Lo último en razones del accidente en la plataforma Deepwater Horizon, que explotara sobre el pozo Macondo en el Golfo de México el pasado 20 de abril, ha emergido en declaraciones del técnico en electrónica Michael Williams, a cargo del mantenimiento de sus sistemas electrónicos. Hasta ahora, la mayor parte de la culpa por el accidente que ha causado inconmensurable daños ecológicos y económicos ha sido colocada sobre BP, siendo que esta petrolera internacional es la operadora del pozo, pero las revelaciones de Williams podrían reubicarla sobre los hombros de Transocean, la contratista a cargo de las operaciones.
Durante una sesión de la investigación en progreso que sigue el gobierno federal de los Estados Unidos, Williams explicó que los sistemas de alarma se encontraban desconectados, así como otros mecanismos de seguridad. Más aún, indicó que ese estado era el producto de decisiones deliberadas.
El día de la explosión no hubo alarmas que advirtieran del peligro; un año atrás fueron desactivadas intencionalmente porque los jefes en la plataforma, como Williams personal de Transocean, no querían que los trabajadores despertaran en la madrugada por causa de falsas alarmas. Otro sistema que habría cerrado la cabina del taladro en caso de detección de gas en niveles peligrosos, estaba desactivado, y el supervisor de Transocean, Mark Hay, descartó la advertencia de Williams confiándole que así llevaba cinco años y que en todas las plataformas de la compañía el sistema operaba desactivado. Finalmente, Williams contó que un sistema computarizado que vigilaba la cabina del taladro se colgaba constantemente y, en una ocasión en particular, ofreció información errónea. Éste era el sistema que debió informar que una válvula del dispositivo encargado de cerrar el pozo en caso de problemas estaba dañada.
La gravedad de las declaraciones de Williams parece indicar que el villano principal de la tragedia, que mató a 11 trabajadores y ya ha descargado más de cuatro millones de barriles de petróleo en el Golfo de México, no es BP sino su contratista, Transocean Limited, y esta compañía dista mucho de tener el músculo financiero de la petrolera británico-estadounidense. Un desastre de esta magnitud puede acabar con la contratista incorporada en Suiza, pero no liberará de culpa a BP, de la que el Presidente del Comité de Energía y Comercio del Congreso de los EEUU, Henry Waxman, dijera el mes pasado: “Una y otra vez, parece que BP ha tomado decisiones que aumentaron el riesgo de una explosión para ahorrar tiempo y dinero a la compañía”.
Es muy difícil que una cosa así concluya sin responsabilidades penales. LEA
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