Cartas

El gobierno se ha mostrado extraordinariamente diligente en el aumento de su control sobre la economía nacional. En materia de días, las transnacionales AES Corporation, Verizon y CMS Energy Corporation han firmado acuerdos en los que se pacta la venta de sus acciones en La Electricidad de Caracas, CANTV y Seneca, la empresa suplidora de electricidad a Nueva Esparta. Los representantes de cada una de estas firmas se han declarado razonablemente satisfechos con los precios pactados y las condiciones de los traspasos, así como han señalado que las negociaciones se condujeron con profesionalismo. (Verizon recibirá 572 millones de dólares por el 28,5% de las acciones de CANTV; AES obtendrá 739 millones por su 82% de La Electricidad de Caracas. El precio pactado por CANTV es inferior al que ofreciera en su momento el empresario mexicano Carlos Slim, pero la diferencia estaría más que justificada porque en este caso el gobierno asumirá los pasivos laborales de la empresa).

Por otra parte, preocupado por la tasa de inflación experimentada en enero (2%, que anualizada pudiera alcanzar 27% para todo 2007) el gobierno, principal responsable del fenómeno, busca poner en práctica medidas diversas. En efecto, ha sido el marcadísimo incremento de la liquidez (44% en 2006), a causa de un recrecido gasto público en año electoral (56% recrecido en los primeros 10 meses de 2006), el combustible fundamental de la inflación observada. El conjunto de su política económica—control de cambios a tasa fija, controles de precios, gasto exacerbado—junto con todo género de desestímulos a la inversión privada, no ha sido eficaz para reducir la inflación.

Así, se habla de un nuevo pacto antinflacionario, y de estimular al sector bancario para que aumente las tasas de interés sobre depósitos, con la esperanza de fortalecer la propensión al ahorro y retirar de la circulación una proporción significativa de la liquidez excesiva, que se restaría de este modo del gasto de los consumidores. Las estatizaciones, en sí mismas, contribuirían a este esfuerzo, al representar inversión pública en lugar de gasto. También el gasto en el exterior: ahora ha anunciado el gobierno que adquirirá 2.000 millones de dólares adicionales de la deuda argentina.

Al propio tiempo, el Ejecutivo modifica el régimen de manejo de divisas con la intención de regular la liquidez. La industria petrolera ya no ofrecerá los dólares que se originan de la venta de hidrocarburos al Banco Central de Venezuela, sino a la Tesorería Nacional, y luego la Tesorería cambiará los dólares en el BCV para atender el gasto de los ministerios y demás organismos oficiales. La Tesorería recibirá directamente de PDVSA las regalías, el impuesto sobre la renta y los dividendos causados.

Pero concurrentemente con la inflación de comienzos de año (4% en el sector de alimentos) se ha manifestado la escasez de ciertos rubros básicos: azúcar (ya desde hace un tiempo), leche y carne. El argumento empresarial de estos sectores es sencillo: no pueden vender a pérdida. La reacción gubernamental es en cambio doble. Una de sus caras favorece a productores y comerciantes, pues ha accedido a un aumento en los precios regulados respecto de su nivel anterior (38% para la carne de res, 45,3% para pollo y huevos, 5,6% para la leche). También ha procedido a eliminar el impuesto al valor agregado de esos productos. A partir de hoy los consumidores no tendrán que pagar el impuesto al valor agregado cuando compren carne de ganado bovino y porcino, mayonesa, aceite vegetal y avena. Tampoco pagarán IVA el maíz y el sorgo, que se usa para procesar los alimentos balanceados que consumen los animales. También quedará exonerado de este tributo el transporte terrestre de todos los alimentos de primera necesidad. La decisión supone un sacrificio de 3,5 billones de bolívares para el fisco, lo que representa 5,1% de la meta de recaudación del año 2007 prevista en el presupuesto. Quedará al SENIAT la tarea de rellenar el agujero con el cobro de otros impuestos, que le permitan entregar al fisco 58,5 billones de bolívares pronosticados para 2007.

