Anteayer se obtuvo permiso de Eduardo Fernández, Presidente del Instituto Internacional de Formación Arístides Calvani, para reseñar acá lo esencial de lo que, en ese momento, todavía transcurría en su Salón Ávila. Había expuesto Saúl Cabrera, por Consultores 21, en una reunión privada convocada por el instituto, lo que considerando a sus clientes podía decirnos del próximo 23 de noviembre, dentro de diez días. Ayer, sin embargo, el diario El Universal publicó una nota bastante completa sobre el evento, de modo que lo que aquí se contará ya no es, técnicamente, una infidencia.
Consultores 21 es una evolución de la antigua Conciencia 21, una organización analítica de la periferia de COPEI que por muchos años condujera Alfredo Keller, quien se separó del grupo para fundar su propia encuestadora. Cabrera explicó que la firma de la que es socio y director había optado por comparar las condiciones de hoy con las pre-electorales de 2004, la última vez que hubo unas elecciones como las que ocurrirán el venidero 23 de noviembre. El cotejo reveló movimientos interesantes.
Por ejemplo: poco antes de las elecciones del 30 de octubre de 2004, 59% de los encuestados reportaba que su situación personal era buena, y 71% creía que su situación mejoraría. A estas alturas de 2008, un 55% tiene su situación por buena y 62% piensa que su situación será mejor.
En 2004, 55% pensaba que era buena la situación del país; 63% creía que ésta mejoraría. Ahora, sólo un poco menos de la mitad del país (48%) opina que la situación del país es buena y 55% que mejorará.
Para 2004, los dos problemas percibidos como más importantes, cada uno con 25%, eran la situación política general y la situación económica general; seguían el desempleo con 21%, la inseguridad con 17%, la corrupción con 1%. A fines de 2008, la inseguridad es el problema más importante para el 44% de los entrevistados; el 20% reporta la situación política, 13% la situación económica y 9% el desempleo. Ya la corrupción es señalada como el problema principal en el 6% de las entrevistas. (Si una de las teorías favoritas del gobierno—que la delincuencia es producto directo de la pobreza—fuera exacta, ese salto en la percepción de inseguridad de 17% a 44% tendría que significar que este gobierno ha dejado que la pobreza aumente).
La gestión del presidente Chávez era considerada buena o muy buena por el 49% de la muestra en 2004; a estas fechas esa opinión ha descendido a 38,5%. Hace cuatro años 60% de los encuestados creía que el Presidente era capaz de resolver los problemas; sólo 47% sustenta ahora esa impresión. En 2004 decía tenerle confianza el 53%; en 2008 esa confianza ha disminuido a 42%. Ha bajado el porcentaje (40%) que en 2004 opinaba que el liderazgo de Chávez era suficiente; ahora piensa así solamente un 29%. De 58% que creía en 2004 que se requería un nuevo liderazgo, se ha llegado a 68% que quisiera ver nuevos líderes.
No hay cambio apreciable en la disposición a votar de los electores consultados; hoy, y hace cuatro años, un poco menos de 60% dice que irá a votar.
Cabrera estima como probables gobernaciones que irían a candidatos no oficialistas las de Zulia, Nueva Esparta, Carabobo, Miranda, Táchira, Yaracuy y Sucre. Despegados del gobierno—”renegados˝—triunfarían en Guárico, Barinas, Portuguesa y Trujillo. El caso de Lara, sin estar en este último grupo, pude tenerse como en gran medida independiente de los designios del presidente Chávez.
Como otros analistas, Saúl Cabrera prevé que una cuenta nacional de los votos a favor de los candidatos no oficialistas será muy fuerte y sustanciosa.
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La presentación descrita fue precedida, no obstante, por unas palabras de apertura de Eduardo Fernández, el anfitrión. Son los rasgos resaltantes de esta campaña, dijo, el descarado y atropellante ventajismo electoral del gobierno nacional, las amenazas de guerra proferidas por el Presidente y las candidaturas inhabilitadas, y señaló que respecto de esto último faltó respuesta de la oposición.
