El hombre de las uñas largas

 

Con agradecimiento a Richard Louis Smith, totalmente criollo

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El Presidente de la República no ha ocultado nunca su veneración por Fidel Castro, a quien trata como padre y consejero. No pocos venezolanos han admirado y admiran al dictador cubano; a la venida de Castro como invitado especialísimo de Carlos Andrés Pérez para su segunda toma de posesión, le dio a novecientos once «trabajadores de la cultura» del país por publicar un manifiesto de reconocimiento en el que se leía entre otras cosas: «…afirmamos que Fidel Castro, en medio de los terribles avatares que ha enfrentado la transformación social por él liderizada y de los nuevos desafíos que implica su propio avance colectivo, continúa siendo una entrañable referencia en lo hondo de nuestra esperanza, la de construir una América Latina justa, independiente y solidaria». Eso era, en 1989, retórica chavista. (Vea en este blog Manifiesto que algunos quisieran olvidar. Le sorprenderá encontrar nombres como los de Elías Pino Iturrieta o Milagros Socorro entre los firmantes).

En enero de 1967, la revista Playboy entrevistó por vez primera a Castro. (Luego lo haría en agosto de 1985. Además de explícitas fotografías de hermosas mujeres, la revista de Hugh Hefner traía de vez en cuando valiosas piezas literarias, como capítulos de libros nuevos de Vonnegut o García Márquez y entrevistas a gente como John F. Kennedy o el propio Castro). Esta entrada traduce algunos fragmentos de la primera entrevista, conducida por el periodista Lee Lockwood.

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PLAYBOY: Cuando llegó al poder en 1959, ¿creyó que Cuba y los EEUU se llevarían mejor que lo que han hecho en realidad?

CASTRO: Sí, ésa era una de mis ilusiones. En ese tiempo, creíamos que el programa revolucionario sería llevado a cabo con un grado importante de comprensión de parte del pueblo de los Estados Unidos. Creíamos que, porque era justo, sería aceptado. Pensábamos en el pueblo de los Estados Unidos, que de alguna manera su opinión influiría las decisiones del gobierno.

PLAYBOY: ¿Tuvo mucho que ver la subsecuente hostilidad del gobierno norteamericano con la creación de una atmósfera receptiva del comunismo en Cuba?

CASTRO: Eso creo, en la misma forma que los actos amistosos de la Unión Soviética también ayudaron. Nos enseñó algo que no habíamos entendido claramente al inicio: que nuestros verdaderos aliados, los únicos que podían ayudarnos a hacer nuestra propia revolución, no eran sino aquellos países que habían tenido recientemente la suya.

PLAYBOY: Sin embargo, algunos observadores han caracterizado su desarrollo en tanto comunista como en gran medida una serie de reacciones de su parte a una serie de actos hostiles por los EEUU; es decir, que los EEUU, en efecto, le forzaron a usted y a Cuba a entrar al campo comunista.

CASTRO: Los Estados Unidos, con su política exterior imperialista, constituyen parte de las circunstancias contemporáneas que hacen a la gente revolucionaria en todas partes.

(…)

PLAYBOY: Dondequiera que los EEUU han intervenido militarmente desde la Segunda Guerra Mundial, ha sido para defender a las naciones subdesarrolladas de la amenaza de la subversión o agresión comunista.

CASTRO: ¿Por qué ven al comunismo como una amenaza?

PLAYBOY: Para decirlo simplemente, la posición de nuestro gobierno es que el objetivo del comunismo internacional es esclavizar a los pueblos, no liberarlos.

