Quien primero me lo dijo fue Raúl Aular—médico, ejecutivo, líder de proyectos, experto en estudios de opinión y consultor gerencial—, escribiendo lo que sigue en correo electrónico del 9 de febrero de 2010, desde Barquisimeto:
Creo que en Lara puede darse una dinámica con la capacidad real de moldear de manera determinante los acontecimientos a nivel nacional. Hay mucha atención sobre lo que sucede en el estado y es vital moverse con inteligencia. Me preocupa el discurso de algunos “líderes” de oposición del estado: tienen una crisis de identidad; ante la ausencia de un discurso propio y al ubicarse en el bando opositor, se ven obligados a atacar a Falcón, pero inmediatamente quedan descolocados ante la popularidad del personaje y, sin quererlo, haciéndole el trabajo al chavismo radical. Este dilema es único en el país y representa un extraordinario reto de posicionamiento político, cuya resolución puede esconder las claves y códigos comunicacionales para desconectar a las masas tanto del discurso chavista como del discurso opositor ramplón que menosprecia al pueblo tanto como lo hacen los rojos. ¡Hay que meterle cabeza y sofisticación a la dinámica larense!
Luego, anteayer sábado, José Álvarez Cornett se comunicó conmigo por Twitter: “Una pregunta para @doctorpolitico El ‘nuevo’ PPT ¿le quitará más votos al chavismo o competirá mejor que la oposición por el segmento Ni-Ni?” Luego me incitó al delito: “@doctorpolitico Tal vez puede ser un buen análisis para su blog. Noto que gente importante: H. Falcón, Gral. Antonio Rivero, ahora están en PPT”.
Contesté diciendo, primero, que no todo lo que estuviera en primeras planas era importante, y luego que de Henri Falcón ya me había ocupado el pasado 21 de marzo (Qué cresta la de Falcón). Pero @chegoyo estaba en realidad tubeando al diario El Nacional, que ayer domingo publicó una entrevista a Henri Falcón de un poco más de media página.
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Es claro que Falcón busca hablar a los Ni-Ni aludidos por Álvarez Cornett, busca el posicionamiento descrito por Aular. Hernán Lugo-Galicia le pregunta en El Nacional: “¿Y en lo electoral no es así: blanco y negro?” Falcón contesta: “Si se revisan [sic] los estudios de opinión*, la mayoría rechaza los extremos radicales de la oposición y del Gobierno. Un sector de la población tiene la expectativa de que la dirigencia le hable de igualdad, ética, productividad, respeto y diálogo”. (Este blog promete y anuncia que dedicará, próximamente, todo un artículo a desmontar y discutir esta última enumeración).
Descubre Falcón el agua tibia, porque este problema ha sido diagnosticado muchas veces y desde hace varios años. Veamos, por ejemplo, lo reportado en el #60 de la Carta Semanal de doctorpolítico (30 de octubre de 2003, hace casi siete años):
“El Tercer Lado” es la fórmula que William Ury, experto internacionalmente reconocido en negociación de conflictos, propone para el encuentro de una salida pacífica en Venezuela. Según su enfoque, los conflictos se dan entre dos polos antagónicos y extremos, incluidos dentro de un “tercer lado” que representa a la comunidad general. Y ésta, que no participa directamente en el combate, es la más afectada. (Dato de Ury: las guerras de hoy en día, a diferencia de las clásicas, se caracterizan porque nueve de cada diez muertes son de civiles “ajenos” a la confrontación).El récipe de Ury: es preciso fortalecer el “tercer lado” para lograr la paz.(…) A través de múltiples ejemplos Ury mostró cómo es que los factores iniciales en la resolución de graves y recientes conflictos violentos fueron siempre las mujeres y los líderes religiosos. La iglesia católica venezolana, los medios de comunicación del país, parecieran buscar opciones distintas a las hasta ahora operantes. El Tercer Lado Ni-ni pudiera ser lo que andan buscando.
