LEA, por favor
A Luis Alejandro Aguilar
En un trabajo titulado «Los rasgos del próximo paradigma político», publicado en la revista referéndum, el suscrito explicaba en febrero de 1994 que «(e)xiste ahora… un marco teórico y analítico—la teoría de la complejidad, el concepto de fractales, la teoría del caos—que permite entender los sistemas políticos desde una nueva perspectiva…» Un poco más tarde, en mayo de ese mismo año, llevaba esta idea a un coloquio de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad del Zulia—El Comunicador Necesario—y proponía: «Esta revolución en la física continúa vigente, como siguen en despliegue asombroso los nuevos ríos epistémicos de la biología: la genética como ingeniería, la ecología. Y lo mismo ocurre en las ciencias de la acción humana, como la política, y más allá de cada una de estas disciplinas la ciencia de lo complejo, de lo caótico, produce verdaderas rupturas y reacomodos de la episteme: el contenido total de lo pensable por esta época… Nuestro bachiller, nuestro mejor bachiller, es una cabeza clásica, formada en la física de Newton, detenida en el tiempo histórico del siglo XIX. El énfasis es puesto en lo canónico, en lo clásico, en el pensamiento antiguo. Se privilegia a Platón, a Hobbes, a Dalton, a Darwin, mientras se regatea la noticia sobre Einstein, Gell-Mann, Mandelbrot o Prygogine».
Aun antes, en trabajo completado en diciembre de 1990—Un tratamiento al problema de la calidad en la educación superior no vocacional en Venezuela—anticipaba: «La teoría del caos estudia aquellos fenómenos que siguen reglas deterministas estrictas y sin embargo son impredecibles en principio. La turbulencia atmosférica, el latido del corazón humano, el movimiento de los precios en un mercado, el ‘ruido rosado’ que los ingenieros de sonido emplean para calibrar sus equipos, son algunos de los fenómenos que tienen comportamiento caótico y que comienzan a ser entendidos ahora con ayuda de la ciencia fractal. Esos fenómenos exhiben patrones de variación similares si se les considera en diferentes escalas temporales, del mismo modo que los objetos con invariancia a la escala exhiben patrones estructurales similares a diferentes escalas espaciales. Hay, pues, una profunda relación entre la geometría fractal y los comportamientos caóticos: la geometría fractal es la geometría del caos. El dominio del lenguaje fractal hace entrever la posibilidad de mejores y más profundas intuiciones acerca de los procesos básicos del universo, de la evolución de las especies, de la conducta humana. Se trata de una revolución excitante, que posiblemente sea el componente más profundo y poderoso de una nueva episteme, de una nueva concepción del mundo».
La Ficha Semanal #117 de doctorpolítico corresponde a los primeros párrafos de la introducción al libro Chaos Theory in the Social Sciences, editado en 1996 por la Universidad de Michigan bajo la conducción de L. Douglas Kiel y Euel Elliott. El texto publicado aquí no hace sino remachar la misma esperanza: que la teoría del caos—en términos más generales la naciente ciencia de la complejidad—es el paradigma correcto para las ciencias sociales, que hasta ahora han vivido de préstamos de las ciencias naturales, en particular de la física de Newton. (Todavía algunos analistas venezolanos de lo político se refieren a fuerzas, vectores y «espacios políticos». De vez en cuando se discutía si había «espacio para una nueva fuerza política», en pleno discurrir mecanicista).
La explicación de Elliott y Kiel, no obstante, no es de muy feliz redacción. Es repetitiva y en ocasiones hasta perogrullesca. Por ejemplo, escriben: «El evidente valor metafórico de la aplicación de una teoría del caos al reino social ha servido de ímpetu para la emergencia de la aplicación de esta teoría a los fenómenos sociales». (Algo así como George W. Bush, cuando dijo: «La mayoría de nuestras importaciones proviene del exterior»). Sirve aquélla, de todos modos, para vender machaconamente la tesis. Una introducción mucho más útil para el lego se encuentra en el libro de James Gleick, Chaos: The Making of a New Science, que Plaza & Janés ha traducido al castellano y sin duda es de adquisición recomendable.
LEA
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Caos constructivo
Históricamente, las ciencias sociales han emulado los paradigmas tanto conceptuales como metodológicos de las ciencias naturales. Desde la revolución conductual, pasando por aplicaciones tales como la cibernética, hasta la predominante confianza en la certeza y estabilidad del paradigma newtoniano, las ciencias sociales han seguido la guía de las ciencias naturales. Esta tendencia continúa, a medida que los nuevos descubrimientos en las ciencias naturales han conducido a una reconsideración de la relevancia del paradigma newtoniano para todos los fenómenos naturales. Uno de estos descubrimientos, representado por el campo emergente de la teoría del caos, eleva cuestiones acerca de la aparente certeza, linealidad y predecibilidad que previamente fueron tenidos por esenciales a un universo newtoniano. El reconocimiento creciente de la incertidumbre, la no linealidad y la impredecibilidad del reino natural por los científicos naturales, ha acicateado el interés de los científicos sociales en estos nuevos descubrimientos. La teoría del caos representa el esfuerzo más reciente de los científicos sociales por incorporar teoría y método de las ciencias naturales. Más importante aún, la teoría del caos parece proveer un medio para entender y examinar muchas de las incertidumbres, no linealidades y aspectos impredecibles en la conducta de los sistemas sociales. (Krasner 1990).
