enfrente de Miraflores el lunes por la mañana, en ridícula exigencia de que les enseñaran que su líder estaba vivito y coleando por cadena nacional de radio y televisión).

Tal vez se atinó más al sugerir que la cancelación del «Aló Presidente» era una forma de atenuar los más recientes ladridos de Chávez a los Estados Unidos, que incluyeron el posible rompimiento de relaciones diplomáticas por causa de Posada Carriles. En verdad, ya un Chávez más sobrio ha debido percatarse de que se le pasó la mano. (Quizás al saber que un pescueceante Bernal intentaba llevar a los marchistas sabatinos en asedio a la embajada norteamericana).

En todo caso, la abundancia de interpretaciones deja en claro una cosa: que la obsesión de muchos venezolanos con la persona de Chávez no sólo se dispara con su presencia, sino también con su ausencia. Es decir, Chávez les hace falta para vivir.

No vale la pena siquiera comentar las poco interesantes razones ofrecidas por el mandatario para su desaparición, y que intentó aprovechar para posicionarse como solícito padre. Sus desvelos paternales no son asunto de incumbencia de la Nación, por más que sea propenso a confundir su pobre biografía con la historia de la República.

Una sola explicación de su ausencia del sábado parecía tener algún sentido político: Chávez no querría dar un cheque en blanco a Rafael Ramírez, luego de haber calibrado que la rampante corrupción y la evidente ineptitud de PDVSA pueden ser el verdadero talón de Aquiles de su gobierno. No todos los fondos faltantes en PDVSA han ido al financiamiento y expansión de su gloriosa revolución. Una buena parte paga Lamborghinis que se estrellan en árboles que bordean carreteras de Florida.

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Pero estos acontecimientos folklóricos han quedado relegados a la categoría de noticias menores ante la noticia política del año: en las Grandes Ligas de la Casa Blanca disfrutaba María Corina Machado de tratamiento de jefe de Estado, al ser recibida en la Oficina Oval para una entrevista de cincuenta minutos con el mismísimo George W. Bush. (Precedente inmediato: Jaime Lusinchi fue recibido en la poderosa oficina por Ronald Reagan, otro presidente republicano, el 4 de diciembre de 1984).

No se trata de un acontecimiento casual. El sitio web de la propia Casa Blanca (http://www.whitehouse.gov) exhibió una foto de la reunión en sitio preferente de apertura de la página, al lado de la reseña de una conferencia de prensa de Bush (que no se refirió a la entrevista) y sobre otras noticias de alguna importancia, incluyendo las relativas a la conmemoración del Memorial Day en Arlington. Una segunda foto del encuentro fue incluida en el sitio, con la siguiente leyenda: «El presidente George W. Bush da la bienvenida a María Corina Machado, la fundadora y directora ejecutiva de Súmate, un grupo independiente de la sociedad civil democrática en Venezuela, a la Oficina Oval el martes 31 de mayo de 2005. Súmate fue establecida en enero de 2002 como una organización no gubernamental para defender los derechos electorales y constitucionales de todos los ciudadanos venezolanos y para vigilar y reportar sobre el desempeño de las instituciones electorales venezolanas».

En nota de prensa emitida por Súmate, María Corina Machado explica: El presidente Bush nos invitó para conversar ya que está muy interesado en conocer la perspectiva de la Sociedad Civil sobre la democracia en la región y en Venezuela, hablamos sobre el importante rol que los ciudadanos estamos ejerciendo en defensa de la democracia». Y más adelante añade: «Nosotros siempre hemos dicho que los problemas de Venezuela debemos resolverlos los venezolanos apegados a lo que establece la Constitución y las leyes del país, pero la comunidad internacional ha establecido un compromiso de apoyo a las democracias del mundo en acuerdos globales y regionales». Por su lado, un vocero anónimo de la Casa Blanca indicó que Bush y Machado discutieron la «actual situación que confrontan las instituciones democráticas venezolanas en riesgo» y también «el importante papel que Súmate está desempeñando en la defensa de los derechos constitucionales de todos los venezolanos, con particular énfasis en el trabajo de Súmate para salvaguardar la integridad y la transparencia del derecho de todos los venezolanos a votar». La ejecutiva de Súmate se apresuró a desmentir que hubiera solicitado ayuda económica de los Estados Unidos o tratado el tema de la destitución de Chávez: «Ello sería algo contra la promoción de la democracia», reportó Associated Press que habría dicho.

La presencia de María Corina Machado en los Estados Unidos obedece a su participación en representación de Súmate ante la sesión de la Organización de Estados Americanos a celebrarse en Fort Lauderdale. Machado hablará ante el organismo el próximo domingo 5 de junio, luego de que una precoz protesta de parte del embajador Valero fuese retirada por razones «de cortesía» con el anfitrión: los Estados Unidos. La reunión con Bush no puede hacer otra cosa que amplificar la importancia del testimonio que Súmate ofrecerá ante la OEA, sin duda centrado sobre la poca confiabilidad del Consejo Nacional Electoral. El mismo presidente Bush hablará en la cumbre de Florida, donde puede darse por sentado que se referirá al tema venezolano y el papel de Súmate y María Corina Machado, mientras reitera su desaprobación de Chávez y sus métodos.