La otra cara es amenazante; el gobierno intervendrá las empresas comercializadoras de alimentos que a su juicio incurran en acaparamiento o especulación: “Denme la primera excusa para nacionalizar el primer frigorífico, el primer gran abasto, la primera red o distribuidora de alimentos, o lo que fuere, y ponerlo a la orden del pueblo», dijo Chávez en el Círculo Militar, en un acto con pensionados del Seguro Social. La Ministra de Industrias Ligeras y Comercio, María Cristina Iglesias, ya entregó al Presidente un proyecto de “Ley Especial de Defensa Popular contra el Acaparamiento, la Especulación y la Usura sobre Alimentos bajo Régimen de Control”. La administración de las empresas intervenidas pasaría a manos de los consejos comunales.

¿Cómo reacciona el sector privado a estos anuncios? El Presidente de Fedecámaras, José Luis Betancourt, considera el anuncio de este último decreto una verdadera amenaza, y declara que “así no se puede trabajar”. Pero los empresarios más directamente involucrados cantan en otra tónica; por ejemplo, el director ejecutivo de la Asociación Nacional de Supermercados y Autoservicios (ANSA), Luis Rodríguez, anunció que el sector está cumpliendo con las regulaciones de precios anunciadas por el Ejecutivo: «Desde ayer arrancamos con los precios regulados de la Gaceta y obviamente el día de hoy con nuevos precios porque hay productos que están saliendo con IVA. Hemos estado en ese proceso». Además añadió que lo ofrecido por Chávez no debe ser visto como una amenaza, sino como ¡“un voto de confianza»! Esto declaró: «Mucha gente lo ve como una advertencia o como una amenaza. Nosotros estamos cumpliendo con la regulación, que es lo que está en Gaceta, y creo que no debería haber ningún tipo de represalias al respecto». Curándose en salud, precisó que la asociación que dirige sólo agrupa al 17% de los establecimientos del sector, y expresó el deseo de que sus afiliadas no paguen los platos rotos del 83%, que pudiera salirse de las regulaciones establecidas. Y Pablo Baraybar, que preside la Cámara Venezolana de la Industria de Alimentos (Cavidea) dijo no estar preocupado por el anuncio de nacionalización hecho por el presidente Hugo Chávez, «pues nunca hemos dejado de vender ningún producto al mercado. Ese tipo de acciones no las aplica la industria de alimentos».

En síntesis, los empresarios procuran alinearse con las regulaciones, dejándose meter en cintura. Nada de amenazar con paros para tumbar al gobierno. Debilitados al extremo luego de la huelga de 2002-2003, y frente a un gobierno muchísimo más poderoso que el de esa época, han optado por acatar. La ruta de escape es otra. En las últimas semanas las solicitudes de visa norteamericana han pasado de 400 diarias a 800 al día, y funcionarios de la embajada de Inglaterra indican que las solicitudes de visa para ese país vienen ahora expresadas en un tono de desesperación. Un sitio web destinado a pretendientes a la emigración—www.mequieroir.com—ha visto aumentar sus visitas diarias de 20.000 a 60.000 desde el pasado 3 de diciembre.

Ya Chávez ha hecho una nueva advertencia: los Estados Unidos están, según su lectura de las más recientes declaraciones de funcionarios estadounidenses—Rice, Burns—inmersos en un plan para crear problemas económicos a Venezuela.

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En este mismo mes de febrero se cumplirán tres años de la visita a Venezuela de Robert Mugabe, el dictador de Zimbabwe que ya ha igualado nuestro record local—veintisiete años—de permanencia en el poder, implantado por Juan Vicente Gómez. Aquí fue saludado y ensalzado por Hugo Chávez, quien le llamó un “verdadero luchador por las libertades”. Mugabe estaba dormido—pobre, con el jet lag no pudo resistirse a las virtudes dormitivas del discurso—cuando Chávez le elogiaba, y no repuesto del todo dejó caer después al piso la réplica de la espada del Libertador, que le fue ofrecida en reconocimiento a sus méritos de gobernante permanente.