La teoría del caos es el resultado de descubrimientos de los científicos naturales en el campo de la dinámica no lineal. La dinámica no lineal es el estudio de la evolución temporal de los sistemas no lineales. Los sistemas no lineales manifiestan un comportamiento dinámico tal que las relaciones entre las variables son inestables. Más aún, los cambios en estas relaciones están sujetos a realimentación positiva en la que los cambios se amplifican y rompen estructuras existentes y el comportamiento, y crean resultados inesperados en la generación de nuevas estructuras y nuevo comportamiento. Estos cambios pueden resultar en nuevas formas de equilibrio; formas novedosas de aumento de la complejidad; o aun una conducta temporal que parece azarosa y desprovista de orden, el estado de «caos» en el que la incertidumbre domina y la predecibilidad se rompe. A menudo se describe a los sistemas caóticos según tengan caos de baja dimensión o exhiban caos de alta dimensión. Los primeros exhiben propiedades que pueden permitir alguna predicción a corto plazo, mientras que los últimos exhiben tanta variación que impiden cualquier predicción. En todos los sistemas no lineales, sin embargo, la relación entre causa y efecto no parece proporcional y determinada, sino vaga y, en el mejor de los casos, difícil de discernir.
Estos descubrimientos han dado pie a una nueva matemática que contradice el previo compromiso científico con la predicción y la certeza. Los científicos naturales han aplicado ya esta matemática a numerosos campos de estudio. Una lista parcial y sucinta de los campos incluye la meteorología (Lorenz 1963), la biología de las poblaciones (May 1976), y la anatomía humana (West y Goldberger 1987). Estos estudios muestran consistentemente que la no linealidad, la inestabilidad y la incertidumbre resultante son componentes esenciales en los procesos evolutivos de los sistemas naturales. Más aún, estos estudios han conferido precedencia a una mayor preocupación por la extensión y los retos de la comprensión de la complejidad inherente a los sistemas naturales.
De este modo el paradigma emergente del caos tiene profundas implicaciones para el antiguo punto de vista newtoniano dominante, de un universo mecanicista y predecible. Mientras que un universo newtoniano se fundaba en la estabilidad y el orden, la teoría del caos enseña que la inestabilidad y el desorden no sólo están ampliamente distribuidos en la naturaleza, sino que son esenciales a la evolución de la complejidad en el universo. Así, la teoría del caos, como la teoría de la relatividad y la teoría cuántica antes de ella, propina otro golpe al compromiso singular con el determinismo de un punto de vista newtoniano del reino natural.
Esta comprensión sugiere, asimismo, que los éxitos relativos en la adquisición de conocimiento por las ciencias naturales son el resultado de enfocarse sobre sistemas «simples» que funcionan de una manera ordenada y consistente. A medida que los científicos naturales han desplazado el foco de sus investigaciones hacia sistemas más complejos, la previa búsqueda de certidumbre ha cedido a una mayor apreciación de la incertidumbre y la enormidad del potencial generado por la incertidumbre del desorden y el desequilibrio.
Con el foco de la teoría del caos sobre la no linealidad, la inestabilidad y la incertidumbre, la aplicación de esta teoría a las ciencias sociales era tal vez una eventualidad predecible. Como ha notado Jay W. Forrester (1987), «Vivimos en un mundo grandemente no lineal». El reino social es claramente no lineal, en el que la inestabilidad e impredecibilidad son inherentes, y donde causa y efecto son a menudo un laberinto desconcertante. El hecho obvio de que los sistemas sociales son sistemas históricos y temporales enfatiza igualmente el valor potencial de la teoría del caos para las ciencias sociales. Los sistemas sociales quedan tipificados por las relaciones cambiantes entre sus variables.
El evidente valor metafórico de la aplicación de una teoría del caos al reino social ha servido de ímpetu para la emergencia de la aplicación de esta teoría a los fenómenos sociales. La teoría del caos se funda en la matemática de los sistemas no lineales. De esta manera los científicos sociales, en su esfuerzo por imitar el rigor matemático de las ciencias naturales, están aplicando cada vez más esta matemática a una variedad de fenómenos sociales. El análisis de series de tiempo es esencial a este esfuerzo, a medida que los investigadores luchan por examinar cómo ocurre el comportamiento no lineal y caótico y cómo cambia en el tiempo.
Claramente, la brecha fundamental entre el éxito evidente de la adquisición de conocimiento en las ciencias naturales, versus los éxitos más bien mínimos en la comprensión de la dinámica del reino social, es la no linealidad, la inestabilidad y la incertidumbre inherentes al comportamiento de los sistemas sociales. El «caos» aparente de los fenómenos sociales siempre ha sido un obstáculo a la adquisición de conocimiento en las ciencias sociales. Los científicos sociales han argumentado por largo tiempo que esta brecha relativa del conocimiento se debía a la complejidad relativa de los fenómenos examinados por las dos culturas científicas. Sin embargo, la teoría del caos nos enseña que en gran medida la «brecha» entre ambas ciencias ha podido ser en gran medida artificial. A medida que los científicos naturales investigan con más intensidad los fenómenos naturales complejos, también deben confrontar los retos que hace tiempo han servido para mantener a las ciencias sociales en la posición de un hijastro científico. La teoría del caos parece representar un medio promisorio para una convergencia de las ciencias que servirá para enriquecer la comprensión de los fenómenos tanto naturales como sociales.
L. Douglas Kiel – Euel Elliott
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