O por ejemplo esto, escrito en la Carta Semanal #72 (Ni lo uno ni lo otro, 5 de febrero de 2004, hace un poco más de seis años):
Laureano Márquez y Elías Santana, por nombrar sólo dos recientes casos, emiten vistosas pero superficiales y fáciles invectivas contra una buena cantidad de ciudadanos, a quienes una igualmente superficial nomenclatura intenta designar con el negativo apelativo de “ni-ni”. Lo hacen, además, con autosuficiencia moral. Regañan. José Antonio Gil, en cambio, anticipa o echa en falta un promedio entre extremos. William Ury viene a hablarnos de un “tercer lado”. ¿De quién hablamos? ¿Es que no hay modo de hablar de esa gente de modo sustantivo? No se trata de un tercer lado. No se trata de definirse diciendo: yo no soy tú pero tampoco tú. No se trata de insinuarse como una cuña entre dos polos para separarlos. Se trata de elevarse a un plano superior en el que sobrevivirán elementos de ambos polos. Pero no es un promedio porque la visión que necesitamos trae nuevos elementos. No es una suma algebraica. No es oposición sino superposición.
O, poco antes del referéndum revocatorio de 2004 (Carta Semanal #91, del 17 de junio de ese año), esta consideración: “Pero hay una sustanciosa minoría de Electores—alrededor de 40%—que al tiempo que repudia a Chávez igualmente deja de encontrar atractivo en la, hasta ahora, difusa propuesta de la Coordinadora Democrática. Algunos creen que a estos ‘Ni-Ni’ les pasaría lo que al asno de Buridan: un pollino equidistante de dos pacas de pienso absolutamente idénticas, que al no encontrar razón de preferir una a la otra deja de escoger y se muere de hambre”.
O en El mero centro (Carta Semanal #190, 15 de junio de 2006, pronta a cumplir cuatro años y cuya lectura recomiendo ampliamente):
El respetado encuestador Eugenio Escuela incluyó una pregunta muy interesante en su estudio de la opinión pública venezolana de mayo de este mismo año 2006. (Levantamiento de datos entre el 6 y el 13 del mes pasado). Se preguntó a los entrevistados: “¿Usted se considera una persona de…?” Las opciones eran: extrema izquierda, izquierda, centro-izquierda, centro, centro-derecha, derecha, extrema derecha. Bueno, un 30% de los encuestados optó por no contestar o decir que no sabía. Pero los que contestaron se distribuyeron en lo que se asemeja mucho a una curva de Gauss, a una distribución estadística “normal”. De los que escogieron una ubicación, 1,03% dijo ser de extrema izquierda y 2,29% de extrema derecha; 8,69% se ubicó en la izquierda y 9,26% en la derecha; 14,42% se apostó en posición de centro-izquierda y 14,06% en centro-derecha. ¡Cincuenta coma veinticinco por ciento en el mero centro! (Respecto del universo total: extrema izquierda, 0,72%; extrema derecha, 1,60%; izquierda, 6,07%; centro-izquierda, 10,07%; centro-derecha, 9,82%, centro, 35,10%). ¿Será lo adecuado presentar una oferta que, entendiéndose a sí misma como trascendente de la vieja dicotomía izquierda-derecha, pueda ser comprendida por los electores como de centro? ¿Y será el candidato correcto ese caballero desconocido que responde al maracaibero nombre de Ninguno Nosabe Nocontesta?
(En este mismo blog se incluyó un gráfico de estos resultados en la entrada Por todo el centro, del 15 de abril de este año. Acá se reproduce de nuevo):
Claro, hay raíces más antiguas en esa población despegada de los actuales polos de la política nacional. El 8 de octubre del año pasado hacía referencia a ellas en la Carta Semanal #352 de doctorpolítico, en la que aludía a exposición del asesor político John Magdaleno (un abono que, a manera de introducción, hizo en favor de una intervención de su cliente, Leopoldo López):
He allí la falla de origen de la inmensa mayoría de los planteamientos políticos distintos del chavismo: que sólo atinan a definirse como antichavistas. Desaparecido Chávez, dejarían también, entonces, de tener sentido sus existencias. Ésa es la misma falla de origen de la iniciativa que acá se discute. Una nueva acción política que quiera ser viable no puede pensarse como oposición a Chávez; es preciso que procure superar el actual estado de cosas por superposición, por salto a un nivel superior de la política. (A fin de cuentas, el régimen de Chávez no es otra cosa que la exacerbación oncológica de una política que no inventó él: la política de poder posicionada en algún punto del eje decimonónico de izquierda y derecha). La refutación de Chávez debe venir, para usar términos evangélicos, por añadidura, nunca como única justificación. (…) Otras cosas dijo el encuestólogo asesor que querían causar un efecto preparatorio pero eran, por decir lo menos, inexactas. Por ejemplo, afirmó que los electores no alineados (los vilipendiados Ni-ni) habrían venido a la existencia a partir del “carmonazo”. Bueno, los electores que llegaron a conformar hasta 70% de intención de voto por Irene Sáez, ya en 1996, no querían nada con partidos, ni de izquierda ni de derecha (Ni-ni), y la encuestadora Gaither registraba en agosto de 1984 que 43% de sus consultados no identificaba un mejor partido entre las opciones AD, COPEI, MAS y Otros (Ni-ni-ni-ni). Para esos momentos, Gonzalo Barrios alertaba sobre la posibilidad de un outsider como candidato presidencial exitoso (en portada de la revista Auténtico), y la encuestadora Datos medía la preferencia de casi sesenta por ciento de sus entrevistados por un candidato que no viniera de los partidos en 1986.