Durante los últimos siete años Zimbabwe ha experimentado una constante declinación en su actividad económica y su nivel de vida, y más recientemente el ritmo de este deterioro se ha acelerado. La autoridad eléctrica nacional de ese país ha emitido advertencias acerca de un colapso del servicio de electricidad. Una interrupción del sistema de tratamiento de aguas ha detonado una epidemia de cólera en Harare, la capital. En Marondera, una ciudad de 50.000 habitantes al oriente del país, todos los servicios públicos fueron cortados, luego de que la ciudad agotara los recursos a emplear en la reparación de equipos dañados. Al sur de Harare, el pueblo de Chitungwiza recibe electricidad sólo cuatro días por semana.

Hace unas tres semanas los funcionarios públicos de Zimbabwe recibieron un aumento de 300% en sus salarios, pero este insólito aumento que cuadruplica sus ingresos no es más que una fracción de la tasa de inflación. Por esto 110.000 maestros han entrado en una “operación morrocoy” para presionar por más dinero. Sus nuevos salarios no alcanzan a los 60 dólares al mes, si se les estima según el valor de su divisa en el mercado negro. Se acerca ya a mes y medio una huelga de médicos y enfermeros, que están exigiendo un aumento de casi 9.000% en su paga, y el jefe de la policía teme por disturbios suscitados por sus subalternos, en caso de no recibir aumentos de paga muy sustanciales.

La crisis de Zimbabwe, bajo la férula del “campeón de libertades” Mugabe, está signada por la hiperinflación: medida desde abril del año pasado, representa una tasa anual de cerca de 1.000%, y por estos días ha superado, acelerándose, el nivel de 1.281%. Tan sólo en la última semana, los precios de la carne, el aceite vegetal y los vestidos aumentaron en 223%. La enfermedad ha dejado a ocho de cada diez zimbawinos en la miseria, diezmado a sus pocas empresas y granjas y expuesto al gobierno a la bancarrota. La mortal dinámica hiperinflacionaria ha hecho imposible que el gobierno central y los gobiernos locales cumplan sus presupuestos y que los empresarios puedan adquirir materias primas. Entretanto, el intento de subsidiar los productos básicos ha vaciado las arcas gubernamentales y promovido la corrupción.

El gobierno de Mugabe está tan claro como el de Chávez. Por esto culpa a un “complot occidental” de los problemas de su país y se niega a devaluar la moneda, que no logra alcanzar en el mercado negro más de diez por ciento de su valor oficial. La explicación suple la consabida culpación de la naturaleza, pues recientemente las lluvias han sido benignas. A pesar de esta bendición, la última cosecha de maíz es inferior a la del año anterior y ya se cuenta entre las peores de su historia. El combustible subsidiado que el gobierno suple a los agricultores a 330 dólares zimbabwinos es cambiado de inmediato en el mercado negro, donde se obtiene fácilmente diez veces ese valor.

Para ayudar patriótica y revolucionariamente a la solución de la crisis, el banco central de Zimbabwe ha decretado que la inflación es ilegal. Cualquier persona que aumente los precios que cobra o los salarios que paga entre el 1o. de marzo y el 30 de junio, será apresado y “castigado”. El gobernador del banco central, Gideon Gono, patria o muerte con Mugabe, dijo que sólo un “firme contrato social” para terminar la corrupción y reestructurar la economía podrá poner fin a la crisis. Su discurso fue transmitido a todo el país en cadena nacional. En la zona más pobre de Harare no pudo escucharse la segunda mitad: un apagón de la electricidad impidió la recepción.

Las fuerzas de seguridad también han contribuido abnegadamente con el control de la situación: líderes sindicales fueron golpeados seriamente por la policía, incendiarios han quemado la casa de un líder que aboga por más democracia, autoridades eclesiásticas fueron arrestadas cuando se reunían para discutir sobre el estado de la economía. Y para cuidar que la libertad de expresión pueda reflejar el doloroso proceso con fidelidad, el acoso a los periodistas del país ha arreciado, mientras los periodistas extranjeros tienen vedado ingresar a Zimbabwe bajo amenaza de encarcelamiento.