CASTRO: Eso es un punto de vista absolutamente erróneo. Miremos al caso de Cuba: los Estados Unidos quieren «liberar» a Cuba del comunismo pero, en realidad, Cuba no quiere ser «liberada» del comunismo. Para «liberar» a Cuba del comunismo, los Estados Unidos organizaron a los seguidores de Batista, la gente más reaccionaria de este país: torturadores, conspiradores, ladrones, explotadores de todos los tipos. Los organizó, los adiestró y los armó para que vinieran a «liberar» al pueblo de Cuba. Pero ninguno de estos contrarrevolucionarios consideró alguna vez las necesidades del pueblo cubano. No habían resuelto los problemas del desempleo, la ignorancia, la falta de cuidado médico, la pobreza y la miseria que existió antes de la revolución.*

(…)

PLAYBOY: ¿Ha habido alguna disminución de las actividades contrarrevolucionarias en Cuba desde la Crisis de los Misiles?

CASTRO: No, la CIA mantiene sus actividades incesantemente y con todos los recursos posibles. Trabaja sistemáticamente con todos los cubanos que ahora están en los Estados Unidos, con los parientes y amigos de los contrarrevolucionarios que están allí, tratando de organizar constantemente redes de información, espionaje y contrarrevolución. No hacemos públicas muchas de las noticias acerca de las actividades de la CIA. Muchas veces sabemos cuándo llegan agentes. Estamos siempre capturando agentes, lanchas, botes, equipo de radiocomunicación.

PLAYBOY: ¿Qué hacen con los agentes que capturan?

CASTRO: Lo mismo que hicimos con los prisioneros capturados en Bahía de Cochinos.

PLAYBOY: ¿Cuántos presos políticos mantienen ustedes en este momento?

Acto cultural en un presidio cubano

CASTRO: Aunque normalmente no damos esta clase de información, voy a hacer una excepción con usted. Creo que debe haber aproximadamente 20.000. [Según Time (5 de octubre de 1965), la cifra se acerca más a 50.000]. Esta cantidad comprende todos aquellos sentenciados por los tribunales revolucionarios, incluyendo no sólo aquellos sentenciados por actividades contrarrevolucionarias, sino también los condenados por delitos contra el pueblo durante el régimen de Batista, y muchos casos que no tienen nada que ver con actividades políticas, como malversación, robo o atraco, que en razón de su carácter fueron transferidos a los tribunales revolucionarios. Desafortunadamente, tendremos que tener prisioneros contrarrevolucionarios durante muchos años.

PLAYBOY: ¿Por qué?

CASTRO: En un proceso revolucionario no hay neutrales: sólo hay partidarios de la revolución o enemigos de ella. En todo gran proceso revolucionario ha sucedido así; en la Revolución Francesa, en la Revolución Rusa, en nuestra revolución.**

(…)

PLAYBOY: ¿Hasta qué punto el currículum de las escuelas cubanas incluye el adoctrinamiento político?

CASTRO: Lo que usted llama adoctrinamiento político pudiera llamarse más correctamente educación social; después de todo, nuestros niños están siendo educados para vivir en una sociedad comunista. Desde una tierna edad, debe desestimulárseles de todo sentimiento egoísta en el disfrute de las cosas materiales,*** como el sentido de la propiedad individual, y estimulárseles hacia el mayor esfuerzo común posible y el espíritu de cooperación. Por consiguiente, deben recibir una educación no sólo científica sino también una educación para la vida social y una amplia cultura general.

PLAYBOY: ¿Hay un intento de enseñar materias tales como arte y literatura y su crítica desde el punto de vista marxista?

CASTRO: Tenemos muy poca gente calificada que pudiera tratar siquiera de dar una interpretación marxista de los problemas del arte. Pero, como revolucionario, es mi entender que una de las preocupaciones fundamentales debe ser que todas las manifestaciones de la cultura sean colocadas al servicio del hombre, desarrollando en él todos los sentimientos más positivos. Para mí, el arte no es un fin en sí mismo. El hombre es su fin; hacer al hombre más feliz, hacer al hombre mejor.

PLAYBOY: ¿Hay algún intento de ejercer control sobre la producción artística en Cuba, de literatura, por ejemplo?

