De haber tenido noticia de ellos—a través, por ejemplo, de una máquina del tiempo—Plutarco se habría encargado de reseñar sus caracteres y trayectoria en Vidas paralelas. Porque es que a ambos, Julio Borges y Diosdado Cabello, en aceras opuestas del espectro político venezolano, se les ha ocurrido recomendar, para sus propias agrupaciones políticas, exactamente el mismo récipe: un congreso ideológico.
Borges lo entiende como un «fortalecimiento ideológico» de su partido, Primero Justicia, «para dar la batalla por la defensa de la educación libre, de la descentralización y la distribución justa de la riqueza petrolera». Así fue presentada la cosa en reciente «acto de desagravio» a Henrique Capriles Radonsky—con notoria ausencia del munícipe chacaíno Leopoldo López—en el que PJ anunció su plan político para el año 2007 y el propio Borges defendió la corrección del lanzamiento de su candidatura hace veinte meses.
Cabello, en cambio, vislumbra su congreso como instrumento para la unificación de fuerzas. Hablando por más de un dirigente chavista que busca interpretar para la práctica la prescripción presidencial de un «partido único de la revolución», dio por sentado que los resultados electorales del 3 de diciembre hablan por sí solos—la votación del MVR más que cuadruplicó las de Podemos y el PPT—y recomienda el evento como un paso indispensable del proceso integrador.
Ambos dirigentes, pues, a pesar de sus notorias diferencias—muy precisamente ideológicas—creen que la solución está en la ideología.
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El líder máximo de Primero Justicia ha intentado antes una comparación entre el chavismo y el justicierismo en el plano ideológico. A raíz del lanzamiento de su candidatura presidencial en mayo de 2005, por caso, fue entrevistado por Alonso Moleiro (El Nacional, 29 de mayo de 2005) y preguntado en estos términos: «¿Cómo podemos distinguir la orientación doctrinaria de Primero Justicia?» La respuesta de Borges, íntegramente trascrita, es la siguiente: «Chávez está planteando la definición de un proyecto socialista que asoma pero que no termina de describir. Es curioso: él propone que el Congreso Ideológico de su partido será en 2007. Es decir, en lugar de discutir esos temas en el año 2006, o antes, para saber hacia dónde vamos, lo hará después. Ése es un planteamiento político deshonesto. Es una propuesta, de nuevo, hecha para dividir al país: los socialistas y los capitalistas, como si estuviéramos en la Revolución Industrial. Si algo ha evolucionado en el mundo ha sido el cierre entre las contradicciones entre el socialismo y el capitalismo. Existen terceras vías, con afiliaciones socialdemócratas, como es el caso de Tony Blair, o las de la democracia cristiana. El eje izquierda-derecha está completamente obsoleto».
Tan lamentable declaración, que no contestó en absoluto la pregunta de Moleiro sino que la evadió olímpicamente, revelaba la ausencia de una postura sustantiva de parte de Primero Justicia y de Borges. No pudo hablar de la «orientación doctrinaria de Primero Justicia» sino en forma adjetiva: primero, invirtiendo la mayor parte de su respuesta en explicar la «orientación doctrinaria» de Chávez, que no es lo que se le pregunta; segundo, haciendo una débil alusión a «terceras vías», en lo que parece ser la ineludible referencia a Blair y que, dicho sea de paso, ya había sido empleada por el mismo Chávez una vez Presidente Electo para describir su propia postura antes de que se decidiera por el «socialismo del siglo XXI» de Heinz Dieterich. ¿Cómo se entiende lo que es una «tercera» vía sin referencia al eje izquierda-derecha que Borges declara obsoleto? ¿Cómo se puede declarar obsoleto a algo si no se es capaz de ofrecer lo que lo sustituya?
