El Ing. Aurelio Useche Kislinger, ex Director Principal del Banco Central de Venezuela y ex Jefe de la Oficina Central de Presupuesto, ha accedido amablemente a asentar para DoctorPolítico su comentario sobre la devaluación de la moneda venezolana, recientemente decretada, el Viernes Rojo (8 de enero de 2010), por el Gobierno Nacional.
He aquí el archivo de audio:
Excelente el análisis, fundamentalmente en cuanto a su sujeción a la teoría económica; no obstante, olvida señalar que el propósito o uno de los propósitos principales de esta devaluación chavista, es de naturaleza político-electoral, en cuanto procura obtener más bolívares para dedicarlos al financiamiento «oculto» de la campaña de los candidatos oficialistas a la Asamblea…
Pienso que usted tiene toda la razón, pero debo señalar, en descargo del Ing. Useche, que se atuvo a lo que le solicité: que enfocara el asunto desde su experiencia como hombre de Finanzas Públicas. De hecho, otro análisis no acometido en estas páginas es el microeconómico: la conducta del hombre de negocios y los movimientos que decida imprimir a sus precios. Usted atina, desde el punto de vista político, al apuntar al objetivo electoral. Chávez ha debido decir a sus ministros de la economía: «No quiero llegar limpio a las elecciones». Le ruego me permita recordar las líneas finales de No era tan fuerte, entrada del viernes 9 de enero:
«Por encima de todo, sin embargo, la decisión devaluadora favorece globalmente al gobierno, cuyo ingreso principal ocurre justamente en dólares. Le serán más fácil, al menos, dos cosas: pagar a valor inferior sus obligaciones con proveedores y gastar más bolívares debilitados en año electoral. Más difícil, en cambio, se hará su cacareada ‘lucha’ contra la corrupción. Quienes tengan los contactos adecuados comprarán a 2,60 y venderán a 4,30, y de esa ganancia saldrán las comisiones que alimentan a la chavoburguesía.
Del otro lado está el pueblo, que no come vallas publicitarias que proliferarán en la inminente campaña. La inflación aumentará, y los venezolanos veremos, una vez más, cómo este gobierno se prefiere a sí mismo sobre los habitantes del país.
Cuando la gente del MBR-200 conspiraba, criticaba acerbamente a RECADI, al Viernes Negro, a la corrupción, a la situación general de la economía, a la inflación. Todo esto, creía, justificaba su alzamiento. ¿Qué merecería un Viernes Rojo? ¿No debiera Hugo Chávez deponerse a sí mismo?»
Muchas gracias por su gentil atención.
Un buen análisis, bien respaldado. Sin embargo, debo observar que con la devaluación del gobierno de Caldera II, a pesar de las lógicas consecuencias de mejorar la balanza de pagos y de incrementar los ingresos fiscales, se soltó un tipo de cambio represado (equivocadamente) para evitar su impacto inflacionario, lo cual ocasionó ese año (1994) una inflación de cerca del 100%. Es decir, la devaluación buscaba sincerar la economía y estabilizarla y, de hecho, se aplicó políticas fiscales y monetarias para completarlas, y se instrumentó una metodología de franjas de flotación, muy efectiva a mi entender.
Sus beneficios fiscales nunca se pueden comparar a los de ahora, porque además de tener unos muy bajos precios del petróleo (de aproximadamente $10 por barril), la PDVSA de ese momento vendía todos sus ingresos al BCV, lo que cambió el actual gobierno al crear el Fonden y recuperar buena parte de las divisas vendidas al BCV. Por lo tanto, los ingresos al Fisco en tiempos de Caldera II venían del impuesto sobre la renta y las regalías y, sólo al final, de las utilidades cambiarias.
Creo muy atinadas todas sus observaciones, Don Alberto. En verdad, Caldera nunca disfrutó de altos precios petroleros. En su primera presidencia, éstos rondaban los dos dólares por barril hasta que, luego de la derrota de Lorenzo Fernández, su candidato, el embargo árabe petrolero de fines de 1973 sextuplicó nuestros valores de exportación en seis meses, y Carlos Andrés Pérez pudo arrancar su primera administración con las arcas repletas. Eso duró todavía por una buena parte del gobierno de Luis Herrera Campíns, hasta 1982, cuando la debilidad del mercado forzó a la OPEP a establecer, por primera vez, un techo a la producción de sus miembros.
Agradezco mucho su gentil y muy acertada participación.