¿Curándose en salud?

En el sitio web de Últimas Noticias ya no puede leerse la entrevista realizada al general Henry Rangel Silva, que le mereciera un cuarto sol sobre su charretera al jefe del Comando Estratégico Operacional, la suprema instancia militar del país, inferior únicamente al Comandante en Jefe de la Fuerza Armada Nacional, el Presidente de la República. En su lugar, aparece ahora la siguiente advertencia: Server Error in ‘/’ Application. The resource cannot be found. Description: HTTP 404. The resource you are looking for (or one of its dependencies) could have been removed, had its name changed, or is temporarily unavailable.

Lo que sí puede encontrarse es la oferta de un video—en realidad sólo una banda de audio con títulos frecuentemente infieles—colocado por el propio periódico en YouTube, en el que obviamente se ha editado las palabras del premiado y apremiado general. Hay una sección crucial de sus declaraciones que ha desaparecido. He aquí el «video»:

La tramposa selección hecha por Últimas Noticias deja en pie declaraciones que pudieran estirarse para argüir, oficialistamente, que Rangel Silva se ha atenido a una interpretación tolerable de la Constitución. De lo suprimido, sin embargo, hay registro, pues Noticias 24 tiene en su web el texto que fuera impreso en el periódico insignia, complaciente e interesado y medroso, de la Cadena Capriles. Las afirmaciones suprimidas, esfumadas, escamoteadas son las siguientes: “Los ataques están en la agenda de la oposición. El elemento Fuerza Armada históricamente ha sido utilizado para de alguna manera derrocar gobiernos… Ellos actúan apoyados por terceros países y eso afecta el nacionalismo. La hipótesis (de un gobierno de la oposición) es difícil, sería vender al país, eso no lo va a aceptar la gente, la FAN no, y el pueblo menos”.

En primer término, es realmente irónico que se postule la utilización de los militares para derrocar gobiernos como verdad histórica. Si acaso, pudiera sostenerse que tal cosa ocurrió—en una larguísima serie de golpes de Estado por los militares y para usufructo de militares—únicamente en 1945, cuando en su 18 de octubre se produjo un golpe en alianza de civiles (Acción Democrática) y militares para dar paso a un gobierno civil democráticamente electo (que de todos modos fue depuesto por militares el 24 de noviembre de 1948, en sólo nueve meses después de la toma de posesión de Rómulo Gallegos). Apartando esa única excepción, absolutamente todos los derrocamientos de gobiernos ocurridos en Venezuela—y son muchos, aunque menos que los de Bolivia—han sido emprendidos por militares sin que civil alguno los utilizara. Ellos utilizaron a los civiles, como Juan Vicente Gómez a Laureano Vallenilla Lanz o José Gil Fortoul. Hay que tener tupé para proponer esa absurda distorsión de la historia.

Luego, salta a la vista que Rangel Silva no se ha percatado de que el gobierno del Sr. Chávez actúa apoyado «por terceros países»—Cuba, principalmente, Bolivia, Argentina, Ecuador, Nicaragua—y que tampoco cree que tal cosa «afecta al nacionalismo».

Lo peor de su concepción, sin embargo, es que un gobierno de la oposición, a pesar de que viniera determinado y decidido por una mayoría popular, «sería vender al país», y que eso ameritaría el desconocimiento de un resultado electoral. Eso fue lo que verdaderamente Últimas Noticias ha intentado borrar.

Rangel Silva no tiene la menor base para suponer que un gobierno presidido por alguien que no comulgue con la política de Hugo Chávez negaría la inclusión social o la disminución de la pobreza, por una parte; por la otra, el gobierno de Chávez es excluyente, y hoy hay en el país más pobreza que nunca. Ha habido, sí, disminución de la pobreza durante el régimen chavista: la de gente como Antonini Wilson, por ejemplo, con quien Rangel Silva conversara—¿cuál era la razón militar, profesional, de su conversación?—luego de que fuera denunciado por la entrada ilegal de 800 mil dólares a Argentina en vuelo de PDVSA, o la pobreza de Walid Makled.