Más allá de esta descripción, y antes, se refirió a la significación de las elecciones del 23 de noviembre. En orden inverso, al estilo parlamentario: destacó lo que esas elecciones representan para la calidad de vida de la gente que, a fin de cuentas, quiere toda el vivir bien aristotélico. Resaltó asimismo cómo son esas elecciones una más de las batallas entre la descentralización y el centralismo. Y resaltó mucho que estas elecciones pudieran ser una ratificación de los resultados del pasado 2 de diciembre, cuando una mayoría rechazó el despótico proyecto de reforma constitucional propuesto por el Presidente y la Asamblea Nacional.
Si uno se atiene a la consideración de esos tres significados, tiene sobreabundancia de razones para ir a votar. Esa triple y profunda significación constituye la razón para hacerse presente en la votación.
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Pero llegó a manos de doctorpolítico, por los caminos verdes de la correspondencia electrónica, un espectacular ejercicio de Datanálisis, un tour de force resumido en 63 láminas, que llevan por título “Escenarios Políticos 2009-2010”. (Datanálisis ha completado también un estudio compañero: “Escenarios Económicos: 2009-2010”).
Por acá pensamos que ese análisis valía la pena, y que contenía mucho valor agregado para la interpretación de la coyuntura y sus principales cauces de desagüe, cada uno con su propia dinámica. En consecuencia, se llamó a Datanálisis para obtener su autorización para referirse a ese su estudio, lo que se logró por amable gracia de sus autoridades. (Naturalmente, esta publicación prometió no abusar; que no pretendería siquiera mostrar un tráiler de la película. Tan sólo pescar una que otra de sus perlas; ya sabe doctorpolítico que se puede adquirir el estudio todo, que incluye un texto más completo y detallado, el que explica y enhebra la escueta información mostrada en las láminas, llamando a la empresa para pedir la ayuda de Rosario Gayol).
Tres son los escenarios considerados por Datanálisis para los resultados posibles del 23 de noviembre. En el escenario “Vienen por mí”, el oficialismo obtiene el 47,3% de los votos en suma nacional; los candidatos no oficialistas el 52, 7%, desdoblado en 44,1% para candidatos de partidos de oposición y 8,6% para candidatos disidentes del chavismo. Esta posibilidad rendiría ocho gobernaciones a la oposición: Carabobo, Cojedes, Miranda, Nueva Esparta, Sucre, Táchira, Yaracuy y Zulia. Otras tres gobernaciones no podrían ser controladas por el gobierno: Barinas, Guárico y Portuguesa, que quedarían en manos de candidatos disidentes. Es tal escenario, al educado criterio de Datanálisis, lo mejor que puede pasarle a quienes no apoyan a Chávez.
En escenario moderado, “Sin prisa y sin pausa”, se mantiene las tres gobernaciones disidentes pero las candidaturas de oposición no logran triunfar en Miranda y Yaracuy. En esta posibilidad, los no oficialistas suman nacionalmente una votación de 40,5%. (Oposición, 31,9%; disidencia, 8,6%). Los candidatos oficialistas alcanzarían casi 60% de los votos emitidos en todo el país. (59,6%).
Finalmente, una votación total de 69,6% para los candidatos gobiernistas dejaría un total de 30,4% para los no oficialistas (24,6% de oposición, 5,8% de disidentes), y conduciría al escenario de “Profundización de la revolución”. El gobierno tendría una base-pretexto suficiente para acelerar el tránsito de la ruta que se ha marcado. En este caso, sólo habría dos gobernadores disidentes (Barinas, Portuguesa) y una mezcla de sólo cinco gobernaciones en cabezas opositoras: Carabobo, Cojedes, Miranda, Nueva Esparta y Sucre. El escenario, de forma explicada en el informe completo, incluye el triunfo del gobierno en Zulia y, paradójicamente, la resurrección de la oposición (respecto del escenario intermedio) en Miranda.
Naturalmente, el ingreso del río del proceso en alguno de estos cauces disponibles depende de muchos factores. En conversación telefónica, el Dr. José Antonio Gil Yepes, Presidente de Datanálisis, explicó que si la oposición quiere lograr el escenario “más abierto” (Vienen por mí) deberá trabajar con denuedo en llevar los electores a votar, vigilar la cuenta de los votos y defenderlos. Una vez hecho eso, debe presentar la factura del triunfo; esto es, debe comunicarlo eficazmente, pues aquí el presidente Chávez ofrecería una vez más la interpretación de victoria pírrica o consistente en materia fecal. Por último, lo que a la larga importa más, administrar en beneficio de la gente, en los territorios estadales y locales ganados, las autoridades obtenidas.
Más allá de estas elecciones, un dato importante y reiterado determina la tarea política a mediano plazo. (Gil Yepes lo considera el dato fundamental, por el que las cuentas no le cuadran bien al gobierno). Sobre una base de 1.299 entrevistas, Datanálisis encuentra que 30,3% de esa muestra se define como pro gobierno, chavista u oficialista, y 19,2% como de la oposición o antichavista. La otra mitad de la torta está compuesta por 7,6% de quienes dicen no saber o prefieren no contestar la pregunta de ubicación política ¡y 42,9% de gente que está en el medio o no es de ninguno de los dos bandos! (Es muy interesante la presencia de este gran grupo en los varios rangos socioeconómicos. Es menor en la clase A/B, donde sólo 24,1% se aleja de los polos. En ese estrato, 55,2 % es antichavista y 17, 2% es chavista. Al otro extremo, en el estrato E, 38,2% apoya al gobierno y 13,1% lo rechaza; una grande porción de 40,2% no se identifica con ninguno de los bandos o se estima equidistante. Pero en las clases C y D crece este último grupo: es de 46,8% en la C y de 47,7% en la D).
Una y otra vez, se manifiesta un enorme segmento del mercado, casi una mitad que supera por trece puntos al que le sigue (el gobiernista) y permanece a la espera de un mensaje político fresco, que venga de actores con la misma cualidad.
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En un sistema político menos enfermo que el nuestro, las elecciones del 23 de noviembre se dirimirían localmente. Es el Presidente de la República quien ha empacado el asunto con envoltorio nacional, ante la alcahuetería del Consejo Nacional Electoral (su mayoría), que no logra encontrar nada censurable en su sectaria y ventajista intervención. Hay un sentido, pues, en el que la línea opositora debiera ser contraria, como en la práctica lo ha sido: se trata de asuntos estadales y locales. Cada ciudadano debiera preocuparse, tan sólo, de su municipio y su estado (en Caracas, también de la estructura metropolitana).
Vista la cosa de ese modo, quien escribe no tiene derecho a entrometerse en el proceso electoral del Municipio Salias, puesto que habita en el Municipio Sucre, y tampoco, dado que es residente del estado Miranda, en la discusión por la gobernación de Anzoátegui. (Por más tentador que sea atender el más gustoso de los chismes recientes: que Tarek William Saab, gobernador de la entidad, habría recibido en una de sus cuentas bancarias, según un ex canciller de Chávez, Luis Alfonso Dávila, un depósito por Bs. F 350.000, proveniente de una empresa contratista del estado).
Y si uno tuviera que aconsejar el voto de cualquier ciudadano con responsabilidad, debiera decirle que el criterio principal para decidir su voto no es otro que el de la buena vida aristotélica recordada por Eduardo Fernández, a la que tiene derecho. Tendría que dilucidar quiénes, entre los candidatos por los que puede votar, garantizarían mejor un buen gobierno para su propia comunidad. (No tendría autoridad moral nadie, ni del gobierno ni de la oposición, para venderle algún candidato que probablemente sea un pésimo gobernante).
Pero también debiera decírsele que, en igualdad de condiciones, si cree que los candidatos de ambos bandos pueden conducir los asuntos estadales o municipales con idoneidad, entonces debiera votar a favor del no oficialista, porque un concejal más para el gobierno refuerza sus posibilidades de extender su dominación, a todas luces abusiva y perniciosa en saldo neto. Entre otras cosas porque, como apuntara Fernández, un gobernador, un alcalde, o unos concejales que no respondieran a directrices del gobierno, serían mejor defensa de la descentralización del poder, cosa necesaria.
Sobre todo, habría que decirle que no deje de emitir su voto, que no se abstenga.
Al final de la jornada, por supuesto, no será lo importante la interpretación que ofrezcan de los resultados los líderes políticos de cada tienda, ni siquiera la que adelanten competentes comentaristas o encuestadoras. Será la interpretación que por su cuenta elabore el enjambre ciudadano lo que será decisivo. Por los vientos que soplan, es razonablemente probable que la conclusión a la que llegará el 70% de la población que no es chavista será que el gobierno habrá visto reducirse su dominación el 23 de noviembre de 2008. Esto será suficiente, por ahora.
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