Se cae de maduro que la defenestración y sustitución de Alí Rodríguez Araque como Ministro de Relaciones Exteriores tiene que ver con sus malas caras ante los recientes bretes en los que la procaz e irresponsable locuacidad de Hugo Chávez le ha metido. De éstos, el más visible fue el diferendo insultante contra Alan García, pero luego se ha añadido a ése otros incidentes y ocurrencias. Por ejemplo, la reciente alineación de Chávez con Irán y su tratamiento del conflicto del Líbano.
Precisamente al partir a su último y dispendioso viaje, Chávez anunciaba despidiéndose que Rodríguez había sufrido un «preinfarto», a pesar de que la Cancillería aseguraba que todo el caso médico era un malestar pasajero, en comunicado oficial sobre la salud del ahora ex ministro. No es el primer ministro que sufre un patatús mientras gobierna bajo Chávez. (Ignacio Arcaya sufrió lo suyo siendo Ministro de Relaciones Interiores a raíz de los deslaves de Vargas en 1999, como su antecesor «el policía» Izaguirre fue presa de un vahído ante las cámaras de televisión por los días del «caracazo»).
Alfredo Toro Hardy tendrá que seguir esperando por su ansiado nombramiento como canciller. La investidura ha recaído sobre el tirapiedras de Nicolás Maduro, hasta hace nada Presidente de la Asamblea Nacional, y uno de los más descarados aquiescentes de todo lo que diga el máximo líder de la revolución «bolivariana» y «socialista». Maduro es de línea dura, y que se le convoque al Ministerio de Relaciones Exteriores en momentos de campaña electoral—interna y externa, si se cuenta la búsqueda de un puesto en el Consejo de Seguridad de la ONU—emite la clara señal de endurecimiento gubernamental en el campo. Será Maduro—a quien sustituirá Desireé Santos Amaral en la dirección de la Asamblea Nacional—y no Rodríguez quien deba comunicar al embajador israelí la ruptura de relaciones diplomáticas entre Venezuela e Israel de manera oficial.
No hay hasta ahora posición fijada por la comunidad judía nacional ante el desafío de Chávez a Israel. La que sí se ha pronunciado es la comunidad judía argentina, que es sólo segunda tras la norteamericana en el continente. El Presidente de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas, Jorge Kirszenbaum, declaró: «Estamos sumamente preocupados por las declaraciones del presidente Chávez, quien hace una comparación, inaceptable para la comunidad judía latinoamericana, de Israel con el nazismo».
¿Habrá calculado Chávez el efecto que esa poderosa agrupación pudiera tener sobre su pana burda Néstor Kirchner?
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