…el Dr. Ramón J. Velásquez dibujó con hábil pincel grueso el trayecto histórico que nos ha traído a este insólito momento. Con toda la intención trazó la rúbrica de cierre: “El resultado de todo esto es que el país está dividido”. ¿Unir a “la oposición”, cuando la mitad de la nación no le está afiliada, sería la estrategia adecuada? Tal vez, pero la tarea política profunda es la de unir a ese país dividido. Es imposible completarla con altanería.
Principal virtud. Carta Semanal #320 de doctorpolítico, 19 de febrero de 2009.
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Creo que después del 7 de octubre habrán mejorado las condiciones para una necesaria distensión. Hace rato que ya no oímos “¡Exprópiese!” Apartando la disminución de sus fuerzas físicas, el Presidente de la República ha comenzado a notar que no cuenta con gerentes capaces en número suficiente dentro de su gobierno, que cada estatización—después del millar que ha ordenado—es un nuevo escaparate en un lomo recargado, que hasta Cuba se abre tímidamente a la iniciativa privada, que su socialismo no puede funcionar y sólo le queda definirlo de otra manera menos marxista para preservar la etiqueta en la que tanta propaganda ha invertido.
Reporte climatológico parcial, 29 de septiembre de 2012
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La realidad viene en colores, o al menos como suele decir Yekezkel Dror: en muchas tonalidades de gris. Es incorrecto el intento de comprenderla en blanco y negro, como aves de colores opuestos que vuelan en direcciones contrarias en una noche y un día imposiblemente simultáneos. Hay en Venezuela un enjambre ciudadano de casi veinte millones de electores que pudieran volar todos hacia un mismo horizonte multicolor.
A las mentes simplistas conviene el maniqueísmo, la simple idea de que la vida es una lucha entre el principio del bien y el principio del mal. Yo estoy del lado del bien; el otro es malo y por tanto debo aniquilarlo. Pero el otro piensa recíprocamente, y ambas cosas no pueden ser verdaderas a un tiempo. La lógica y los hechos no soportan esa contradicción. Por eso se justificaría una lógica dialéctica o dinámica, una que no se agota en la agonía; de la oposición de contrarios—tesis y antítesis—surgiría una nueva síntesis que incorpore elementos de ambas posturas.
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Todos los factores políticos organizados del país son asociaciones que justifican su lucha por el poder en una ideología: el PSUV en una ideología socialista de cepa marxista, Un Nuevo Tiempo y Acción Democrática en una socialdemócrata, Primero Justicia y COPEI en la socialcristiana, y hasta el íngrimo Marco Polesel (Movimiento Demócrata Liberal) esgrime el liberalismo clásico. Cada uno de estos planteamientos es irremediablemente anacrónico, obsoleto.
En esencia, una ideología es la fe en una receta general para el logro de una sociedad perfecta o mejor, y usualmente echa la culpa a alguien de que la sociedad actual sea tan defectuosa. El polo liberal cree que los males de la sociedad se deben a la excesiva intromisión del Estado, especialmente en los mercados; el polo marxista sostiene lo contrario: que la insatisfacción social debe atribuirse al afán de lucro de los empresarios—»Ser rico es malo» o, como lo puso Proudhon: «La propiedad es un robo»—que excluirían intencionalmente a los pobres a quienes explotan. En el medio, la socialdemocracia y la democracia cristiana hacen malabarismos para ubicarse equidistantemente de estos extremos. («El paquete alternativo es una economía con rostro humano», sintetizaba gaseosamente Eduardo Fernández en el hotel Eurobuilding, a pocos días de la intentona del 4 de febrero de 1992. Un Nuevo Tiempo, de su lado, hablaba de “…la creación de una economía mixta que combine los mecanismos del mercado con una planificación y regulación democrática coordinada por el Estado, que oriente los esfuerzos y las expectativas del capital, del trabajo y de los consumidores hacia el logro de metas de desarrollo diversificado y sustentable de las fuerzas productivas internas, y de distribución equitativa del ingreso nacional”. Democracia Social, Bases Ideológicas del Partido Un Nuevo Tiempo).
UNT encargó a Demetrio Boersner la redacción del último documento nombrado, y este trabajo informaría a la postre la Declaración de Principios Ideológicos y Programáticos de Un Nuevo Tiempo, emitida el 7 de abril de 2008. (Boersner fue el Coordinador del Congreso Ideológico y Programático de este partido). COPEI, por supuesto, hizo su congreso ideológico en 1986 y, por su parte, Primero Justicia celebró el suyo hace cinco años (13 de octubre de 2007). En diciembre de 2006, Julio Borges anunciaba el evento como «fortalecimiento ideológico» de su partido «para dar la batalla por la defensa de la educación libre, de la descentralización y la distribución justa de la riqueza petrolera».
Ese mismo mes era un eco de su voz la diametralmente opuesta de Diosdado Cabello, que proponía—¡oh sorpresa!—un congreso ideológico como unificador de las organizaciones del chavismo. Vladimir Villegas, por esos días alineado con Cabello, escribía entonces: «…una definición ideológica es necesaria para dar coherencia a una organización política. Siendo el partido de los factores que promueven, estimulan y defienden la revolución bolivariana, el pensamiento político del Libertador Simón Bolívar es una de sus fuentes integrantes. Pero a la vez, es un partido que reivindica el socialismo como alternativa. Por ende, tendrá que definir las características del sistema socialista que propone para Venezuela. He allí otro punto que invita al debate. No es suficiente hablar de socialismo a secas. Ni siquiera de socialismo del siglo veintiuno. Hay que ir a definiciones específicas con respecto al rol del partido en la sociedad, al modelo político, a las formas de propiedad, al rol del mercado y del Estado». (Los retos del Partido de la Revolución, El Nacional, 12 de diciembre de 2006). Ya ese Villegas se dejó de eso, pero de allí saldría el PSUV o Partido Socialista Unido (se pretendió «Único») de Venezuela.
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Las ideologías no pueden ser plataformas para el lanzamiento de la reunión nacional. Son marcos mentales dentro de los que se piensa siempre en términos divisionistas. Y son medicina antigua, periclitada. (Ver en este blog Panaceas vencidas). A pesar de lo cual, Leopoldo López declara hoy en El Universal: «Creo que lo ideológico es fundamental», y que el objetivo no es reunir a los venezolanos, sino «construir una nueva mayoría». (Para desplazar a la actual, se entiende).
Las ideologías son esgrimidas de cuando en cuando por el liderazgo nacional, especialmente por el Jefe del Estado, cuyo proyecto político está grandemente ideologizado (y por eso mismo anclado en el pretérito pluscuamperfecto). Pero algo de ellas se ha filtrado en las conciencias del enjambre ciudadano. Es afortunado, no obstante, que la penetración ideológica no ha calado demasiado adentro. Cuando estamos en medio de un proceso electoral, la polarización hace crecer a los dos polos, izquierdista y derechista, de la contienda. Pero entre elección y elección, como entre la de gobernadores y alcaldes de 2008 y la de diputados nacionales en 2010, el cuerpo político venezolano se desinflama y recupera su normalidad proporcional, como midiera la Encuesta Nacional Ómnibus de Datanálisis entre el 23 de septiembre y el 8 de octubre de 2009:
Es por eso que la distensión y el diálogo puede venir no tanto de los dirigentes políticos—que se miran entre sí con suspicacia—como de la ciudadanía. El 20 de julio de 2011 presentaba Hinterlaces su Monitor País de aquel momento, y el estudio incluía una decidora lámina en la que mostraba la casi unanimidad de sus entrevistados—9 de cada diez—acerca de la necesidad de unir a Venezuela, de curar el mal que diagnosticaba Ramón J. Velásquez cinco meses antes de esa medición de la opinión nacional.
Aunque no es enteramente imposible que gobierno y oposición arriben a entendimientos fundamentales, no creo que deba esperarse la sanación de ellos; esto es, serán bienvenidos sus acercamientos, pero es el enjambre ciudadano el que puede comenzar la reunificación nacional sin esperar instrucciones partidistas. Él, como conjunto, sabe que no es verdad que el gobierno debe ser entendido como una «banda de delincuentes» comunistas (conceptos frecuentes en Facebook y en tuits de opositores irracionales) y tampoco que los empresarios venezolanos practican intencionalmente la exclusión social. (A todo empresario inteligente le interesa que la comunidad a la que sirve sea próspera). Es el Pueblo Soberano, el Poder Constituyente Originario, la Corona, quien puede acometer la tarea profunda de la reunificación, aunque los políticos no quieran. LEA
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El programa radial del 13 de octubre y la entrevista en Noticias 24 no tienen pérdida.
Mucho de la solución a los problemas gravita hacia su postura, Doctor Alcalá.
La explicación de cómo la digitalización y el paradigma científico y sus instrumentos ha hecho superflua, incompleta e inoportuna a cualquier posición ideológica dogmática está más que demostrado. El horror vacui que presenta nuestra cultura a la ausencia de ideologías y de sus instrumentos que son los partidos políticos, crea ansiedades. La gente, ante la incertidumbre que en nuestro caso es a veces económica, política y social (a veces hasta étnica), prefiere una ideología para crear cierta predicibilidad social para todos y una justificación a sus miedos, traumas y angustias para los que la predican en particular.
Es esconder, como el avestruz, la cabeza en un hueco, dejando el cuerpo afuera, indefenso ante la amenaza.
Me suscribo a las recomendaciones y esperanzas de este artículo y, de paso, lo agradezco como ciudadano y espero con feliz antelación cada uno que sale en esta página web.
¿Por qué no se la ha dado en el pasado la difusión e las ideas que se exponen aquí?
Gran pregunta, pero en definitiva, yo prefiero los jefes de equipo con la filosofía política que se expresa aquí.
Recibí un grato impacto, cuando ví la ilustración de Escher. Me gustan las teselaciones y entender los patrones que con ellas se demuestran y la futilidad de creer a ciegas y maniqueamente en las percepciones e impresiones a primera vista. es una receta visual contra los monismos filosóficos, sin negar que cumplieron una gran función en eso de traernos en lo bueno, hasta aquí.
Les he mandado los links de esta página a mis hijos y amigos. Tarde o temprano, ojalá que se dé un deslave de equilibrio puntuado y se vea y entienda las buenas cosas que se publican aquí.
Gracias Doctor por trabajar por Venezuela, por toda entera.
Gracias una vez más por sus generosas palabras. Está Ud. a punto de pasarse en cuanto a elogio.
El germen casi completo de las ideas que le llaman la atención vio la luz en febrero de 1985, en un trabajo-proyecto de organización política muy distinta de las convencionales. La escasa difusión seguramente se debe a que se trataba de un discurso fuera de lo ordinario, corrosivo de la arquitectura del poder de entonces. Al final de ese trabajo predecía:
Más de una voz se alzará para decir que esta conceptualización de la política es irrealizable. Más de uno asegurará que “no estamos maduros para ella”. Que tal forma de hacer la política sólo está dada a pueblos de ojos uniformemente azules o constantemente rasgados. Son las mismas voces que limitan la modernización de nuestra sociedad o que la pretenden sólo para ellos.
Pero también brotará la duda entre quienes sinceramente desearían que la política fuese de ese modo y que continúan sin embargo pensando en los viejos actores como sus únicos protagonistas. Habrá que explicarles que la nueva política será posible porque surgirá de la acción de los nuevos actores.
Serán, precisamente, actores nuevos. Exhibirán otras conductas y serán incongruentes con las imágenes que nos hemos acostumbrado a entender como pertenecientes de modo natural a los políticos. Por esto tomará un tiempo aceptar que son los actores políticos adecuados, los que tienen la competencia necesaria pues, como ha sido dicho, nuestro problema es que “los hombres aceptables ya no son competentes mientras los hombres competentes no son aceptables todavía».
Porque es que son nuevos actores políticos los que son necesarios para la osadía de consentir un espacio a la grandeza. Para que más allá de la resolución de los problemas y la superación de las dificultades se pueda acometer el logro de la significación de nuestra sociedad. Para que más allá de la lectura negativa y castrante de nuestra sociología se profiera y se conquiste la realidad de un brillante futuro que es posible. Para que más allá de esa democracia mínima, de esa política mínima que es la oferta política actual, surja la política nueva que no tema la lejanía de los horizontes necesarios.
En 1985 faltaba una década entera antes de la disponibilidad universal de Internet. Ahora hay herramientas que entonces no existían.
Concurro con su reconocimiento de la deuda contraída con los viejos políticos. En la Carta Semanal #324 de doctorpolítico, del Día de San José de 2009, concluí:
Una cierta forma de hacer política—reptiliana: agresiva, territorial, ritual, jerárquica—está muriendo ante nuestros ojos. (¿Cómo puede ser uno territorial en Internet? ¿Quién es su jefe?) El anacrónico experimento de Chávez representa los últimos estertores—imagen de Eduardo Fernández—de una política vieja que agoniza. Es la política del poder, que él lleva a su exacerbación; es la autodefinición política sobre un eje izquierda-derecha que ya no existe, a pesar del último pataleo de Bernard Henri-Lévy. (Left in Dark Times, 2008).
