Acto diplomático

El enfoque correcto sobre el diferendo entre Colombia y Venezuela fue planteado ayer. Se hizo una invitación a los venezolanos en general a fortalecer la unidad colombo-venezolana, con el objeto de “lograr que nuestra frontera sea un espacio de paz y de bienestar “.

La invitación precedente partió del Vicepresidente Ejecutivo de la República, Elías Jaua. Pero mientras Jaua decía eso en Perijá, el Presidente de la República, Hugo Chávez Frías, aseguraba en el estadio de La Rinconada que en los últimos cien años no había habido una probabilidad tan alta de ataque militar de Colombia contra Venezuela, y que todo indicaba que detrás de esa posibilidad estaba el designio de los Estados Unidos.

Cuando Roy Chaderton tomó la palabra en la sesión del Consejo Permanente de la OEA, el jueves pasado, en respuesta a las acusaciones de Luis Alfonso Hoyos, el embajador colombiano, nuestro diplomático adoptó una línea que cualquier abogado defensor asumiría en un juicio penal: las pruebas son malísimas, las fotos pueden haber sido tomadas en un sitio que no pertenece al territorio nacional. Tenía razón; las fotos de Hoyos no tienen la contundente irrefutabilidad de las satelitales exhibidas por John Kennedy durante la peligrosa Crisis de los Misiles. (Quien escribe no ha podido obtener de Google Earth una vista de las inmediaciones de La Villa del Rosario en Perijá que sea suficiente como para detectar campamentos guerrilleros, y tampoco conoce las coordenadas que Hoyos habría suministrado para hacer la búsqueda más precisa).

Pero el gobierno de Venezuela tampoco presenta pruebas de sus repetidas acusaciones de planes agresivos en su contra, de las tramas de magnicidio o invasión. Basta que diga que ha interceptado la carta de alguien, o que un terrorista majunche venía a asesinarlo—ya el incompetente fue convenientemente detenido y enviado a Cuba—, sin presentar siquiera pruebas que Chaderton descartaría, para justificar alarmas amarillas en PDVSA y otras posturas que evidencian desagrado y decisión de confrontar amenazas.

Pareciera entonces que los gobiernos de Colombia y Venezuela deben enseriar las cosas y plantear pruebas reales y no chismes, porque entretanto los pueblos de ambos países sufren las consecuencias y se hace imposible el “espacio de paz y de bienestar”. Si lo más sólido que tiene Hoyos son las declaraciones de desertores que se han acogido a ofertas de pacificación y reintegración, la cosa no parece bien fundamentada. Ya tuvimos la experiencia de los Geovanny Vásquez, los testigos estrella que son capaces de decir cualquier cosa. Nelson Mezerhane sabe de eso.

Entretanto, hay gente que se compara con el Cid Campeador y disfruta su papel de protagonista arrecho (del latín arrectus) en una epopeya planetaria que imagina. ¿Qué mejor premio que tener pretexto para retar a las cúpulas que descienden de las que envenenaron a Bolívar, quizás en acuerdo secreto con Andrew Jackson? Es para molestarlas que elogia a Tirofijo y pone por modelo al Che Guevara. LEA

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