¿Cómo afectan políticamente al régimen las condiciones descritas? Bueno, los militares no están conformes con su aumento del 300%; quieren 1.000%. El creciente número de huelgas y protestas envalentona al Congreso de Sindicatos de Comercio, que comienza a planear un paro general. Más sintomáticamente, el Frente Patriótico de la Unión Nacional Africana de Zimbabwe, el propio partido de Mugabe, se negó en diciembre a apoyar una enmienda constitucional que habría extendido el presente período de gobierno hasta 2010, sólo dos años más. Hasta ahora, el partido de gobierno había complacido todo capricho de Mugabe. Pocos analistas dudan que se producirá en Zimbawe una aguda crisis de poder a corto plazo. Lamentablemente, no hay esperanzas en una transición democrática. El partido de oposición, el Movimiento para el Cambio Democrático, está dividido al interior, no cuenta con un líder eficaz y es continuamente reprimido por el gobierno. Aun así, parecen estar contados los días del Dr. Robert Mugabe, el “luchador de libertades” tan apreciado por Chávez.

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“Es la economía, estúpido”. Ésta fue la frase más repetida por William Clinton y su comando electoral durante la campaña de 1992, que lo llevó a la presidencia de los Estados Unidos al derrotar a George H. W. Bush, el padre del actual presidente norteamericano. El Dr. Rafael López-Pedraza registra en un trabajo suyo sobre el tema de la identidad latinoamericana, lo siguiente: “El Oxford Dictionary define al estúpido como alguien incapaz de pensar con claridad que carece de inteligencia y sentido común. Cabe agregar que quien está imbuido de una ideología piensa con los esquemas limitados que ésta le provee y por ello, desde luego, no puede tener una visión individuada de la realidad que confronta. Se sabe que el diagnóstico que se hizo de Hitler fue el de una personalidad histérica… No voy a extenderme comentando este tipo de personalidad, pero me gustaría mencionar otro[s] rasgo[s] suyo[s] importante[s], como es la necesidad paranoica de buscarse un enemigo en quien proyectar la sombra que no acepta de sí mismo”. (“Condoleezza la tiene cogida conmigo, y esto demuestra que ahora hay un plan económico contra Venezuela”).

Antes de la referencia a Oxford el notable psiquiatra junguiano había descrito, certeramente: “La energía de estos héroes modernos se funda en el mismo mito del héroe: en los estados de posesión que éste conlleva y en la relación que hemos mencionado con los espíritus de los héroes muertos y Hécate. Sin embargo, la herramienta de su oficio hoy día es una rudimentaria jerga, tomada miméticamente de lo que queda de las ideologías del socialismo europeo del siglo XIX y del nazismo del siglo XX. Al igual que la ideología que movió a los héroes de las guerras independentistas, y como toda ideología, la de los héroes actuales es de una gran estrechez mental y, en cualquier caso, es empleada desde la confusión adolescente que históricamente somos. Evidentemente, la retórica ideológica de los héroes latinoamericanos pasados y presentes es sólo un vehículo instrumental del poder. Su uso al referirse a los estratos marginales, convertidos en fuentes poder, se reduce a la vieja tradición cristiana de la pobreza: el niño Jesús pobre, de importancia central en la Contrarreforma, por oposición al niño Jesús rico de la Reforma. Para el héroe de hoy la pobreza es esencial para poder funcionar. Sin ella no existiría y por tanto uno llega a pensar que necesita crear más y más pobreza para perpetuarse en el poder. La oposición pobreza-riqueza reaparece como un mimetismo rudimentario de la lucha de clases del siglo XIX marxista y reduce un conflicto, que por sus complejidades es de proporciones insalvables, a la fórmula: nosotros los pobres somos buenos y los ricos son malos”. (Rafael López-Pedraza, Sobre héroes y poetas, Festina lente, 2002).

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