CASTRO: No, pero un libro que no creyéramos que tiene algún valor no tendría chance de ser publicado.

PLAYBOY: En otras palabras, ¿un autor que escribiera una novela que contuviera sentimientos contrarrevolucionarios no podría ser publicado en Cuba?

CASTRO: No por los momentos.

(…)

PLAYBOY: A la mayoría de los observadores externos le parece que cualquiera que tenga un punto de vista substancialmente diferente de la línea oficial acerca de la política exterior norteamericana—o casi cualquier otra cosa—tiene muy poca oportunidad de expresarse en la prensa de aquí. Parece, de hecho, ser ella un brazo del gobierno.

CASTRO: Lo que usted dice es verdad. Hay muy poca crítica. Un enemigo del socialismo no puede escribir en nuestros periódicos, pero no lo negamos, y no vamos por ahí proclamando una hipotética libertad de prensa cuando en realidad no existe, como hacen ustedes.

PLAYBOY: Esto trae a colación un punto de vista común en los EEUU de que usted es un dictador absoluto, que no sólo los intelectuales sino tampoco el pueblo cubano tiene voz en su gobierno y que no hay señales de que esto vaya a cambiar. ¿Desea comentar?

CASTRO: En lo que concierne a que el pueblo tenga una voz en el gobierno, somos marxistas y vemos al Estado como un instrumento de la clase gobernante para ejercer el poder. En Cuba, la clase gobernante consiste de los trabajadores y los campesinos; es decir, de los trabajadores manuales e intelectuales, dirigidos por un partido que está compuesto por los mejores hombres entre ellos. Nosotros organizamos nuestro partido con la participación de todos los trabajadores en todos los campos del trabajo, que expresan sus opiniones de una manera completamente libre: en las asambleas, proponiendo y apoyando a aquellos que creen debieran ser los miembros del partido u oponiéndose a quienes creen no debieran serlos. Usted preguntó también por el poder concentrado en una persona. La cuestión es: al conducir al pueblo, ¿he actuado de forma unilateral? ¡Nunca! Todas las decisiones que han sido tomadas, absolutamente todas, han sido discutidas por los líderes principales de la revolución.****

(…)

PLAYBOY: La adoración al héroe que sienten por usted, en opinión de muchos observadores externos que han visto la ferviente recepción que usted recibe en enormes mítines públicos, tiene una intensidad mística, casi religiosa. ¿Cree usted que eso es verdad?

CASTRO: Hasta cierto punto, quizás principalmente entre los agricultores, pero en el contacto personal no me tratan así. Visito muchos lugares. Hablo mucho con los agricultores. Voy a sus casas y ellos me tratan con gran naturalidad en modo muy amistoso e informal, lo que significa que este asunto del misticismo no existe en persona. En vez de cualquier tipo de reverencia, hay un cierto sentimiento de familiaridad.

PLAYBOY: ¿Es esta familiaridad realzada por los miles de retratos y fotografías idealizadas e inspiracionales de usted que son colocadas prominentemente en casi todo hogar cubano y edificio público?

CASTRO: No sé si usted está consciente de que una de las primeras leyes aprobadas por el gobierno revolucionario, en atención a proposición mía, fue un edicto contra la erección de estatuas de cualquier líder vivo y la colocación de su fotografía en oficinas gubernamentales. Esa misma ley ha prohibido dar el nombre de cualquier líder vivo a cualquier calle, cualquier parque o cualquier pueblo en Cuba. Creo que en ningún lado, en circunstancias como las nuestras, se ha promulgado una resolución similar, y eso fue una de las primeras leyes aprobadas por la revolución.*****

Un pequeño retrato en un estante

Ahora, usted verá, en muchos hogares y escuelas y sitios públicos, una pequeña fotografía en un marco pequeño en un estante o una esquina del escritorio. Pero ¿de dónde viene la mayor parte de esas fotografías? De revistas, de periódicos, de carteles relacionados con alguna reunión oficial. Alguna gente ha hecho incluso un negocio con las fotografías, imprimiendo las que le gustan y vendiéndolas en la calle. Pero todo esto ha ocurrido—y cualquiera puede verificarlo—sin que haya habido iniciativa oficial de ninguna clase.