En el simplista mundo de Chávez, que ofrece como gastado pretexto, y el de personas aparentemente mesmerizadas por él, como Rangel Silva, todo aquel que repudie el modo de gobernar del primero es automáticamente un vendepatria, un golpista—como él—, un salvaje capitalista, un agente del imperio. La muy inmensa mayoría del país no es ninguna de esas cosas y, como quedó demostrado el 26 de septiembre, la mitad de ella está enfrentada al gobierno.

Es francamente un razonamiento muy defectuoso postular que el pueblo rechazaría un hipotético gobierno opositor, cuando la única manera de que llegara a constituirse es, precisamente, por una decisión de la mayoría de ese pueblo.

Sobre todo Chávez, sin embargo, deja traslucir él mismo sus temores. En el programa en el que anunciara el cuarto sol para Rangel Silva, dijo: “Siguen tratando de generar divisiones en la Fuerza Armada, en el pueblo, en el partido, y tratan de dividir para golpear, por eso nuestra respuesta debe ser, unidad, unidad y más unidad”.

¿A cuál división se refería? Sólo puede ser la división entre Rangel Silva y él mismo, puesto que la «unidad, unidad y más unidad», que prescribía con evidente angustia, se manifestaba con el premio del ascenso como antídoto de la división. Así se unía, se unía y se unía más a Rangel Silva.

El fundado temor de Chávez de perder las elecciones de 2012 fue destacado por Teodoro Petkoff en su programa por Globovisión. He aquí lo que expuso:

En las últimas «Líneas de Chávez» ha escrito el Presidente de la República, un mandatario con propensión usurpadora de la Corona que es el Pueblo:

La canalla ha convertido unas palabras de un soldado venezolano, palabras que expresan una firme posición de dignidad, en el pretexto para agredir a la Patria, transgrediendo lo que el buen sentido dictamina e insinuando cualquier tipo de intervención foránea contra Venezuela.

Esa canalla que aplaude todo lo que vomita desde Colombia un confeso narcotraficante en contra de los poderes nacionales, de nuestras instituciones y de compatriotas de dilatada trayectoria a los que me une la vergüenza patria y la vocación de servicio, es la misma canalla que pide que echemos a los leones al General Henry Rangel Silva, precisamente por diferenciarse años luz de aquella casta militar corrupta y complaciente* con los intereses apátridas.

Los párrafos citados vienen justamente después de alabar la intervención foránea de Cuba en Venezuela, pero lo sintomático es su alusión a lo que está dispuesto a cantar Walid Makled. Rangel Silva no nombró para nada a Makled en sus declaraciones a Últimas Noticias, hoy un archivo que could have been removed, had its name changed, or is temporarily unavailable. LEA

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* Respecto de ser complaciente: Un año antes de declararse marxista—“Lo asumo. Yo cuando asumo, asumo”—ante la Asamblea Nacional, hablaba allí mismo en ocasión similar (13 de enero de 2009). En uno de sus peculiares recuentos históricos, regresó a febrero de 1989, cuando Carlos Andrés Pérez asumía por segunda vez la Presidencia de la República. Chávez aludió específicamente al acto de toma de posesión de Pérez en el Teatro Teresa Carreño, el fastuoso acto que mereció el cognomento de “coronación”. Recordó Chávez, incluso, que Fidel Castro—su “padre”—estaba entre los circunstantes que aplaudían a Pérez. Entonces, el Presidente de la República dijo que él era quien aplaudía más frenéticamente—aunque por supuesto conspiraba ya activamente—para disimular y que se le tuviera por persona afecta al régimen. Esta confesión la expuso con orgullo satisfecho, como si el engaño fuera travesura meritoria, inmoralidad necesaria a la revolución que todo lo absuelve. (Ser marxista, 18 de julio de 2010). Él mismo, a confesión de parte, se mostró complaciente con Pérez, sólo que a su complacencia añadió la hipocresía.

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