La oposición al gobierno que pudiera llamarse profesional está dividida—a pesar de la declarada fe en “la unidad”, y según se desprende de recientes manifestaciones de dos núcleos evidentemente separados—en torno a los modos y maneras de obtener candidaturas “unitarias” y el vehículo de su postulación. En esencia, uno de los núcleos, encabezado por Leopoldo López Mendoza, propugna la determinación de las candidaturas mediante elecciones “primarias” y el empleo de una tarjeta única; el otro, constituido por la Mesa de la Unidad Democrática, prefiere que aquéllas sean seleccionadas, según los casos, por elecciones como las mencionadas, por lo que registren las encuestas de opinión o por consenso de los partidos y otras organizaciones, y no ha mostrado mucha inclinación hacia la idea de la tarjeta única. (Se ha anunciado que cuatro de los partidos que conforman la Mesa, a saber, el MAS, La Causa R, Visión Emergente y Vanguardia Popular, estarían de acuerdo con la idea general de elecciones primarias).
Así, por ejemplo, en acto protagonizado por López Mendoza y, en menor medida, por Carlos Vecchio, el concejal Daniel Ceballos, del estado Táchira, argumentó que su exitosa candidatura y la del actual gobernador, César Pérez Vivas, habían surgido de primarias. Del otro lado, Omar Barboza, en nombre de la Mesa, se anticipó por un día al argumento de Ceballos al señalar que, si bien la candidatura de Pérez Vivas fue determinada por primarias, la de Carlos Ocariz fue decidida por encuestas y la de Antonio Ledezma por consenso. (Del que, por cierto, participó López Mendoza luego de haber sido inconstitucionalmente inhabilitado; antes de esto, su propia precandidatura en 2008 nunca fue determinada por primarias, como tampoco lo fueron las que lo llevaron a ser Alcalde de Chacao en 2000 y 2004. Menos aún provino de primarias la candidatura de Emilio Graterón, sucesor y favorito de López Mendoza, en contra de la propuesta por Un Nuevo Tiempo, partido al que éste aún pertenecía. Una “consulta vecinal” promovida por el bando de Graterón, arrojó resultados favorables para él: 4.884 de 6.370 votos válidos, equivalentes a sólo 8% de los electores de Chacao).
Pero los partidos agrupados en la Mesa de la Unidad cuidan sus propios y muy minoritarios intereses. Una tarjeta única les desdibujaría aún más en el seno de la opinión pública, y por esto preferirían candidaturas únicas en alianza perfecta; esto es, conservando cada uno su tarjeta. En teoría, sería una alianza que sería respaldada por sólo 10% de los electores, pues ésa es la proporción que alcanza la suma total de los partidos en las encuestas. Por esto se apuntaba acá—Carta Semanal #350 de doctorpolítico, 25 de septiembre de 2009—lo siguiente: “El primer deber de un partido político es el de leer la realidad honestamente y sacar las consecuencias que de ella se derivan; si la suma de los partidos de oposición sólo entusiasma a la décima parte de los electores venezolanos, una aplicación estricta del principio de representación proporcional de las minorías—que unánimemente defienden en su crítica a la LOPE—implicaría que sólo uno de cada diez diputados debiera provenir de su alianza perfecta. El país tendría que encontrar la manera de identificar los restantes nueve fuera de esos partidos”.
Las razones, pues, van de lado y lado de esta oposición profesional, y se aduce algunas de costo, de posibles efectos perniciosos tales como el causado por la infame “Lista de Tascón”, de democracia directa y participativa, de unidad, etcétera. En general, el debate parece atenerse principalmente a las venideras elecciones de Asamblea Nacional, aun cuando López Mendoza ha incluido también, en algunas presentaciones de su tesis, las elecciones de concejales y miembros de juntas parroquiales.
La ventaja en la opinión opositora pareciera estar del lado de López Mendoza (acompañado por Vecchio, David Smolansky, Victorino Márquez y Freddy Guevara) porque la cosa suena más como “de sociedad civil”. Una encuesta en el sitio web de El Nacional (19 de octubre) preguntaba: ¿Qué métodos debe usar la oposición para elegir a los candidatos a la Asamblea Nacional? Sobre un total de 3.187 votos—menos representativa aún, por tanto, que aquella “consulta vecinal” en Chacao—el 46% se pronunció a favor de elecciones primarias, 20% por el consenso entre los líderes de la oposición y 16% por las encuestas. (Un 18% pulsó la última opción ofrecida: “No importa el método que utilicen, Chávez arrasará”).
Y es que en esto los partidos de oposición reman contracorriente. Si hasta hace nada el opositor de a pie sostenía el postulado de que “sin partidos no hay democracia y por tanto no debe atacárseles”, ahora la moda prevaleciente en esa clientela política es justamente la contraria, y el rechazo a la imposición de decisiones cocinadas en los cogollos partidistas se ha generalizado bastante aunque, por supuesto, López Mendoza, Vecchio, Smolansky, Márquez y Guevara forman otro cogollo alterno.
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Si sólo se discutiera de los diputados a la Asamblea Nacional, la nueva Ley Orgánica de Procesos Electorales ha acentuado la preponderancia de curules elegidas nominalmente sobre las escogidas por lista. Bajo la legislación anterior, de un total de 164 diputados debía elegirse 100 por la forma nominal y 64 por lista; ahora se escogería nominalmente a 112 diputados y 52 por lista. (Tampoco se trata de una gran revolución. En presentación de la Secretaría de Organización de Acción Democrática—cuyo autor fue el ingeniero y amigo Félix Arroyo—, poco antes de que la LOPE fuera definitivamente aprobada, se juzgaba que lo que terminó siendo el octavo artículo de esa ley no guardaba lo contemplado en el Artículo 63 de la Constitución. Pero lo que dice el Artículo 8 de la LOPE es: “Para la elección de los integrantes de la Asamblea Nacional, de los consejos legislativos de los estados, de los concejos municipales, y demás cuerpos colegiados de elección popular, se aplicará un sistema electoral paralelo, de personalización del sufragio para los cargos nominales y de representación proporcional para los cargos de la lista. En ningún caso, la elección nominal incidirá en la elección proporcional mediante lista”. Y lo que dice el Artículo 63 de la Constitución es: “El sufragio es un derecho. Se ejercerá mediante votaciones libres, universales, directas y secretas. La ley garantizará el principio de la personalización del sufragio y la representación proporcional”. No se establece en el texto constitucional una proporción determinada entre personalización—nominalidad—y representación proporcional, y por ende el Artículo 8 de la LOPE no viola en modo alguno el Artículo 63 de la Constitución).
Habrá más diputados elegidos nominalmente que antes, por supuesto. (Doce más, para ser exactos, o 7,3% de incremento). Por tanto, la verdadera tarea es la de llevar los mejores candidatos a las elecciones, puesto que 112 diputados resultarán de quienes hayan obtenido la primera votación en sus respectivos circuitos. Esto, y no tanto el método de selección de las candidaturas no oficialistas es el verdadero quid de la cuestión. Y uno no ve que la Mesa de la Unidad o los defensores de las primarias hayan previsto, o discutido demasiado, la formación de candidatos idóneos, capaces y convincentes.
Ahora bien, llegado el momento, quienes pueden postular son tres entidades específicas (además de las comunidades u organizaciones indígenas): los propios candidatos nominales “por iniciativa propia”, los grupos de electores y los partidos (que ahora la ley llama “organizaciones con fines políticos”).
Las personas que deseen postularse por propia iniciativa tienen todo el derecho del mundo a procurar la expresión de su vocación pública, y no debe objetárseles que hayan decidido hacerlo fuera de canales partidistas o esfuerzos “unitarios”. Estas personas serían, por lo contrario, los candidatos más puros en términos de representación uninominal o personalización del voto y, por definición, no tendrían ningún interés en presentarse en elecciones primarias.