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No hay, entonces, nada de novedoso en la aproximación de Henri Falcón, en procura del mercado de los Ni-Ni, obvia mayoría en el país (que también Leopoldo López busca cortejar). Menos aún cuando insiste en regresar a la dimensión ideológica, una aproximación claramente obsoleta. A El Nacional le dijo: “Creo en la democracia, en un socialismo ético y productivo y en la Constitución”. (Destacado de este blog). Eso es lo que se conoce como posición socialdemócrata y, por tanto, Henri Falcón hubiera podido inscribirse perfectamente en Un Nuevo Tiempo (que no habla de socialdemocracia sino de democracia social para que creamos). Henri Falcón es neo-adeco.
Pero fue a refugiarse bajo el toldo de Patria Para Todos, un poco más a la izquierda de AD-Un Nuevo Tiempo (como antes lo fue, en mayor medida, el Movimiento Al Socialismo de Petkoff). Así da cuenta Wikipedia en español acerca del PPT:
Patria Para Todos o PPT, es un partido político venezolano fundado el 27 de septiembre de 1997 ubicado en la izquierda, está formado en su mayor parte por antiguos sindicalistas y algunos profesionales. El PPT surgió como una escisión de La Causa Radical. Inmediatamente desde la fundación del PPT, se alió con Hugo Chávez junto a la plataforma electoral Polo Patriótico. En el 2000 se separó de la coalición por divergencia en la elección de candidatos en los comicios legislativos y de gobernadores y de alcalde[s] de ese año. A pesar de la separación del gobierno de Chávez, el PPT no se alió con la oposición, pasando ser crítico de ésta y del gobierno, hasta que en el 2002 se volvió a integrar al chavismo, conformando el Bloque del Cambio.
En síntesis, Henri Falcón es “de izquierda”, lo que es cosa tan atávica como serlo “de derecha”. (“En los partidos políticos de segunda ola, los temas principales han sido el control de los medios de producción, el trabajo y los recursos naturales. Un partido de segunda ola proveía LA RESPUESTA: socialismo, capitalismo, marxismo, fascismo, dando por sentado que si todo el mundo siguiera sus dictados todos los problemas del mundo se resolverían. No es necesario decir que ninguna de las agendas mencionadas ha traído la era utópica que anunciaban”. Amos Davidowitz: The Internet and the Transformation of the Political Process: MAPAM, a Case Study, 1996).
Más aún: ha acompañado a Hugo Chávez durante una década. Todavía pasa trabajo para despegarse totalmente—en la entrevista concedida a Lugo-Galicia se mueve, en general, como una guabina—de Chávez y su gobierno. Pregunta: ¿Por qué tardó tanto en descubrir las amenazas o riesgos que implicaba Chávez? Respuesta: No hablo de amenazas y riesgos; hablo de la persona que conocí, de decisiones que en lo político están marcadas por momentos y circunstancias. Pregunta: ¿No representa un riesgo para la democracia un gobernante sectario? Respuesta: Eso depende del momento y sus circunstancias. El peligro viene dado más por la inacción, el miedo a actuar, consciente y duramente, dentro de la Constitución y las leyes. Pregunta: ¿Cuándo comenzó a distanciarse del Gobierno? Respuesta: Mi distanciamiento, más que del Gobierno y del partido, es de la conducción y los métodos que niegan el sentido de lo colectivo y el debate y que impiden una efectiva materialización de los principios de la Constitución, que para muchos, y me incluyo por ser corredactor, es una de las más avanzadas del mundo. Pregunta: ¿Ha dicho todo lo que sabe del poder? Respuesta: No soy quién para calificar; sólo expreso, de manera clara, mi verdad.
