la cárcel de nuestra mente – robles psicólogos

La ideología es una cárcel

La Política es, o debe ser y es lo que podemos los ciudadanos exigir, el arte de resolver problemas de carácter público. Ninguna otra cosa la justifica. El objetivo con la reelección de algún mandatario, por ejemplo, no consiste en “recompensar a quienes [el pueblo] estime como sus mejores gobernantes”, como propuso hace un poco más de un año el magistrado Francisco Carrasquero López a la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, sino la facultad del pueblo de mandar que continúe sirviéndole un empleado que ha demostrado su eficacia y honradez. Es una aberración la bendita teoría de la reelección como “premio al buen gobernante”, que el Presidente de la República ha aprendido y recita porque le conviene. La Primera Magistratura Nacional no es un trofeo.

Se trata, con la Política, de un oficio difícil y delicado. El político se entromete con una sociedad y su historia. Es lo que hace un médico, un odontólogo, un enfermero, con un paciente a la escala personal. A éstos exigimos que estén al día en el estado del arte de su profesión; por esto no puede ser que algún galeno interprete a estas alturas un cuadro patológico a partir de una teoría (ideología) de los miasmas, o prescriba la ingestión de esmeraldas molidas—más de una vez rayaron la mucosa gástrica de señores renacentistas que podían pagar ese tratamiento—porque tengan una presunta virtud astrológica.

La misma cosa puede exigirse ahora de nuestros políticos. No hay ideología que sea explicación suficiente de nuestro actual estado como república; menos todavía hay alguna de la que derive una solución universal de nuestros problemas. En particular, Venezuela sufre hoy de la pretensión pueril—malacrianzas incluidas—de imponernos una ideología socialista desde el gobierno nacional. Irónicamente, fue el mismo Marx quien sostuviese que las ideologías de la clase dominante de una sociedad son propuestas (o impuestas) al resto de la sociedad, para que los intereses de la clase gobernante parezcan ser los intereses de todos.

Pero también las fuerzas formales que se oponen a ese designio cojean de la misma pata ideológica. El Movimiento Al Socialismo, Podemos, Patria Para Todos ondean banderas marxistas; Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo son partidos de la socialdemocracia; COPEI, Primero Justicia, Proyecto Venezuela y lo que quede de Convergencia son organizaciones socialcristianas. La misma redundancia de opciones dentro de una misma corriente ideológica ya es signo de que, incluso para ellas, lo ideológico no es lo importante.

La ideología debe, por ende, ser suplantada por la metodología: la que sea más eficaz para resolver, con menor costo social, un problema público concreto. Esto suena muy pragmático, pero se trata de un pragmatismo responsable. LEA

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