Y permítame decir, finalmente, que no experimento ninguna satisfacción personal cuando leo algunas de las cualidades que elogiosamente se me atribuye en la prensa.****** Nunca he gastado un solo segundo de placer en esas cosas.

PLAYBOY: ¿Qué papel espera usted mismo jugar en el gobierno en el futuro, una vez que el partido esté plenamente establecido y la constitución en efecto?

CASTRO: Creo que por unos pocos años más figuraré como el líder del partido. Si yo dijera que no quisiera eso, la gente diría que estoy loco. Pero ¿quiere que hable sinceramente? Trataré de hacerlo en el menor tiempo posible. Me atraen otras cosas que no son actividades oficiales. Creo que todos nosotros debiéramos retirarnos relativamente jóvenes. No propongo esto como un deber sino como algo más: un derecho.*******

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NOTAS DEL BLOG

*Es posible defender que el pueblo cubano está ahora mejor cuidado en su salud y es más educado (que la educación sea la correcta es otra cosa). Pero el desempleo, la pobreza, la miseria son problemas irresueltos.

**Las revoluciones producen arbitrariamente una película en blanco y negro, maniquea, artificial, según la cual sólo hay revolucionarios y contrarrevolucionarios. En Francia, esa paranoia condujo al Reino del Terror, y en Rusia a los diez millones de muertos atribuibles a Stalin, en el orden de magnitud de la población total de Cuba.

***Como los más finos habanos Cohíbas que fumaba. Al concluir la entrevista, dijo Castro: «Me es más difícil imaginarme como un hombre viejo que como estadista retirado, por la privación que sería para mí no poder escalar montañas, nadar, pescar con arpón y ocuparme en todos los otros pasatiempos que disfruto».

****Castro no sería un dictador porque todas sus decisiones fundamentales habrían sido «discutidas por los líderes principales de la revolución». Esto es, por quienes le debían obediencia.

*****La Asamblea Nacional venezolana, obviamente, no ha aprobado una ley parecida.

******En una prensa en la que sólo pueden escribir sus partidarios.

*******Fidel Castro entregó el mando del régimen cubano a su hermano Raúl en 2006, y la entrevista fue hecha en 1967; «el menor tiempo posible» duró casi cuarenta años. Cuarenta y siete, si se cuenta desde 1959.

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COMENTARIO FINAL

A todas luces, el chavoma es dolencia menos aguda o más lenta que el fideloma. Chávez permite cierto grado de prensa libre, no ha estatizado aún—por ahora, como diría él mismo—la totalidad de las empresas privadas, tolera la participación electoral de opositores en elecciones, pierde algún referendo, elecciones parlamentarias y las de ciertas gobernaciones y no tiene, ciertamente, veinte mil o cincuenta mil presos políticos. En una sola cosa es Castro más benévolo: el culto a su personalidad parece ser algo menos descarado. Por lo demás, Chávez, como revolucionario, miente tanto como Castro. Él mismo lo ha admitido:

El 13 de enero de este año todavía incipiente, Chávez torturaba a los televidentes venezolanos con una alocución de más de siete horas y media desde la Asamblea Nacional. Se trataba de su informe de gestión al concluir el ejercicio de 2008, al que convirtió en panegírico de los diez años que ya lleva en el poder, que asumió por vez primera el 2 de febrero de 1999. Entre los asistentes que no pudieron despegarse de sus asientos estaban, como es natural, los diputados mismos y las barras convocadas para el apoyo ruidoso y borreguil, pero también sufrieron el excesivo y autobiográfico abuso los miembros del cuerpo diplomático acreditado en el país. Entre otras barbaridades, éstos debieron escuchar la explicación acerca de cómo el presidente Chávez mentía, por propia admisión, una veintena de años atrás.