Esa clara “verdad”, aparentemente es ésta: “Soy un creyente de la democracia inclusiva, cargada de garantías y de oportunidades y con énfasis en lo social. (…) Creo en la democracia, en un socialismo ético y productivo y en la Constitución”. Tan clara “verdad” como haber establecido que pudiera haber momentos y circunstancias en las que un gobernante sectario no representaría un riesgo para la democracia.
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En este blog se puso el pasado 21 de marzo: “No hay quejas sustantivas de la actuación administrativa de Henri Falcón en el estado Lara, ni en su carácter de alcalde, electo y reelecto, del municipio Iribarren (Barquisimeto), ni en el de su gobernador electo y reelecto. Todo lo contrario: el 23 de noviembre de 2008, fue el gobernador en funciones que obtuvo la mayor votación en cualquiera de los estados del país, recibiendo el 73,15% de los votos. Ni siquiera Chávez se ha acercado a un resultado como ése, y seguramente lo envidia”. Tales méritos, sin embargo, no lo convierten en contrafigura eficaz de Chávez—contra quien alguien o algunos habrán de medirse en 2012—, como los éxitos de Manuel Rosales, primero en Maracaibo y después en todo el estado Zulia (al igual que Falcón en Barquisimeto y Lara), no lo hicieron contendor suficiente en 2006. La popularidad de Rosales en el Zulia no fue trasplantable a todo el país (perdió en todas partes, incluido el estado Zulia, salvo en Maracaibo); nada garantiza que la popularidad de Falcón en Barquisimeto y Lara pueda extrapolarse a Venezuela.
También se dijo en la oportunidad aludida: “Falcón, por otra parte, se ha caracterizado por ser un gobernante moderado y asequible, muy distinto del estilo típico del Presidente de la República”. Pero asimismo: “Ha marcado Falcón distancias estilísticas con Chávez, obviamente, pero tampoco es que ha manifestado frontal desacuerdo con ninguna de las ejecutorias presidenciales de los últimos once años, que son muchísimas, por supuesto, la mayoría terribles”. La perniciosidad de Hugo Chávez no se agota en su malacrianza. LEA
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*La construcción correcta es “Si se revisa los estudios de opinión…” De un tiempo a esta parte se construye con excesiva frecuencia—no es vicio exclusivo de su idioma—como lo hizo Falcón: “Si se revisan los estudios de opinión…” La confusión se origina porque la atención se pone sobre el plural del complemento directo “los estudios de opinión”. Pero, en castellano, el verbo concuerda en número con el sujeto, no con el complemento directo. (“Él revisa los estudios de opinión” y no “Él revisan los estudios de opinión”). Aquel tipo de oraciones se conoce como oraciones “cuasirreflejas”; parecen reflejas—“Yo me peino, tú te bañas, ellos se mudan de ropa”—, en las que el sujeto y el complemento directo son una misma cosa, pero no lo son. (Por esto los camiones deben decir: “Se hace viajes y mudanzas” y no “Se hacen viajes y mudanzas”, puesto que los viajes no se hacen a sí mismos). Una oración cuasirrefleja es una clase de oración impersonal; esto es, de sujeto no especificado o inexistente. (“Ayer llovió”). Se lo presume gramaticalmente en singular. (“Ayer llovió a cántaros”, y no “Ayer llovieron a cántaros”). Vale.
