LEA

Pobre presidente Chávez. El abortado aterrizaje de Manuel Zelaya en Tegucigalpa, dentro de un avión de PDVSA que violó espacio aéreo hondureño y habría alcanzado un heroísmo televisado por Telesur, es el segundo gran espectáculo internacional que se le cae. (El primero, recordaremos, fue la frustrada entrega de rehenes por parte de la guerrilla colombiana en diciembre de 2007; el niño Enmanuel no estaba en manos de los guerrilleros y el presidente venezolano se quedó con los crespos hechos). Esta vez era un show que dirigía a distancia. Si es auténtica una fotografía que el diario hondureño La Prensa atribuye a AFP, Chávez comandaba la operación ante un televisor con la señal de Venezolana de Televisión y un pizarrón blanco que decía: “051345JUL09 Enjambre de abejas africanas, Tribuna Presidencial, heridos por picadas y desesperación de las personas”. ¿Dónde habría quedado nuestro principio constitucional de no intervención y respeto al principio de autodeterminación de los pueblos? Si es auténtica la foto, ¿cómo hizo La Prensa para ponerse en ella?

La fotografía acerca de la que no cabe duda de autenticidad es la de la Secretaria de Estado de los EEUU, Hillary Clinton, mientras sostiene una gorra de Globovisión en las manos y es flanqueada por Alberto Federico Ravell y Leopoldo Castillo. La poderosa secretaria recibió a los nombrados justo después de concluir su reunión con Manuel Zelaya, para conversar cosas que probablemente nunca sabremos y conceder una entrevista al asediado canal venezolano de televisión.

A pesar de que prácticamente no puede encontrarse en las respuestas de la Sra. Clinton una crítica directa a las políticas del Estado venezolano—ciertamente declaró que no le parecía “inteligente” alinearse con países que, como Irán, han “tomado acciones contra sus propios ciudadanos por protestar pacíficamente por lo que consideran irregularidades en el proceso de votación”—el gobierno de Venezuela ya ha producido un comunicado que rechaza las declaraciones de la poderosa funcionaria estadounidense.

El texto de este comunicado es, en verdad, atípicamente sobrio. A pesar de repudiar lo dicho por Clinton, no contiene, insólitamente, ni bravatas ni insultos. Dice, naturalmente: “Es difícil creer que sean sinceras las intenciones de recomponer la relación bilateral cuando se calculan actos inamistosos de estas características”. Más naturalmente, ignora olímpicamente que el propio presidente Chávez tuvo, previamente, el “acto inamistoso” de insinuar la participación de los Estados Unidos en el golpe del 28 de junio y el secuestro del presidente Obama por gente de su gobierno que no le contaría las cosas.

Pero además de constituir la reunión con los venezolanos un obvio espaldarazo a la libertad de expresión en nuestro país, la reunión previa revela un hecho clarísimo: no es Miraflores, es la Secretaría de Estado estadounidense la que construye el proceso de restablecimiento constitucional en Honduras. Manuel Zelaya, a pesar de usar aviones venezolanos, no viajó a Caracas para obtener la guía de su pretendido mentor político. Viajó a Washington, a ponerse bajo el cobijo de los Estados Unidos. Y tendrá que portarse bien—nada de consultas constituyentes—y conceder amnistía a los golpistas a cambio de su propia inmunidad. Oscar Arias, ex Presidente de Costa Rica y Premio Nóbel de la Paz, supervisa hoy la transacción.

Y es que el asunto hondureño, en el que el presidente Chávez ha querido aparecer como el muchacho de la película, lo que ha hecho es ponerlo en evidencia, resaltando su inconsistencia argumental. Un golpista criticando a otros. Cachicamo llamando a morrocoy conchudo.

LEA

Share This: