La portada diseñada por Ariel Toledano

En 1987 pude publicar mis Memorias prematuras, que llevaron por nombre Krisis. Había concluido su redacción el año anterior, y fue el apoyo monetario de Gerd Stern lo que permitió la impresión del libro en edición privada. La nueva imprenta de Javier Aizpúrua se ocupó del trabajo; era el segundo libro que Ex Libris imprimía y el primer libro venezolano que fuera escrito y compuesto íntegramente en un computador personal. (Un Mac Plus con un megabyte de memoria RAM, adquirido en diciembre de 1985; el procesador de texto era MacWrite).

Como expliqué en la introducción, Krisis viene del griego krinein, decidir. Era la historia de una decisión política personal, que fue incubándose entre 1983 y 1985; las memorias relatan mi creciente inmersión en política en esos años. «En cierto sentido, mi proceso personal no es otra cosa que el modo como la crisis del país me pasaba por dentro. (…) Lo que aquí se lee no es otra cosa que el tránsito de la crisis que a todos influye por el alma de una persona que se ha dejado deliberadamente penetrar por aquélla«.

No era fácil a muchos venezolanos, aun a los muy preparados, percibir la profundidad de la crisis. A pesar de que el lapso relacionado es posterior al tristemente célebre Viernes Negro (18 de febrero de 1983), la lectura generalizada era que ese episodio era un ajuste momentáneo, después del cual el país retomaría su ritmo acostumbrado. En esas memorias se menciona un cierto informe mensual por suscripción, con el que pretendía alimentar a mi familia después de que renunciara a un lucrativo empleo para dedicarme a la política. Lo que no se cuenta es que pedí a un querido amigo—desparecido ya—que contribuyera con el capital de trabajo de la aventura. De visita en mi casa me preguntó de qué pensaba escribir, a lo que expliqué: «De los procesos fundamentales de la crisis». Entonces mi amigo, uno de los más importantes y preparados ejecutivos venezolanos del momento, contestó luego de sopesar mi respuesta unos breves segundos: «Y cuando acabe la crisis ¿de qué vas a escribir?» Casi tres décadas después, la crisis no ha concluido.

En este blog se encuentra el texto íntegro de aquellas memorias, pero debo convenir en que su lectura se hace muy difícil en el formato convencional de una entrada típica desde un navegador de Internet. He convertido el archivo de texto original en archivo de formato .pdf y lo coloco abajo para su descarga. Es casi un libro electrónico; los manejadores de archivos en portable document format—Acrobat Reader™, por ejemplo—permiten que se pase sus páginas como si se tratara de un e-book. Tal vez pueda hacerlo auténticamente, y también con Las élites culposas – Memorias imprudentes, más adelante.

Ariel Toledano intentó que la portada simulara un sobre de Manila dirigido a una persona en particular pues, según dijo, el contenido del libro era algo que había dado vueltas antes de encontrar su destinatario; de allí los varios sellos y matasellos. El nombre que se lee parcialmente en la etiqueta corresponde a una persona real que ya no está con nosotros. Es el del dueño del antiguo Abasto Los Palos Grandes, Don Abel Figueira, uno de los personajes importantes del relato. Curiosamente, su segundo apellido era Chaves, con la ortografía portuguesa. LEA

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KRISIS – Memorias Prematuras

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