Un panel de evaluación compuesto por los profesores Geoffrey Boulton, Peter Clarke y James Norton, junto con el Sr. David Eyton, establecido en Gran Bretaña bajo el mando de Sir Muir Russell para examinar el caso al que se puso el nombre de Climategate, dio a conocer ayer su informe final de 160 páginas sobre la controversia en la que se vieron envueltos investigadores de la Universidad de East Anglia, acusados de falsificar datos sobre el cambio climático de la tierra para sostener impropiamente la tesis del calentamiento global. Estos científicos conformaban el equipo de la Unidad de Investigación Climática (Climatic Research Unit, CRU) de la universidad mencionada, y un conjunto de imprudentes correos electrónicos cruzados entre ellos, fue sustraído en noviembre de 2009 y publicado en la Internet para alborozo de quienes se oponen a la idea de que nuestro planeta se esté calentando.
El affaire causó un escándalo y un alud de acusaciones promovidas por los escépticos del calentamiento global; con típica flema inglesa, se comisionó a Russell, un destacado educador y servidor público en Inglaterra, para dirigir el exhaustivo examen que hizo el panel—una verdadera “comisión de la verdad”—de toda la evidencia disponible, incluyendo extensas declaraciones de los involucrados en el asunto.
La conclusión fundamental del informe Russell dice escuetamente: “Sobre las acusaciones específicas hechas contra la conducta de los científicos de CRU, encontramos que su rigor y honestidad como científicos no está en duda”. Punto.
La exoneración total de los investigadores de la CRU ya ha producido las primeras reparaciones. Phil Jones, un climatólogo de renombre que fue la víctima principal de los infundios, ha recuperado un cargo muy parecido al que tenía en la unidad, de la que había sido suspendido.
Pero lo más importante del informe consiste en la certificación de que las evaluaciones ofrecidas por la CRU al Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) tienen fundamento científico. El panel concluyó: “No encontramos ninguna evidencia de conducta que pudiera socavar las conclusiones de las evaluaciones del IPCC”.
Son buenas noticias para la Universidad de East Anglia; malas noticias para el mundo, para nosotros. Incluso para los tercos, que persisten ignorando la evidencia científica acerca del cambio climático del único planeta que tenemos. LEA
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