Se apresta a lo que llamó una nueva batalla

Navidad habanera es lo que aguarda a Hugo Chávez Frías. Según anunciara él mismo, nuevas células cancerosas, en la misma zona del tumor original, han aparecido en recidiva de su enfermedad. En acto televisado desde el Palacio de Miraflores, firmó y entregó una nueva solicitud de permiso al Presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, sentado a su derecha, para ausentarse de nuevo a Cuba y someterse a una nueva operación.

Pero esta vez mostró la gravedad del asunto: anticipó que pudiera serle imposible continuar en sus funciones de Presidente de la República y postuló a Nicolás Maduro, con declaraciones constitucionalmente confusas, como el sucesor que preferiría. (Ver video en el Tragaluz del blog). «Yo quiero decir algo, aunque suene duro, si, como dice la Constitución, si se presentara alguna circunstancia que me inhabilite para ejercer la Presidencia… óigaseme bien,  para continuar al frente de la Presidencia de la República y, sobre todo, para asumir el nuevo período para el cual fui electo por ustedes, si algo ocurriera que me inhabilitara de alguna manera, Nicolás Maduro debe concluir el período (…) Es mi opinión firme, plena, irrevocable, absoluta, total, el que en ese escenario ustedes elijan a Nicolás Maduro como Presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Yo se los pido de corazón. Es uno de los líderes con más capacidad si es que yo no pudiera continuar con mano firme—con su don de gente, con su inteligencia, con el reconocimiento internacional que se ha ganado—continuar en la Presidencia».

Puede decirse entonces que el país se verá forzado a una nueva elección (ver acá La segunda elección, asunto analizado por este blog el 12 de abril de 2012). El anuncio desatará urgentes reacomodos en el campo oficialista y también en el opositor. Tal vez no pueda Diosdado Cabello oponerse al testamento político de Chávez—a pesar de ser quien preside el Poder Legislativo y ser el dirigente más importante después del Presidente de la República en el Partido Socialista Unido de Venezuela, amén de gozar de una muy especial relación con el estamento militar—para pretender la sucesión.

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Isaac Asimov se hizo acreedor en 1965 a un especial Premio Hugo*—no tiene relación con Chávez—por la mejor serie de ciencia ficción de todos los tiempos: su trilogía Fundación. En el segundo de tres volúmenes, el autor introduce la figura de un outsider, un dictador militar a quien se apoda el Mulo por razones particulares: es un mutante que no puede tener descendencia. El Mulo tiene poderes especiales por los que puede alterar las emociones de la gente; crea en ella gran temor y, también, gran lealtad hacia él.

En 2000, la directiva de British Petroleum Exploración de Venezuela me solicitó una presentación que le permitiera «entender a Chávez», y entre otras imágenes usé lo que llamé «la metáfora del Mulo». La guía de la presentación, efectuada el 21 de junio de ese año, decía:

The Mule’s metaphor: The appearance of an unforeseen mutant and sterile powerful leader (The Mule), in the second volume of Isaac Asimov’s trilogy Foundation, can serve as a metaphor for understanding Chávez’ phenomenon. He may be sterile in the sense of not being able to produce a successor with his same features. (La metáfora del Mulo: la aparición de un mutante imprevisto y estéril [el Mulo] en el segundo volumen de la trilogía Fundación de Isaac Asimov, puede servir de metáfora para entender el fenómeno de Chávez. Puede ser estéril en el sentido de no ser capaz de producir un sucesor con sus mismos rasgos).

Dicho de otra manera: cuando hicieron a Chávez rompieron el molde.

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Nicolás Maduro, a pesar de su nombre navideño, no calza los zapatos de su jefe en esta circunstancia decembrina. Chávez es un caso único: un hombre con un fuego interior—al llegar en la madrugada del sábado 8 habló extensamente en Maiquetía del ardimiento que gentes como él y Fidel Castro sufrían—, con una vocación épica, con dotes de sagacidad política y de comunicación excepcionales. Él pudiera haber hecho al socialismo tragable por un país que no quiere ese régimen. Es muy difícil que Maduro o Cabello puedan completar esa tarea. El país nunca llegó a ser totalmente controlado o amedrentado por Chávez; ni Chávez ha sido Lenin ni Maduro es Stalin. LEA

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*Por Hugo Gernsback, el fundador de Amazing Stories, una importante revista de ciencia ficción.

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