Luego están los partidos políticos y los grupos de electores, que para los fines de postulación de candidatos son equivalentes. (Con la diferencia de que estos últimos se constituyen en principio para cada elección, mientras que los partidos políticos son “agrupaciones de carácter permanente”, según definición del Artículo 2 de la Ley de Partidos Políticos, Reuniones Públicas y Manifestaciones, aún vigente). Si quienes resultaren electos como candidatos en primarias no fueren postulados por partidos, con o sin alianza, ¿cuáles serían los grupos de electores que los postularían? El “movimiento de las redes populares”? López Mendoza ha indicado que se trata de un movimiento “social” y por ende no puede inscribirlo en el Consejo Nacional Electoral. ¿Quién les postularía, entonces?
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Buena parte de la discusión sobre los métodos competidores se ha centrado sobre la economía del asunto. Al reportar sobre el lanzamiento del programa “Todos Unidos”, El Universal dijo:
…David Smolansky, Carlos Vecchio, Leopoldo López, Victorino Márquez y Freddy Guevara se sucedieron en el uso de la palabra para explicar el por qué, cómo y cuándo ejecutar el plan, que tendría su culminación con la elección de todos los candidatos—principales y suplentes—para los 5.600 cargos para la Asamblea Nacional, concejos municipales y juntas parroquiales a finales de marzo, para impulsar la sanción de una agenda legislativa mínima de diez aspectos clave. (…) Aseguró López que “organizativa, logística, económica y políticamente”, las primarias son el método más democrático, y rechazó las críticas de quienes alegan que son muy costosas. Resaltó que son “diez veces más baratas que las encuestas”. El líder de las Redes Populares dijo que con 2.400 millones de bolívares fuertes se puede organizar unas elecciones para que participen los 18 millones de inscritos en el padrón electoral, mientras que [para] hacer, como mínimo, dos encuestas por cada municipio del país—a 30 millones cada una—se requerirían 19 mil 600 millones de BsF.
Como puede verse, la proposición de este grupo no se limita a las postulaciones para la Asamblea Nacional, que tendrían que proveer 164 cargos para los que debe preverse suplentes. Más de 5.000 postulaciones, entonces, son para cargos de concejal o miembro de una junta parroquial. Esta aspiración pudiera señalar una salida a la actual división de la oposición profesional venezolana. La Mesa de la Unidad pudiera aceptar que López Mendoza y su grupo—al que ciertamente se uniría la experiencia de Súmate—se encargara de la realización de primarias para la selección de las candidaturas municipales y parroquiales, apoyándole a este fin sin regateos y postulando candidatos para esas elecciones. Del resultado de este experimento se extraería conclusiones para la escogencia de candidatos a la Asamblea Nacional, cuya elección vendría después de los comicios municipales y parroquiales. Ambos lados de la presente desunión pudieran entonces dar una demostración de que están realmente interesados en la unidad que cada uno cacarea.
Un inconveniente, no obstante, pudiera levantarse a esta solución: que el Consejo Nacional Electoral opte por invertir el orden de las elecciones, y convoque primero a elegir diputados a la Asamblea Nacional y luego, en elección posterior, las elecciones municipales y parroquiales. (O que las combinara en una “megaelección”). Un insistente rumor dice que ése sería el orden preferido por Jorge Rodríguez, jefe ostensible del aparato electoral del PSUV. Hasta ahora el análisis político indicaba que sería más fácil al gobierno ganar las elecciones municipales y parroquiales que las de Asamblea Nacional, y por consiguiente le convendría que éstas fueran las segundas, para aprovechar la desmoralización opositora que se produciría con las primeras. El juego agónico de las facciones del oficialismo, una de las cuales dirige Rodríguez, determinará la presión final que se ejerza sobre el CNE.
Pero si terminare siendo el orden que ha sido previsto, un acuerdo como el descrito pudiera lograr la paz entre las dos facciones opositoras ahora enfrentadas.
Ha habido, sin duda, una buena cantidad de aprendizaje en el campo opositor. Hasta el Movimiento 2D, habitualmente crítico de los partidos, proclamaba el pasado domingo: “Consideramos que son los partidos políticos a los que corresponde tomar la iniciativa de generar un poderoso, invencible movimiento de unidad…”
¿No valdría la pena un almuerzo de Leopoldo López Mendoza y Ramón Guillermo Aveledo? Pudieran sufragar la factura a medias.
luis enrique ALCALÁ
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