En efecto, en uno de sus peculiares recuentos históricos, el recuerdo de Hugo Chávez regresó a febrero de 1989, cuando Carlos Andrés Pérez asumía por segunda vez la Presidencia de la República. Chávez aludió específicamente al acto de toma de posesión de Pérez en el Teatro Teresa Carreño, el fastuoso acto que mereció el cognomento de “coronación” e irritó a una población muy exigida, a la que días después se le aumentaría el precio de la leche y el pan, y el del transporte público al producirse el aumento del precio de la gasolina; a esa población que reaccionaría airada con el “Caracazo” del 27 y 28 de febrero de ese año. Recordó Chávez, incluso, que Fidel Castro, su “padre”, estaba entre los circunstantes que aplaudían a Pérez. Entonces, el Presidente de la República contó a quienes apenas comenzaban la sufriente audición, y a quienes en ese momento lo veían y escuchaban por radio o televisión, cómo es que él era quien aplaudía más frenéticamente, aunque por supuesto conspiraba ya activamente, para que se le tuviera por persona afecta al régimen. Esta confesión la expuso con orgullo satisfecho, como si el engaño fuera travesura meritoria, inmoralidad necesaria a la revolución que todo lo absuelve. (Ver Carácter del reo, Carta Semanal #319 de doctorpolítico, 12 de febrero de 2009).

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APÉNDICE

Gracias a la acuciosidad del Dr. José Rafael Revenga, puede este blog reproducir el texto de una carta que Fidel Castro enviara a Franklin Delano Roosevelt el 6 de noviembre de 1940, un día después de ser reelecto—el único Presidente de los EEUU tres veces elegido, antes de la 22ª Enmienda de 1951, que restringió las presidencias a sólo dos períodos—con un récord de 449 votos electorales. (Obama acaba de obtener 303). En su carta, Fidel Castro pareciera quitar dos años a su edad; dice tener doce pero, habiendo nacido el 13 de agosto de 1926, tenía catorce entonces. Eso puede haber sido un error involuntario porque, como él mismo dice y reitera, he doesn’t «know very English»; también pudiera ser una exhibición precoz de su propensión a mentir. Acá se reproduce el texto en inglés y se incluye los facsímiles de las páginas de una misiva escrita cuando Fidel Castro era pitiyanqui. (Solicita al Presidente de los EEUU que le envíe un billete de diez dólares porque nunca había visto uno—tal vez para suscitar compasiva ternura en Roosevelt inventó lo de doce años—y le ofrece mostrarle las mejores minas de Mayarí, provincia de Oriente, en caso de que el demócrata necesitara hierro para construir barcos). La carta fue manuscrita en papelería del Colegio de Dolores de Santiago de Cuba, regentado por sacerdotes jesuitas.

Transcript

Santiago de Cuba

Nov 6 1940

Mr Franklin Roosvelt, President of the United States.

My good friend Roosvelt I don’t know very English, but I know as much as write to you. I like to hear the radio, and I am very happy, because I heard in it, that you will be President for a new (periodo). I am twelve years old. I am a boy but I think very much but I do not think that I am writting to the President of the United States. If you like, give me a ten dollars bill green american, in the letter, because never, I have not seen a ten dollars bill green american and I would like to have one of them.

My address is: 

Sr. Fidel Castro
Colegio de Dolores.
Santiago de Cuba
Oriente. Cuba

I don’t know very English but I know very much Spanish and I suppose you don’t know very Spanish but you know very English because you are American but I am not American.

(Thank you very much)

Good by. Your friend,

(Signed)

Fidel Castro

If you want iron to make your sheaps ships I will show to you the bigest (minas) of iron of the land. They are in Mayarí. Oriente Cuba.

Página 1 (clic para ampliar)

Página 2

Página 3

LEA

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