Yo soy quien da los permisos

La buena amiga del presidente Chávez y Presidenta de la Nación Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, ha hecho un nombramiento para remendar fisuras en su gabinete, en preparación de lo que será la anticipada campaña de su esposo, Néstor Kirchner, en pos de una nueva presidencia el año que viene. Mañana asumirá la posición de canciller Héctor Timerman, quien venía desempeñándose como Embajador ante los Estados Unidos. Sucede en el puesto a Jorge Taina quien, a pesar de ejercerlo por cinco años, recientemente ha manifestado diferencias con su jefa.

Timerman ha emitido militantes declaraciones aun antes de asumir el cargo, para que no quepan dudas acerca de su compromiso de patria, peronismo o muerte con la Sra. Kirchner. Por ejemplo, ha advertido al cuerpo diplomático argentino en general: “La cancillería tiene que estar al servicio de la política exterior del país. Los funcionarios que sirvan al Estado argentino no van a tener ningún problema conmigo. Quienes no tengan esa actitud y no crean o no puedan defender la política exterior que fija la presidenta, que es la jefa del Estado, tendrán que dar un paso al costado”. Nada, pues, de rebeliones diplomáticas.

Pero Timerman ha ido más allá de eso, con una toma de posición política: “No soy fanático, pero soy lúcido, y creo que este proyecto de transformación social que comenzó en 2003 atenta contra muchos intereses de la economía y la política acostumbrados a regular y regir los destinos del país. La pelea con esos grupos me llevó a defender al gobierno del que soy parte, porque hay una política de desestabilización”. Quizás está dicho en un lenguaje más elegante y menos pugnaz, pero se parece mucho a las justificaciones constantemente emitidas por el gobierno venezolano, que ve proyectos desestabilizadores en cualquier crítica.

Y ya que tocamos a Venezuela, Timerman procura neutralizar a priori una testificación potencialmente demoledora de Eduardo Sadous, ex Embajador en Caracas, ante el congreso argentino. Se presume que la comparecencia de Sadous, prevista para mañana, reforzará lo que ya ha denunciado: que empresarios de su país debieron pagar comisiones a funcionarios de su gobierno para tener puerta franca a negocios con Venezuela. Timerman dijo: “Voy a hablar con Sadous. Estoy convencido de que sabe, como profesional que es, que por ley los embajadores no pueden revelar información confidencial. En caso de hacerlo estarían cometiendo un delito”. También reservó un aviso a los legisladores: “En lo que a mí respecta también trataré de evitar, con todo respeto por la división de poderes, que el Congreso transforme en un escándalo político algo que no lo es”.

Pudiera hablarse, entonces, de una novísima doctrina Timerman en Derecho Internacional Público: 1. estarán protegidos por la confidencialidad los delitos de soborno conocidos por personal diplomático en el ejercicio de su cargo; 2. los cancilleres son los encargados de establecer qué constituye un escándalo internacional”. LEA

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