Por otra parte, cuando Borges opinaba que la invitación de Chávez a definir el modelo del «nuevo» socialismo—Chávez también es adjetivador de oficio—es «un planteamiento político deshonesto» porque difiere la consideración del tema, el mismo Borges dejaba de destacar el hecho de que su propio partido, Primero Justicia, tampoco tiene muy bien definido el asunto, si nos atenemos a las declaraciones de Juan Carlos Caldera, que permitieron que El Universal reportara exactamente cuarenta y ocho horas después (31 de mayo de 2005) de la entrevista reseñada: «Primero Justicia presentará en el tercer trimestre de este año su oferta ideológica y por ahora hay un ‘borrador’ que está siendo distribuido para recoger sugerencias de las bases del partido, informó Juan Carlos Caldera, miembro de la dirección nacional de esta organización. Caldera señaló que la visión de ‘derecha e izquierda es una visión que no le es suficiente a los problemas del país y deja por fuera temas muy importantes’, de modo que será a finales de año cuando en el marco del congreso ‘Centrados en la Gente’ definirán su perfil ideológico». O sea, la extemporánea candidatura de Borges no tenía nada que ver con convicción ideológica alguna, dado que tal cosa no estaba aún definida. Más precisamente, la postulación de Borges estaba montada ideológicamente sobre un borrador.
Esa definición del «perfil ideológico» de Primero Justicia, como sabemos, no se produjo, ni en 2005 ni en 2006, razón precisa por la que ahora se reanuncia el asunto para 2007, que exactamente era lo que Borges consideraba «políticamente deshonesto».
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Cabello dado por Dios, en su propio turno, declara saldada la cuestión de si debe haber varios o un único partido reunido en torno al Führer Chávez. (Heil Hugo, o Uh, ah, Chávez no se va). El apelmazamiento del MVR, PPT, Podemos, PCV, Tupamaros, y un largo chiripero, será posible a partir de un congreso ideológico. Vladimir Villegas define la agenda: «Igualmente, una definición ideológica es necesaria para dar coherencia a una organización política. Siendo el partido de los factores que promueven, estimulan y defienden la revolución bolivariana, el pensamiento político del Libertador Simón Bolívar es una de sus fuentes integrantes. Pero a la vez, es un partido que reivindica el socialismo como alternativa. Por ende, tendrá que definir las características del sistema socialista que propone para Venezuela. He allí otro punto que invita al debate. No es suficiente hablar de socialismo a secas. Ni siquiera de socialismo del siglo veintiuno. Hay que ir a definiciones específicas con respecto al rol del partido en la sociedad, al modelo político, a las formas de propiedad, al rol del mercado y del Estado». (Los retos del Partido de la Revolución, El Nacional, 12 de diciembre de 2006).
La tarea es compleja. Se trata nada menos que de conciliar las preferencias de un héroe mitológico secuestrado por el chavismo, claramente a favor de una economía liberal, con las de un modelo socialista que se le opone. Se trata de compatibilizar el culto santero-chavista a Bolívar con la despreciativa opinión que de él tenía el Zeus del panteón socialista: Carlos Marx. (En artículo de éste sobre Bolívar para The New American Encyclopedia, 1858. Muestras: «Habiendo regulado el congreso granadino en Bogotá, e instalado al general Santander como comandante en jefe, Bolívar marchó sobre Pamplona, donde gastó alrededor de dos meses en fiestas y bailes». «Piar, el conquistador de Guayana, que una vez le había amenazado con juzgarlo en corte marcial por desertor, no ahorraba sus sarcasmos contra el ‘Napoleón de la retirada’, y Bolívar, en consecuencia, aceptó un plan para deshacerse de él». «A fines de marzo de 1830 avanzó a la cabeza de 8.000 hombres, tomó Caracuta, que se había rebelado, y luego giró hacia la provincia de Maracaibo, donde Páez le esperaba con 12.000 hombres en fuerte posición. Tan pronto como se dio cuenta de que Páez quería pelear seriamente, su valentía colapsó»).