Movidos del terreno de la pelota a las arenas taurinas, puede decirse que Bush ha dado la alternativa a María Corina Machado. Con la entrevista del martes, Machado pasa a ocupar un indiscutido primer lugar en el liderazgo político venezolano, opacando los municipales intentos de Julio Borges, por ejemplo. Aunque se cuida muy bien de mencionar siquiera la idea de una candidatura, es claro que se ha posicionado con más fuerza que nadie con este viaje norteño.

Durante la tortuosa travesía de la oposición venezolana entre 2002 y 2004, la actuación de Súmate y su líder más connotada fue poco menos que impecable. Las declaraciones de Machado siempre fueron claras, pertinentes y aplomadas. Alguna vez se dio el lujo de ofrecer los servicios de Súmate al Comando Maisanta, para ayudarlo en la organización de las elecciones internas del Movimiento Quinta República. Así consolidó una imagen de excelencia profesional, respetuosa del liderazgo de la Coordinadora Democrática, a la que prestó el brazo técnico que esa cúpula opositora requería. En el #74 de esta carta, del 19 de febrero de 2004, se afirmaba: «Súmate es el núcleo vital de la nueva organización política que necesitamos. Ella merece mejores estrategas».

Desde que el 12 de marzo declarase su conversión a un «movimiento ciudadano nacional», Súmate se ha convertido en su propio estratega. Todavía insiste en el débil alegato de los profesores Hausmann y Rigobón acerca de la existencia de un fraude electrónico el pasado 15 de agosto, y en la sospecha basada en las encuestas de salida que Súmate encargara ese día. (El mismo Rigobón declararía después a El Universal que no debía tomarse en serio a las «exit polls» porque en todas partes eran «una porquería»). Pero Súmate ha concentrado ahora su acción de movimiento en la exigencia de «elecciones limpias», con una sólida batería de argumentos. Con este propósito se alineaba el «Informe Waller» (What to do about Venezuela, mayo 2005, analizado en el #137 de esta carta) del Centro para Política de Seguridad, en los siguientes términos: «Para las elecciones de 2006 debe implantarse un nuevo modelo y proceso electoral para desalentar o al menos entorpecer la clase de fraude que ocurrió en 2004. Es probable que el régimen sabotee la implementación de cualquier nuevo proceso. Esto, por sí mismo, ayudará a consolidar el cambio de paradigma hacia una precisa percepción del gobierno venezolano como una dictadura».

Es de esperar que Súmate se mantenga desligada de ese enfoque del Center for Security Policy, que en su sitio web proclama al reseñar el «Informe Waller»: «El informe enfatiza que todavía es posible un cambio de régimen en Venezuela sin el uso de la fuerza, aun cuando la acción militar pudiera necesitarse si el dictador decide hundir la infraestructura económica del país consigo, como trató de hacer Saddam Hussein en Irak».

Si algo bueno ha habido en las recientes declaraciones de Julio Borges es su formulación de la siguiente postura: «Los que piensan que acá no hay salidas electorales, pues que organicen su conspiración. Los invito a que lo hagan. Conmigo no cuenten». Algo así le sale declarar a María Corina Machado.

En estas cosas es preciso ser claros. Por ejemplo, María Corina Machado nunca ofreció como explicación lo que ahora aduce Oscar Vallés, dirigente de Súmate, al salir al paso de acusaciones gubernamentales sobre una presunta candidatura presidencial de su líder: que «el objetivo fundamental del encuentro entre Bush y Machado era alertar a Estados Unidos sobre la intención del gobierno con la campaña antiestadounidense, que sería desviar la atención de la situación de los derechos humanos en Venezuela, la cual será expuesta en la Asamblea de la Organización de Estados Americanos». Esto reporta ayer El Universal (sitio web) y cita a Vallés diciendo que las posturas antinorteamericanas de nuestro gobierno sitúan a Venezuela «al margen extremo del sistema interamericano de naciones, que constituye un gravísimo antecedente que, sin duda, marcará el futuro de las relaciones hemisféricas de Venezuela y ante las cuales los ciudadanos de este país no podemos quedarnos de brazos cruzados».

Vallés opina también, en evidente alusión a Julio Borges, que un debate prematuro sobre candidaturas presidenciales «desvía la atención sobre las graves amenazas y peligros que hoy conciernen y apuntan a la debilidad de Venezuela y la democracia». Y añade: «el debate es por la lucha por las libertades, por el restablecimiento pleno de las garantías ciudadanas, pensar en candidaturas sí es hacerle el juego al gobierno».

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