Un chamán hospitalario

Ayer me llevó el Chamán del Guaraira Repano a una de las cuevas que visita con cierta regularidad. Quería que escuchara de un grupo de aborígenes, dirigido por un colega suyo, las cosas que andan diciendo sobre la marcha del país. Cuando llegamos, hablaba un visitante, hechicero de fama, sobre las elecciones del 26 de septiembre.

Armado de petroglifos especialmente hechos sobre el tema y pintados con manchas rojas, negras y azules, expuso ante los circunstantes el mapa previsible de la próxima Asamblea Nacional. Hablaba en el plural de la primera persona. «Nosotros probablemente podamos conseguir un poco más de la tercera parte de los diputados, evitando así que el oficialismo alcance la mayoría calificada que se requiere para aprobar leyes orgánicas. Con muchísimo esfuerzo tal vez podamos llegar a un máximo de 89 diputados. No es tan exigente otra meta: sacar un total de votos superior a la suma de los candidatos del gobierno, pero el diseño de los circuitos electorales daría siempre una mayoría de escaños oficialista. El Presidente sigue estando solo en el patio, sin contendor visible. Por esto hace falta una campaña paraguas, distinta de las campañas individuales de nuestros candidatos. A nosotros nos mata la abstención. No la de los opositores propiamente dichos, sino la de los Ni-ni, cuyo 75% está con nosotros».

Luego tomó la palabra un viejo sabio que quiso predicar el optimismo, sobre la base de lo que significa nuestra supervivencia a once años de desgobierno, el rechazo de casi 90% de la población al comunismo y los vientos de cambio que empiezan a sentirse en Cuba.

El dueño y jefe de la cueva dijo que era una promesa equivocada de la oposición la mayoría en diputados; tal prédica, propuso, debe cambiarse por la de una mayoría de votos, que sí es posible. De lo contrario, la gente pensará que fue engañada una vez más. Pero también dijo que había que pensar en otras acciones políticas distintas de la meramente electoral. Antes, había cuchicheado con el Chamán del Guaraira Repano, con quien parecía estar de acuerdo. Luego, le pidió que hablara a la reunión de la tribu.

El Chamán habló y tres cosas dijo que fueron asentidas por el brujo anfitrión, puesto que él mismo así lo había pensado. Que el Presidente intentaría convertir el 26 de septiembre en un acto referendario, plebiscitario sobre su persona y su gestión. De aquí que fuera tan importante el número total de votos, aunque no se obtuviese una mayoría de curules. La otra fue que el Presidente, aun en el caso poco probable de obtenerla, guardaba más de una carta poderosa bajo su manga izquierda, como hacer que la actual Asamblea le diera una ley habilitante que pudiera tener vigencia de dos años—hasta las elecciones presidenciales de 2012—antes de ser disuelta, o convocar una nueva asamblea constituyente si la votación de septiembre le fuere favorable. Apoyó la noción de la anfitrionía: el problema va mucho más allá de conseguir unos escaños más o menos en la Asamblea y añadió, por último: «La MUD ha cumplido su misión de especificar las candidaturas unitarias y ya no funciona para las tareas que hacen falta».

Luego habló la tribu. Varios aborígenes asintieron a la noción de que la MUD debe cesar en sus funciones al haber cumplido, con uno o dos defectos que señalaron, la misión para la que fue creada. Uno de los indios dijo que gente del interior le había expuesto su más grave preocupación, y que ésta no era la cantidad de diputados que se lograra colocar en la Asamblea, sino lo que había que hacer para terminar el dominio del Presidente. Otro intentó concretar más y aludió al empleo del Artículo 350 de la Constitución.

Recordé que en la tribu vecina de los twitteros se anda hablando de lo mismo, y pensé que por eso el santero Aristóbulo había entendido: «Está cobrando mucha fuerza la conspiración en el seno de la oposición. Tenemos que estar mosca; desde el magnicidio hasta las guarimbas». Es idea que le conviene para restablecerse como héroe de postrimerías; el 13 de abril de 2002, cuando Diosdado estaba escondido y José Vicente daba declaraciones ambiguas, el tamborero Aristóbulo fue muy fotografiado en Miraflores, esperando el retorno de su jefe. LEA

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