Pero es la muerte de gigantes, sin los que nunca hubiéramos divisado la tierra prometida. Como tales ¿por qué tendrían que sentirse mal por haber sido enormes e indispensables? Ellos construyeron las posibilidades que hoy tenemos.
No se justifica entonces que entorpezcan el progreso, pretendiendo que lo que hacen, cada vez de eficacia menor, es lo único posible. Nos deben la libertad de crear, como ellos mismos en su momento lo hicieron, una cosa distinta.
Muchas gracias por la respuesta.
No me excedo en elogios, Doctor Alcalá. He ido leyendo los artículos que me recomendó y terminé, antes de las elecciones, todos los programas de radio. En honor a la verdad, me he quedado corto en el justo reconocimiento que su esfuerzo merece. Me resulta harto desagradable el silencio de aquellos que sin duda beben en estas fuentes, pero no agradecen la frescura ni la limpidez de los aportes. Es prueba de la consecuencia no deseada de la inconsecuencia y la envidia, por decir lo menos. Lo mismo, cuando se ve en la TV opiniones de lado y lado que ni siquiere pueden calificarse de sentimentales.
De repente, usted, por el bien del país, les desacomoda el negocio clientelar que disfrazan con banderitas, eslóganes y de una supuesta infalibilidad retrospectiva, donde nunca se equivocan prediciendo el pasado. Ellos siempre lo supieron desde un principio.
Sí creo que hay ya un promedio de ciudadanos como usted lo muestra en su estadística, pero no hay masa crítica todavía.
Creo no exagerar en decir que muchos males se hubiesen evitado, si los que mandan hubiesen leído aquí «hasta las más duras verdades».
Un abrazo.
No puedo hacer otra cosa que agradecer a quien es obviamente alguien familiarizado con los más modernos enfoques y autores, aquellos a quienes Guy Sorman llamó «los verdaderos pensadores de nuestro tiempo». Ud. me ha dado pruebas muy suficientes de la actualidad de sus conocimientos.
La sección final (Tiempo de incongruencia) del trabajo que mencioné decía hace 27 años y ocho meses:
El actor político tradicional parte del principio de que debe exhibirse como un ser inerrante, como alguien que nunca se ha equivocado, pues sostiene que eso es exigencia de un pueblo que sólo valoraría la prepotencia. El nuevo actor político, en cambio, tiene la valentía y la honestidad intelectual de fundar sus cimientos sobre la realidad de la falibilidad humana. Por eso no teme a la crítica sino que la busca y la consagra.
Lo que Ud. llama esfuerzo es sólo el ejercicio placentero de una vocación, la que debo a la gente que me abriera los ojos. Por lo demás, decía José Ingenieros en El hombre mediocre: «La envidia es una adoración de los hombres por las sombras, del mérito por la mediocridad. Es el rubor de la mejilla sonoramente abofeteada por la gloria ajena». Uno no debe ocuparse de la mediocridad, y cuando es atacado por ella conviene hacer caso del proverbio árabe: «La mejor venganza es ser feliz».
Luis: es justo reconocer tus aciertos y mis desaciertos igualmente con relación a esta discusión, en mi caso quizás apasionada, por el tema electoral. Ruego las disculpas del caso. Revisando y analizando las encuestas que tengo en mi base de datos, Hinterlaces dio el pronóstico mas cercano. Incluso más: que pronosticó un estado de la opinión general que predominó al momento de las elecciones. Capriles pudo disminuir la brecha, pero no se produjo la avalancha para ello. Sugiero que leas mi artículo Un Examen Crítico en mi página http://www.aureliouseche.com
Saludos
Aurelio
Es con gran alegría que recibo esta nueva participación tuya. Hacían falta tus intervenciones. Por estos días me había hecho el propósito de contactarte, y te agradezco que hayas tomado la iniciativa. Visto tu artículo, concurro con más de una de sus apreciaciones. Me parece especialmente acertada la referencia al desempeño parlamentario de la oposición, y aprovecho para contestar la pregunta: no todos los políticos son iguales. Un abrazo.