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Al ver la casi perfecta campana de Gauss en cuya barriga se ubica la mayoría (los partidarios de la sensatez) uno puede preguntarse si en este mundo moderno tiene algún significado sustantivo aquello de ser de izquierda o de derecha. Esta taxonomía política se utiliza desde los tiempos de la Revolución Francesa para diferenciar a los «conservadores» de los «no conservadores» pero, en el siglo XXI, tiene más bien el efecto de alejar de la discusión, de evadir cómodamente la realidad concreta, de distanciar el debate sobre las soluciones específicas a problemas de orden público. No es extraño que al preguntársele a la gente común, la que sufre los problemas concretos, la que vive anónimamente construyendo la sociedad, si son de derecha, de izquierda, de aquí o de allá, terminan diciendo «…mire amigo ni de aquí, ni de allá». En la sección de opinión del portal http://e-lecciones.net/ Fernando Mires habla precisamente del origen de la solución, coincide con la sabiduría popular manifestada en el estudio de Eugenio Escuela y afirma que la solución vendrá por el centro. Pero un centro que hay que construir, no un centro geométrico, no un promedio ponderado, más bien una postura pragmática que asume el «enjambre ciudadano» y que la defectuosa y reduccionista taxonomía política tradicionalmente utilizada, pretende encajonar en supuestos «centros», «ni-nis», «no alineados» etc…. que no existen.
El poeta guaro Rafael Cadenas dijo algo tremendamente twitteable: «Son tantas las ideas arrasadas, que debería quedar la realidad sin más» y, en efecto, las ideologías, que fueron útiles por un tiempo para permitir cosmovisión y reducir la ansiedad del hombre cuando faltaba conocimiento, ya no son necesarias. El nivel de conocimiento al cual ha llegado la humanidad permite una aproximación pragmática «clínica», diría Luis Enrique Alcalá, a los problemas públicos: la medicina pasó de los chamanes a los médicos modernos, pero en política seguimos con chamanes políticos. Es la intuición sobre la necesidad de un mayor pragmatismo en política, es la interna convicción acerca de la necesidad de concretar las propuestas en acciones efectivas para la solución de los problemas públicos, es esa intuición popular la que explica la inmensa barriga en la campana de Gauss de Eugenio Escuela. Quien quiera enamorar a esa mayoría no debe proponer un promedio, quien quiera enamorar a esa mayoría no puede comenzar por preguntarse si son de «derecha» de «izquierda» de «centro» o un poco más allá; quien quiera enamorar a esa mayoría tiene que utilizar la última tecnología para convencer al pueblo de la eficacia práctica de sus propuestas.
Esa es la «superposición»: la propuesta que no se define a partir de las demás, lo que la gente está, desde hace años, queriendo escuchar.
Si uno habla de centro, sigue anclado en el eje izquierda-derecha. Es mejor abandonar de un todo la referencia posicional. De allí que tampoco crea acertada la denominación de centro-democracia, propuesta por José Antonio Gil. (Entiendo que Germán Carrera Damas repudió, en las recientes sesiones del Grupo Jirahara, allá en tu tierra adoptiva, la adición de adjetivos al término «democracia», tal como Falcón se los coloca a «socialismo»). Se entiende que la gente habituada a una terminología resista abandonarla, y persista en el uso de las viejas nociones; pero, aunque inexactos, apuntan en la dirección correcta. Por ejemplo, el gran Octavio Paz dijo: “Debemos buscar la reconciliación de las dos grandes tradiciones políticas de la modernidad, el liberalismo y el socialismo. Es el tema de nuestro tiempo”. (Citado por Enrique Krauze en El poder y el delirio). En verdad, tenemos que dejar atrás a ambos. Se trata de nuevas categorías, de un concepto inédito de la Política, y por esto debemos usar palabras nuevas. Política Clínica, Medicina Política, serán términos necesarios hasta que, limpiada la Política de los viejos usos y definiciones—ideologías de izquierda y derecha, política «realista», política de poder y de combate—podamos pronunciar de nuevo su augusto nombre solo, sin necesidad de adjetivos.
Hay una frase de Luis Vicente León, socio de José Antonio Gil, que me parece simpáticamente poderosa: «El socialismo es como el casabe, a lo que le eches sabe». Creo que una frase similar es imposible de crear refiriéndose a la democracia; la democracia tiene un sabor tan definido, un olor tan propio, que no parece buena idea acompañarla con otros ingredientes a menos que sean neutros, como el casabe por ejemplo (democracia social). Si se adjetiva a la democracia debe ser con adjetivos irrelevantes. Si se pretende que los adjetivos que acompañen a la palabra democracia sean algo más que irrelevantes, estamos en presencia de algo sospechoso y potencialmente peligroso. Y si, como se pretende ahora, se quiere utilizar la democracia como adjetivo y «descasabizar» el socialismo, definitivamente ya se trata de una estafa.