Precandidatos precomprimidos

No tenía pensado comentar el «debate» de los precandidatos de la Mesa de la Unidad Democrática, montado el lunes 14 de noviembre en territorio de la Universidad Católica Andrés Bello. Tal como preveía, el evento no cambió sustancialmente mis conclusiones respecto de estas candidaturas y las elecciones primarias que dilucidarán entre ellas, expuestas acá en varias ocasiones. (El pelotón opositor, Primarias secundarias o el mito de la unidad, Reiteraciones con pretexto). Pero Alfredo Anzola Méndez creyó que debía escribir sobre el asunto y, más obligantemente aún, mi hija Eugenia, la hija bien nacida, puso en Twitter: «Qué irá a escribir @doctorpolitico sobre el @Debate14N ???»

No tengo, pues, más remedio que registrar acá mis impresiones acerca del acto de anteayer; por supuesto, con todo el sesgo de mis muy subjetivos prejuicios.

La cosa, naturalmente, no fue un debate. Leopoldo López no dijo nunca: «Estoy opuesto a lo que señala Capriles Radonski», y éste tampoco rebatió lo que expuso Pablo Pérez. El formato no lo permitía. Por fortuna para los organizadores, ya no corrían Eduardo Fernández, Oswaldo Álvarez Paz, Pablo Medina, Cecilia Sosa, Juan Carlos Sosa, Antonio Ledezma, etcétera. Pero aun así se obligó a los participantes—alguien los llama The Jackson Five—a responder las preguntas formuladas por estudiantes seleccionados en intervenciones de un minuto, un lapso en el que no caben respuestas suficientes.

Mi impresión general es que quien se desenvolvió mejor entre los precandidatos fue María Corina Machado. A diferencia de, sobre todo, Pablo Pérez y Henrique Capriles, sus discursos—que tendían a exceder el encierro del minuto—no se fueron en declaraciones de corte general y vago: «La educación es muy importante», «Es malo que haya gente pobre» y otras declaraciones por el estilo. La participación de Machado fue la más articulada y concreta de todas, seguida en este punto por las exposiciones de López.

Diego Arria tuvo éxito al posicionarse como el antichavista más radical: amenazó al Presidente de la República con el Tribunal de La Haya, para juzgarlo por presuntos crímenes de lesa humanidad. Detrás de él se colocó Machado, quien aludió al «comunismo» que se vende en las escuelas. (Dos días antes del encuentro en la UCAB, Luis Betancourt Oteyza había escrito Los dos polos de la MUD, artículo en el que separaba a quienes confrontaban más frontalmente a Hugo Chávez—Arria, Machado—de los precandidatos que eludían ese enfrentamiento: Capriles, Pérez, López. «Los que plantean un cambio radical de régimen y los que ofrecen mejoras en el ejercicio del poder»).

En este momento cabe anotar que, con excepción de Pérez, cada precandidato tiene una rencilla personal con Chávez: Arria sufrió la expropiación de la hacienda La Carolina, López fue inhabilitado, Capriles estuvo preso por los sucesos de la Embajada de Cuba el 12 de abril de 2002 y Machado acosada por su participación en la juramentación de Carmona el mismo día. (Hace nada fue recibida con disparos en la parroquia 23 de Enero).

Como era de suponer, Pérez, López y Capriles no perdieron oportunidad de exponer que en sus administraciones estadales o municipales habían desarrollado programas específicos en las materias que los estudiantes les planteaban, especialmente en educación. La implicación era obvia: «Si lo hice en el municipio Chacao lo voy a hacer en la Presidencia». Fue López quien habló con más seguridad acerca de cuando fuera Presidente.

El 9 de septiembre de este año, al tiempo de afirmar que si las elecciones fueran en ese momento Chávez las ganaría «con una diferencia de 10% frente a cualquier candidato de oposición”, Oscar Schemel (Hinterlaces) argumentó así: “No hay en este momento un aspirante que tenga un posicionamiento sólido, robusto, cuyo liderazgo o aspiración esté asociado a una idea fundamental. Hasta ahora, las propuestas de la oposición no van más allá de proponer algunas soluciones a algunos problemas fundamentales, incluso de manera muy torpe”. Conjeturo que el debate que no fue tal no le ha hecho mudar de opinión. (Al día siguiente, Chávez ofrecía allegar a las familias pobres Bs. F. 300 mensuales por cada hijo, hasta un máximo de tres. Esto es más torpe todavía, pero el oferente tiene la chequera más nutrida y descarada).

Un apunte final: al término del evento en la UCAB, las cámaras de Globovisión registraron las enfebrecidas declaraciones de una estudiante y dirigente, que pregonaba que el movimiento estudiantil hacía historia de nuevo, creando democracia, o algo así. La autoalabanza exagerada y arrogante, intensamente empleada por Chávez, no es nueva en nuestra política. En al menos ese sentido, pues, lo que dijo la dirigente estudiantil no es renovación alguna. Un amigo y profesor comentó: «Dejó salir el chavecito que llevamos dentro». LEA

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ACTUALIZACIÓN: Luego de que Pablo Medina reuniera los churupos para comprarse un puesto en las primarias (1.100.000 bolívares «fuertes»), y de que desistiera del recurso que había interpuesto ante el Tribunal Supremo de Justicia por el cobro del uso de las máquinas de votación que exige el Consejo Nacional Electoral—»El CNE comete un hecho pecaminoso contra el socialismo al cobrar en un proceso electoral que lo hace caer en el mercantilismo. Cada precandidato debe pagar un porcentaje del costo de las máquinas y creemos que el TSJ debe fijar posición», había dicho Medina—, la Mesa de la Unidad Democrática ha admitido su candidatura para las votaciones del 12 de febrero. Habría que organizar un acto en la UCAB para que Medina contestara las preguntas ya formuladas por los estudiantes. Comoquiera que las contestaría después de una deliberación que no pudieron hacer los Jackson Five, esa ventaja pudiera reportarle que pasara de un viaje al primer lugar en las encuestas. Por cierto, hay que cambiar el nombre del grupo, que ya no tiene cinco miembros. Se trata, más bien, de las Seis Caras de un Dado. Very square and random. Vale.

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