En la misma edición de El Nacional se avisa que Elías Jaua dirigirá una comisión del MVR que revisará «los modelos existentes en el mundo» en preparación del virtual «partido único de la revolución», especificando que estos modelos son los de China, Corea del Norte y Cuba. («…tendrá la libertad de elaborar un cronograma de cómo se efectuará la transición del MVR y 24 grupos chavistas en uno solo». Acá puede haber una confusión, puesto que lo que existe en los países mencionados es el partido único único, el partido único propiamente dicho: esto es, se trata de sociedades unipartidistas. La prédica de Chávez acerca de la conveniencia de un mundo multipolar no se extiende al multipartidismo).
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Es, pues, a partir de tan inconsistentes bases que las formaciones revolucionarias y justicieras acometerán la elaboración de sus respectivos catecismos en el año que está por comenzar. Naturalmente, se trata de un instrumento que confiere instantánea comodidad política. Una vez que estén listas las respectivas formulaciones ideológicas—a partir, en un caso, del «borrador» escrito por Borges (un agregado de postulaciones socialcristianas de calidad inferior a las presentadas, en su época, por Rafael Caldera o Enrique Pérez Olivares), y de textos, en el otro caso, de Heinz Dieterich, Martha Harnecker, Norberto Ceresole y Federico Brito Figueroa—será posible compactarlas en forma de credos sucintos para exigir la aquiescencia de los militantes correspondientes, una vez que los hayan memorizado y estén en posición de recitarlos de caletre.
Tal cosa puede ser altamente conveniente, puesto que así se determinaría unas ortodoxias respecto de las cuales sería en principio posible determinar si Hugo Chávez o Diosdado Cabello, Julio Borges o Leopoldo López, incurren en un futuro en desviacionismos—término del ámbito socialista—o en herejías—concepto preferido por los cristianos. Es decir, tendremos todo resuelto.
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Detrás de toda ideología hay un garrafal ejercicio de soberbia. Las ideologías estipulan la forma o el funcionamiento de toda una sociedad, y los medios preferentes para llevar a la práctica esa formulación totalizante. Hay, asimismo, un monumental despliegue de holgazanería intelectual. Una vez con la fórmula maestra en las manos, basta aplicarla a una sociedad desprevenida, pues todo problema está resuelto de antemano, toda solución prevista para futuros extensos. El Tercer Reich, que tenía la suya en Mein Kampf, iba a durar mil años. El Estado fascista, provisto a posteriori de una ideología por encargo a Giovanni Gentile, proclamaba: «El Estado es no sólo una realidad viva del presente, también está ligado al pasado y sobre todo al futuro, y así trasciende los escasos límites de la existencia individual y representa el espíritu inmanente de la nación». El comunismo ruso se afincaba en la ideología marxista corregida y aumentada por Lenin, que prometía un futuro comunista eterno, un «hombre nuevo» que ya no estaría sujeto a la lucha de clases. Muy similarmente, el neoconservatismo norteamericano encontró su profeta en Francis Fukuyama, que certificaba que la historia había terminado con el colapso del «socialismo real» de la Unión Soviética.
Debe reconocerse, sin embargo, que no parece haber esa intención milenaria entre socialcristianos como Julio Borges, y que Chávez habla sólo de los próximos doscientos años como alcance práctico de su modelo. Ya COPEI había inaugurado esta moda, desde entonces latente, de los «congresos ideológicos», cuando sostuvo el propio hace exactamente dos décadas. En esa ocasión el proyecto socialcristiano no pretendía prolongar su vigencia de plan maestro más allá de cincuenta o, tal vez, cien años.
Por lo que respecta a Un Nuevo Tiempo, sólo contamos por los momentos con la definición ofrecida por Omar Barboza: desde allí procederá a lanzarse «la nueva democracia social», sea lo que tan imprecisa promesa signifique. En la actualidad el movimiento sólo busca extenderse como partido nacional a toda máquina, y no tiene tiempo para debates principistas. Pero ya anunciará su propio congreso ideológico, pues de lo contrario será tenido por pariente pobre. Tal vez lo veamos en 2008 o 2009, una vez que se haya agotado, luego de los ciclos revocatorio y constituyente, su agenda cortoplacista.
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